Corría abril de 1989 y Marcelo Zlotogwiazda había sido convocado a dar una charla a alumnos de primer año de una escuela de periodismo. En el salón de la Asociación de Trabajadores del Estado, en forma de gradas, estaban ubicados los jóvenes de las cuatro comisiones que reunían cerca de 200 personas, cuando el economista y periodista se sentó en la mesa ubicada en el centro del escenario. Desde allí, hizo una breve exposición del tema de actualidad: la hiperinflación que ocurría en el país. Pero la mayor parte del tiempo la dedicó a responder con una generosidad inmensa las preguntas de los futuros periodistas. Con su facilidad para explicar las palabras más difíciles de la economía, resumió en dos horas las variables que producían la inflación, el descontrol de precios, los inminentes saqueos a los supermercados. Con su pelo largo atado en una colita detrás de la nuca, su voz medio ronca y amable y su manera simple de hablar sin eufemismos logró desentrañar cuestiones económicas de la forma más sencilla. Esta cronista fue testigo de aquel instante que quedó guardado en la memoria de todos los jóvenes que aspiraban a desarrollar el oficio de periodista de la manera honesta y desinteresada, como él.
Hace cuatro años, el martes 15 de octubre de 2019, Zloto, como solían llamarlo afectuosamente, murió mientras dormía, debido a un cáncer de colon terminal. Marcelo era economista, se había recibido en 1982 en la Universidad de Buenos Aires y tres años después había comenzado su carrera en el periodismo. A lo largo de su profesión recibió premios y reconocimientos, pero su mayor logro fue, quizás, haber cerrado la grieta que dividía a distintas posiciones ideológicas cuando falleció. Ese martes, todos los colegas, amigos e incluso desconocidos se lamentaron por su pérdida, en un homenaje que duró varios días, en especial en las redes sociales, y todos coincidieron en que “Zloto era un gran tipo”.
Apenas 24 días antes de morir, Marcelo Zlotogwiazda celebró el día de la Primavera con la publicación de una foto en su cuenta de Twitter que mostraba un florero apoyado en el centro de la mesa del comedor de su casa, repleto de unas flores hermosas. “¡En el día de la primavera estas astromelias están cumpliendo cuatro semanas!”, había escrito en la red social. Era septiembre, hacía casi un año que se había enterado de su enfermedad y si bien venía tratándola con bastante éxito para su duro pronóstico, en la última semana su estado de salud había desmejorado muchísimo.
El primer día de ese septiembre había corrido la última maratón de su vida. Correr era para él una de sus grandes pasiones. Las otras eran el trabajo y su familia. Con Estela Chardón había tenido dos hijas, Iara e Ivana, luego de un largo tratamiento de fertilización asistida en épocas en que no era muy sencillo llevarlo a cabo. Las obras sociales habían puesto muchas trabas a la pareja que, a pesar de las adversidades, logró cumplir el sueño de convertirse en papás.
En el periodismo incursionó por primera vez en 1985, cuando participó de la sección económica en la revista El Periodista, y en radio Belgrano, en el programa de Eduardo Aliverti. Zloto se formó con colegas como Jorge Lanata, Ernesto Tenembaum, Reynaldo Sietecase, Maximiliano Montenegro, María O’Donnell, Jorge Guinzburg, Pepe Eliaschev, Magdalena Ruiz Guiñazú, Román Lejtman, Adrián Paenza. A partir de allí, desarrolló su profesión en diferentes ámbitos: revistas, diarios, radios y televisión. En prensa escrita, formó parte de las redacciones de El Porteño, Página 12, Tres Puntos, El Cronista, Veintitrés, Ámbito Financiero. En televisión, participó de programas como La Tapa, Día D, Detrás de las noticias, Periodistas, Periodistas: La era del hielo, Palabras más palabras menos y Desafío, por distintas señales de aire y de cable. En radio, su trabajo se destacó en Belgrano, Del Plata, Splendid, Rock & Pop, Mitre, Radio 10 y Radio con Vos. Su última nota la escribió para este medio, Infobae, de donde era columnista.
Con Tenembaum y con Sietecase formó un vínculo de amistad hasta los últimos días de su vida. Ernesto lo visitó la noche anterior a su fallecimiento. Al día siguiente, hizo su programa de radio Y ahora quién podrá ayudarnos, dedicado a su amigo. “Este va a ser un programa complicado. Nos atraviesa la muerte de Marcelo Zlotogwiazda. Si me quiebro hagan ruido, digan alguna pavada y yo me repongo y seguimos”. Durante esa emisión, el conductor relató con esmero, y sin disimular la desolación que lo embargaba, cómo fue su despedida. “Voy a contar los últimos 20 días de Marcelo porque muestran lo tenaz, comprometido, terco y empacado que era en lo que decidía, por buenas cosas. Tanto que era impactante. Tenía un cáncer de colon con el que el último año venía peleando y ganando. Y en medio de eso logrando altos disfrutes de la vida. Hace un mes y 16 días, el primero de septiembre, corrió 21 kilómetros y hay una foto hermosa de él llegando a la meta dándole un beso a Estela (su pareja), feliz por lo que acababa de lograr. Esa resistencia y convicción lo acompañó toda su vida”, describió con la voz entrecortada.
En tanto, Sietecase escribió una crónica en este medio para despedirse de su amigo, el día después de conocerse su fallecimiento. “Admiraba a Marcelo Zlotogwiazda antes de poder pronunciar bien su apellido. Lo respetaba desde mucho antes de conocerlo. Simplemente porque lo había leído en Página/12 y lo había escuchado en ese gran programa de radio que fue Rompecabezas”, comenzó su conmovedor relato. “Ya sabía que era inteligente y riguroso. Ya sabía que era valiente y tenaz. Tal vez por esa razón cuando nos encontramos en la redacción de la Revista XXI, en octubre de 1998, me sentí agradecido de haber elegido el periodismo como uno de mis oficios. El periodismo me otorgó una oportunidad maravillosa: trabajar con varias de las personas que completaron mi formación profesional gracias a su praxis y su ejemplo”.
Su último cumpleaños se celebró una semana antes de su partida. Para ese día, Zloto le pidió a su familia un singular regalo: en lugar de comprarle algo, quiso que hicieran una donación económica al profesorado de la Villa 21, de la ciudad de Buenos Aires. Y también dejó un pedido especial para su despedida: que no se envíen flores, sino que, quienes lo desearan, donaran alimentos no perecederos, que fueron destinados a los comedores de La Poderosa, la organización social y apartidaria de barrios populares, de quien Zloto estaba muy cerca.
Tenía 61 años y una vida repleta de satisfacciones. El último premio Martin Fierro que obtuvo fue post mortem. En aquel momento, en noviembre de 2019, cuando se mencionó al ganador de la terna periodística del programa de radio El horno está para bollos y el nombre de Marcelo Zlotogwiazda se pronunció en voz alta en el salón del Hotel Hilton, el público estalló en aplausos. Fueron sus hijas junto a los integrantes del ciclo quienes subieron al escenario a recibir la estatuilla. “Nosotras no queríamos estar acá y no tendríamos que estar acá. Tendría que estar él y contarles lo que significaba este programa. Pero estamos acá porque nos convencieron de que vengamos a decirles qué era para él hacer periodismo”, comenzó diciendo Iara, con los ojos nublados por las lágrimas. “Estos últimos meses, desde que él empezó en Radio con vos, intentó definirnos de distintas formas lo que sentía cuando iba a trabajar. Hablaba de un oasis en sus días turbulentos, se cuestionó si le estaban inyectando quimio o energizantes porque él se sentía lúcido y con más ganas que nunca”, continuó ante la admiración de los presentes.
Antes de finalizar, su hija reveló un detalle que describió a la perfección a su papá. “Nosotras quisimos que no vaya a trabajar, queríamos que se quede en casa, que nos tomemos vacaciones y que disfrutemos de un año hermoso. Pero él quería trabajar, seguir acompañado de esta gente que formó El horno está para bollos. Y nosotras le hicimos la pata, arrastró a toda la familia y a todo el equipo a que dé lo mejor de sí mismo, profesional y personalmente. Y eso nos lo transmitía con su alegría”, contó profundamente emocionada sobre los últimos días de su padre.
Pasaron cuatro años de su partida y Zloto sigue más vivo que nunca. Sus seguidores se preguntarán qué diría de la coyuntura del país, de las próximas elecciones nacionales, del precio del dólar, de la inflación. Y su presencia quizás esté en muchos lados. En algún acto solidario, en la ayuda desinteresada al otro, en las clases de periodismo, en alguna radio.