Jerry Maguire: cómo surgió el célebre “show me the money”, por qué Tom Cruise aceptó filmar gratis y el rechazo inicial a Renée Zellweger

Estrenada en 1996, la cinta atrapó a millones de espectadores. Escrita y dirigida por Cameron Crowe, la historia combinaba deportes con romance y por primera vez mostraba al héroe de Top Gun como un perdedor

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Tom Cruise en Jerry Maguire
Tom Cruise en Jerry Maguire

Jerry Maguire nació como una idea, pero se convirtió en otra. Antes de dedicarse al cine, Cameron Crowe -guionista y director del filme- ostentaba el privilegio de ser el columnista más joven que colaboró con la revista Rolling Stone en toda su historia. Con 16 años se dio el gusto de entrevistar a Bob Dylan, David Bowie y Eric Clapton. Vivencias que narraría años después en la película Casi famosos. Cuando la revista decidió dejar sus oficinas de Los Ángeles e instalarse en Nueva York, Crowe que, había cumplido 19, pensó que era un buen momento para abandonar el periodismo y transformarse en escritor. Su primer libro, Fast Times at Ridgemont High: A True Story, narra sus experiencias como estudiante secundario. Fue un éxito de ventas que se convirtió en película.

Crowe siguió escribiendo guiones. Cuando le llevó Vida de solteros al poderoso James L. Brooks (sí, el mismo que aparece en los créditos de Los Simpson) con el propósito de que hiciera una película, el productor no solo lo aceptó, también le propuso que la dirigiera. El film se convirtió en otro éxito. Con 35 años, el experiodista reconvertido en guionista y director se encontraba encasillado en la temática de adolescentes y veinteañeros, pero anhelaba contar la historia real de un hombre real. La de un hombre que, como todos, pasara por casi todos los estados de ánimo: frívolo, histérico, brutal, divertido, ganador, perdedor, sensible, cerebral y dolorosamente romántico. Esa criatura sería Jerry Maguire.

Buscando la esencia de su personaje, Crowe entrevistó a empresarios de agendas completas y gerentes con maletines de cuero. En esa búsqueda, un amigo le mostró una extraña foto publicada en Los Angeles Times de un deportista y su representante, dos hombres de aspecto severo, con camisas estridentes y anteojos de sol. Crowe no gritó “¡eureka!”, pero lo pensó. “Nunca fui uno de los deportistas de la escuela (de hecho, siempre me habían robado las novias y tenían autos cuando yo todavía viajaba en el autobús), pero de alguna manera el mundo impulsado por el dinero de la agencia deportiva me atraía como telón de fondo para mi guion”, revelaría en una nota de 1996 en la Rolling Stone, ya no como entrevistador sino como entrevistado.

Durante los años siguientes, con la ayuda de la abogada deportiva Leigh Steinberg, conoció atletas y representantes. Así fue formando a (alerta spoiler) Jerry Maguire, un representante atrapado en un mundo cínico que, después de escribir un manifiesto idealista, pierde su poder y se ve obligado a buscar el verdadero éxito.

Jerry Maguire
Jerry Maguire

Con esa idea en su cabeza, Crowe demoró tres años en escribir el texto. Tanto que el primer convocado para interpretarlo, Tom Hanks, no solo ya no estaba disponible sino que superaba la edad pensada para Jerry. El guion llegó a Hugh Grant, que lo leyó y se entusiasmó. Con su historial interpretando a adorables perdedores era un rol ideal para él. Llamó para aceptar, pero la respuesta lo noqueó: “Perdón, hubo un error. El destinatario de ese envío era Cruise”.

Mientras Grant en Londres recibía un no, en Los Ángeles, Crowe conseguía un sí. “Me gusta tu guion”, le decía un motivadísimo Tom Cruise por teléfono y desde Europa, donde acompañaba a su entonces esposa, Nicole Kidman, mientras ella filmaba El retrato de una dama. “Me identifico con este personaje. Lloré cuando lo leí”, le aseguró.

Acordaron verse en Los Ángeles. Cruise ya era una estrella consolidada. Desde su primera aparición en 1981 había protagonizado más de 20 películas tanque entre las que se encontraban Top Gun, Cocktail, El color del dinero y Entrevista con el vampiro. El día del encuentro, el actor entró con su sonrisa letal, esa que aún hoy provoca que uno no se sienta desarmado, pero sí que se quedó sin balas. Saludó a todos, habló de sus hijos y, como al pasar, pidió el guion. La gran estrella quería audicionar como un principiante. “Hay arrogancia y profundidad en su caracterización. Y más que un poco de vulnerabilidad. Ahora todo lo que quiero en el mundo es que Tom Cruise sea Jerry Maguire”, describiría Crowe de uno de esos momentos donde la vida no hace cortocircuito pero sí se cortan los circuitos.

Cruise volvió a Europa pero llamaba regularmente mientras estudiaba videos de agentes deportivos. Surgió otro inconveniente: cómo pagar su cachet. El actor ofreció un trato con aroma a plusvalía. Conocedor del negocio del cine y del poder de su figura acordó trabajar gratis pero cobrar un porcentaje de la recaudación. Mal no le fue: Jerry recaudó 273 millones de dólares y Cruise recibió 20.

Cuba Gooding Jr. ante Tom
Cuba Gooding Jr. ante Tom Cruise, en Jerry Maguire

Conseguido Cruise había que encontrar los coprotagonistas, caras nuevas que estuvieran a la altura de su talento pero sin opacarlo ni sentirse intimidadas por su presencia. Para el rol de Rod Tiwell se presentaron varios actores, entre ellos Cuba Gooding Jr. Pero Crowe no estaba muy convencido de darle el papel porque buscaba un actor más alto y le pidió que audicionara con Cruise. Cuando se lo anunció por teléfono, Cuba comenzó a gritar, exaltado. Al día siguiente se presentó a la prueba. Cuba y Cruise habían trabajado juntos en Cuestión de Honor y, sin ser amigos, se llevaban muy bien.

La escena elegida para representar era la del vestuario. Gooding preguntó si debía estar desnudo. Le respondieron que sí. Sin dudar se bajó los pantalones, la ropa interior y quedó desnudo de la cintura para abajo. Actor y director se quedaron mudos pero cuando Gooding comenzó a gritar: “¡Vamos a hacer esta escena! ¡No le tengo miedo a nada!”, no pudieron parar de reír. Al día siguiente, Crowe lo llamó para anunciarle que había conseguido el papel, pero ese actor que hasta ese momento se mostraba como un polvorín musitó tranquilo: “Es mi oportunidad. No hay tantos papeles importantes para un actor negro en Hollywood”. Su tono y actitud confirmaron lo que sospechaba el director. “La bravuconería, los gritos, el caos controlado, el incidente de los pantalones: todos eran parte de su interpretación acertada del personaje. El hombre serio y pensativo que hablaba por teléfono ahora, ese era el verdadero Cuba Gooding Jr.”.

Renée Zellweger como Dorothy Boyd
Renée Zellweger como Dorothy Boyd en Jerry Maguire, de 1996

Aceptado Gooding quedaba encontrar a Dorothy Boyd. Entre las convocadas apareció una joven actriz de 26 años y ojos achinados que solo había actuado en películas independientes. Se llamaba Renée Zellweger y se presentó “sin maquillaje, entró corriendo en la habitación, vestida con unos Levi’s rotos, botas de vaquero y con su acento texano. Era una extraña combinación de muchacha cándida y etérea, y su risa era incómodamente fuerte, pero en su audición Dorothy sonaba a una persona real”. Crowe pensó que podía ser la actriz que estaba buscando y le pidió una segunda prueba. Al otro día la actriz volvió en un estado muy diferente. Su perro había estado enfermo, ella estaba nerviosa, le faltaba la chispa del día anterior y su audición fue fatal. Decidieron que no era la actriz que buscaban.

Pasaron unos meses, siguieron los castings, pero ninguna actriz convencía. Perdido por perdido Crowe volvió a convocar a Zellweger, pero esta vez daría la prueba junto a Cruise. “El tornado de Texas entró en la habitación, leyó algunas escenas con Tom e hizo que cada frase familiar volviera a sonar fresca. La diferencia entre ambos generó una química genuina, sexual y emocional”, diría el director. La prueba fue tan buena que al terminar Cruise se frotó las manos y dijo: “Ahora sí, vamos a rockear”.

Años después se sabría que antes de que el director le confirmara que era la elegida, Renée se había enterado que no le quedaba un solo dólar en su cuenta bancaria y que debía aceptar cualquier trabajo para no declararse en bancarrota. Luego del éxito de Jerry nunca más le faltó trabajo, vivió en una casa de seis millones de dólares y su fortuna hoy supera los 60 millones.

Elegidos los protagonistas adultos faltaba el niño. Crowe le dio una orden expresa a su director de casting: nadie que hubiera aparecido en un comercial de McDonald’s. Varios chicos pasaron por la prueba pero ninguno convencía. Contrataron al que les pareció menos malo pero a las tres semanas de ensayar lo despidieron. Entonces apareció Jonathan Lipnicki, un adorable rubiecito de lentes que con su actitud pícara y segura encantó a todos, pero tenía un solo problema: había filmado un comercial de la empresa de hamburguesas. Crowe olvidó su orden y lo contrató.

Jonathan Lipnicki y Tom Cruise,
Jonathan Lipnicki y Tom Cruise, en Jerry Maguire

Al comenzaron a filmar todos quedaron maravillados con el profesionalismo de Cruise. No solo era el primero en llegar, además, “si la escena requería que se quedara sin aliento, saltaba una soga furiosamente justo antes de una toma y luego decía rápidamente: ‘Vamos’. Si la toma requería que llorara, se tomaba todo el tiempo necesario, sentándose solo, a veces escuchando música en un walkman, alcanzando lugares que claramente le incitaban la tristeza”, revelaría el director. Su profesionalismo llegó al extremo de cubrir el espejo del tráiler de peinado y maquillaje con fotografías de cada uno de sus protagónicos anteriores para cerciorarse que se vería diferente en Jerry Maguire.

Además de sus personajes inolvidables, la película dejó una de esas frases que se convirtió en inmortal: “¡Show me the money!” (o “¡Muéstrame el dinero!”) le gritaba Gooding a su representante mientras saltaba alegremente por su cocina. Esas cuatro palabras impactaron tanto que en el año 2005 el Instituto Americano de Películas la eligió como la 25º mejor cita de película de todos los tiempos. Lo curioso es que la frase no fue un invento del guionista sino de Tim McDonald, un jugador de fútbol de los Cardenales de Phoenix.

Según contó Crowe estaba viendo una entrevista deportiva cuando escuchó que el deportista decía: “Me patearon el trasero por cinco años. Mi contrato terminó. Y le dije a mi agente una cosa… Sí… ‘¡¡¡Muéstrame el dinero!!!’”. Crowe sintió un escalofrío. “Sabía que eso era algo definitorio para él. No pude sacar la línea de mi cabeza. No era codicioso en absoluto, sólo le quedan unos cuantos años más donde puede ser pagado por lo que hace y necesita apoyar a una familia… Pienso que eso es un héroe”.

Esa frase, más que Cruise aceptara el rol de un hombre que fracasa, más la química con Zellweger, modificaron la idea original y transformaron la película en una de esas que “vimos todos”. La épica deportiva dejó pasó a una reflexión sobre la ambición, el temor al fracaso y los sueños destrozados. Al principio Crowe pensó a los personajes de Cruise y Zellweger como socios y enemigos, pero después redimensionó sus roles y los llevó a un plano mucho más importante. Dejó la edulcorada historia de amor para narrar otra de compromiso y redención, de seres que buscan encontrarle el significado -o la vuelta- a lo que hacen y desean; en suma, algo que nos pasa a casi todos.

La química entre Zellweger y
La química entre Zellweger y Cruise es clave en el filme

Los que vimos la película sabemos que el gran mérito de Crowe fue humanizar un mundo que a veces poco tiene de humano y otorgarle al romance una mirada nueva. La de ese cínico que se enamora de una soñadora y descubre que el lugar que habita ella no es el de los tontos perdedores -como hasta ese momento creía- sino otro, uno donde es más lindo vivir y donde los humanos son seres y no solo recursos. Y es en ese mundo donde Jerry elige quedarse, un lugar en el que todos queremos y mereceríamos vivir. Porque aunque a veces uno grita “show me the money”, sabemos que los verdaderos millonarios son los que, como Jerry al final del día, pueden decir: “No tengo todas las respuestas pero amo a mi esposa, amo mi vida, y te deseo mi clase de triunfo”.

Jerry Maguire
Jerry Maguire
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