De paso por el país para asistir a la entrega de los Martín Fierro, Susana Giménez visitó el programa de Migue Granados Soñé que volaba, y recordó su vida ligada al espectáculo. En el clima distendido que propone el ciclo, la diva habló desde sus primeros pasos en el medio hasta su presente, en el que palpita su esperado regreso a la televisión. En el medio, también repasó algunas cuestiones personales, como el momento de ser madre, la intimidad de sus días en su chacra de Punta del Este y algunos de sus amores.
De esa Giménez adolescente y soñadora, aclaró: “A los 17 años fui mamá y mi mamá me ayudaba. Me faltaban todavía un par de meses para terminar el secundario. Lo terminé y fui maestra. Me encantaba. Yo de chica jugaba ser actriz y a ser maestra”, reveló. Claro que de su profesión menos conocida solo llegaría a hacer algunas prácticas en colegios estatales, sin una dedicación al ciento por ciento.
Es que su cabeza, claro, ya estaba en otro lado: “Yo era fan de Claudia Sánchez, ella y Chunchuna Villafañe eran las estrellas de ese momento. Me saqué fotos y las llevaba a las agencias y el momento del bombazo fue la publicidad del jabón que hicimos en toda América”, al recordar a Cadum y su emblemático “Shock!”. Y en lo que respecta a su llegada a la pantalla grande, pese al camino armado, el punto de quiebre fue cuando coprotagonizó con Carlos Monzón bajo la dirección de Daniel Tinayre: “La Mary para mí fue la película más importante, porque fue cuando me tomaron en serio. Las de (Jorge) Porcel y (Alberto) Olmedo tuvieron muchísimo éxito, pero eran comedias ligeras.
“El libro me encantó, lo leí en una noche y me dije que tenía que hacer eso”, reconoció sobre el papel que interpretaría en el filme en el que comenzó un romance con el boxeador en la vida real. Al respecto, se puso firme al aclarar que no pensaba dar detalles de la relación que mantuvieron, y solo regaló una frase: “Tuvimos un flash, después y durante del rodaje. Era muy fuerte”.
Pero para ese entonces, Susana ya tenía en sus espaldas una fuerte presencia sobre las tablas, en ese éxito “increíble”, como ella misma lo graficó, que fue Las mariposas son libres a principios de los ‘70: “Fueron tres años y con eso me pude comprar un departamento muy lindo en el que viví mucho tiempo en Juncal y Rodríguez Peña”, reveló. Como detalle, recordó que lo sacó con un crédito a largo plazo y no ajustado a intereses: “La última cuota, que era un millón de pesos, en esa época ya alcanzaba para comprar un kilo de pan”, comparó.
En ese entonces, el contrato llevaba un artículo que no había mirado tan bien al momento de firmar, y era que, luego de ese éxito, tenía ya prevista otra obra en a que debió compartir cartel con Claudio García Satur: “Él era la estrella del momento, de Rolando Rivas, taxista, que tenía 50 puntos de rating, no podíamos caminar por la calle, nos llevaban en patrullero. Y en la puerta del teatro había 300 personas esperando, todas minas que le gritaban, y adentro del teatro 30, porque la obra era mala. Y también trabajaban Irma Córdoba y Luis Verdaguer, un gran elenco, pero la obra era mala, mala”, admitió.
Luego llegaría el tiempo de La mujer del año y Sugar y esos éxitos arrolladores hasta este presente en el que confiesa que esta temporada de verano será la última en la que se la podrá ver sobre las tablas: “Este año me retiro del teatro, hago Piel de Judas en Punta del Este y ya avisé que es la última vez. Es muy duro hacer teatro. No lo vivo del lugar nostálgico”, explicó. Enseguida, reveló un encuentro revelador con Mirtha Legrand: “Lo que pasó con La mujer del año fue muy fuerte. Recuerdo que ella fue al ensayo general y cuando terminó me llamó y me dijo ‘tu vida es un antes y después de esto’, y tenía toda la razón del mundo”.
También habló de su vínculo con la pantalla chica, su otro gran amor, “El año que viene voy a hacer televisión. A mí me divierte trabajar, yo me fui porque no estaba de acuerdo con un montón de cosas que pasaban, no con el país, porque amo la Argentina, pero no me gustaba el Gobierno”, reconoció sobre las instancias que llevaron a que se mude a Uruguay. Y eligió una anécdota de las miles en la tele: “Cuando vino Rod Stewart se volvieron locos en la producción, pidió un vino alemán blanco, había dos botellas en la Argentina, una se la tomó él y otra me la llevé. Y no la pude conseguir nunca más en el mundo”. Aunque luego aclaró al respecto: “Dejé de tomar alcohol un día que me empezó a hacer mal a la cabeza, estaba tomando mucho vino, me encantaba, sí. No tomó más y me siento mejor”.
También fue consultada sobre si tuvo algún acercamiento con algún galán que entrevistó, a lo que reconoció: “Alain Delon me encantaba”, pero lejos estaba de ella intentar algún tipo de relación con él, para luego explicar que nunca en su vida debió encarar a un hombre al momento de comenzar una relación, ya que “el hombre encara”.
Respecto a su día a día en su chacra de Punta del Este, donde se mudó durante la cuarentena, señaló: “Me levanto tarde, al mediodía, me duermo a las 5 o 6, entera. Me tomo algo para dormir”, reveló la diva sobre su rutina en Uruguay donde está rodeada por sus perros a quienes adora. “Leo el diario físico, tomo un té, me baño y me llevo a los perros a correr. Nos vamos al lago y le doy de comer a las carpas”, enumeró.
En este punto, y consultada por el conductor, la diva se explayó con una serie de quejas sobre el Candy Crush, la popular aplicación de entretenimientos, y contó que ya no compraba vidas por los impuestos que tenía que pagar en la Argentina: “Si juego en otro lugar que no sea acá, como en Uruguay, que te cobran en dólares, te suben el 70% y eso me dio bronca”, aseguró. “No dejé de jugar, porque se puede jugar gratis, pero antes compraba vidas, gastaba 8 o 9 dólares, pero que te pongan el 70% para jugar al Candy Crush...”, continuó a modo de queja. Y agregó: “La tarjeta ya está puesta en la app, pero me pareció una ofensa. Si todos hiciéramos lo mismo, esto no pasaría”, razóno.
Para el final, recordó el delicado momento de salud que vivió debido al covid: “Estuve en terapia intensiva un montón de tiempo. Y les aclaré que si había que intubar, que me dejen ir, porque no lo soporto”, cerró contundente.
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