“Es una locura”: el secreto de los 30 millones de seguidores de Emir Abdul, la figura de Got Talent Argentina

El uruguayo se destaca noche a noche en el programa de Telefe. Cómo surgió su vocación, el desembarco en Buenos Aires y el sueño que no quiere que se termine nunca

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Entrevista a Emir Abdul por Tatiana Schapiro

Creció en Uruguay, pero cruzó el charco para convertirse en uno de los protagonistas del éxito de Telefe: Got Talent Argentina. Durante su infancia, Emir Abdul luchó contra los estereotipos que imponía la sociedad, relacionados a la estética vinculada a los cuerpos hegemónicos, y quebró las barreras que amenazaban con cortarle la carrera antes de tiempo.

En TikTok es considerado una de las personalidades más influyentes de la región: cuenta con más de 27 millones de seguidores, una cifra impactante que representa una cantidad superior a los habitantes que tienen países como Chile, Australia, Camerún o Rumania. “Es una locura, nunca imaginé que iba a tener tanta exposición”, revela en diálogo con Teleshow.

Apasionado y sensible, Emir reconoce que su misión en la vida es brindarle herramientas a todos aquellos que tengan un sueño, porque rendirse jamás es una opción. Un cazatalentos que se siente identificado con las emotivas y diversas historias de los participantes que debieron esquivar las constantes negativas de las miradas ajenas. Su poder está en la cruz. Y su talento, en el baile.

—La están rompiendo con Got Talent.

—Increíble. Creo que hacía falta en la televisión algo así: tan sano y tan humano. Desde el primer programa, hay para emocionarse y reírse.

—¿Qué te pasa cuando tenés que apretar la cruz?

—Al principio era muy heavy, pero a mí me dijeron muchas veces “no” en mi vida y eso me hizo aprender mucho. A crecer mucho. De 200 veces, 190 me dijeron que “no”, y ahora estoy viviendo un sueño.

Emir Abdul en su rol
Emir Abdul en su rol de jurado de Got Talent Argentina (Instagram)

—¿Alguno de los “no” dolió en particular?

—Sí, mucho. Me han pasado muchas cosas feas: me decían que no era bueno para dedicarme al baile o que me iba a ir muy mal. Muchas veces me dijeron que los bailarines no tenían futuro, y siempre hice oídos sordos. Era fiel a lo que me gustaba y lo que me hacía feliz. Fue muy doloroso, pero me dio mucho aprendizaje.

—Es un buen mensaje para los participantes del programa que buscan sus sueños o para una sociedad que atraviesa un momento complejo, y no por ello debería limitar sus máximos deseos...

—El límite está en la mente. Yo siempre lo digo: si uno realmente se propone algo, el peor enemigo puede ser nuestra cabeza. El “no vas a poder”, “no te va a salir” o “no te animes” son perjudiciales. Por eso este programa es tan emocionante, porque de repente ves a una madre que fue madre toda su vida y sus hijos la anotaron a un certamen, y te sorprende con una voz increíble.

—¿Cuándo nació tu sueño? ¿Cuándo entendiste hacia dónde querías ir?

—Iba a un colegio de monjas cuando tenía seis años y en ese momento le dije a mamá que quería ser bailarín. Y en mi familia nadie es bailarín, ni artista. Entonces, mi mamá decía: “Más tarde se le va a pasar”.

—¿Eso pasó en Uruguay?

—Sí. Y luego juntaba plata de mis meriendas para poder cruzar el charco y tomar clases acá. Me formé en Buenos Aires. Venía a escondidas, porque el mayor miedo de mi madre era que su hijo fracasara. “Quedate tranquila que a mí me va a ir muy bien, porque creo en mí”, le decía para calmarla. Había muchas cosas que pasaban acá que se relacionaban mucho con el cuerpo. Había que tener un cuerpo hegemónico en ese momento, y yo pesaba 120 kilos. Tenía todo en contra. Pensaba que cuando fuera coreógrafo iba a mostrar todo tipo de cuerpos, gente normal, porque vas a la farmacia y ves todo tipo de cuerpos. Ahí empecé a mostrar lo que me gustaba hacer, y a creer en mí. Siempre vi Talento, por eso me siento muy cómodo acá, porque uno está viendo el talento y cosas sanas, personas que les gusta hacer algo y lo demuestran de una manera tan pasional, que hace que te emocione.

—Tenés más de 30 millones de seguidores en TikTok: equivale a un país...

—Sí. Es una locura. Un día me levanté y quería mostrar lo que pasaba en mi aula durante las clases, porque veía a gente que tenía muchas condiciones y nunca me imaginé que iba a tener tanta explosión. Fue gracias a esos pequeños, y a esa gente de todo tipo de edad, que tomaba mis clases y recibía la confianza que a mí nunca me habían dado cuando era pequeño.

—¿Dónde estuvo el quiebre? ¿Cuál fue el video o el contenido que generó este fenómeno?

—A fines del 2018. Tenía un amigo que veía a esos gringos que hacían videos en YouTube y quise mi canal. Era muy difícil hacer videos virales en esa plataforma porque es una comunidad muy difícil de crecer. Les dije a mis alumnos que empecemos a subir videos a YouTube para mostrar lo que pasa en el aula. Nunca me imaginé poder estar recorriendo el mundo haciendo lo que me gusta, que la gente se emocione y que sueñen con tener una clase conmigo. Estoy viviendo mi sueño. Y voy a esos lugares para demostrarles que se pueden cumplir los sueños. Yo vengo de Uruguay, donde las cosas cuestan mucho, y me encanta mostrar talentos de todo tipo en mis redes. Me encanta que el mundo los conozca, porque siempre digo que es una ventana para el mundo. Esos videos son recuerdos virales.

Emir Abdul con Tatiana Schapiro
Emir Abdul con Tatiana Schapiro en la entrevista con Teleshow

—Si bien las redes sociales son geniales para hacer masiva la llegada de los contenidos a las audiencias, también puede ser muy enloquecedor el algoritmo y las métricas. ¿Lográs cierta sanidad mental o estás todo el tiempo mirando y analizando?

—Tuve momentos cuando arrancó todo en 2019. Estaba en un cumpleañitos y me enfocaba mucho en eso. Después me dejó de importar, porque era esclavo de lo que era viral y de las canciones del momento. Me formé en muchos estilos hasta que decidí mostrar algo genuino.

—¿Aquello sucedió en simultáneo con ShowMatch?

—Sí. Fue una muy buena experiencia. Fue una locura que no podía creer. Estaba en un cumple, porque lo único que quería en ese momento era tener una foto con Marcelo. Cuando me dijo que quería que bailara, y si lo hacía bien nos sacábamos una selfie, cumplí el sueño que tenía de niño. Fue increíble la repercusión que tuvo ese momento. Fue con un tema de Daddy Yankee.

—¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión: enseñar, encontrar talentos o bailar?

—Hago las coreos para que las bailen mis alumnos. Me encanta dar clases. Me hace muy feliz darles un poquito de lo que sé, para que ellos sigan sumando recursos a su danza. Eso me emociona. Y poder decirles: “Che, mirá lo que sos y lo que tenés para dar”. Eso me encanta. Lo voy a hacer hasta cuando tenga 80 años y ande con bastón. Les voy a decir: “Mirá nene, sos muy talentoso...”.

—Recién hablaste de los cuerpos hegemónicos y en ocasiones la danza sigue siendo un lugar al que le cuesta aceptar otros estilos. Hay que festejar que todos podemos bailar y disfrutar de ese momento...

—Es difícil entender la cabeza de los demás. A mí me criaron de una manera: si me tratan bien, voy a tratar bien; y si me tratan mal, voy a tratar bien igual. Si una persona tiene un cuerpo diferente al mío, o le falta una extremidad y baila increíble, ¿por qué no hay que darle una oportunidad?

Abel Pintos, La Joaqui, Lizy
Abel Pintos, La Joaqui, Lizy Tagliani, Emir Abdul y Flor Peña (Instagram)

—Y en algún momento le dijiste a tu mamá: “¿Viste que podía vivir de la danza?”.

—Mamá se siente orgullosa. Me enteré por otras personas que se sentía un poco culpable, porque fue muy exigente conmigo, pero lo supimos hablar. Siempre una mamá tiene miedo de que a su hijo le vaya mal. Y más en ese momento, que yo tenía 13 o 14 años. Hoy las plataformas ayudan a que se puedan conocer bailarines de todas partes del mundo. Y la pandemia también ayudó muchísimo. Me acuerdo que cuando tenía una audición, iba corriendo a decirle a mamá que me había salido una oportunidad. Doy la vida por ellas. Es una loca linda (risas).

—¿Cómo estaba compuesta tu familia en Uruguay?

—Con mi hermano, que me lo traje porque lo extraño mucho. Ahora también está la persona que amo, que es mi pareja, y mi sobrina. A mi papá lo perdí cuando tenía 15 años y fue muy doloroso. De todos modos, tengo a mi otro papá del corazón, que también está conmigo desde que tengo 12. Así quedó la familia, porque mi papá se llevaba 30 años con mi mamá…

—Perdiste a tu papá cuando eras muy chiquito...

—Sí, muy chico. Tampoco tengo abuelos por parte de mi padre. Sólo tengo un tío segundo.

—¿Cómo fue atravesar ese dolor en la adolescencia?

Cuando perdés a alguien que querés, parece que siempre es ayer. Tengas la edad que tengas.

—¿Te acordas qué hiciste con la primera plata que ganaste bailando?

—Sí, me compré un pancho, una Coca y me había alcanzado para invitarle un alfajor a mi hermano.

—¿Qué sentís cuando te encontrás con las distintas historias de los participantes de Got Talent?

—Me emociona, porque hay historias que me hacen sentir reflejado. Son muy honestas. Ver que a una persona le han dicho siempre que no y después brilla de la manera que brilla, es muy gratificante. A veces me siento un espectador, porque es un show de una categoría increíble.

—¿Qué tenés ganas de que pase en el futuro?

—Tengo ganas de estar tranquilo. Hace un tiempo estaba en una vorágine y no disfrutaba lo que me pasaba. Hoy soy muy consciente de lo que estoy viviendo: siento que lo merezco. Tengo gente muy linda alrededor que me trata de manera increíble. Lo único que quiero es que todo lo que venga sea bueno; y si es malo, tendré que aprender de ello.

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