“Lo difícil no es llegar, sino mantenerse”, dice del otro lado del teléfono Tamara Alves en diálogo con Teleshow. Habla desde Madrid (España), a donde viajó a cumplir con distintos compromisos laborales y mantener reuniones con distintos clubes de fútbol. Es que desde el 2018 decidió alejarse de los medios y cambiar por completo su carrera: se recibió de Agente FIFA y es representante de futbolistas.
Creó su propia empresa -llamada Alves Soccer-, se asoció con José Luis Luraschi, que hace 30 años tiene licencia en FIFA, y formó un equipo con el que maneja la carrera de jugadores profesionales y también de divisiones inferiores. Hace 14 años está en pareja con el exfutbolista Patricio Toranzo, y dicha relación fue un poco lo que la motivó a dar un vuelco en su vida profesional.
Tamara llegó de San Pablo (su Brasil natal) a Buenos Aires con 20 años, cuando comenzó su carrera artística: debutó en la televisión argentina al año próximo en el sketch Chibribin, junto a Miguel del Sel para Midachi TV. Los siguientes 20 años hizo teatro y televisión. Hasta que en 2017 decidió ponerle fin a su rol en los medios: su último trabajo fue un programa en las noches de una señal de noticias, y luego apostó por un cambio rotundo.
“Siempre me imaginé una vida parecida a la carrera del futbolista. Que llega una edad en que vienen chicas más chicas, caras nuevas. E imaginé que de alguna manera me iba a retirar, pero en mi caso fue al revés: yo tomé la decisión de correrme. Era algo que venía pensando, que lo tenía en la cabeza y no hay nada más lindo que hacer lo que a uno le gusta: antes era el teatro y la televisión, y ahora es esto. Quería trabajar en lo que tenía que ver con el fútbol”, dice quien estudió periodismo deportivo y quien considera que los años al lado de su marido la hicieron “empaparse” del rubro. “Me ayudo mucho”, agrega.
Una vez que tomó la decisión, luego de haberlo hablado con Toranzo -quien se retiró del fútbol profesional, se recibió de director técnico y está armando su equipo- sacó la licencia de AFA para poder ser representante. “Tenés que saber bastante sobre todo lo que tiene que ver con las leyes, los contratos, las cláusulas, cómo manejarse en los clubes”, explica quien se preparó para la entrevista que tuvo en el predio de Ezeiza de la Asociación de Fútbol Argentino. Allí llevó los documentos requeridos, y fue aprobada.
“Este año cambiaron las leyes y a partir del 1 de octubre deja de existir la licencia AFA, así que fui por la de FIFA”, explica quien rindió un examen para obtener dicha licencia y así poder seguir ejerciendo. De esa forma, además, creció en su empresa: comenzó con algunos jugadores en el país y hoy no solo representa a futbolistas en Argentina sino también en el exterior: Brasil, Chile, Honduras, Grecia y hasta la India.
“En Argentina soy la única mujer representante junto a otra que se llama Silvia y que tiene mucha experiencia. Después, son todos hombres. Al principio tuve que pasar esa barrera de poder demostrar que la mujer puede estar en el mundo del fútbol, representar jugadores. Y ellos también apostaron y me dieron ese lugar, para ver cómo me manejaba y negociaba los contratos. A veces el camino no es fácil, pero hoy estoy bastante instalada: tengo contacto con todos los presidentes de los clubes y los jugadores me tienen confianza, así como también los familiares de los juveniles. Además, como mamá me preocupo por los chicos de las inferiores, y eso también lo ven los padres.
Además de los futbolistas profesionales y juveniles, Tamara en muchas ocasiones oficia de intermediaria. Es decir que interviene en la operación entre los jugadores y los clubes, se encarga de la negociación y del contrato, aunque ella no sea la representante de quien firma el contrato. “Hago el negocio y me corro”, sintetiza sobre su rol y agrega que en otras oportunidades trabaja en conjunto con otros representantes: “Yo traigo el club y la otra empresa, al jugador”.
“No quiero tener tantos futbolistas porque me gusta dedicarme, darles bola, estar atenta a todo lo que necesitan. Prefiero seleccionar y estar cien por ciento”, sostiene quien no solo representa jugadores argentinos, sino también de otros países. Motivo por el cual suele estar la mitad del tiempo fuera de su casa. Tamara y Patricio viven con su hija Giuliana, de nueve años, y hace cuatro años se mudó con ellos Franco, de 14, fruto de una relación anterior del exfutbolista.
“El apoyo de mi marido fue clave para hacer este trabajo. Somos muy compañeros, y yo también trato de organizar los viajes con tiempo para que él también se pueda acomodar y estar en casa. Además, contamos con la ayuda de mi suegra y de mi mamá”, cuenta Tamara y resalta que cuando se trata de una negociación en el interior del país, por lo general, se encarga del precontrato en Buenos Aires y evita viajar, como sí lo hace cuando se trata de un negocio en el exterior, o cuando debe ayudar a mudarse a instalar a un futbolista: le busca casa, lo acompaña.
Si bien hace más de cinco años que Tamara Alves -de 40- viró su carrera y está enfocada cien por ciento a la representación de futbolistas, hasta el día de hoy sigue recibiendo propuestas para volver a trabajar en los medios. Pero que no acepta porque se superpone con sus compromisos laborales actuales.
Poco antes del comienzo del Bailando 2023, un productor con el que había trabajado tiempo atrás la llamó para que fuera panelista en un programa, pero rechazó la oferta. “Le dije que estoy en otra etapa. Nunca dejo de ir a los programas cuando me llaman porque me parece que esto va de la mano con todo, pero el fútbol y el espectáculo no van de la mano, queda desprolijo”, considera Tamara Alves antes de finalizar la entrevista a la distancia y de retomar las reuniones que tiene pautadas durante su viaje de negocios en Madrid.