¿Hace falta que te diga
Que me muero por tener algo contigo?
¿Es que no te has dado cuenta
De lo mucho que me cuesta ser tu amigo?
La mayoría de los argentinos que ya pasaron las cuatro décadas alguna vez tararearon esos versos cuando sintieron que el amor los andaba rondando pero la timidez y la incertidumbre, también. Aunque muchos podían cantarlos, quizás no eran tantos los que sabían que su creador fue Bernardo Mitnik, más conocido como Chico Novarro. Un artista integral que se destacó como compositor y cantor de boleros, pero que fue el prolífico creador de más de setecientas canciones, obras de teatro y música para shows y películas, que hasta le llegó a escribir un tango al cordón de una vereda.
Chico Novarro nació el 4 de septiembre de 1933, sus padres Albert Mitnik y Rosa Lerman, llegaron a la Argentina escapando de la Primera Guerra Mundial y se instalaron en Santa Fe. Solía contar con humor que cuando él nació su madre dijo “Algo es algo” frase que él convirtió en su lema de vida. En la casa de los Mitnik se escuchaba tango pero cuando Samuel, el hijo mayor se metió en una agrupación de Jazz, esa música lo atrapó.
A los 12 años, la familia dejó Santa Fe para mudarse a Córdoba porque el aire serrano mejoraría el asma que aquejaba a Bernardo. Eran los tiempos que Rosa cantaba en casa canciones en idish y Albert cantaba tan bien y tan fuerte que los vecinos apagaban la radio para escucharlo. Para no quedarse atrás el hijo cantaba a plena voz tangos como “Remembranza”.
La música ya era parte de su ADN con solo 14 años ganó sus primeros pesos como baterista de un grupo de jazz. De esos comienzos le quedó el apelativo Chico porque formaba dúo con un compañero que medía dos metros al que apodaban Largo.
Aunque sus comienzos fueron como músico de jazz y componiendo boleros, la fama le llegó en El Club del Clan, junto a Palito Ortega y Violeta Rivas, cantando “El orangután” y “El camaleón”. “Me divertía mucho. Estuve un tiempo en Centroamérica y siempre me gustó la música tropical. No me arrepiento para nada. Algunas cosas estaban bien hechas como `Un sombrero de paja´, que todavía es una canción conocida internacionalmente”, explicaba en 1999 en una entrevista de la revista Ahora.
Para el Club del Clan escribió más de veinte canciones entre ellas “El cardenal” que popularizó Violeta Rivas. “Era un grupo de pibes que nos divertíamos, pero nos iba bien. Teníamos como 60 puntos de rating. Yo sabía que gracias a mi formación como músico podía hacer otras cosas, hasta tuve una época comercial y le canté a los animalitos como cuando escribí “Carta de un león a otro”.
Como compositor se movía cómodo y sublime en los género más variados. Podía pasar de lo netamente tropical al tango y del bolero a lo humorístico. Si le preguntaban cuáles eran los temas que más conocía la gente no dudaba en elegir tres “Arráncame la vida”. “Un sábado más” y “Algo contigo”.
Prolífico se lo consideraba uno de los más importantes compositores románticos latinaomericanos. Muchos artistas jóvenes eligieron sus temas e hicieron versiones como “Algo contigo” de la mano de Vicentico o “Amnesia” por el grupo mexicano Control Machete. Luis Miguel grabó “Como” en su álbum Romance que vendió ocho millones de copias.
También interpretaron sus temas Lucho Gatica, Marco Antonio Muñiz, Tito Rodríguez, Olga Guillot y todos los cantantes melódicos. “Yo pienso que lo hacen no porque mis canciones son buenas sino porque son muchas”, minimizaba sus logros.
Sin embargo alguna vez se quejó por lo mal que le pagaban por derechos de autor. “Si viviera en Estados Unidos, Francia o Italia me alcanzaría con la cuarta parte de los éxitos que hice. Pero acá no puedo porque no los cobro, digamos que por problemas administrativos”, se quejaba en una entrevista de 1997 y revelaba que se encontraba en juicio con SADAIC.
Aseguraba que como compositor le hablaba al amor de una manera cotidiana. “Incorporé a la poesía metáforas muy actuales. Las canciones dejan traslucir una manera de ser. Una vez cierta persona me dijo que yo era un tipo algo árido e inexplorable pero que la escribir demostraba profundidad. Pero si hubiera vivido todas las historias que escribí estaría destruido”, se permitía reflexionar y bromear.
En los 70, pese a la politización de esa época, Novarro incursionó en temas más intimistas y melódicos. No le importó que su opción haya provocado que al presentarse en Canciorama, uno de los festivales más importantes de ese momento, su canción romántica que no representaba esos tiempos efervescentes haya salido última. “Yo no politizo mi arte, me pongo en el medio, le canto al amor y a las injusticias sin ser panfletario. No soy un lírico, pertenezco al partido de los preocupados por la injusticia y por la confusión en la que vivivimos”.
Si como músico y compositor descollaba también se permitió explorar una faceta de actor humorístico. Acompañó a Alberto Olmedo y Jorge Porcel en distintos programas y películas. “Nos divertimos mucho y eso que fui un pésimo actor. No sé por qué me llamaban”.
En los 90 sintió que los productores se olvidaban de él. Así que decidió ser emprendedor cuando la palabra todavía no estaba de moda. En el 91 armó “Arráncame la vida” que se convirtió en un éxito fenomenal de teatro. Primero con Andrea Tenuta y luego con Silvana Di Lorenzo, montó un espectáculo intimista y romántico que reconciliaba parejas y fomentaba amores. Armando Manzanero fue cinco veces a ver el show y luego hizo uno muy similar con Tania Libertad, algo que Novarro contaba más como anécdota que como plagio.
Después de ese éxito hizo Un amor de aquellos con Patricia Palmer para finalmente armar “Yo que tu me enamoraba”, un recorrido donde repasaba su vida y sus canciones y donde lo acompañaban bailarines y cantantes desconocidos entre ellos una tal Elena Roger.
Pese a lo prolífico de su obra sabía que era un artista conocido pero no masivo. No le importaba “me falta un dosis de extravagancia alrededor de mi figura, pero para mí lo importante es que nunca sentí la necesidad imperiosa de gustar y matar. Estoy bien igual porque encontré mi camino”.
Cuando no componía era un apasionado del golf al que consideraba una excelente excusa para encontrarse con amigos. También era hincha de Racing y sufrí con los altibajos de la Academia. Pero sin duda su gran pasión y orgullo eran sus hijos Marcela, Pablo, Carolina y Julieta y sus nietos, Esmeralda, Tomás, Lucas, Marcos, Florencia y Lucía.
En la película “El amor menos pensado” protagonizada por Ricardo Darín y Mercedes Morán, Chico Novarro interpreta a Ioshi, el novio de Claudia Lapacó que interpreta a la madre de Morán. En una escena tan breve como inolvidable Ana (Morán) se muestra agobiada por su vida y Novarro la mira, sonríe y la invita a bailar. Alcanzan esos minutos para que el espectador sienta que una mano gigante traspasa la pantalla y viene a acariciarle el alma. En esos minutos uno le pide a la vida que por favor nos cruce un Ioshi que nos saque a bailar cuando solo queremos llorar y si no hay un Ioshi que por favor, nos haga conocer un amor que nos arranque la vida de un tirón pero que no nos obligue a decir adiós.
Hoy la vida nos obliga a decirle Adiós a Novarro, pero él nos dejó una linda manera de gambetearla: cantándole un bolero que puede resultar desgarrador -como la vida misma- pero también por el que vale la pena seguir andando y cantando.
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