1. Cuando eras chico de grande querías ser…
—Nunca tuve interés o proyecté que iba a ser de grande, pero en la etapa final de mi adolescencia mi mamá empezó a estudiar periodismo. Me enganché con esa idea y terminamos estudiando en la misma facultad periodismo los dos: ella se recibió primero y yo, después.
2. Tu destino estaba escrito en…
—Mi apellido. Sztajnszrajber significa “esculpidor sobre lápida”: terminé siendo periodista de policiales.
3. En un viaje familiar a Dinamarca…
—Fuimos a un hotel hermoso, medio antiguo, donde había carteles de homenaje a las grandes leyendas del rock, de la cultura, actores que habían parado en el lugar. Con mi hermano, Darío, éramos muy chiquitos -yo siete, él 12- y nos tocó compartir una cama matrimonial. No recuerdo si se nos cayeron botellas de agua pero se mojó toda y le dijimos a mi mamá que nos habíamos orinado porque dormir juntos nos daba problemas psicológicos. No nos dio bola y dormimos con el colchón mojado.
4. Un compañero de la primaria de apellido Pusineri…
—Me hizo una maldad de niños: me encerró en el lugar de los animales embalsamados. Estuve ahí durante largas dos horas hasta que me rescataron mis compañeros. Pusineri era grandote, enorme y ahí me dejó encerrado.
5. Como pasante de periodismo tenías que elegir una sección y…
—Estudiando en el Instituto Grafotécnico realicé una pasantía en la agencia de noticias Télam y surgió la posibilidad de elegir la sección. Opté por Policiales porque un viejo periodista policial me la recomendó con el argumento que allí se ejercía la crónica más completa del periodismo en cuanto a la cantidad de fuentes a chequear, la constatación de los hechos y demás para publicar. Me enganché y no solté más la profesión desde hace 30 años.
6. Ser bilardista en el fútbol es…
—Una decisión, una convicción. Pensar siempre en defender para ganar, que la defensa sea lo elemental para conseguir un triunfo.
7. Ser bilardista en la vida es…
—En la vida en general, en la moral, soy bilardista, pero en el amor hay que ser menottista. En la cama hay que tirar más lujo, es lírica.
8. Entre Estudiantes campeón local o Argentina campeón del mundo elegís…
—Ante esa opción, mi decisión es abstenerme.
9. Cambiar Sztajnszrajber por Szeta fue idea de…
—Hugo Ferrer, un periodista muy conocido, me dijo que tenía que pensar un apellido más legible para los medios y más pronunciable para los conductores cuando me presentaran. Empezamos a tirar ideas y quedó Szeta. En honor a mi papá, mantuve la sz delante con lo cual tampoco resolví el tema de la imposibilidad de pronunciación. Si antes me preguntaba cómo se escribía Sztajnszrajber, ahora la duda es cómo se escribe Szeta. Pero la mantengo en homenaje a mi papá, que lo amo.
10. Los bandidos santificados por la memoria popular como Bairoletto…
—Nunca me llevé bien con los delincuentes santificados. No hablo de aquellos que fueron eje de la literatura del socialismo y demás, como los que robaban a los ricos para darle a los pobres. En general, no soy un adulador de aquellos que cometan delitos bajo ninguna circunstancia. No me parece copado generar un fanatismo, un fandom de los chorros, por más que sean delincuentes de guante blanco nadie va a celebrarlos.
11. El fanatismo por Estudiantes…
—Me hice hincha de grande, con lo cual eso tiene -a mi criterio- un mérito doble porque lo elegí de forma intencional. Lo que me llevó a hacerme pincha, entre otras cosas, es entender que tuvo como genio, figura y maestro a Carlos Bilardo y también a Alejandro Sabella. Los dos interpretan que el fútbol tiene como arte fundamental el de defender para poder ganar. Eso me parece lo mejor, lo que más me representa. El argumento de entender que la defensa no es un pecado, sino un arte para poder ganar un partido. Obviamente que después tenés que atacar para hacer el gol y eso es lo que me gusta. La escuela que defiendo tiene que ver con eso.
12. Venías de trabajar en la gráfica y la primera vez que salías en cámara al aire…
—En el periodismo gráfico no hay mucha importancia ni relevancia en la ropa, la estética y el maquillaje. La primera cobertura que hice al aire fue en Corrientes con el crimen de Ariel Malvino. Estaba con el pelo largo y tan desprolijo que Gonzalo Aziz, que era productor de móvil en ese momento, salió a comprar gel para el cabello mientras que con Marcelo Funes, que era el camarógrafo, y Ernesto Monzani, el ayudante, fuimos a comprar una camisa y un pantalón que “diera bien en cámara”.
13. En las reuniones familiares, ¿el que acapara la atención es el que habla de filosofía o el que cuenta casos policiales?
—Por lo general, no hablamos de nada vinculado a los trabajos, ni de mi hermano ni el mío, por suerte. Discurre sobre otras cosas. Con mi hermano extrañamos las reuniones familiares donde estaban nuestros viejos, que se murieron hace muy poquito. Y eran encuentros a los que en su momento no nos gustaba ir pero ahora, cuando no los tenemos, extrañamos.
14. La capacidad de narración de los Sztajnszrajber, ¿es heredada o adquirida?
—Mi capacidad de narración se la debo básicamente a la agencia Télam. Aprendí a formular conceptos periodísticos, con una táctica de redacción, que es lo que me ha permitido expresarme a lo largo de la profesión. La información de lo que digo me la genero yo, lo que me permite saber de qué estoy hablando. Creo que la concentración en la narración tiene que ver con la certeza de que lo que estoy narrando está, de mínima, denunciado o documentado.
15. Tu hermano viajó a Nicaragua, al volver trajo un uniforme sandinista que usaste para…
—Era muy pendejo, no tengo mucha conciencia ni noción de esa época. Pero sí recuerdo que era adolescente, le saqué el uniforme y me lo puse para seducir a una chica. Me fue bien.
16. Afirmás que no hay “crímenes perfectos sino investigaciones imperfectas”. En el periodismo, ¿no hay periodistas perfectos sino crónicas imperfectas?
—En periodismo hay periodistas buenos, malos e imperfectos como en la vida misma; no escapa al resto de las profesiones. Yo apuesto, trato todo el tiempo de ser riguroso. A veces me he equivocado como otros, y también está bueno pedir disculpas. Y a veces, en una causa la investigación va para un lado, de repente va para otro, y el espectador cree que uno está falseando la verdad, y en realidad estamos contando dos escenarios distintos.
17. Como editor de la sección policiales de Télam estabas a cargo de…
—Técnicamente no fui editor de esa sección sino que me tocó estar a cargo de manejarla en los turnos y en las vacaciones de los editores. Escribía y editaba la información propia más la que mandaban los más de 30 corresponsales del interior. Mucho de mi formación se la debo a Télam.
18. Un delito que no debería ser delito…
—No se me ocurre ninguno. Los códigos contemplan en general o fueron basados en necesidades sociales de cómo castigar todo aquello que está mal o prohibido. Si puedo decir que la ley que está vetusta, quedó antigua y tiene que ser más severa, es la de maltrato animal.
19. Solés estar muy abrigado…
—Como toda madre judía, la mía fue muy sobreprotectora y me pedía que me abrigara mucho. Me quedó marcado a rajatabla: vivo abrigado así haga 40 grados.
20. Aunque parecía extraño te metías al mar…
—Con la remera puesta para tapar mi piel blanca y evitar quemarme por el sol.
21. En un restaurante hiciste revisar hasta las bolsas de basura…
—Se me perdieron los aparatos de ortodoncia, que eran movibles, e hice revisar todo hasta encontrarlos.
22. Una situación cotidiana en la que te salta el “instinto asesino” es…
—Me veo menos racional en la cancha de fútbol cuando voy a ver a Estudiantes. No puteo, pero me doy cuenta de que lo bueno que tiene ir a la cancha es que me lleva a otro lugar en el que no pienso nada, pero al mismo tiempo le pongo mucha pasión mental. Como hacía Bilardo, me paro pensando que puedo cabecear, camino para los costados. La cancha me vuela a otro lugar.
23. El caso policial más ridículo que cubriste…
—Hay un montón, pero más que policiales son casi el folclore de enormes operativos para la nada misma. Recuerdo uno de hace poco, donde se habían robado un loro y como había recompensa, todo un pueblo se puso a buscarlo.
24. La peor cita de tu vida…
—Es en la que dejé de manejar para siempre. Había invitado a salir a una compañera de trabajo. Tenía el auto de mi papá, que era un auto automático, y había sacado el registro poco tiempo antes. Aprendí a manejar con un auto doble comando y para la cita la paso a buscar por Plaza Miserere. Ella venía del Oeste, fuimos a dar una vuelta con el auto y yo no tenía muy claro adónde ir. En un momento, por la zona de Flores, en una bocacalle, me nublé de quién tenía prioridad de paso, me abataté, me asusté, volanteé, pegué contra el cordón, choqué el auto. Todo pasó como increíble coincidencia a metros de una mueblería llamada… Bilardo.
25. Trabajar con Vero Lozano…
—Con ella me surgió la posibilidad de encontrarme en la tele de una manera en la que no solo informo de noticias policiales, sino que me animo a contar un poco de mí, a ser como soy en la vida cotidiana. En eso soy un agradecido total a Vero, por esa posibilidad de integrarme a su equipo desde hace siete años para poder mostrar la totalidad de mi persona y no solamente ser un narrador de noticias policiales. De hecho, el programa casi que fue el inicio de mi casamiento: en un programa empezó como una broma y me terminé casando.
26. Solías entrar a la redacción de TN al grito de…
—El otro día en los Martín Fierro me encontré con grandes amigos y excompañeros de Canal 13 y recordaban mi aceleración, mi avidez por informar con rapidez lo que estaba pasando al grito de “¡tirame un última noticia!”, “¡aire, dame última noticia!” o “¡tengo tal dato para última noticia!”.
27. Antes de ser periodista trabajaste de…
—Contador de gente. En las salas de cine te dan un cuenta ganado para registrar cuánta gente entra y después comparar con las entradas vendidas, y trabajé haciendo eso. También laburé de gastronómico y como vendedor de productos de limpieza. Fueron lindas épocas, todas.
28. Lo que más disfrutás en tu tiempo libre…
—Por fuera del laburo son un montón: las reuniones familiares, ir a morfar afuera, cocinar en casa, sentarme a tomar un vino o un whisky con amigos, preparar un asado, invitar gente, ir a ver recitales, al teatro. La verdad que trato de pasarla bien todo el tiempo.
29. Un crimen histórico que te gustaría resolver…
—Hay tantos que me gustaría que tuvieran una resolución, no es que elijo uno. No soy fan de sólo hacer los temas mediáticos, me gusta explorar en todas las historias. No me parece que alguien merezca más espacio que otro. Creo que lamentablemente los medios solo le dan interés a aquello que tiene gran audiencia. A mí me parece que nuestro deber es tratar de colaborar con todo el mundo, cosa que es imposible también. Pero si tuviera que optar por alguno, hay dos grandes casos que no están resueltos, que no tienen al autor detenido, que no se sabe quién las mató: los de María Marta García Belsunce y Nora Dalmasso.
30. Un detective de ficción que te gustaría fuera real…
—Al revés: la ficción tomó la historia de Mindhunter y esa exploración en las mentes criminales es un tema que siempre me interesó. Siempre me gustó saber por qué alguien se convierte en delincuente o comete un crimen. Es una historia fascinante para indagar. Por eso hicimos, entre otras cosas, las notas en las cárceles, con esa idea de indagar en la mente humana.
31. Lo que amás y detestás de ser periodista de policiales…
—Hace 30 años que trabajo pero mantengo viva esa adrenalina diaria de querer informar, comunicar, contar. Y lo que por ahí detesto es el nivel de exigencia y de cansancio que tiene la profesión en diferencia tal vez de otras secciones, que exigen un poco menos.
32. Cumplir 40 años de democracia ininterrumpida te genera…
—Tranquilidad y felicidad, porque sabemos lo que costó conseguirla. Más allá de las diferencias que pueda haber hoy entre los políticos actuales y demás, lo importante es saber que vivimos en democracia, que hay libertad de todo tipo, que cada uno puede ser libre de pensar y decir lo que quiere, y nadie por eso te va a matar, como ha pasado en la dictadura.
33. Cuando seas grande querés ser…
—Me gustaría aprender a tocar algún instrumento. Alguna vez pensé en el bandoneón. O la guitarra criolla también. Aprender algo lúdico, un arte que no tenga que ver con lo que hago en la actualidad.
Seguir leyendo: