En la noche del sábado 4 de agosto de 2001, mientras en la ciudad de Córdoba los Redonditos de Ricota daban la última función de su historia aunque sin saberlo, en Buenos Aires nacía otra estrella. La segunda edición argentina de Gran Hermano se ponía en marcha otra vez con la conducción de Soledad Silveyra y con catorce nuevos participantes. De ese grupo de “valientes” -tal como los llamaba Solita-, se recortaría la figura de Silvina Luna, quien resultara subcampeona del juego por detrás del olvidado Roberto Parra.
A fuerza de simpatía y carisma todoterreno, la modelo rosarina fue la gran triunfadora al menos para los televidentes. Producto de la mala alimentación dentro de la casa, Silvina había sumado algunos kilos -más bien, una inflamación abdominal- que en lugar de sufrirlos, decidió aceptarlos y divertirse con ellos. Así fue como La Chivi, tal como le decían, inventó un bailecito al ritmo del clásico dembow “El meneaito” en el que se levantaba la remera, frotaba sus manos por su panza y hacía mover a todos los “hermanitos”. En tiempos de TikTok, hoy sería un challenge, pero en aquella época sin redes sociales ni teléfonos inteligentes, los más jóvenes lo replicaban en las discotecas.
Su llegada al reality show fue en un automóvil y antes de ingresar a la casa, fue recibida por Mariano Peluffo. “Acá está Silvina. Hola Silvina, ¿cómo te va?”, anunció el movilero de exteriores. “Muy bien, nerviosa, ¡súper nerviosa!”, fueron las primeras palabras de la modelo junto con una sonrisa entre radiante y sorprendida por las luces. “¿Por qué nerviosa? Contame, a ver”, indagó Peluffo. “Porque tengo muchas expectativas de conocer a mis compañeros y porque, bueno, quiero entrar ya...”, respondió ella, con sencillez y del otro lado del auto.
“Querés entrar ya a la casa de Gran Hermano... Bueno, sabés que te tenes que quedar arriba del auto y te vas a bajar cuando yo te lo indique, ¿sí?”, agregó el movilero como para aclarar las reglas y despidió a la participante. “Gracias Silvina, subí la ventanilla y adelante por favor”, le indicó al chofer del auto. “Ella es Silvina, Silvina Luna. muy mona, ojos azules... Una boca así, divina”, la presentó Peluffo al público, ya sin ella en plano y haciendo un gesto con las manos, como destacando su voluptuosidad. “En el barrio dirían un caramelo”, definió luego.
Silvina Luna murió este jueves 31 de agosto a los 43 años en el Hospital Italiano, donde estaba internada desde el 13 de junio. La modelo sufría de una insuficiencia renal aguda producto de una mala praxis en una operación estética realizada por el doctor Aníbal Lotocki en 2011. Aguardaba un trasplante de riñón, que se demoró tras haber contraído una bacteria que derivó en su internación durante dos meses y medio.
“Silvina ya no está más con nosotros”, dijo Flor de la V al aire de Intrusos, el jueves al mediodía. Consternada en llanto, la conductora confirmó la noticia luego de hablar con Fernando Burlando, el abogado de la modelo. Minutos antes, Jorge Rial había dado precisiones sobre su salud: “Todo lo que vamos a contar es esto, esta decisión familiar obviamente de desconectar a Silvina. Lamentablemente esto acaba de suceder. Está en manos de Dios, o lo que vos creas”.
Seguir leyendo: