Guido Kaczka entregó el primer departamento en Los 8 escalones: “La alegría es imborrable”

Después de una maratónica final repartida en dos programas, el ciclo de El Trece consagró al ganador del inmueble

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Guido Kaczka entregó el primer departamento en Los 8 escalones (Video: El Trece)

A un mes del anuncio, Los 8 escalones de los 3 millones entregó el tan ansiado departamento a estrenar en la ciudad de Buenos Aires. Durante el mes de septiembre, cada emisión del programa que conduce Guido Kaczka en El Trece fue obsequiando, en simultáneo con el premio en efectivo, una llave que les permitía a quien se hiciera acreedor, a participar de la gran final por el inmueble. Con veinte participantes en busca del premio, la definición tuvo que desdoblarse, lo que aumentó las ansiedades dentro y fuera de la pantalla.

Evangelina Anderson, Esteban Edul, Nicole Neumann y Santiago Do Rego integraron el reducido staff de jurados, uno menos que en el formato tradicional del programa. En sus preguntas, y en la pericia de los participantes, estaba en juego un departamento amueblado, con un año de expensas pagas y en un “piso alto de la ciudad, más allá del 10″, según palabras de Guido, aunque no dio muchas más precisiones.

La final la disputaron Gianluca y David y arrancó pareja en aciertos y errores, hasta que recién a la quinta pregunta lograron sacarse ventaja. Enseguida, Gianluca volvió a diferenciarse de su rival y la distancia parecía inapelable, con dos luces verdes más cuando restaban solo dos preguntas para el cierre.

Gianluca con el cheque simbólico
Gianluca con el cheque simbólico del departamento (Captura El Trece)

No había margen de error y llegó el turno de Nicole Neumann, que les deseó suerte y procedió a preguntar sobre moda. “Cómo se llama esta súper modelo brasileña que asistió al Festival de Cannes en mayo de 2023?”, indagó la rubia. De fondo las imágenes mostraban a la mujer en cuestión, y las opciones eran Adriana Lima, Ariana Grande, Eva Mendes o Demi Lovato.

Después de un profundo aplauso, los finalistas descubrieron sus respuestas. Los dos habían elegido la A y no importaba que fuera la correcta, porque la coincidencia automáticamente consagró a Gianluca como ganador. Se estrechó en un abrazo con sus seres queridos que irrumpieron en el estudio, mientras una lluvia de papelitos dorados los bañaba en emociones. “Sos propietario de un departamento a estrenar en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con los gastos de escritura pagos”, exclamaba Guido, mientras el joven lucía el cheque simbólico y no daba crédito a lo que ocurría.

La final por el departamento en Los 8 escalones

“La alegría es imborrable para la familia”, continuó el conductor. “No caigo y no voy a caer”, atinó a decir Gianluca, antes de estrechar las manos y recibir las felicitaciones de David, su ocasional adversario. “Muchas gracias a los que participan. Muchas gracias a ustedes”, concluyó Guido. “Y mañana miércoles, ¿qué va a ser de Los 8 escalones?”, se preguntó el conductor. Y no dejó tiempo para el misterio: enseguida, anunció que comenzaba otro camino paralelo al de los millones con destino a la entrega de otro departamento.

Todo había empezado un rato antes, cuando después de haber reducido el grupo de finalistas de 20 a 8, comenzó el formato más parecido al habitual, con algunas salvedades. La primera tanda de preguntas fue por enumeración, replicando el modelo con el que se habían hecho acreedores a la llave. Además, en caso de empate en cada escalón, se resolvía por la pregunta numérica de aproximación, eximiendo al resto de los competidores la ingrata tarea de tomar la decisión de eliminar a uno de los participantes.

Cada uno con una llave gigante a modo de credencial, Jeremías, David, Gabriela, Benjamín, Gianluca, Facundo, Silvia y Francisco fueron contestando con mayor o menor precisión las preguntas sobre temáticas como cuerpo humano, más menos, musicales, definiciones de la Real Academia Española, entre otras. David fue el primero en acceder a la final, mientras que Gianluca lo hizo por aproximación. Y un rato después, la llave que colgaba de su cuello se convertía en el pasaporte a la felicidad.

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