Sonríe y se divierte cuando recuerda épocas felices de antaño y stars de la escena con quienes trabajó y otras con las que ansía hacerlo: “‘Mami Mo’, como suelen decirle ahora a Moria, jajaja, fue fundamental en mi carrera, la adoro. No te olvides de que fui la primera en hacer topless en su Playa Franka y eso generó furor. Ella siempre innovadora, una adelantada... Yo la seguía en lo que podía porque tenía más que claro el camino del éxito”, recuerda Flavia Miller apenas se inicia una charla de revelaciones relacionadas con su pasado y también su activo presente.
Enseguida surge otro nombre rutilante, nada menos que el de Susana Giménez, otra diva del show business y autora del “cenicerazo” que marcó un hito en el mundillo de la farándula y terminó con su matrimonio con el por entonces polista Huberto Roviralta: “La amo a Su, cómo será que en su juicio de divorcio di mi testimonio a su favor y así tuvo que darle menos plata en la división de bienes. Yo dije la verdad, que la historia de mi relación con él fue cierta, nos encontrábamos en mi departamento, duró unos meses, seis o siete, no recuerdo bien... Además fue vox populi el video dónde se nos veía a ambos...”.
—A propósito, ¿quién entregó esa filmación a los medios?
—No tengo ni idea... Pero es una historia extinguida, pasaron más de tres décadas, demasiado tiempo. Por respeto a mi marido prefiero no seguir hablando de eso.
El marido del que habla Flavia es el de siempre, conocido popularmente como Charlie, a quien conoció hace 34 años en un encuentro que se podría definir como “a ciegas”, se enamoró y lleva 21 años de casada con alguna interrupción: “Antes de que me lo preguntes te comento que cuando sucedió lo del ex de Susana, estábamos distanciados con Charlie, quiero que quede bien claro”, afirma con contundencia desde la caja de la peluquería de Recoleta donde trabaja desde hace seis años atendiendo a las numerosas clientas que concurren, muchas de las cuales ya no se sorprenden porque asisten habitualmente en gran número, más allá de alguna que ingresa por primera vez y la reconoce por su cabello rubio de siempre.
—Me da curiosidad saber cómo ocurrió y transcurrió esa cita sorpresa con Charlie, hoy su esposo...
—Bastante simple, antes se usaba y ahora también. Mi amiga tenía un novio que era amigo de él, entre nosotras había gran confianza y me propuso que fuéramos a tomar algo los cuatro para que lo conociera. Después decidimos ir a un desfile de modas y nos terminamos enganchando. Hablamos de nuestras vidas, de trabajo, me contó que era tesorero del sindicato de Luz y Fuerza. Y acá estamos, seguimos juntos y muy unidos. Él tenía hijos cuando lo conocí; hoy ya tiene nietos a los que les pedí que a mí me digan tía, jajaja”.
Aunque suene extraño, a Flavia y Charlie el mundo del cine también los reunió: “Jajaja, trabajamos juntos en “Verano Maldito”, la película dirigida por otro grande con los que tuve el honor de trabajar como Luis Ortega, donde también tenía un papel Julieta, su hermana. Mi esposo hizo lo que se llama un bolo, interpretaba a un taxista y me llevaba, nos divertimos mucho, fue una experiencia que siempre recordamos” relata Flavia, cuyo nombre real es Alejandra Olga Suárez. Comenta que prefiere no dar a conocer su edad, no por coquetería, sino porque según dice “mucha gente por asociación sacaría la de mis colegas contemporáneas y quizás ellas lo podrían tomar a mal, quiero ser respetuosa”.
Luego se pone seria cuando rememora su fiesta de casamiento, ya que como se sabe porque su boda fue transmitida por televisión, durante el transcurso de la celebración padeció un ataque cardíaco su primo hermano, Miguel Ángel, que fue el padrino, y pese a que Charlie de inmediato le practicó RCP y luego fue trasladado al Hospital Fernández, terminó falleciendo: “Estaba tan feliz, tan alegre, disfrutando porque me quería mucho desde chiquita, éramos muy compinches. Siempre pienso que quizá revivió tantos sentimientos y le afectó, pero lo cierto es que tenía antecedentes de otros episodios con su salud. Lo recuerdo con mucho amor”, confiesa sensible.
—Antes comentó su actuación en la película de Luis Ortega, ¿es cierto que también hizo cine XXX?
—Nooo, jajaja. Solo aparecía hablando muy sensual pero no tenía más participación que esa en un filme del famoso director Víctor Maytland, ya fallecido. A mí siempre me encantó actuar. Cuidado que estudié con Lito Cruz, eh. Este año me convocaron para dos obras dramáticas, pero dije que no porque no es lo mío. A mí me gusta la comedia disparatada, hacer reír a la gente, para drama ya tenemos bastante. Quiero que la gente se divierta, se vaya contenta a su casa. En 2013 me tenté, hice una obra de teatro como productora en el Paseo la Plaza, “Lo que ellas hacen cuando ellos no están”, y no me fue bien. No pude seguir, me encantaba. Puse todos mis ahorros y los perdí, venía mucha gente, pero a la vez enfrentaba muchos gastos (se tienta).
—¿Por qué se ríe tanto?
—Porque me acordé de la película que hice con Jacobo Winograd, “Trampa para gatos 3″. El regreso de Jacobo. ¿Recordás que Silvia Suller lo llamaba “chizito”? Ese sobrenombre le había quedado. Yo bromeaba con que no era así, jajaja. Con Silvia nos divertimos mucho siempre, nos chicaneábamos todo el tiempo, pero ambas sabíamos y entendíamos que se trataba de un juego y nada más. Si hasta compartíamos el cirujano plástico, el doctor Raúl López Bandera.
—¿Cómo fue que trabajó con Gerardo Sofovich.
—Sí, fue inolvidable, en “La Noche del Domingo”. Formaba parte de un grupo de varias chicas a las que Gerardo bautizó “Las Gambarela”, viste cómo era de ocurrente. Él se refería a nosotras en determinado momento del programa o antes de ir al corte, y cuando la cámara nos tomaba nos cruzábamos de piernas de un lado a otro un par de veces todas al mismo tiempo, como en una coreo.
—¿Ahí fue su debut?
—No, no jajaja. Antes trabajé en Canal 7 como extra porque formaba parte del sindicato. Estábamos en novelas casi como decorado o yendo de aquí para allá pero sin hablar. Eso era todo, se nos veía por instantes, no mucho más, y no decíamos una palabra. En tele también tuve una participación en “Chabonas” con Florencia Peña y Mónica Ayos, dos diosas muy queridas por mí.
—También la convocó Hugo Sofovich...
—Sí, sí, para “Rompeportones”, recuerdo qué buen compañero era Jorge Martínez... Cuando me enteré que lo habían recibido tan bien en la Casa del Teatro me puse muy contenta, se lo merece. La pasé bárbaro y aprendí mucho también con Miguel del Sel, Emilio Disi, Tristán. En el Teatro Tabaris fui tan feliz haciendo “Las señoritas de la cama redonda”. Otra gran y querida compañera fue Pata Villanueva, yo la amo igual que a Gladys Florimonte, siempre me ayudaron en el escenario. Acompañando a otros grandes artistas estuve en “Carcajadas por un sueño” con Sander Maurín, hermano de Reina, y Sergio Romero. A mí me encanta el teatro, pero también amo la tele. Te cuento que fui panelista a fines de los ‘80, una adelantada, jajaja, porque ahora muchos programas los tienen. Trabajé con Karin Cohen, María Laura Santillán, Lía Salgado, teníamos que ponerle picante a la discusión, ni más ni menos que ahora, igualito. Estuve en “Movete” con Carmen Barbieri, qué mujer magnífica, tan buena y querible. Tengo el mejor recuerdo de ella. Yo cerraba algunos programas con mi famosa cumbia “Me está pegando el trópico” que está en Youtube. Grabábamos muy temprano, ella divina conmigo, me invitaba hasta para el Día del amigo. Cuando me convocaban para alguna obra de teatro siempre la consultaba porque ella sabe mucho y me orientaba para aceptar o no, para saber cuánto podía pedir de cachet, siempre me ayudó en todo. Tuvimos y tenemos muy buena relación, un recuerdo hermoso, muy bella persona, excelente ser humano. La veía en “Mañanisima” en Ciudad Magazine y ahora la sigo en Canal 13. Quienes la acompañan son excelentes profesionales. Te juro que me encantaría volver a trabajar con ella, sería un lujo para mí.
—¿Tiene alguna cuenta pendiente en tevé, algo que le gustaría hacer?
—Además de volver a trabajar con Carmen, me encantaría que me invitara Mirtha a sus almuerzos. Nunca participé. Viste que ella ahora les pregunta a sus invitados en tono jocoso: “¿quiénes son vírgenes de La Legrand?”. Bueno, yo lo soy, jajaja. Ojalá se dé. La admiro tanto, me encanta, me identifico mucho con ella por esa cultura de trabajar y trabajar siempre, hace bien al cerebro como ella repite y tiene razón, yo soy igual. Me gusta mucho el trabajo y también estudiar...
—¿Qué estudió?
—Además de actuación con Lito (Cruz), un capo y un señor, me recibí en 1986 de modelo profesional en el Círculo Femenino de María Fernanda Cartier, mirá, te muestro el diploma, acá está. Soy experta en maquillaje y fragancias importadas, por eso trabajé en una perfumería, después en un centro de estética, y ahora me ves acá en la pelu, no puedo estar de brazos cruzados. Hice cursos de Office para saber usar Word, Excel, Power Point, soy curiosa, siempre quiero aprender para saber más.
—¿Y cómo se definiría usted hoy?
—Como una mujer que lleva una vida muy tranquila, enamorada de su marido de muchos años, que fue vedette, bailarina, conductora... Y que sigue siendo una actriz que espera oportunidades, panelista picante y mediática, un término del que la mayoría reniega, pero a mí me enorgullece y me encanta.