Allá por el año 1989, cuando tenía apenas 20 años de edad, Ricardo Fort conoció a Gabriel Rydz y se enamoró de él. Por entonces, el chocolatero soñaba con una carrera artística que, por distintas circunstancias, sentía que no podía desarrollar en la Argentina. Y este empresario radicado en los Estados Unidos, le ofreció irse con él a Los Ángeles para empezar una vida nueva siguiendo los latidos de su corazón. La relación duró poco más de un año y medio, después de lo cual El Comandante se instaló en Miami. Sin embargo, el cariño entre ambos se mantuvo intacto y, tras la partida del mediático, se prolongó en sus hijos, Felipe y Martita. Pero hace unos días, de visita a nuestro país, este hombre dedicado a los bienes raíces fue sorprendido junto a Tomás Holder, ex participante de Gran Hermano y futuro integrante del Bailando 2023. Y esto dio lugar a todo tipo de especulaciones, por lo que decidió romper el silencio con Teleshow.
—¿Cómo y cuando conoció a Fort?
—Fue a fines de los ‘80, cuando la compañía norteamericana en la que yo trabajaba me mandó a la Argentina a desarrollar un proyecto de importación y exportación, para el cual tuve que abrir oficinas acá. En esa época iba y venía de Buenos Aires a Los Ángeles. Y, en uno de esos viajes, lo conocí a Ricardo en un consultorio médico. A mí se me había fracturado la nariz producto de un accidente y ahí lo encontré, en la sala de espera. Entonces empezamos a hablar, le conté que yo vivía en los Estados Unidos, después fuimos a cenar y así empezamos nuestra relación. Yo vi su interés por salir del país y conocer otros lugares, así que lo invité a irse conmigo y estuvimos conviviendo durante un año y siete meses, aproximadamente.
—¿Qué significó usted en la vida de Ricardo?
—Creo, porque recuerdo que él lo mencionó en su diario y se vio en la serie El Comandante, que yo fui su pasaporte a la libertad. Su madre, Marta Campa, en principio no quería que él saliera del país. Así que costó convencerla, hasta que accedió. Y Ricardo pisó los Estados Unidos por primera vez conmigo. Ahí vio un mundo diferente, porque en esa época había mucha restricción en la Argentina con respecto al tema de la homosexualidad. Y para mí él también fue una pieza importante. Porque los dos aprendimos muchas cosas durante los veintipico de años que tuvimos la suerte de estar juntos y disfrutarnos, en una primera etapa conviviendo y luego como amigos y confidentes.
—¿Por qué se terminó la pareja?
—Por cuestiones de la vida...Éramos dos personas jóvenes, con objetivos tal vez diferentes. Él estaba muy enfocado al espectáculo y yo al mundo de los negocios. Y teníamos dos caracteres fuertes, así que chocábamos muchísimo. Pero no es que terminó la pareja nos peleamos y no nos vimos más. La relación continuó vigente y hablé con él hasta veinte días antes de su muerte. Lo nuestro era un vínculo real. Porque él tenía un séquito muy grande de gente, pero nosotros nos entendíamos con la mirada. Y muchas veces tuve la oportunidad de aconsejarlo por pedido suyo. Obviamente, no en todo me hacía caso porque tenía un temperamento muy fuerte y era un poco caprichoso. Pero, por suerte, tuve el privilegio de estar al lado suyo durante mucho tiempo.
—¿Qué relación tiene con los hijos de Fort?
—Es un vínculo de toda la vida, porque yo los conozco desde antes de que nacieran gracias a una ecografía. Recuerdo haber traído un moisés yo y otro Ricardo a la Argentina, cuando vinimos con los nenes. La familia nos estaba esperando en Ezeiza. Y se generó una relación muy linda. Con Felipe tengo un trato bastante particular, un poco paternalista, y soy quien intenta orientarlo en algunos negocios en los que manifiesta interés y donde quiere abrirse camino más allá de la fábrica de chocolate. Él tiene una habilidad muy fuerte para contactarse con gente y tiene un montón de inquietudes como los bienes raíces y los automotores, entre muchas otras. Le encantan los viajes culturales y es una persona muy especial. Con 21 años, es un chico muy sano que en lugar de ir a bailar a los boliches se va a ver museos o bibliotecas. Y a mí me gusta acompañarlo, así que hasta donde él me lo permita voy a seguir a su lado tratando de guiarlo.
—¿Cómo lo conoció a Tomas Holder?
—Fue hace unas pocas semanas, cuando llegué a la Argentina. Veo que hay una persona que me empieza a seguir en Instagram y me pone like. Y me llamó la atención que tuviera un millón de seguidores y siguiera solo a 124 personas. Dije: “¿Quién es este personaje?”. Entonces empecé a textearme con él y, al mismo tiempo, empecé a ver su feed y me di cuenta de que era alguien conocido. Él me cuenta que había estado en Gran Hermano y yo le explico que, como vivo en los Estados Unidos, no lo había visto. Le causó gracia que le dijera que al único que tenía identificado era a un calvo que usa un pañuelo en la cabeza y se llamaba Alfa. Yo creo que él me contactó porque había viso la serie de Ricardo en la que yo di mi testimonio. La cuestión es que empezamos a charlar y generamos una muy buena onda. Así que lo invité a comer.
—Lo han comparado con Fort, ¿le parece que tiene algo de él?
—Creo que lo único que tiene de parecido es el mentón, la quijada. Porque por lo demás son dos personas para nada comparables. Sí me di cuenta de que era una persona conocida como Ricardo por la cantidad de gente que se le acercaba cuando fuimos a almorzar por primera vez. De hecho, me acompañó a una convención de Real Estate en un hotel de Puerto Madero y lo avasallaron con pedidos de fotos. Así que lo googlé y vi que lo habían tratado de homofóbico y agresivo, pero cuando lo conocí descubrí que no era cierto. Es muy sensible. Y nos enganchamos, yo como una especie de guía porque a él le hace muy bien hablar conmigo. Entonces, me empezó a pedir que lo acompañara a los programas previos a su debut en el Bailando para aconsejarlo porque suele ponerse muy ansioso. Es un tipo con muchísimas fortalezas y debilidades también. Y mi idea es ayudarlo a concretar sus metas, ponerse nuevos desafíos y ejecutar cambios porque tiene apenas 21 años. Parece Ironman pero no deja de ser un niño. Y tiene derecho a equivocarse como todos en la vida.
—Se especuló con una posible relación sentimental entre ustedes, ¿qué hay de cierto en eso?
—Nada, nos une una amistad que es reciente pero súper intensa. En la que yo soy para él como un life coach, según él me dijo, pero también aprendo. Porque estar con una persona joven me permite aggiornarme, actualizarme. Y Tomás me parece un tiempo con un corazón enorme. Por eso me dan ganas de apoyarlo y ayudarlo a cumplir sus objetivos, siempre y cuando él me lo permita.
—¿Cree que tiene condiciones para estar en los medios?
—Yo no tengo experiencia en este rubro, más allá del hecho de haber compartido tantos años con Ricardo. Pero a Tomás lo veo en la industria del espectáculo, sin lugar a dudas. Todo depende de él, hasta dónde quiera aprender y dejarse orientar. Lo importante es que tiene ganas y necesidad de vivir bien y los medios son su oportunidad de lograr eso. Yo le veo muchas posibilidades porque tiene actitud, inteligencia y habilidad, que es lo más fundamental.
—Dada la experiencia de Ricardo, con una carrera vertiginosa, ¿qué le aconseja a Tomas?
—Que siga en el camino de la humildad y la honestidad, que se rodee de gente buena que le aporte valores agregados a su vida y que sea perseverante. Quiero que él entienda que la sumatoria de fracasos es lo que muchas veces conduce al éxito.