María Becerra es actualmente una de las artistas más reconocidas del país y del mundo. Su música trascendió fronteras, tiene millones de seguidores en las redes sociales, innumerables reproducciones en las plataformas digitales y todo lo que toca lo transforma en hit, sean sus propias canciones o las colaboraciones con otros artistas de la escena. Y conociendo un poco de su vida personal, todo parece tener un por qué.
“Terminé desafiando el destino. O el destino me desafió a mí y yo pude llegar a donde siempre creí que iba a llegar”, afirmó la artista hace unas semanas en diálogo con Teleshow analizando el mejor momento de su fulgurante carrera. Allí miró el espejo retrovisor de su vida y planteó la duda existencial con una inocencia que sorprendió al escucharla. No parece propio de la artista que se muestra avasallante en la era de las plataformas y las reproducciones, ubicada siempre a tope de los rankings y consolidada a nivel mundial en la industria de la música. Y que tiene solo 23 años.
Hoy María es La Nena de Argentina, una número uno en el mundo y cuando se la escucha hablar parece que ni ella es consciente de todo lo que logró. Como si estuviera relatando una película ajena cuando en realidad es ella la protagonista de su propia historia, de presente auspicioso y futuro sin límites.
Esta humildad que la caracteriza, viene desde los comienzos de la artista, de una familia de zona Sur de clase media, común y corriente como cualquier otra con sueños, proyectos y objetivos por cumplir. Y en tiempos donde la tecnología permite registrar momentos como una gran cápsula del tiempo, en los últimos días se volvió viral su presencia en la televisión antes del boom. Cuando era una adolescente de 15 años, que no sabía lo que le esperaba, y que solo quería divertirse por un rato.
El episodio ocurrió en 2015, cuando asistió a Bienvenidos a bordo, el programa que conducía por entonces Guido Kaczka en la pantalla de El Trece. María fue con sus hermanas Geraldine y Ailín, y su mascota Shiloh quien participó del Especial Perros, uno de los segmentos más recordados del ciclo.
La mascota que María tenía en aquella época era un perro raza golden cuyo nombre tenía una explicación. “Es el primer regalo o el mesías en hebreo”, dijo su hermana Geraldine ante la pregunta del conductor. “El mesías que siempre va a llegar, no llegó. Igual hay discusiones en el judaísmo acerca del mesías. Bueno, como en todas las religiones, hay miradas sobre cada tema, no me quiero expandir, locutor”, sostuvo el conductor del programa, siempre dispuesto a interactuar con cada uno de los participantes.
Luego, Geraldine giró la ruleta revelando la dificultad del juego y el premio en cuestión. Si el perro lograba dejar un número par como resultado a la hora de derribar los pinos se llevaban un Smart TV a la casa. “¡Llamen a Shiloh!”, se escuchó decir a Guido en el video mientras se ve a las tres hermanas, entre ellas María, llamando a su mascota que debía cruzar un camino de agua y derribar los pinos. “¡Gordo! ¡Vamos! ¡Vamos a casa!”, le dijo Becerra. Finalmente, el perro pasó la prueba sin inconvenientes aunque con algunos idas y vueltas pero logró tirar todos los pinos. Y por tratarse de un número par, se ganaron el televisor que viajó a su casa de Quilmes, y que quizás haya proyectado algunos de sus hits.
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