De hacer covers para su canal de YouTube a estar pegada con canciones propias para empezar a pararse entre las nuevas exponentes del pop femenino hecho en Argentina. El camino de Yami Safdie viene en ascenso y contando oyentes de a millones. Después de una serie de singles con los que ganó visibilidad (“Caminar Sola”, “FC”) e incluso colar un viral en TikTok con “De nada”, el año pasado editó su álbum debut titulado Dije que no me iba a enamorar (2022). Y ahora capitaliza su momento siendo telonera de Luis Miguel en Buenos Aires.
“Hace un mes antes me venían anticipando que estaba la posibilidad, pero la verdad que no le di bola porque pensé que después me iban a decir: ‘No hay chance’”, le confía Yami a Teleshow. Su manager se contactó con Fénix, productora que trajo al Sol de México de vuelta a la Argentina, y el plan comenzó a tomar forma. “Se confirmó una semana antes del primer show. Y es una locura ser parte: ya de por sí cantar en el Movistar Arena es increíble, encima antes de Luismi. Mi mamá lo escuchaba bastante y después vimos la serie, así que soy una enamorada de él y de su música”.
Para esta ocasión, Safdie preparó un set acústico de sus temas en plan balada, algo adaptadas al gusto del público grueso de Micky. “De hecho, hasta me siento más cómoda en ese registro, porque yo empecé subiendo covers tocando solo la guitarra y ya”, dice esta cantante de 25 años. Si bien no pudo estar cerca del ídolo, siente que entró en contacto con su aura. “Es un show enorme, la gente estaba estresada, hay muchas corridas ahí. Me dijeron: ‘Probas sonido, subís 15 minutos para maquillarte y volvés a bajar’. El primer show lo habíamos arrancado un poquito más tarde por un problema técnico. Y lo tuve que terminar a la mitad, porque llegaba él y tenían todo muy cronometrado. Es una locura, pero me parece súper divertido. Es parte de la magia, también, eso de no verlo, su misterio. Pero me hubiera encantado verlo y sacarme una foto”, revela.
—¿Sentís esta experiencia como nuevo punto de partida?
—Yo jodía con que eran mis ensayos, porque sueño con hacer mi propio Movistar Arena algún día. Entonces era como: ‘Bueno, vamos ensayando...’. Está bueno ir vibrando en la de los escenarios grandes, ir acostumbrándome a las producciones gigantes. Me sirvió un montón no solo por la gente que no me conocía y capaz que le gustó lo que hago, sino que también me ayudó haberlo visto a él cantar: es una bestia, es increíble cómo lo disfruta y cómo vibra con su música, con canciones con las que viene hace un montón de años y sigue conectando con eso. Me pareció súper genuino.
Yami nació en 1997 en el seno de una familia tipo (mamá, papá y hermano menor) en la que nadie se dedica a ser artista. “Mi mamá es artista plástica, pero lo hace como hobby. A veces me pinta ropas para mis looks. Y mi abuelo me contó que su mamá cantaba canciones en idish, pero tampoco era profesional”, apunta. Como muchas de su generación, su infancia estuvo marcada por la banda sonora de las películas de Disney. “Desde que tengo memoria, siempre me gustó cantar. Mi iniciación en la música fueron las películas de princesas, específicamente La Bella Durmiente y La Sirenita. Tenía cuatro años y me sabía todas las canciones, que todavía me encantan”, cuenta.
“Mi primera obsesión preadolescente fueron los Jonas Brothers. Y hace unos años pasó que en sus redes re-postearon un tema que hice de ellos. Fue como cerrar un círculo porque eran mis ídolos: mi primer recital grande fue uno de ellos, en River, y esa fue la primera vez que dije: ‘Ay, quiero estar ahí arriba’”, recuerda. En paralelo a ese momento, Yami asistía a clases de comedia musical y de más grande también estudió música en un conservatorio.
“Yo no me acuerdo, pero mi mamá me cuenta que a los 9 años, cuando empecé comedia musical, una profe preguntó si me quería dedicar a eso o si lo hacía porque me divertía. Y yo dije que sí, ya veía que quería ser cantante. Mi mamá casi se infarta, pero yo ya lo tenía claro y mi familia se fue mentalizando con la idea de que yo fuera artista. A partir de eso, me segundearon con todo y sin presionarme, porque tampoco entendían nada de cómo funcionaba el mundo de la música y del espectáculo en general. Me mandaban a todas las clases que yo quisiera ir, si tenía un casting me acompañaban... Y todavía siguen yendo a verme cada vez que toco”, resume sobre su determinación.
De hacer a otros en el ukelele (de Julieta Venegas a Tini, pasando por La Oreja de Van Gogh, Damas Gratis, Harry Styles y más) para “conocerme como artista” hasta animarse a cantar lo que ella misma escribía en el secreto de su intimidad. Una evolución que se dio a pantalla abierta. “A Internet y las redes le debo casi el 100% de mi carrera”, lanza. Cuando tenía 15 años subió su primer video a YouTube, cantando en la playa con una amiga: de la nada, pegó 100 mil reproducciones que le llamaron la atención. “No éramos nadie, no nos seguía nadie. Pero le fue tan bien que dije: ‘¿Cómo? ¿Hay gente que está dispuesta a escucharme?’. Lo habíamos hecho para divertirnos, no lo había pensado como algo profesional”, recuerda de esa temprana exposición que la curtió tanto para el hate como para los elogios.
“Me acostumbré a los comentarios negativos que, a veces, son molestos. Pero no me molestan para conmigo, sino que me pongo a pensar en lo mal que está el mundo en general y qué puede pasar si eso le llega a una piba más chica, con menos fuerza para bancarselo”, dice.
—Hablás desde un lugar de referente. ¿Te sentís así para las que vienen atrás tuyo?
—Justo en estos días estuve pensando en eso, porque empecé a notar que algunas chicas me escriben diciendo que tienen mi carrera de ejemplo o que algún día les gustaría colaborar conmigo. Y yo siempre había estado del otro lado. Nunca me había pensado como referente. Me pasaron muchas cosas de golpe y que haya gente que quiera llegar adonde estoy yo, lo tomo como una responsabilidad. Hay que dar un buen ejemplo.
—¿Te mareaste en ese vértigo? ¿Alguna vez te sentiste agrandada?
—No, agrandada no. Al contrario. Soy algo insegura y entonces me agarra más el Síndrome del Impostor, el ‘capaz no me merezco estar acá'. Lo trabajo en terapia y lo recomiendo: le mando un beso a mi psicóloga que me dio herramientas para parar un toque y pensar que llevo un montón de tiempo trabajando, formándome, que si estoy acá es por algo, que hay un montón de gente a la que le gusta lo que hago. Y al fin de cuentas, capaz que sí me lo merezco. De todos modos, no quiero normalizar la cantidad de comentarios lindos que me llegan todo el tiempo.
—Muchas de tus canciones hablan de los vínculos desde una perspectiva muy generacional. ¿Es de lo que más te gusta escribir?
—Sí, puede ser que las relaciones humanas sea lo que más me inspire. Muchas veces, desde lo personal. Todo mi primer disco lo hice pasando un duelo, saliendo de una relación muy larga. Va contando todas las etapas de eso, lo que me fue pasando. Ahora estoy mucho más tranquila, en una relación re sana, re linda, todo muy chill (está con el rapero Nacho A.K.A Augenuino). Entonces ahora capaz que tomo inspiración de amigas que me cuentan cosas, incluso de lo que me cuentan mis seguidores. ¡Entre mis fans me fui ganando un lugar de consultorio sentimental! Lógico, mis canciones van por ese lado y la gente me cuenta sus historias.
—¿Es más inspirador tener el corazón roto que estar pleno?
—Y... un poco sí, no te voy a mentir. Pero estar pleno tiene lo suyo. Ahora estoy haciendo un disco muy diferente, con letras que siento mucho más maduras, con la intención de contar una historia desde un lugar un poco menos pasional, desde esta tranquilidad en la que estoy ahora. Se me terminó apareciendo un concepto que es mucho más experimental desde los sonidos, también, que van más por el lado de “El bolero”, el tema que hice con Milo J. Un audio un poco más tradicional, más folclórico, si se quiere, algo con lo que siempre conecté mucho. Iba a ser un EP, pero se fueron sumando temas y por ahora tengo unas 10. Va a salir este año.
—A fines de 2021 firmaste con Warner Music. ¿Cómo viviste la transición de ser una artista súper independiente a ser parte de una major?
—Para mí siempre fue un sueño y cuando me convocaron para firmar, me puse súper feliz. Después te chocás con la realidad. Porque está buenísimo tener un montón de herramientas nuevas, pero no significa que automáticamente te vayas a convertir en una súperestrella. Para nada. De a poco fui dándome cuenta de cómo funciona, hay sugerencias, compromisos, es otra estructura... Yo venía trabajando con un equipo chiquito que ya funcionaba y lo pude mantener. Además, todas las decisiones las tomo yo. Artísticamente me dan un montón de libertad. De hecho, cuando estaba por salir el disco, planteé que “El bolero” fuera el primer corte. Y es un tema raro para esta época, porque no es radiable, no tiene un challenge de TikTok, Milo no era tan conocido en ese momento. Me senté con el sello y me dijeron: “¿Te parece?”. Tuvimos un debate, pero como yo estaba muy convencida me bancaron. Y salió bien.
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