Los secretos de Nano: la elección de Araceli González, la rebelión de la orca Belén y el código de caballeros que temía romper Gustavo Bermúdez

La telenovela se emitió por Canal 13 durante 1994 y se recuerda hasta el día de hoy. El protagonista y Enrique Torres, su autor, comparten con Teleshow el trasfondo de una historia que se adelantó a su tiempo

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La presentación original de Nano, la novela protagonizada por Gustavo Bermúdez y Araceli González

En una fecha que pocos recuerdan, pero en una jornada que ninguno olvida, un grupo de periodistas llega a San Clemente del Tuyú. Invitados por Canal 13 asistirán a la presentación de una nueva telenovela. Curiosos, intrigados, tal vez aburridos, los trabajadores de prensa se ubican en el anfiteatro de Mundo Marino e intercambian rumores e información. Saben que es una nueva historia escrita por Enrique Torres y que actuará Gustavo Bermúdez. Alguien desliza que el protagonista se dedicará al entrenamiento de delfines y orcas. “Esa tarea seguramente la hará un doble”, acota otro. Ninguno sabe la respuesta.

Los periodistas miran con intriga al piletón de agua, sal y cloro. Enfundando en un traje de neoprene, con el pelo empapado y una sonrisa confiada, ven a Gustavo Bermúdez que, sentado junto al agua, acaricia a Belén, una orca de 1200 kilos que se le acerca confiada. Cuando nadie se lo espera, y empujado por ella, el actor se sumerge a seis metros de profundidad. Al llegar al punto previamente marcado, ocurre lo más espectacular y peligroso. El actor sobre la superficie y se eleva cinco metros de altura, de pie y en equilibrio, parado en la trompa del animal. La ovación estalla. Era la presentación de Nano, la novela de 1994 que todavía se recuerda, casi treinta años después.

Para conocer la historia de esta historia, Teleshow se comunicó con Enrique Torres que en medio de una mudanza y desde Miami -donde reside- recordó la génesis del proyecto: “Andrea del Boca cumplía 25 años con la profesión y como su primer personaje había sido el de una muchacha con discapacidad auditiva, se me ocurrió que celebrara sus bodas de plata con otro similar”. Inspirado en esa idea, el autor firmó un contrato con Canal 13 para escribir una novela cuyo título provisorio era Camila, la hija del silencio. Bermúdez también firmó, pero faltaba Andrea que tenía contrato con otra señal.

Ante las tratativas del canal de Constitución, intervino Gustavo Yankelevich, gerente de programación de Telefe, que logró convencer a la actriz para no se fuera de esa señal. “En mi contrato con el Trece quedó la historia de Camila... pero no me parecía justo conservar ese nombre cuando se sabía que el protagonista sería Gustavo y lo transformé en Nano”, dice Torres. Elegir el nombre de la novela para el autor fue sencillo. Como es fanático de Joan Manuel Serrat, bautizó con el apodo del catalán a su nueva criatura televisiva y lo trasladó a la trama. Resolvió que al padre del protagonista le gustara Serrat tanto como a él, y así llamó a su hijo.

Araceli González y Gustavo Bermúdez en Mundo Marino
Araceli González y Gustavo Bermúdez en Mundo Marino

Hay equipo

Nano hoy resulta impensada sin Gustavo Bermúdez, uno de los galanazos de nuestra pantalla. Con su porte varonil, su voz grave y su aspecto de tipo tan buen tipo, era el hombre con el que muchas mujeres soñaban. “Venía de protagonizar Celeste, siempre Celeste con Andrea y estaba a punto de comenzar una cuarta novela cuando decidí irme a Canal 13″, le cuenta con su voz intacta y amabilidad genuina a Teleshow. “Yo siempre fui muy inquieto, ya había incursionado en la producción pero deseaba involucrarme más y Hugo Di Guglielmo -en ese momento Gerente de Programación del canal- me dio la oportunidad de armar un proyecto a tres años”.

Con el nombre elegido, la historia aceptada y un protagonista indiscutible, había que encontrar a Camila. La protagonista detentaba una característica especial. Tras presenciar el asesinato de sus padres, había perdido la memoria y el habla. Después de trabajar en tres proyectos con Andrea del Boca, (Antonella, Celeste y Celeste siempre Celeste) Bermúdez precisaba una persona capaz de romper con la fuerte asociación que la audiencia hacía entre ellos. “Era un buen giro, pero debía ser alguien con mucha capacidad de esfuerzo y el deseo de prepararse en el lenguaje de señas”, recuerda el actor.

Se comenzaron a barajar distintos nombres y a realizar algo que en ese momento no era muy frecuente: focus group, una técnica de marketing en la que un grupo de personas opina de un tema. Fue entonces que Anabella del Boca, esposa del autor y hermana de Andrea, sugirió el nombre de Araceli González. “Me sonó agradable, lo propuse y a Di Guglielmo le gustó la idea”, recuerda Torres y revela el código de caballeros que temía romper Bermúdez. “Araceli era la pareja de Adrián Suar, su gran amigo y por eso dudaba en qué pasaría al besarla, si funcionaría bien la química entre ambos”. Por suerte no solo funcionó bien sino que se formó una pareja inolvidable.

Según cuenta el protagonista, en la idea original se barajó que Nano fuera fotógrafo y no entrenador de orcas. Pero el actor había conocido a los encargados de Mundo Marino y estaba fascinado con su trabajo. Así, entre distintos torbellinos de ideas quedó definido su personaje y la relación con esos animales. “Di Guglielmo la aceptó pero aclaró ‘te quiero a vos saltando con la orca’” recuerda risueño el actor. No había lugar para dobles.

Araceli González y Gustavo Bermúdez en la época de Nano
Araceli González y Gustavo Bermúdez en la época de Nano

Lejos de amilanarse, el rosarino, que en ese momento tenía 29 años, aceptó el desafío y empezó su entrenamiento siete meses antes del estreno de la novela. Con humildad y paciencia, aprendió todo sobre orcas, delfines y lobos marinos. Y lo más increíble, estableció una relación de amistad con Belén, la enorme orca de 4,20 metros de largo. No fue simple. Al principio, se preguntaba cómo haría para meterse en un piletón con semejante ser vivo. Instintivamente, cuando ella se acercaba, él se tensionaba y buscaba alejarse. Pero poco a poco fue venciendo su temor. Pasó horas observándola y conociéndola. Aprendió a mimarla, respetarla, cuidarla. Descubrió cómo invitarla a jugar, cuándo darle una instrucción o una orden.

Además del trato con los animales, Bermúdez debió aprender hiperventilación y ejercicios de respiración. Es que a diferencia de buzos o fotógrafos submarinos, él se sumergía sin el tanque de oxígeno en su espalda, por lo que debió mejorar su capacidad respiratoria. Aunque era buen nadador tuvo perfeccionó su crawl para moverse con mayor rapidez.

“Todo el 93 fue un año muy duro para mí, porque de día grababa Celeste y de noche trabajaba sobre Nano”, cuenta Bermúdez. “Cuando comenzó la novela, el ritmo siguió intenso. Grabábamos en los estudios de Buenos Aires y los fines de semana en San Clemente. No era sencillo porque el parque se llenaba de público y era como grabar exteriores en plena avenida Corrientes”, recuerda, y agrega que por el ritmo de grabaciones, apenas le quedaba tiempo para dormir y comer.

Al cansancio por jornadas que en muchas ocasiones superaban las 16 horas, se le sumaba el mal clima. “Muchos capítulos se rodaron en el agua y en pleno invierno. El frío era tan intenso que se me congelaba la cabeza”, rememora. Con humor, cuenta que como las jornadas de grabación era tan largas, y algunas escenas se repetían muchas veces, en ocasiones Belén “se rebelaba, si le pedía que fuera para un lado, iba para otro, como diciendo ‘basta, ahora los dos a descansar’”.

El trabajo intenso lo compartían todos. “Escribí 200 capítulos de una hora. Para cada uno, entregaba un promedio de 45 páginas, o sea, un total de nueve mil páginas”, calcula Torres. Y agrega otro dato que resalta su estilo: “Como veníamos de la cultura del videoclip, me aburrían las novelas con pocas escenas. Yo quería que pasaran cosas”.

Enrique Torres y Anabella del Boca
Enrique Torres y Anabella del Boca

Su trabajo como autor no solo se distinguió por la cantidad y calidad de escenas, sino también por incluir temas que hasta ese momento eran vedados. “Como vengo del ámbito del periodismo, no colaba actualidad pero sí realidad”, explica y recuerda una escena que provocó un mini escándalo. Después de un capítulo, desde el Comfer les advirtieron que la novela debería pasar al horario de las 22, de protección al menor.

¿Qué había pasado? Una entonces adolescente Mercedes Funes le pregunta a su padre, encarnado por Mario Pasik, qué era el clítoris. Pasik, asustado, le pedía ayuda a Nano y le preguntaba si las orcas lo tenían. El diálogo risueño finalizaba con un consejo del protagonista “No vivís con una nena sino con una mujer. Comprate bibliografía y hablá con ella”. En el capítulo siguiente, padre e hija se encuentran y es ella, quien entre humor y ternura, le da una clase de anatomía femenina. “Ese diálogo provocó un mini escándalo en la Argentina, pero en Italia -donde también se emitía la novela- el Corriere della Sera publicó un artículo a dos páginas donde ponderaba que por fin se incluyera educación sexual en una novela”, enfatiza Torres.

Recuerdos que no voy a borrar

Bermúdez comparte grandes palabras de elogio para Araceli. “Estábamos preocupados porque se sintiera cómoda y segura. Ella nos asombró con su profesionalismo y con el compromiso con que asumió su personaje”. La actriz estuvo seis meses construyendo a Camila. Estudió con Gabriela Bianco para aprender la lengua de señas, visitaba escuelas de nenes hipoacúsicos y lugares donde suelen ir a bailar. Cuando grabó la primera escena hablando en lengua de señas, sintió pánico y lloraba sin parar. Sin embargo, superó con creces el desafío tanto que recibió el Martín Fierro como revelación.

Araceli González encarnó a Camila, una joven sordomuda
Araceli González encarnó a Camila, una joven sordomuda

En tiempos donde el cuidado del planeta y la inclusión no estaban en agenda, Nano sorprendió con una historia protagonizada por un ecologista y una persona con discapacidad. Torres minimiza su pluma vanguardista pero reconoce que la novela se recuerda tanto “porque es una historia de amor creíble. Esa es la palabra que aprendí que tiene más valor en este género. Si la pareja es creíble, si se cree que es posible que se enamoren y no se tiene miedo de caer en un amor sencillo y posible, la gente se entusiasma. Además, mis personajes varones arrancaban siendo muy machistas para ir convirtiéndose poco a poco en cada vez más hombres y menos machos”.

Nano llegó a alcanzar los 28 puntos de rating. Más allá de las cifras de Ibope, un hecho le demostró a los protagonistas que el programa arrasaba. Bermúdez cuenta que con todo el canal organizaron un festival en San Clemente a beneficio de una escuela de la ciudad. “Eran tres días, el 10; 11 y 12 de junio. Pleno invierno. Nos trasladamos con todos los equipos, nos instalamos y unas horas antes de arrancar comienza una sudestada. Imaginate lluvia feroz, viento, visibilidad cero. Íbamos a suspender, pero empieza a llegar gente y más gente. No paraba de llover, estaba oscuro, frío y nadie se movía. Y no eran pocos sino ¡seis mil personas! que agotaron en minutos toda la provisión de pilotines”.

Ante el mal clima, le volvieron a preguntar al actor si quería realizar el show. Viendo la expectativa, Bermúdez dijo que sí y se llevó una ovación que todavía recuerda. “La sudestada siguió todo el fin de semana. Hicimos dos presentaciones más y en total nos vieron 16 mil personas”. Todo un récord para una ciudad con una población estable de apenas 12 mil. “Fue increíble, con lluvia o con sol la gente no se movía. La única que no quería saber nada era Belén, que luego de tres presentaciones me hundía como diciendo ‘me aburro’”, cierra con humor.

A 29 años de su emisión Bermúdez admite que Nano es uno de sus trabajos más recordados y revela el secreto del éxito. “Tenía una buena temática, una linda historia de amor más una buena pareja acompañada por un equipo increíble. Cuando empezó pensé que iba a ser un gol. Pero una cosa es lo que uno cree y otra llegar a eso que soñaste. Con Nano alcancé las dos cosas”.

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