Llega el fin de semana y en su casa todo se revoluciona. Mientras otros aprovechan para pasear o descansar, la familia de Magui Olave arma las valijas y sale para Tucumán, su Córdoba natal o cualquier provincia donde la cantante de cuarteto se presente. Después de siete años construyendo su carrera solista e imponiéndose en un género acostumbrado a un sonido masculino. Aunque conquistar el oído de sus coterráneos –nadie más autorizado que un cordobés para opinar al respecto–, no es nada fácil. “Me costó mucho que a la gente le guste el cuarteto con voz femenina. Lo tenían en su oído con voz de hombre”, afirma Magui, vencedora de críticas y prejuicios.
Traspasar esa barrera requirió de tiempo e insistencia, y en un comienzo hasta llegó a pensar que tenía que acercarse lo más posible al sonido de las clásicas voces del género, todas de hombres. “Intentaba hacer los temas reversionados en una tonalidad que no se degenerara tanto en la canción. Pero a mí me sonaba raro, me ponía del lado del público -sostiene-. De haber escuchado tanto la Mona Jiménez desde que era tan niña le decía a mi equipo: ‘No siento que sea esa la canción. Necesito que me lo bajes de tono; no importa, yo me acomodo’. Hasta que llegué a un punto en donde digo: ‘¿Por qué estoy cantando así, tan abajo, con una voz de hombre que no me identifico, porque soy mujer?’”.
La ganadora del Premio Gardel a mejor álbum de cuarteto en 2021 comenzó poco a poco, 14 años atrás, ganándose un espacio en los escenarios. Así construyó su propio nombre. Ahora, de lunes a jueves hace su vida en Buenos Aires, pero una vez que llega el viernes se traslada a Córdoba, La Pampa, San Juan, San Luis, Tucumán, Catamarca o donde toque junto a su banda de 29 personas.
Es en el instante previo a esos viajes que su casa “se da vuelta”. “Se hace un despelote porque mi marido -Matías Suárez, futbolista de River– también se va de viaje por su profesión, yo por otro lado; mis hijos, hay veces que me acompañan y hay veces que se quedan con alguien en casa. Mientras todas las familias se juntan y comparten un fin de semana para pasear y descansar, nosotros, al contrario: nos separamos. Y se arma todo el despelote. Ahí es donde nos apoyamos entre todos, y estamos para que el otro también pueda cumplir sus sueños y hacer lo que lo que ama”.
La pareja mantiene esa misma unión desde hace años, como cuando Suárez jugaba en el Anderlecht de Bélgica y Magui lo acompañaba. Esas tierras fueron el lugar más distinta al cual la artista llevó el cuarteto. Todo se dio en 2012 cuando el delantero fue destacado como mejor jugador de la liga local y a ella le propusieron dar un show en la ceremonia. “Reversioné un cuarteto medio tecno y canté adelante de gente de la política y del fútbol -recuerda Olave-. Era tanto mi deseo de hacer música, mi sueño de poder hacer lo que me gustaba, que lo hice. Hoy me veo y digo: ‘¡Qué caradura, haciendo cuarteto, ahí!’. Pero me encanta animarme a desafíos y cosas nuevas”.
Inquieta y perfeccionista, Magui siempre busca ir por más. Incluso no se conforma con lo logrado y hasta analiza cómo puede mejorar sus shows. Al mismo tiempo tampoco descuida a su familia y trata de estar para ellos, sea de día o de noche. Pero en un momento, buscando hacer malabares entre sus obligaciones profesionales, su vida personal y el poco descanso, la situación le pasó factura.
El año pasado Olave se desmayó en la vía pública tras sufrir un síncope emocional, por el cual tuvo que ser reanimada y luego hospitalizada. “Fue literalmente una apagada de tele en donde mi cerebro dijo ‘hasta acá llegaste’. Y bueno, gracias a Dios me pude recuperar. Pude tomar conciencia de que realmente había cosas más importantes en la vida que estar haciéndose mala sangre por situaciones que eran pasajeras”.
A partir de esa experiencia surgió su cuarto disco, Justo a Tiempo, el cual refleja ese sentimiento de felicidad y agradecimiento hacia Dios por esa segunda oportunidad de afrontar una vida mejor. “Me di cuenta de que había cosas mucho más valiosas que el estar perdiendo tiempo por algo que no valía la pena. Estaba viviendo demasiado rápido y no prestaba atención a cosas básicas que me iban a seguir dando energía y vida. El título Justo a Tiempo se lo pusimos porque en mi casa escuchamos una canción cristiana para Dios, y elegí grabarla. Esta canción me identifica mucho”, destaca.
Ahora, como medida de control, la artista siempre intenta dormir un poco en sus tiempos libres –entre 40 minutos y dos horas– y priorizar el sueño. Otra decisión fue usar menos su celular, una de las cuestiones más le cuesta cambiar, como lo reconoce. “Si estoy lejos de mis hijos, estoy hablando con ellos, o me pasan una canción. Es mucho lo que hoy se hace con el teléfono, cuesta desprenderse. Ahora también hago relajación, intento conectar conmigo misma, bajar un cambio. Soy una persona que está haciendo cosas todo el tiempo, no me gusta parar. Siento que si freno, el tiempo se me va. Sigo tratando de poner lo mejor de mí para que no me vuelva a suceder”.
Esta nueva etapa de Magui Olave, con la atención puesta en vivir el presente, también llega con nueva música. “Ahora se viene nuestro disco número cinco en diciembre, así que estamos en plena producción. Va a ser un disco que marcará un espacio en mi vida profesional. El nombre va por ese lado: saber que tengo mi espacio, que hay un estilo definido, que fue lo que me costó durante siete años. También, con muchas canciones propias. Espero que pronto podamos definir el nombre porque la ansiedad, me mata”.