Administrar un restaurante exitoso implica tener perseverancia y un poco de osadía, en especial cuando se trata de aquellos ubicados en áreas remotas y aisladas de proveedores. Estos establecimientos pertenecen a una categoría única dentro de la industria gastronómica. Con gran curiosidad por descubrir más sobre estos valientes aventureros culinarios, Kristen Kish emprende viajes a lugares apartados para aprender cómo estos talentosos chefs logran superar los desafíos formidables que se presentan al momento de crear y servir platos memorables en los rincones más inhóspitos de nuestro planeta.
Nos ubicamos en el 2012. La cadena de televisión estadounidense Bravo, propiedad de NBC, está próxima a lanzar la décima temporada del ya clásico Top Chef, el reality que presenta a diferentes profesionales compitiendo entre sí en desafíos culinarios. Los concursantes son juzgados por un panel de expertos de la industria de la comida y el vino, con uno o más concursantes eliminados en cada episodio.
Así las cosas, una reconocida maestra gastronómica fue consultada respecto a si en su restaurante había algún cocinero que poseyera los requisitos para ser parte de ese espectáculo televisivo. Sin dudarlo, ella solo atinó a nombrar a una persona: Kristen Kish.
Y sin embargo... “Yo no quería”, se sincera Kish en esta charla exclusiva con Teleshow al momento de recordar lo vivido. “Absolutamente no”, fue la respuesta que la chef brindó a quien la había recomendado para ser parte del ciclo. “Y ella me decía que sí y yo que no. Y así estuvimos de un lado a otro y finalmente terminé en el programa. ¿Por qué? Porque alguien más creía en mí, más que yo”, dice sobre quien la reconoce como su mentora.
De entre los 21 participantes, la protagonista de nuestra historia resultó vencedora, la segunda mujer en la historia de este reality. Y así, quien no daba cuenta de las capacidades que realmente tenía, logró comenzar a forjar una destacada carrera ya no solo en las cocinas, sino también en la pantalla.
Nacida en Seúl, Corea del Sur, en 1983, a los cuatro meses fue adoptada por una familia en Michigan. “Estaba hablando con mi madre esta mañana y recordó los sobrenombres con que solía llamarnos. Yo era la entrañable Cara de muñeca y mi hermano mayor era Cabeza de calabaza. Él siempre me cuidó desde el momento en que llegué a casa”, escribió Kristen en su cuenta de Facebook al referirse a su hermano John.
Kirsten se graduó en la East Kentwood High School en 2002, mientras también se desempeñaba como modelo, y estudió negocios internacionales en Grand Valley State University durante un año antes de decidir que la vida universitaria tradicional no era para ella. Así que se mudó a Chicago y persiguió su amor por la cocina, obteniendo su A.A. en Artes Culinarias en Le Cordon Bleu.
Trabajó en el lugar dos años hasta que comenzaron sus inquietudes: hizo las valijas y se mudó a Boston; no le importó que allí no tuviera amigos ni trabajo. Se quedó en una habitación alquilada por un amigo de un amigo durante un mes y medio antes de conseguir un empleo. Fue Chef de Partie -el cocinero responsable de una área específica de la preparación de comida en un restaurante- en Sensing, propiedad del chef Guy Martin, para luego conseguir un puesto como Chef de Cuisine en Stir, uno de los ocho locales propiedad de la chef Barbara Lynch, la mujer que luego sería su mentora.
Tras ello fue chef de cocina en Barbara Lynch’s Menton en Boston hasta marzo de 2014, y finalmente en mayo de 2018 se convirtió en chef de su nuevo restaurante Arlo Gray en Austin, Texas.
Pero, ¿cuándo notó que cocinar había pasado de ser un hobbie a un medio de vida? “Es muy diferente de lo que probablemente mucha gente crea, fue mucho más tarde en mi vida -reconoce en esta entrevista-. Siempre entendí que cocinar era un interés y un pasatiempo, pero sinceramente no fue sino hasta principios de mis 30 años cuando realmente comencé a darme cuenta, una especie de ‘Okey, estoy pagando mis cuentas por trabajar en un restaurante’. Fue entonces cuando comencé a hacer un clic”.
Para 2021 se produjo su regreso a la pantalla chica en la competición de cocina Fast Foodies, en tanto que en 2022 fue parte de Iron Chef, a través de la plataforma de streaming Netflix.
Este 2023 encuentra a Kish al frente de Restaurants at the end of the world, de Natgeo, que ya se estrenó en Disney+. El programa la sigue en su búsqueda de los ingredientes secretos -personas, lugares, cultura y tradiciones- de los restaurantes más remotos del mundo, en Boquete (Panamá), Svalbard (Noruega), North Haven Island (Maine) y Paraty (Brasil).
La chef se adentra en ese mundo y se rodea de proveedores locales, granjeros, pastores, personal de cocina, gerentes y jefes de cocina para escuchar sus historias y ser testigo del equilibrio diario necesario para llevar a la mesa alimentos únicos, comida tras comida. Para ello se sumerge en las profundidades de la tierra para buscar sólo los ingredientes más frescos y, por el camino, desentierra la cultura y el corazón que hay detrás de la cocina.
“En cada episodio lloré, no por tristeza sino por gratitud, y por la amabilidad y generosidad que mostró la gente. Creo que eso me atrapa cada vez más. Me sorprende que el mundo sea tan amable todavía, en medio de tantas noticias de mierda”, destaca. “Creo que cuando me ponen en una posición en la que las personas comparten recursos de tiempo, conocimientos y lo hacen con un corazón tan abierto y auténticamente genuino, eso me atrapa todo el tiempo. Y así, en cada lugar, la parte más conmovedora fue la gente y cómo eligieron mostrarme lo que hacen y cómo lo hacen”.
La idea no es mostrar la cultura gastronómica de cada uno de esos países en sí, sino cómo los realizan y qué productos usan: “Fue más una historia de ingenio. Cuando se trata de comida como esa y un lugar donde alguien está cocinando comida así, para ti, es difícil juzgarlo y decir qué es lo que más te gustó. Porque no se trata de desarmar un plato para decir: ‘Bueno, esto necesita más esto, esto es más ácido, esto podría ser mejor’. Todos los platos, hasta los mejores del mundo, cualquiera podría separarlos y encontrar una razón para criticar. Entonces, para mí, la mejor parte fue, sinceramente, una visión muy personal de quiénes son a través de la comida y es por eso que la comida sabe deliciosa”.
Con varios años de trayectoria, al preguntársele sobre la evolución de la cocina, si creía que se transita el camino del respeto por la sostenibilidad ambiental y la priorización de productos locales, su respuesta no deja lugar a dudas: “Sí, sí y sí. Absolutamente. Creo que estoy ciento por ciento de acuerdo en todas esas cosas. Creo que todos le estamos prestando atención. No solo chefs, sino también el consumidor, ¿verdad? Están más interesados en saber de dónde viene su comida. Ahora la historia se puede contar completa, la historia de tu cultura a través de un plato. Eso tal vez no se exploró antes porque la cocina era francesa o italiana. Creo que en algún momento todos los chefs han trabajado en un restaurante de estilo francés. Y ahora sí, poder sentir la libertad de aprovechar algo que es tan importante para ti como individuo”.
A la espera de un próximo viaje que la traiga a tierras argentinas, Kish también se refirió a esas personas a las que no les gusta cocinar, o que sienten que su lugar no es la cocina. “Las respeto. Hay muchas cosas que tampoco me gusta hacer. Pero antes de descartarlas por completo, asegúrate de que realmente te mantienes firme en el hecho de que no te gusta y entonces está bien. Sigue así. Hay muchos restaurantes y chefs que estarán felices de hacerlo para ti. Pero, ya sabes: es solo intentar algo diferente, intentar algo como salir de tu zona de confort. Intentar algo nuevo”.
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