Iván Schargrodsky: “La semilla de hacer periodismo me la sembró el programa de Jorge Lanata”

Honesto, comprometido y claro en sus conceptos e ideas, el periodista habló con Teleshow de su difícil llegada a Buenos Aires desde su Bahía Blanca. La muerte de sus padres. La llegada de su hijo, que modificó su vida. Y además, los candidatos y las estrategias electorales

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Entrevista a Iván Schargrodsky

Extremadamente inquieto, Iván Schargrodsky es un periodista de la nueva generación que desea, con su trabajo, acompañar o aportar un proceso de civilización del debate público. Se desempeña en diversos medios, los tradicionales, como C5N y Radio Con Vos, pero también el propio. Es creador y director de Cenital, medio digital que parió para comunicar con mayor libertad sus ideas. Y “para poder distinguir la señal de ruido, crear información de calidad, sin la desesperación ni los condicionamientos de ningún auspiciante”.

En esta charla íntima, Schargrodsky recuerda el día que su padre lo llamó por teléfono para decirle que no podía solventar más sus estudios en Buenos Aires y que debería regresar a su ciudad. “Empecé a tener un estilo de vida extremadamente austero”, recuerda. El esfuerzo y sacrificio de continuar con su propósito y la primera oportunidad de trabajo en el medio. Además, si bien elige preservar su intimidad, repara en la paternidad: no puede callar a los cuatro vientos que su hijo es todo. Hincha de River, podría llevar en su piel a Lionel Messi y el Indio Solari, pero no le gustan los tatuajes. Cauto en sus declaraciones pero contundente, elige caminar su propio camino, a su ritmo y sin miedo a nada.

—¿De qué se trata Cenital?

—Cenital es un medio digital propio, una idea que tuve en 2019. En realidad ya en 2018, pero es un proceso lo de las startups: llevan su tiempo de desarrollo, al principio es todo muy a pulmón. Y terminamos materializándolo el Día del Periodista, el 7 de junio de 2019. Después, formo parte de otros equipos. Estuve en el desarrollo original de un medio que todavía está en formación, corta.com que coproduce El Método Rebord, que lo conduce y es idea original de Tomás Rebord, quien a mi juicio fue uno de los productos audiovisuales que más me gustaron del año pasado y de este. Después, formo parte de lo que podríamos llamar medios más tradicionales. Pero eso es por ahí lo más visible, lo más sabido.

—De todos esos Ivanes, el de la tele, el de la radio, el de su medio, ¿en cuál se siente más completo? ¿Dónde es usted 100 %?

—El Iván 100 % genuino es esa entrega de los martes, el newsletter que yo escribo para Cenital: Off the record, así se llama.

—¿Cuánto tiempo le lleva preparar el newsletter?

— El que corresponde. Temas vinculados a la economía, la energía, que son además con los que estoy menos familiarizado, los voy escribiendo durante la semana. También, hay algunos párrafos vinculados a la política nacional que los tengo dos días antes. Y después, la última parte, la escribo entre el lunes a la noche y martes a la madrugada, y si llega a pasar algo determinante puedo actualizarlo el martes a la mañana.

Hablo con mucha gente para el newsletter. Por eso a mí siempre me genera tanta admiración mis colegas, colegas que me gustan, que leo, que consumo, que tienen la capacidad de escribir más de una o dos notas por semana, porque yo realmente no podría. A durísimas penas puedo con eso.

—Por lo que cuenta, mucha dedicación…

—Sí, hay mucha producción. En una de las últimas entregas, como el medio es mío, me tomo libertades que por ahí no me podría tomar en otros lugares.

—¿Qué libertades?

—Planteo algunas cuestiones, que es donde yo creo que debería ir la Argentina. Pero es una licencia que me permito cada tanto porque siento que el análisis y la información está bien, pero la opinión, a menos que seas una firma con muchísima trayectoria, claramente no es mi caso, uno trata de reprimirla un poco, por más de que el ego tire. Hay que administrar eso me parece.

Iván Schargrodsky: "El debate público
Iván Schargrodsky: "El debate público me interesa especialmente. Ese fue el motivo por el cual creamos Cenital”

—¿Cuándo decidió ser periodista?

—¿La verdad? Viendo Día D. Yo soy de Bahía Blanca, mis viejos se murieron hace mucho tiempo, para ellos era como una Biblia: la semilla de hacer periodismo me la sembró el programa de Jorge Lanata. Y después el progreso de todo eso, en mi casa era Página 12, era Día D, era la revista Veintiuno, Veintidós, Veintitrés. Ya cuando estaba acá, en Buenos Aires, fue Crítica. El disparador de hacerme periodista fue todo ese proceso. Después uno, ya trabajando, consume otras cosas. Pero el pecado original fue ese.

—¿Recuerda cuál fue su primer trabajo en el medio?

—Había un diario en Bahía Blanca, se llamaba Ático, al que le mandé mi primera colaboración. Estoy casi seguro de que fue así. Yo ya vivía en Buenos Aires. Creo que fue una entrevista a Ángel Cappa. Y la segunda, o después, empecé gracias a una profesora que se llama Cecilia Fumagalli, que en ese momento me dio una mano y publiqué un reportaje, creo que era a Mercedes Marcó del Pont cuando era presidenta del Banco Central. Yo todavía estaba estudiando. Tal vez estoy cometiendo una injusticia, pero estoy casi seguro de que fue eso.

—¿Y cuándo sintió estar en el lugar que alguna vez soñó?

—Bueno, espero que no haya llegado todavía... Hoy estoy muy contento, porque siento mucha libertad, producto de la multiplicidad de opciones y de lugares que uno tiene para emitir, y eso me da mucha tranquilidad. Y los productos que pensé y creí que podían funcionar, funcionaron. Estamos pensando, de hecho, un plan de expansión con eso. Con lo cual, hoy estoy contento.

—¿La multiplicidad de su trabajo es por una cuestión económica, de poder, de ego, de ganas?

— Lo principal es la inquietud. y me aburro rápido. Hago un proyecto y si el proyecto no tiene nuevas instancias o nuevas etapas, se va el interés y empiezo con otros. Y en ese sentido siempre mi idea era armar cosas y que funcionen a pesar mío. Ese es un poco el espíritu. Y después, a mí el debate público me interesa especialmente. Ese fue el motivo por el cual creamos Cenital. Veíamos, por supuesto esa es mi verdad relativa, que había un lugar para tratar de aportar un granito de arena para tratar de civilizar o de acompañar un proceso de civilización del debate público, diciendo, vos podés tomar posición o no, y en caso de que tomes la posición la podés tomar de una manera cortés, respetuosa y sin estridencias. Con lo cual, si la palabra poder uno la pudiera pasar por el traductor a influencia, tiene que ver con tratar de intervenir en el debate público. Eso a mí me interesa especialmente.

—¿Cómo ve a la opinión pública en general? ¿A la gente, a la sociedad?

—No tengo manera de dar una respuesta general.

—Okey, su percepción, entonces.

—Sí creo que los estímulos que recibe la sociedad son muy negativos. Yo creo que nosotros deberíamos aportar claridad en momentos de crisis como el que estamos, no la aportamos. El otro día tuve una conversación con alguien que decía que una persona que se levanta a las 5, 6 de la mañana, se sube a un transporte público, y probablemente sean dos, que funciona más o menos y donde probablemente viaje mal o, eventualmente, sufra algún hecho de inseguridad, para llegar a un trabajo que si le gusta, no recibe lo suficiente para vivir holgadamente o para realizarse. A lo mejor sirve para subsistir pero no para realizarse, que yo creo que es el objetivo que tendríamos que tener todos y todas. Y después vuelve a la casa en las mismas condiciones. Y es alguien que a lo mejor estuvo entre 12 y 14 horas fuera de su casa, y encima hay que exigirle que se informe. Supongamos que una persona que hace eso comete el error de tratar de informarse, y hay una discusión económica, donde unos le dicen que la solución de la Argentina es echar a los empleados públicos, y en otro lado le dicen que el problema de la inflación es porque los empresarios son malos y aumentan. Esa persona que ve esas dos cosas, que a mí juicio ambas son falsas, y es muy difícil que esté armónica consigo misma, y que después se le pueda pedir que traslade o que sea vector de armonía cuando nosotros, o el sistema político, el sistema empresarial, el sindical, no aportan esa tranquilidad. Por eso creo que este proceso electoral tiene una oportunidad para la Argentina. Si la discusión después del 13 de agosto se da entre una opción como la del oficialismo, que es la de Sergio Massa, y la de uno de los candidatos de Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta.

Iván Schargrodsky: "Hoy estoy muy
Iván Schargrodsky: "Hoy estoy muy contento por la multiplicidad de opciones y de lugares de trabajo, eso me da mucha tranquilidad".

—A Javier Milei no lo nombró. ¿Lo da por perdido?

—No. Milei está en caída, pero competitivo, Patricia Bullrich está muy competitiva; eso es indiscutible. La izquierda probablemente haga una buena elección. A lo que yo me refiero es si luego del 13 de agosto la discusión se da entre esas dos opciones, por ejemplo, entre Massa y Larreta, por lo menos hay una oportunidad de dos proyectos distintos, dos programas económicos distintos, dos ecosistemas de relaciones distintas y muchos similares, pero estamos ante una oportunidad de que, por primera vez en mucho tiempo, la conversación sea en un volumen un poco más bajo. Yo no creo que sea menor que si un dirigente oficialista se junta a comer con un opositor o viceversa, eso será utilizado para la propia interna como algo negativo. Creo que por lo menos en el país en el que yo quiero vivir no solamente no debería estar prohibido sino que debería ser una norma. Y no significa que si yo pienso distinto a vos y me siento a comer con vos, yo dejo de pensar como pienso. Ahí, siempre en los rígidos, en los extremos. Yo veo una sensación de inseguridad muy grande, que si A se juntó a comer con B es porque alguno de los dos, entre comillas, traicionó. Y la verdad es que si vos estás seguro de lo que pensás, A se puede juntar a comer con B, con C y con D, salir, tener estímulos que a lo mejor le sirvan para resolver algún problema o tener otro enfoque, pero puede seguir pensando lo mismo y tener los mismos valores y las mismas convicciones.

—Hablando de inseguridades, da la sensación de que usted es una persona segura. ¿Es así?

—Bueno, uno tiene muchos universos en sí mismo. Es multidimensional. Yo estoy seguro de lo que pienso, de lo que quiero que pase en Argentina. Y estoy seguro de lo que necesita en términos de discurso, de conversación pública, no de gestión, que por supuesto, es algo que me excedería mucho. Pero sí: yo estoy convencido de lo que hago y lo que pienso en general.

—En lo personal, ¿qué cosas le dan inseguridad?

—Mi hijo.

—¿Cuántos años tiene su hijo?

—Tres años.

—¿Recuerda el día en el que le dijeron que iba a ser papá?

—Sí, me acuerdo todo.

—¿Cómo fue?

—Soy un poco esquivo a hacer doble clic en cuestiones personales. No sé por qué, en realidad. Puede ser por un tema de preservación. Sí te puedo decir que yo perdí a mis padres cuando era muy chico.

Iván Schargrodsky junto a su
Iván Schargrodsky junto a su hijo, Lucio

—¿Cuántos años tenía?

—20 y 21. Murieron con un año de diferencia.

—¿Ahí sintió lo que es la orfandad?

—Sí, pronto. Pero yo creo que eso fue útil. Por supuesto, es un impacto, pero en mi caso fue útil en términos de que desde ese momento me tuve que valer por mí mismo. Y nunca sentí, ni en ese momento ni durante muchos años, miedo. Nunca jamás. Tampoco soy un temerario. Pero no era una variable que formara parte de mi vida. Hasta que nació mi hijo. Y ahora es todo. Nunca sentí miedo hasta que nació mi hijo.

—¿Es un padre presente?

—Sí, yo trato de pasar mucho tiempo con él. Uno trata de equilibrar la libertad que le quiere dar a sus hijos con la disciplina que a mí me parece necesaria para todo. Yo soy muy disciplinado en mi trabajo y trato de que haya valores decimonónicos, si querés, para plantear de alguna manera a mi hijo. Hace poco lo escuchaba a Martín Lousteau hablar de Gaspar, de su hijo, y me sentí identificado… Había una idea ahí, porque uno no tiene muchos parámetros por fuera de su ecosistema de relaciones. Vos podés tener un problema o alguna dificultad, pero yo me acuerdo un momento muy claro en el que había tenido una discusión grande con alguien que no era bueno tener discusiones, y había llegado movilizado a casa y fue como un proceso, para mí no es mágico es químico. Pero mi hijo vino corriendo y me dio un abrazo. Yo dije: “Ah, era esto”. Viste que mucha gente te dice cuando es padre, cuando es madre: “No hay nada más que esto”. Y cuando me abraza mi hijo pienso lo mismo. Digo: “No hay nada más que esto”. Porque lo siento de verdad. Todo el resto es sopita.

Iván Schargrodsky y su Martín
Iván Schargrodsky y su Martín Fierro de Radio al mejor analista político-económico 2019

—Desde sus inicios hasta el presente, ¿cuáles fueron los momentos bisagra de su carrera?

— En los albores del tercer año de estudio, la crisis de las hipotecas subprime, me llama mi viejo por teléfono y me dice: “No hay más plata, era de octubre hasta febrero, sino, te tenés que volver”. Así que empecé a tener un estilo de vida extremadamente austero. Me ayudó mucho en ese momento un compañero de estudio, Mariano Casal, que me invitaba a comer, me bancaba en todo. Ahorré; cuando llegué a febrero tenía hasta abril para poder quedarme acá, era mi deadline para volverme. Y en el medio, no recuerdo la fecha exacta, estaban buscando una persona para trabajar en la productora de Roberto Navarro y me llamaron. Empecé a trabajar ahí. Y rápidamente me integré al equipo que había. He trabajado con él muchos años: cada uno tiene como consumidor su valoración, pero lo que no se conoce de él es la relación personal que él tiene. Yo estoy muy agradecido. Es alguien que a mí me ofreció ayuda en un momento delicado, cuando se murió mi papá y mi mamá estaba con problemas de salud mental, para decirlo de alguna manera. Con lo cual ese fue un momento bisagra. El otro fue muy probablemente cuando yo empiezo a trabajar en Duro de domar en el año 2015. Eso me dio una visibilidad que hasta el momento no tenía. Era un canal de aire en un momento muy álgido. Y después en 2016 entré formalmente a trabajar en C5N con Víctor Hugo. Luego, el otro punto bisagra, fue cuando, producto del aburrimiento por ahí que me generaba a mí, no por los lugares sino por los formatos, hice Cenital.

Iván Schargrodsky: "A mí me
Iván Schargrodsky: "A mí me gusta más la política que el periodismo. Porque la política transforma, el periodismo narra"

—¿Qué consejo le daría o qué le sugeriría a los jóvenes que quieren ser periodistas?

—No siento ninguna autoridad para hacerlo. Sí les diría que hagan algo que yo no pude hacer por tener que trabajar: que concluyan sus estudios.

—¿No terminó los estudios?

—No. Los estudios universitarios, no. Un periodista con una carrera universitaria que complemente la de Comunicación, sea Derecho, sea Economía, sea Ciencias Políticas, sea historia, si tiene que ver algo con tecnología, por supuesto, es hoy un diferencial muy, muy grande, tiene una ventaja comparativa con el resto. Aunque yo creo que voluntad mata talento. Pero son las dos cosas. Es decir, la prepotencia del trabajo y la formación.

—¿En algún momento se sintió discriminado o limitado por ello?

—Sí, claro. Durante mucho tiempo yo, que para mí es tan valioso el conocimiento, no haber concluido esa carrera, te repito, producto de situaciones que me excedían, creo que es una desventaja. Después también pasa que a la hora del trabajo me mido: no me comparo si no digo en términos de una lógica de mercado, compito con gente muy capaz y muchas veces en los contenidos que yo produzco, no me siento en desventaja para nada.

—Hablando de competencias, ¿cómo llegan las distintas fórmulas al 13 de agosto?

— Creo que hubo un acto de inteligencia muy fina por parte de Cristina y de Sergio Massa por consolidar una fórmula. Aunque uno dice una fórmula de unidad y está Juan Grabois también sobre la escena, que además, lejos de restarle a esa primaria, genera una contención por izquierda para el oficialismo que de otra manera se hubiera fugado al FIT. Hay reglas claras en el oficialismo de cómo va a ser la convivencia. El desafío que tiene Massa es una obviedad: ser ministro de Economía y candidato. Conociendo el track record de Massa, que es de los candidatos que hay en escena, que tiene su propia seguridad y un pragmatismo político ideológico que le puede permitir, si gana, conformar el mejor equipo posible de la Argentina en términos de gestión. Ahora, ¿quién va a ganar? Está la moneda en el aire, no tengo la menor idea. Y por supuesto, algo que es concluyente para esto es la candidatura de Wado de Pedro como senador, de Máximo Kirchner como diputado, de Axel Kicillof como gobernador, de Verónica Magario como vicegobernadora. ¿Por qué digo esto? Porque ahí hubo una ingeniería, un Tetris que tuvo que calzar. No es sencilla esa alquimia. Pero bueno, ya con fórmula de unidad, sí vos me preguntás a mi, creo que esto era algo pensado originalmente por Cristina y por Massa. Y después hay que ver cómo resulta porque en ese sentido el tiempo es un gran ordenador. Creo que esa fórmula o esa ingeniería electoral reúne al empresariado nacional, movimientos sociales, sindicatos, gobernadores. Digamos, las reformas que la Argentina necesita precisan de un lubricante político; ese lubricante es el peronismo. Creo que esa fórmula sintetiza eso. Y después creo que le generó una inquietud muy fuerte a la oposición, que hoy puede cambiar y se puede ordenar. Vemos que lo más visible hoy en la interna o en la PASO de Juntos por el Cambio son las declaraciones cruzadas de Horacio Rodríguez Larreta y de Patricia Bullrich, que creo que no le hacen bien a Juntos por el Cambio, y que si no suturan esas diferencias puede capitalizarlos un Javier Milei que hoy está cayendo, marginalmente pero cayendo, con tendencia a la baja, pero que puede capitalizar un descontento si Juntos por el Cambio no ordena su propia interna.

—¿Cómo ve el futuro de Alberto Fernández después de ser presidente?

—Depende de cómo se maneje de acá hasta el fin del mandato. Si el Presidente se pliega a la estrategia electoral del oficialismo puede tener un futuro incluso de reconocimiento forzado, ficticio, sobreactuado, pero reconocimiento al fin por parte de sus pares. Si el Presidente interviene activamente en la campaña, intentando modificar la estrategia electoral o intentando influir sobre las decisiones de la narrativa del oficialismo, no imagino un futuro venturoso de contención del peronismo. Por supuesto, muchísimo menos de la oposición.

—Usted, que camina la cocina del poder, ¿qué es lo que más le gusta de la política y a qué le huye?

—A mí me gusta mucho la política. Me gusta más la política que el periodismo, no para ejercerla sino como observador, porque la política transforma, el periodismo narra. Por más que sea un actor de poder. Y yo no me voy a plegar, por más que sé que sería lo más inteligente, a este discurso antipolítica que hay dando vueltas. Yo creo que si falló algo en los últimos años, cada uno pondrá la cantidad de años que le parezca, fue porque la gente que tenía que tomar decisiones, los políticos, la dirigencia en su conjunto, no tomó las decisiones correctas. Eso no invalida a un sistema entero. Como no invalida al sistema empresarial las compañías que toman malas decisiones y quiebran. Por supuesto, hay una diferencia: que en ésta hay 40 millones de argentinos y en las compañías es solamente la gente que emplea directa o indirectamente esa empresa. Pero yo lo escuché en privado, creo que también lo dijo en público, al expresidente Macri decirles a empresarios: “Cuando me venían a ver, me decían ‘Mauricio, es muy bueno lo que estás haciendo, andá para adelante, tenés que ir a fondo’, y era un apoyo muy importante a mi gestión. Ahora, cuando llegaban al descanso de mi oficina me decían: ‘Pero la mía está, ¿no?’”. Esto lo dijo Macri. Entonces, cuando el propio expresidente, que nadie lo puede acusar de tener un sesgo antiempresarial, cuenta eso, el sistema tiene que revisar sus prácticas, no solamente la política. La política, por supuesto, pero también los empresarios, también los sindicatos, también los movimientos sociales, y ni hablar el poder judicial.

Iván Schargrodsky, con Teleshow
Iván Schargrodsky, con Teleshow

—¿Cómo se ve de acá a 10 años? ¿Algún sueño por cumplir?

—Me gustaría estar jugando la final de la Champions League (risas). ¿Un sueño? Me gustaría que lo que estoy haciendo crezca y sea sostenible. No hemos hablado de eso, pero que los proyectos y los productos sean sostenibles por sí mismos es fundamental.

—¿Qué necesita un proyecto para ser sostenible?

—Es para una charla igual de larga que esta. Pero yo creo que tiene que haber un crecimiento orgánico.

—¿Cuál es su pulsión laboral? ¿Qué lo motiva?

Yo trabajo para mí, para el futuro de mi hijo, pero a mí me interesa especialmente el futuro de la Argentina. Yo creo que nadie se realiza en una comunidad que no se realiza. Y no creo, realmente no creo, en la salvación individual. Una vez lo conversaba con un amigo que es gerente de un laboratorio, que él tiene una visión muy reactiva de la pobreza. Una visión muy clasista. Yo le decía: “Mirá, para mí hay un imperativo moral y ético en que eso hay que resolverlo. Porque un país con un 50 % de pobres no tiene futuro, y si tiene futuro, es un futuro atroz. Entonces sea por un imperativo ético moral o sea porque un país necesita desarrollarse, es indiscutible que es un tema a abordar y el sacrificio no lo puede hacer más la gente que nada tiene. El sacrificio lo tenemos que hacer el 30 % que está arriba”. Yo sé que quien escucha esto dirá: “Yo pago muchos impuestos”. Y creo que el sistema impositivo argentino es una catástrofe. Creo que hay que modificarlo. Yo tengo una empresa y eso lo veo. Ahora, creo que vos sos en comparación a tu contexto, no en el vacío.

—Sobre su experiencia empresarial, ¿qué es lo que más le costó afrontar o lo que más le sorprendió?

—Es muy importante, o sería muy importante, por supuesto no es fácil, que la dirigencia política alguna vez pague sueldos. Como también creo que es muy importante que los empresarios alguna vez pasen por la gestión pública. Cuando se da ese mix es lo más parecido a alguien que comprende a la Argentina. Digo, yo he hablado con muchos exfuncionarios del gobierno de Macri que dijeron: “No me imaginé que era eso la gestión pública”. Como cuando hablás con gente del peronismo que tiene empresas o que tuvo empresas: tiene una visión más realista de la economía que quien no la tuvo. Para mí eso es un mix interesante o sería un mix interesante.

—¿Usa el ChatGPT?

—Sí, sí, lo uso.

—Si buscamos ahora en el ChatGPT quién es Iván Schargrodsky, ¿qué le gustaría que dijera sobre usted?

—La verdad. Por supuesto, es infiel en alguna información, pero que me describa. Después, si hubiera que hacer doble clic y yo tuviera que hablar de mí, que es algo en términos personales que le escapo, me gustaría que se supiera que “es alguien que hasta ahora se hizo a sí mismo”. Yo estoy en contra del concepto de meritocracia porque implica que todos nacemos con 10 fichas y no es así. Pero yo sí puedo discutir en ese universo porque yo no heredé, no tuve un padrino. Lo que hice, lo hice con la prepotencia del trabajo, y eso a mí me parece relevante. Me parece un activo.

—Para finalizar, le regalo una caja con todas las cosas que perdió en sus 34 años de vida, y por un instante puede recuperar. Una sola. ¿Cuál sería?

—A mi papá.

Iván Schargrodsky junto a su
Iván Schargrodsky junto a su padre

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