Sin lugar a dudas, lo que caracteriza a Roberto Moldavsky es su sentido del humor y su capacidad para hacer reír a la gente. Sin embargo, en su visita a Noche al Dente, el humorista no pudo evitar las lágrimas al recordar a su madre, Sara, a quien sigue extrañando a pesar del paso del tiempo. Mientras repasaba el disco de su vida junto a Fer Dente, el protagonista de Lo mejor de mí (Teatro Apolo) se conmovió al escuchar a Mercedes Sosa cantando “Zamba para olvidarte”. Y, de inmediato, relacionó a la artista con la mujer que le dio la vida.
“Yo te la bajonéo como sea”, le dijo Moldavsky al conductor al notar su propia emoción. Y explicó: “Esto me lleva a Sara, mi vieja, que nos taladraba con Mercedes Sosa. Mi vieja era la persona que yo siempre digo...Vos entrás a lugares y te reciben de distintas maneras. Mi vieja siempre me recibía con una sonrisa. No importaba en la situación en la que ella estaba, siempre me regalaba una sonrisa, siempre. Me hace mucha falta mi vieja”.
Ya con los ojos empañados, Roberto siguió: “Soy un tipo grande, mi vieja se murió de grande. Se acostó a dormir y una noche no se despertó. Pero me enseñó el amor a Mercedes Sosa. Y, cuando Mercedes vino a cantar a Israel, bien a lo argentino, me inventé una credencial de periodista. Y entré a su camarín. Ella todavía estaba en el exilio, estaba viviendo en Alemania, y me contó que no le gustaba Alemania, le parecía muy frío. Y en Israel estábamos todos los argentinos y le cantábamos las canciones. Y ella dijo: ‘Me quiero quedar acá’. Y el hijo le decía: ‘Mamá, ¿estás loca? ¿Qué vamos a hacer nosotros en Israel?’”.
Siguiendo con su relato, el humorista explicó: “Mercedes Sosa es mi vieja, es estas canciones... Aprendí el amor a la Negra a través del amor de mi vieja. No se puede reemplazar. Mi psicóloga se enoja cuando le digo que alguien es incondicional. ‘No hay que ser incondicional’, me dice. Y mi vieja era incondicional. Cuando dejé el negocio (de ropa del barrio de Once) para dedicarme a ser artista, me miraba con cara de: ‘Por qué me hacés esto’. Cuando yo volvía del negocio, ella me llamaba y me preguntaba: ‘¿Se vendió hoy?’. Cuando pasé a ser humorista, todos los días me preguntaba: ‘¿Se rió la gente?’ Había días que yo ni tenía show, pero le decía: ‘Sí, se mataron de risa, no sabés cómo estaban...’”.
Luego, Moldavsky habló de una “asignatura pendiente” que le quedó con Sara. “No me llegó a ver en lo de Mirtha Legrand, que ella la amaba. Un día la llevé por la calle Juan B. Justo para que vea un póster mío gigante. Y me dice: ‘Muy parecido a vos’”, contó. Y detalló cómo fue la partida de su madre. “Fue terrible y fue hermoso. Fuimos todos, mis hijos, mi sobrina Julieta, mi hermana Silvina. Todos fuimos a comer a su casa esa noche. Hasta mi hija tenía un gato y lo llevó. Estábamos todos ahí cenando sin saber que era la despedida. Nos reímos, cantamos, mi vieja nos daba de comer hasta el hartazgo... Y nos despedimos, mi vieja me decía que estaba soñando recurrentemente que mi papá la venía a buscar. Y yo le decía: ‘Decile a papi que aguante un poco más, que te necesitamos acá’. Ella también decía: ‘Estoy cansada, estoy cansada’. Yo lo trataba con humor, le decía: ‘Descansá un poco más’. A la mañana siguiente me llamó una de las personas que la cuidaba 24 horas. Y me dijo: ‘No la puedo despertar’”, contó.
Y siguió: “Yo estaba en el centro, llegué como pude. Pobre mi hijo Eial, que llegó antes que yo. Les pedí a las personas que estaban con ella, intentando las últimas cosas, que me dejaran un rato con ella. Y la abracé, le agradecí. Espero que lo haya escuchado. Y la verdad que uno ya está grande para llorar por un padre o una madre que se fue, pero mi vieja me hace mucha falta todos los días. La extraño mucho. La necesito, a pesar de que soy un boludo de 60 años. Fue la persona que más me amó en la vida”.
Minutos antes, Roberto había hablado de los diez años que vivió en Israel. “A los 21 años me fui con un grupo a vivir una experiencia que es como una cooperativa agrícola. Yo ordeñaba vacas, otro estaba con las gallinas, con los pavos, otro era maestro de la escuela, otro era médico y trabajaba afuera... Y todo lo que ganabamos, se iba a una caja común y se dividía de acuerdo a las necesidades de cada uno: si vos tenés dos hijos, necesitás más plata que yo que soy soltero, tu casa va a ser más grande... Fue una experiencia muy hippie, cooperativa y loca que nos encantaba. Venía gente joven de toda Europa a pasar ahí, con lo cual había una fiesta fuerte”, comenzó diciendo.
Y agregó: “En Israel es obligatorio hacer el ejército. Y es heavy, porque hay una situación de guerra con los vecinos latente. Para un argentino, para mí, era muy difícil, porque los israelíes crecen en esa realidad de casi querer llegar al ejército. Yo no quería llegar al ejército, pero bueno, estaba ahí y lo tuve que hacer. Ahora cuando veo la serie Fauda, la veía con miedo. Y le decía a mi sobrino, con el que la veía: ‘Este miedo lo conozco’. Y él, que también hizo el ejército, me decía: ‘Es el miedo que tenés cuando estás ahí’”.
En ese sentido, el humorista reflexionó: “Yo soy un tipo muy pacífico, estoy muy a favor de algún acuerdo de paz con el pueblo palestino. Por supuesto que amo Israel y su Estado, amo ese país, es muy importante en mi vida. Pero a esta altura estaría bueno que ya podamos ir alejándonos de eso. Israel necesita estar preprado porque la situación es complicada. Pero creo que de los dos lados estamos cansados de las muertes, de los dos lados estamos cansados de la violencia. Haría falta que de los dos lados aparezcan algunos líderes para que nos calmemos todos un poco. Israel es un país hermoso, que está bárbaro para conocer. Mis abuelos maternos eran sirios, de Aleppo, entonces tengo una gran ligazón con el mundo árabe. La comida me vuelve loco, la música me gusta... Acá actué en el aniversario de la comunidad siria de Buenos Aires. Un amigo me contrató y me llamó, me dijo: ‘Somos de la comunidad siria’. Y digo: ‘Uy, ¿qué hice, qué pasó?’. Y me contrató y fui, hicimos un show hermoso, comí hummus con todos ellos. En ese momento sacamos un hashtag que decía #HummusPorLaPaz. Si todo el mundo come hummus, esto baja”.
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