The Cure cerró la primera jornada de Primavera Sound Buenos Aires con un show irrepetible y fuera de contexto

La banda liderada por Robert Smith fue el número final del sábado en Parque Sarmiento, donde también se presentaron Dillom, El mató a un policía motorizado, Black Midi, Conociendo Rusia y Richard Coleman, entre otros

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Primavera Sound 2023 ‑ Resumen día 1

Fuera de contexto. Así se podría empezar a definir lo que hizo The Cure en el final del sábado de Primavera Sound Buenos Aires. A contramano de la costumbre, esta leyenda inglesa dio un show de más de dos horas y media, un lapso bastante superior a lo que suelen entregar los números de cierre en los festivales. Más que para la verdadera multitud que colmó el predio y dificultaba la caminata, la entrega fue para ellos mismos, demostrando y demostrándose que las cosas no se hacen de compromiso ni de taquito, como si todo diera lo mismo.

Después del calor de la tarde, el clima de la noche se acomodó en unos ideales 22 grados para que la experiencia fuera lo más cómoda posible dado el contexto. El audio, nítido y potente, permitíó el disfrute desde casi cualquier punto cercano al escenario, así como las pantallas amplificaban las figuras de estos tipos añosos y curtidos en mil batallas. A juzgar por el sol argentino que Robert Smith lució en su remera negra (que llevaba el labial rojo corrido al igual que el cantante) anticipaba que se venía una más en el extenso recorrido del grupo.

Unos ecos que sonaron como truenos hicieron de intro hasta que el ruido de lluvia se transformó en “Alone”, la primera de la noche, a la que le siguió “Pictures of You”, para provocar un coro de suspiros. Casi once años después de su último show en Buenos Aires, y siempre bajo unos focos blancos, ahí estaba el (des)peinado imposible de Robert, su voz quebrada hasta el drama y entrelazada a la electricidad de las cuerdas de Reeves Gabrels, la labor de Mike Lord en los teclados (reemplazante del titular Roger O’Donnell) que más que notas y acordes soltó atmósferas, el tandem edificado por Simon Gallup y Jason Cooper que fueron variando el pulso de acuerdo a lo que pedían las zapadas que estiraron los temas hacia nuevos lugares, como las versiones voladas de casi diez minutos de “A Forest” o “End song”.

Robert Smith, voz cantante de The Cure (Franco Fafasuli)
Robert Smith, voz cantante de The Cure (Franco Fafasuli)

Más que un show, por momentos parecíamos estar adentro de la sala de ensayo de The Cure, un espacio en el que pudieron tocar sin cansarse y sin agobiar al público, que de a poco eligió sentarse y seguir las acciones a ras del pasto. Claro, tampoco se privaron de hacer esas redondeces pop que son los caballos de Troya que engañaron y encantaron a todo el mundo, como “Lovesong”, “Inbetween Days” o “Just Like Heaven”, esta última con Smith cambiando la eléctrica por una acústica.

Sin embargo, de inmediato volvían a ese mood de polvo largo, el que más parecen disfrutar, a juzgar por sus rostros en el bloque de canciones entregadas a la psicodelia integrado por “It Can Never be The Same”, “Want”, “Plainsong”' y “Disintegration”. Tras un breve respiro, del que Robert se excusó con una sonrisita, apostaron a lo más hitero del catálogo para cerrar la noche lo más arriba posible. Y todos los que estaban sentados se pararon para bailar con “Lullaby” y “The Walk”.

Con el último resto de energía, la multitud se entregó a “Friday I’m in Love” y “Close to me”, momento en que el cantante dio otra de sus caminatas espectrales, sintonizando con sus propias melodías, y se pasó al escenario que estaba al lado para que el público que estaba ubicado en ese costado del predio pudiera verlo bien de cerca. Luego “Boys Don’t Cry” marcó la despedida y el coro argentinizado de la melodía sorprendió al grupo, quien se despidió prometiendo volver. “You’re fuckin’ wonderful”, certificó Robert.

Robert Smith y Simon Gallup, de The Cure (Franco Fafasuli)
Robert Smith y Simon Gallup, de The Cure (Franco Fafasuli)

Si había algún artista argentino ideal para telonear a The Cure ese es Dillom. Pendulando entre la oscurisad, el forreo y los estribillos imposibles, el rapper más rocker de la escena lució un bigotito incipiente y fue entregando las distintas maneras de su música, de la misma manera en que se fue desnudando sobre el escenario.

Así, fue dejando a un lado una campera de cuero y después la remera para quedar en cuero, solo con una cruz plateada a lo Black Sabbath y el torso tatuado. Con el repertorio de Post Mortem como columna vertebral, le dio la bienvenida a su “Yeezus era” interpretando tres de las cuatro canciones de su flamante ep AD HONOREM Vol. 1 (”Ovario” con Ill Quentin de invitado). Pero también hubo espacio para “Ola de suicidios”, que linkea con la primera época de Ratones Paranoicos; el thrash punk de “1312″ y “Latas” (con Muerejoven y K4, respectivamente); el guiño a Pity Álvarez antes de “Rili Rili” y hasta un inesperado “Nos siguen pegando abajo”, cover de Charly García, que remató poniéndose un brazalete rojo de Say No More que le tiraron desde el público.

Justo después de ese tema el público del festival cantó por primera y única vez en toda la jornada el nuevo grito de guerra de moda: “Y ya lo ve, y ya lo ve / El que no salta votó a Milei”. Ante la acción espontánea, Dillom sonrió y no saltó. Pero no porque haya votado al líder libertario, sino porque después venía “La primera”, canción que siempre entona sentado en el borde del escenario.

Dillom (Franco Fafasuli)
Dillom (Franco Fafasuli)

La jornada había comenzado bajo un sol tremendo, seco y abrasador. Desde muy temprano se fue poblando Parque Sarmiento y el público -festivalero, melómano, arriba de los 30 en promedio- eligió zambullirse en la música para mitigar el calor de la ciudad. Fueron imprescindibles los árboles que brotan en el predio para buscar refugio en la sombra, así también como el protector solar y el repelente para evitar quemaduras y el festín de los mosquitos.

El primer show del sábado estuvo a cargo del cancionero folkie y psicodélico de Fantasmagoria, mientras el campo comenzaba a poblarse de remeras de The Cure y personas con la cara pintada de blanco a la espera del gran cierre de la jornada.

El Mató a un policía motorizado, entre la esperanza y el apocalipsis ahora

Santiago Motorizado de El Mató
(Franco Fafasuli)
Santiago Motorizado de El Mató (Franco Fafasuli)

“En este mundo peligroso tenemos que estar juntos”, fue una de las primeras frases que entonó Santiago Motorizado en el set de El mató a un policía motorizado para darle forma a “El magnetismo”.

Y sirvió de contraseña y refugio para el Súper Terror que se está cocinando allá afuera: el título del último disco del grupo platense describe en clave distópica todo aquello que se viene derrumbando y reconfigurando en las sociedades modernas con la tecnología y la política como fusibles siempre a punto de estallar.

Mientras en otro rincón del predio -precisamente en el Stage Nobody is Normal- K4 montaba su horror punk show con Dillom y La Piba Berreta de invitados, El mató dejaba claro que “es tiempo de un segundo plan”. A partir de eso, y como siempre, pendularon entre la tenue esperanza y la catástrofe inevitable: “Tranquilos, todo va a estar más o menos bien” (“Más o menos bien”) versus “No me digas que las cosas van a estar bien”. O “Soñamos con un mundo mejor hasta que el líder dijo: ‘Me voy a rendir’” (“Medalla de oro”) contra “Todo lo que ves será nuestro, nena” (“Chica de oro”).

El Mató toco “El tesoro”, uno de sus hits  
(Franco Fafasuli)
El Mató toco “El tesoro”, uno de sus hits (Franco Fafasuli)

En esa tensión que fueron poniendo en escena, tambien hubo espacio para un poquito de humor (“Vamos a dedicar esta canción a Robert Smith que está acá”, dijo Santi antes de “El tesoro”, acaso su mayor hit) pero por sobre todas las cosas pusieron sobre la mesa la evolución estilistica que vienen experimentando desde hace ya veinte años y también el nuevo horizonte al que ya están apuntando. Mientras debajo suyo, entre el público, el pogo se arremolinaba como si no hubiera un mañana y levantaba una espesa nube de polvo en “Mi próximo movimiento”, la última de la lista.

Black Midi como téster de violencia

“¿Quiénes son?”, preguntaba de un grito al oído un cincuentón con la cara de Robert Smith impresa en el pecho. El tipo no deja de mover la cabeza y los pies mientras Black Midi sigue descargando toda la energía que brota de sus manos.

Por momentos suenan mala onda y parecen no encajar en el sol de la merienda. Pero este cuarteto interracial también sacó a relucir sus buenos modales con un par de frases en español a la vez en que desarmaron cualquier tipo de encasillamiento en el math rock: están mucho más allá de cualquier etiqueta y coquetean con el hardcore, el punk, el talking rock, el funk.

Conociendo a Rusia en plena combustión
Franco Fafasuli
Conociendo a Rusia en plena combustión Franco Fafasuli

Por momentos parece que cada uno está tocando algo distinto pero se encuentran siempre en el groove. Así, temas como “Speedway”, “7 Eleven” y “Slow” fueron celebrados por la multitud vespertina, testigos de su primer show en Buenos Aires. El próximo será este lunes 27 en La Trastienda y de noche, ocasión ideal para volver a probar este téster de violencia.

Conociendo Rusia y la fuerza suave

Apenas después de Black Midi, Mateo Sujatovich llegó con Conociendo Rusia y cambió la sintonía de manera radical. Su pop rock amable, prolijo y hitero trajo estribillos redondos ideales para que cante la multitud, mientras empezaba a caer el sol. Con una sonrisa radiante aprobaba el feedback y encaraba desde su guitarra cada uno de sus ya hits, como “Tu encanto” y “Puede ser”.

Y cuando ya tenía a su público rendido, invitó al español Leiva para hacer juntos “Un mundo de cristal”. El pico emotivo, sin embargo, llegó con su lectura de “Rezo por vos”, esa intersección entre Charly García y Luis Alberto Spinetta que viene direccionando el camino del Ruso.

El público de Primavera Sound Buenos Aires (Franco Fafasuli)
El público de Primavera Sound Buenos Aires (Franco Fafasuli)

El doble homenaje de Richard Coleman

“Hace 20 años, después de mucho tiempo sin vernos, me recibió en otro festival. Y a partir de eso, todo cambio”, recordó Richard Coleman mientras empezaba a sonar la base de “Hombre al agua”. Estaba hablando, claro, de su socio y amigo Gustavo Cerati a quien evocó con ese clásico de Soda Stereo con el que cerró su set en el festival. Justo antes, y en compañía de su banda, también le había rendido tributo a David Bowie a través de la versión de “Heroes” que viene interpretando desde sus días en Fricción.

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