A los 38 años, Naty Franzoni no puede definirse con una sola palabra: es emprendedora, influencer, escritora y creadora de su propio método de yoga. Aunque hoy disfruta de un buen presente a nivel laboral, transitó un largo camino para lograrlo y tuvo que enfrentarse a diferentes desafíos.
Siempre soñó con trabajar en la televisión y dio sus primeros pasos como modelo de pasarelas y publicidades. Empezó a participar en castings, pero nunca la seleccionaban. Lejos de desanimarse ante la adversidad, emprendió un camino propio; así fue como en 2012 decidió crear, producir y conducir su propio programa, Glam&Music, por el canal de cable CM.
Pamela David fue la primera en ofrecerle sumarse a su staff, como notera en Desayuno Americano. Ese fue el puntapié inicial de la entrada de Franzoni a la pantalla chica. A partir de entonces trabajó en diferentes medios, como América, Fox y Ciudad Magazine, donde condujo el ciclo Cambiá tu día.
Pero en 2018 Naty hizo un cambio drástico en su vida cuando se recibió como profesora de yoga, una disciplina que la empezó a practicar en su adolescencia y la ayudó a superar problemas de salud. Dio talleres, publicó libros, organizó festivales y generó contenidos sobre yoga y autoconocimiento en las redes sociales. En la actualidad, ya lejos de la tele, no solo dirige su propia academia de yoga, sino que también se ha convertido en una popular influencer.
—¿Qué extrañás de la televisión?
—Nada. Estoy feliz con este camino. Para mí la televisión fue un trampolín que me dio la posibilidad de conocer a personas hermosas y talentosas en los medios. Hoy me hacen el camino más fácil porque tengo muchos contactos. Entonces me dio un lugar para poder comunicar al mundo todo lo que estoy haciendo: publiqué cuatro libros, tengo siete mil alumnas mensuales (a través de clases online) en mi academia de yoga. Es increíble todo lo que se fue dando.
—Me acuerdo cuando eras notera de Pamela David.
—Pame fue la primera que me llamó para trabajar. Mi premisa era: “Hago este programa y me doy a conocer”. Hacía miles de castings y nunca me habían elegido. Empecé a entrevistar a gente, para que me conocieran y me pudieran dar trabajo. Con todos los que entrevisté pude trabajar, y Pamela fue una de ellas. Me dio la posibilidad de mostrarme como yo era. Entonces cantaba, bailaba, daba alegría y bienestar. A partir de ahí no paré de trabajar.
—¿Te gustaría volver a trabajar en los medios?
—Me encanta la tele, pasa que no me imagino hoy, con la estructura que tengo armada, poder estar en un programa. Ni loca dejo lo que estoy haciendo por estar todos los días; lleva mucho tiempo. Antes estaba todo el día en la tele, trabajaba en tres canales al mismo tiempo: arrancaba a las siete de la mañana y terminaba a la una de la madrugada. Después, por suerte dejé todo y me dediqué a lo mío; y no me equivoqué, todo lo contrario.
—¿Cómo empezó el yoga en tu vida? ¿Cuándo te diste cuenta de que te ibas a dedicar full time a enseñar?
—Empecé a practicar yoga a los 17 años. En ese momento no era popular y en las clases solían ir personas de la tercera edad. A mí me generaba paz, bienestar, y pude canalizar muy rápido con esta filosofía de vida. El yoga no es solamente una práctica, es la unión de uno con el Universo, trabajando con el cuerpo físico, mental y espiritual. Tiene una conexión con todo lo que hacemos. A través de esta práctica pude ir manifestando diferentes anhelos de mi alma. Siempre que estaba en algún lugar, yo lo contaba y lo compartía con tanto amor que motivaba a que todo el mundo a mi alrededor empezara a hacer yoga. Cuando trabajé en la tele con Pamela, hacíamos en el camarín todos los días prácticas de yoga, afirmaciones y meditaciones. Ella fue mi primera alumna; nunca me imaginé que después terminaría haciendo todo esto. Adonde yo iba terminábamos todos meditando y haciendo yoga. Cuando ya tenía los medios y las redes sociales, el proceso se dio de manera natural.
—¿Cuándo fue tu explosión en el mundo del yoga?
—En la pandemia hacía un vivo por redes sociales y tenía cada vez más y más personas mirándome. A los pocos meses, lancé mi formación online y tuve 800 alumnas anotadas en mi instructorado. Ya me había recibido de profesora de yoga, pero llevaba 20 años practicándolo. Ya todo resonaba en mí, era muy natural, muy genuino. También viajé a la India y fue un gran cambio. En la pandemia ni yo me lo esperaba, una cosa es compartirlo con una persona y otra cosa es que tus alumnas quieran formarse con vos, poder transmitir esta pasión con personas de todas las edades que hablan diferentes idiomas.
—¿Cómo es el método de enseñanza de yoga que creaste?
—Siempre fui muy autodidacta y aprendí de muy chica sobre la ley de atracción, ho’oponopono, meditación, mindfulness. A los 14 años empecé a practicar todo esto porque estaba muy enferma: tenía psoriasis. Un año más tarde me curé y se me fue la psoriasis del cuerpo. Esta enfermedad crónica tenía que ver con que no me gustaba nada de mí, ni de mi vida. Entonces trabajé con afirmaciones, decretos, con todo esto que hoy hago. Cuando empecé a practicar yoga era sumar herramientas, en este caso era sumar una filosofía de vida. En mis prácticas sumaba todo lo que ya sabía naturalmente por pura intuición. Arranqué a dar clases con mi propio estilo y las profesoras me criticaban, me decían que no era yoga lo que hacía porque usaba tambores y movimientos libres. La base de mis prácticas es Hatha Yoga, sumado a otras herramientas holísticas como PNL, afirmaciones, coaching, tapping, escritura y meditación. Todo eso forma parte de mi método NF, que está registrado. Además tengo siete mil alumnas que ya tienen la mentoría y dan clases. Mis alumnas son abogadas, médicas, psicólogas y personas que quizás no hicieron una carrera, pero este instructorado les sirve como una salida laboral y pueden usar estas herramientas para sus vidas. Incluso las maestras jardineras se lo enseñan a los chicos y hasta escuchan mis canciones en el colegio.
—¿También sos cantante?
—Me gusta la música y empecé a hacer canciones. Me encanta cantar, no canto bien, no soy cantante, pero sí tengo ocho canciones que las suelen escuchar en los jardines de infantes. Es una locura. Había empezado con las meditaciones y las personas me decían que escuchaban mi voz cuando se levantaban y cuando se iban a dormir. Hay familias que se juntan para escuchar las diferentes meditaciones de abundancia, gratitud, amor propio, para el estrés, para dormir. Empecé a grabar las meditaciones en mi casa. Me tapaba con un acolchado en mi cama y grababa con mi teléfono. Mis cuñados Fer y Mile, que tienen su banda de música Círculo del Bosque, componen la música de las meditaciones. Yo grabo las voz haciendo la guía con todo lo que voy sintiendo. Me encanta grabar meditaciones y música. Hoy las canciones se escuchan en los jardines, en los colegios. Suelo recibir videos de que abren el colegio con mis temas.
—En general muchas escuelas de yoga tradicionales suelen ser un poco estructuradas.
—Sí, es todo muy antiguo, muy arcaico. Hay que adaptarse, si hubiera venido Patañjali (un sabio pensador de la India) seguramente ya hubiese hecho otra cosa y estaría haciendo mis bailes (risas). Para que llegue a todo el mundo, hay que hacerlo popular y darle frescura y espontaneidad. Hay que salir de lo que siempre nos dijeron, romper estructuras. Nosotros venimos de cárceles mentales. Yo lo que menos quiero hacer es otra cárcel con una práctica que es tan linda, que es para todos, y que cada uno lo puede hacer como le guste y lo siente. Lo importante es conectar y sentir una emoción por vos, por la vida, a través de yoga que más te guste. Mi método de yoga es muy disruptivo y mis alumnas dan clases desde el primer mes.
—¿Es difícil ser emprendedora en épocas de crisis?
—Creo que todo está en la mente. Para mí nada es difícil: todo lo que me propongo lo hago. Sé cómo hacer foco y dónde poner mi energía para que mis proyectos crezcan. Todas las crisis son grandes oportunidades. Para mí todo es una oportunidad, es mi forma de vida desde muy chica. Pero lo tuve que aprender y poner en práctica. Una vez que te das cuenta de que sos creadora de absolutamente todo, más allá de lo que esté sucediendo, tenés que hacer foco en lo que querés. Las mayoría de las personas que hicieron mis cursos me suelen mandar mensajes diciendo que les cambió la vida. Mi lema es: “No me creas, probalo”. Cada uno elige si quiere cambiar o no. Funciona si lo ponés en práctica, pero tenés que ser disciplinado, tener voluntad. No es mágico. A todos nos pasan cosas, el mundo es una locura, pero podemos crear una realidad distinta y contribuir con eso al mundo. Yo puedo ayudar mostrando lo que me hace bien y desde ahí puedo animar a otros a querer sentirse mejor. No existe la vida de color de rosa. Tenemos que ocuparnos de cómo podemos ayudar, encontrar un propósito que sea positivo y constructivo. Así el mundo sería otro.