El origen de los almuerzos de Mirtha Legrand ya se contó varias veces, pero como dice nuestra gran diva nacional: el público se renueva. Y por eso lo seguimos narrando.
En la década del 60, Mirtha era una consagrada estrella del cine argentino y con su esposo, Daniel Tinayre, fueron a Canal 9. “Fue un sábado cuando desde la pecera del Estudio 9 seguíamos el programa Sábados de la Bondad, conducido por Héctor Coire -recuerda para Teleshow el productor Omar Romay, hijo de Alejandro Romay-. Como era habitual mi papá invitaba a los participantes a subir las escaleras y compartir unos minutos antes y o después de su entrevista en el programa. Mirtha y Tinayre llegaron a mediados de la tarde. Ella hermosa, como siempre; súper elegante, con un sombrero. Saludó a todos. Yo no recuerdo si concursó en favor de alguna institución benéfica o estuvo promocionando alguna obra teatral que la tenía como protagonista en el momento”.
Si bien Romay aclara que no puede precisar la fecha exacta del encuentro, sí precisa que “ese sábado nació la idea de los almuerzos, o se creó la oportunidad para que mi papá, Mirtha y Tinayre se prometieran un nuevo encuentro la semana siguiente, cuando seguramente concretaron el comienzo del nuevo proyecto”.
Con esa memoria ciclópea que lo caracteriza, Carlos Rottemberg, productor teatral y amigo personal de Mirtha, suma un dato: “Romay le propuso hacer Almorzando con las estrellas con una mesa con 12 invitados. A Mirtha no la convencía la idea y creía que el programa sería efímero, pero finalmente aceptó, aunque pidió menos invitados”.
Hoy, Rottemberg se define con humor como el productor “más longevo de Mirtha”. Tiene firmado un pacto de incondicionalidad con la conductora desde el día que Daniel Tinayre, de quien era muy amigo, la noche anterior a morir le pidió: “Cuidala”. Estuvo 21 temporadas acompañándola, desde el 8 de octubre de 1990 hasta el 11 de febrero de 2011, cuando dejó ese rol porque “preferí privilegiar mi excelente relación personal, evitando a futuro cualquier chisporroteo profesional que incluso no disimulábamos. Fue buena decisión: hoy somos más amigos que nunca”.
Con ustedes, la señora Mirtha Legrand
La primera emisión de Almorzando... fue el 3 de junio de 1967. A la mesa, sentados como invitados, estaban la escritora Beatriz Guido, el guionista Alberto Migré, el actor Duilio Marzio, el director del canal, Alejandro Romay, y el propio Daniel Tinayre. A la conductora le sirvieron una pata de pollo e inmediatamente su marido, conocedor de sus gustos, ordenó que se la cambiaran por una pechuga. “Ahí ya me sentí más cómoda: sentí una cosa más familiar y hogareña”, contaría Mirtha.
Aunque el mundo estaba convulsionado, los almuerzos transcurrían con placidez por la pantalla del 9. En noviembre de 1972, Mirtha intentaba explicar en una emisión la diferencia entre Partido Justicialista y Partido Peronista, Romay interrumpió el almuerzo y le ordenó que no siguieran hablando de política. Continuó una suerte de suspensión donde Mirtha fue suplantada por Osvaldo Marconi en la conducción. El público no apoyó el cambio, parecía que el ciclo llegaba a su fin. Sin embargo, Chiquita retomó al año siguiente con sus “rosas rococó rosadas” y la “vueltita”.
En el 74, luego de la muerte de Perón, el programa terminó abruptamente, y aunque Mirtha llegó a reunirse con la entonces presidenta Estela Martínez de Perón, no volvió a la pantalla. En junio de 1976, Legrand regresó con sus mesazas, esta vez por la pantalla de Canal 13. El primer programa fue sintonizado por un millón 400 mil televisores. En el 79 pasó al entonces ATC, donde por primera vez se la veía a todo color, y en el 80 volvió al 13.
A fines del 81 otra vez firmó contrato con ATC, pero al año siguiente el canal rompió el acuerdo argumentando que su cachet superaba los 40 mil dólares impuestos como tope máximo para sus figuras. Mirtha demandó a la emisora y ganó el juicio por 500 mil dólares, pero “jamás cobré un peso y eso que lo iba a donar a alguna entidad”. Estuvo varios años sin pantalla; se dedicó a organizar desfiles en las provincias y, conocedora de la importancia del medio, organizar agasajos especiales para la prensa.
La pantalla la volvió a disfrutar en 1987, pero en ese momento se vivió una situación insólita. Sus almuerzos desde el Hotel Alvear eran emitidos por 80 canales provinciales pero ninguno de Capital Federal. En 1989, y gracias a las gestiones del infatigable Daniel Tinayre, los almuerzos volvieron a la pantalla de ATC pero el programa cambió de nombre: se llamó Mirtha para todos.
En 1991 regresó luego de 23 años a Canal 9. Seis años después Romay le vendió el canal a la australiana Prime Television, que no renovó el contrato de la diva. En 1999 se mudó a América TV, en 2001 se fue a Canal 7 para volver a América en el 2002 y permanecer allí hasta 2013. El 2014 la encontró en Canal 13, donde permanece hasta hoy.
Recuerdos que no voy a borrar
Los que pasaron por la mesa de Mirtha no se cuentan por decenas, ni siquiera cientos: son miles. Entre ellos -y varias veces- está Eleonora Wexler, que con su cordialidad habitual le cuenta a Teleshow: “Siempre fue todo un evento ir al programa de Mirtha. La primera vez que fui, si no me equivoco, era cuando estaba haciendo Como vos y yo. Me acuerdo que mi duda era si uno comía en el momento en que ella hablaba. La primera vez que estuve le conté que a los ocho años la imitaba y decía: ‘Florcitas rococó rosadas’. Mirtha tiene una memoria increíble y se acuerda de todo, de todo. Siempre me sentí muy cómoda en sus programas”.
Nancy Pazos es otra de las personalidades que se sentó a una de las mesazas. “La primera vez que me invitó, lo que más recuerdo son dos cosas. Primero que ella estaba en Canal 7, o como se llamara en ese momento. Segundo tema: yo era muy jovencita y escribía política en Clarín. En los 90, terminabas de leer la nota y al final estaba el nombre de quien lo escribía, y yo era una de las primeras periodistas mujeres que firmaban en el diario. Entonces un día Mirtha le pide a la producción que me invite. En ese momento no era normal que un periodista de gráfica fuera a la tele, y menos yo, que no era conocida: no tenía una carita de tele ni nada por el estilo”.
Al recibir la invitación, Pazos rememora con humor que su mamá le dijo: “¡Nancita, ahora sí llegaste!”, anécdota que luego contó en el programa de la diva. “Yo era muy graciosa escribiendo notas, con mucho color y en la mesa me dice: ‘¡Ay, pensé que iba a ser una señora de 50 y pico de años!’, o sea, la edad que tengo ahora, cuando en ese momento tenía 20 y pico”.
Otra vez fue convocada a uno de los almuerzos que se transmitían desde Mar del Plata. “Viajamos con Raúl Alfonsín. La producción ponía un avión para ir y volver, y como el nuestro se atrasó por una tormenta, nos tuvieron que esperar”. La periodista asegura que la invitaron unas “15, 20 veces”, y un dato le sirve para corroborarlo: “Cada vez que terminaba una participación te regalaban un reloj, que a su vez yo le regalaba a alguien de mi familia. Hoy, toda mi familia tiene uno”.
Anécdotas y momentos
En abril de 1987, en una entrevista con la revista Gente, fue Mirtha quien reveló algunos secretos de su programa. El periodista preguntó si algún invitado intentó seducirla y ella respondió: “Doménico Modugno. Se la pasó todo el tiempo: ‘Pero, ¿usted está casada? ¿En serio está casada?’”. En el mismo reportaje la diva contó que uno de los momentos más conmovedores fue “cuando vino Rita Hayworth. Ni se enteró que había estado en mi programa. Ni en Buenos Aires. Ni en Argentina. Nunca supo. Estaba destruida”.
Definió como “un momento entrañable” la primera vez que Maradona estuvo en su programa. “Llegó tardísimo y le pregunté por qué. Me confesó que había salido a comprarse un trajecito para salir en mi programa”. Alfredo Alcón cada vez que iba le preguntaba “¿Vamos a jugar a las visitas?”. Y cuando le comentó a Ernesto Sábato que no lo invitaban porque no tenían su número de teléfono, él escritor contestó, socarrón. “¿Ah, no? Si figuro en guía”.
Ante la pregunta del periodista Ricardo Parrota sobre si recordaba un momento inquietante, Mirtha respondió: “La visita de José Rucci. De repente me quedé mirándolo y le pregunté si no tenía miedo. Se quedó mirándome. Le insistí: ‘¿No tiene miedo a que lo maten?’; ‘Sí me dijo. Tengo miedo’. En ese momento sentí escalofríos”.
Pero sin duda lo más emotivo fue cuando a corazón abierto, la gran diva nacional se enorgulleció. “Yo he ayudado a la gente a ser más feliz. Mi programa sirvió para eso. Salvó vidas, enseñó a la gente a curarse. Programas como los que hice con el doctor Favaloro salvaron vidas. ¿Errores? Claro que los cometí, me equivoqué, pero también aguanté muchas cosas. Presiones. ‘Traiga este, no traiga al otro’. Sufrí mucho con todo eso”.
Reflexiva, aseguraba que los almuerzos que le gustaría olvidar son “el de Silvana Suárez y el de Cecilia Rossetto”, y en 2009 los tres que recordaba por algo especial eran “el que hice con el matrimonio Kirchner en Calafate, otro con Anthony Quinn y un tercero con el doctor René Favaloro”.
Desde la primera emisión de los almuerzos pasaron 56 años, y las anécdotas son innumerables La vez que sorprendieron a Narciso Ibáñez Menta por su cumpleaños y le acercaron una torta con velas encendidas que se convirtió en una bocanada de fuego. En ese momento el actor recibía una llamada de teléfono de su esposa, a la que le comentó, tranquilo: “Te dejo porque se incendia el canal”, y cortó. En una emisión los Midachi se encargaron de servir la mesa y en otra, los Les Luthiers terminaron el almuerzo colocando las sillas arriba de la mesa. En un programa Fernando Peña le apuntó con un arma y en otro, Silvia Süller le confesó a los hermanos Caniggia que había tenido una relación amorosa con su padre, el Pájaro Caniggia.
Todavía queda en la memoria de los argentinos la imagen del entonces presidente Carlos Menem compartiendo una danza con Fairuz, la bailarina de danzas árabes. En 1991, Mirtha interpeló a Eduardo Duhalde con un: “Dígame vicepresidente, ¿usted es narcotraficante?”. Y en 2003, ante la mirada atónita del matrimonio Kirchner, lanzó: “Algunos dicen que con ustedes se viene el zurdaje”. Aunque nunca disimuló sus simpatías por Mauricio Macri, sentado en su mesa y ya como presidente no dudó en espetarle un “Yo creo que ustedes no ven la realidad...”.
Otra emisión histórica fue la del 7 de noviembre de 1994 cuando, vestida de negro, lloró su desconsuelo por la muerte de su marido. En el living la acompañaban Mariano Grondona, Tato Bores, Enrique Pinti, Delia Garcés, Leonardo Favio, Hugo Moser, Marikena Monti, Osvaldo Miranda e Irma Córdoba. También habló por teléfono con Carlos Monzón, Susana Rinaldi y Pinky. Un millón cien mil personas la seguían en sus hogares mientras más de cien periodistas, fotógrafos y camarógrafos registraban el momento en el piso.
Desde ese 3 de junio de 1967 cuando comenzaron los almuerzos hasta este sábado, donde una vez más su clásico ciclo volverá al aire, con La noche de Mirtha Legrand, la Argentina conoció cinco monedas diferentes, la gobernaron 20 presidentes y pasaron por el Ministerio de Hacienda 48 funcionarios, pero Chiquita sigue vigente. Porque como bien reflexiona Omar Romay: “Mirtha es un caso único, que todos los días nos sorprende con su entusiasmo y su profesionalismo. Lo más importante ya no son esos detalles del pasado, sino el legado que Mirtha nos transmite cada día en el que se predispone a regalarnos una hora más de su esfuerzo, de su pasión y compromiso para con el trabajo y sus seguidores”.