“Hoy es mi cumpleaños...12 de agosto de 1974, y quiero compartir con ustedes quienes me trajeron al mundo...Gracias Fady y Bocha...”, escribió Mariano Caprarola hace apenas unos días en un nuevo aniversario de su nacimiento. Y no es casual que nombre a ambos progenitores, ya que toda su vida fueron un acompañamiento mutuo. Tras la temprana muerte de su padre, Fady, quien ahora tiene 91 años, fue su sostén.
El productor de modas no la dejaba sola en ningún instante, en cada entrevista en televisión, evento o salida ella allí estaba, y por eso tras la noticia de su muerte a los 49 años, todos los ojos se posaron en la señora y en cómo estaría transitando estas horas, máxime teniendo en cuenta la dura historia de vida, que alguna vez Caprarola revelara en una charla íntima con Tomás Dente.
“Mi papá falleció cuando yo tenía 12 años de un infarto de miocardio. Esa noche nos fuimos a dormir y supe lo que era perder a mi papá al segundo, porque se cayó y se murió. Él era muy importante y querido, trabajaba en el diario Clarín y era un tipo muy querido. Ese día me sentí triste, pero a la vez orgulloso, porque fueron todos, desde la primera línea del diario hasta los que limpiaban baños o las bobinas. Ahí entendí qué gran padre que tuve”, relataba sobre esos primeros años que aseguró fueron muy difíciles.
La contención a partir de ese instante estuvo a cargo de su madre, María Luisa (Fady, para todos) de quien no se separó hasta estas últimas horas. “Tengo una gran madre pese a tener una familia muy especial, porque somos hermanos muy desunidos, que creo que ni se acuerdan cuando cumplo años y es mi vieja la que se los recuerda. Pero no es solo conmigo, entre ellos tampoco se acuerdan de esas fechas”.
Eran cuatro hermanos hasta que en 2016 ocurrió otra tragedia familiar en la que Fady debió salir adelante, como también explicó el productor de modas: “Ale se murió de cáncer de pulmón y pasó a ocupar en mi vida un papel protagónico porque cuando se enfermó, mi mamá fue la mejor clínica que hubo en el mundo, lo cuidó como nadie cuidaría en la vida y Ale se encargaba de todas las cosas a las que yo no llegaba con los tiempos, como por ejemplo, cuando tenía que cambiar el auto, los trámites, yo ignorante porque estaba Ale”.
“Estuvo siete años con la enfermedad -continuaba su relato Caprarola respecto de su hermano que tenía 50 años- y se me fue muy rápidamente. Me hubiera gustado que disfrutara lo que me pasó y lo que me está pasando estos últimos años, pero siempre miro allá y sé que me está mirando y debe estar contento”.
Pese a sentirse un hombre muy creyente, al referirse a la muerte, Caprarola había asegurado que había cosas que no le perdonaba a Dios, como las partidas: “Sería tan lindo que esa canción que dice ‘Nada es para siempre’, que si bien amo a quien la canta, por otro lado pienso que es una letra fea, porque me gustaría que todo sea para siempre, como el amor, la vida. Es muy triste cuando querés a alguien muy querido porque dejás de escuchar su voz, de verlo, de olerlo, y no hay forma de recuperar eso”.
“Yo la veo a mi vieja y le digo,’tomate la libertad de irte cuando quieras irte’, porque la veo aguerrida, la veo preocupada, y se le murió su hijo, y decís ‘hacé lo que tengas ganas de hacer”, relataría sobre el momento que estaba viviendo su madre. “A veces no encuentro las palabras para definir el amor que le tengo, es inexplicable. Es una gran madre, una gran mujer, por eso amo tanto a las mujeres, por tener a una gran mujer que me parió”, cerró.
Seguir leyendo: