En la última edición del reality Gran Hermano (Telefe), Romina Uhrig se mostró desde un comienzo como una de las participantes más seguras de la casa, además de haber logrado una amplia aceptación no sólo por parte de quienes convivían con ella, sino también por el público que desde la pantalla seguía cada instancia. Pero hubo un momento de quiebre, vinculado con sus hijas: extrañarlas y pensar cómo la estarían pasando afuera, luego de más de cuatro meses siendo parte del reality. Es que al ingresar, había tres mujeres esperándola a Romina, pero sabiendo que la madre estaba allí por un propósito: Mía, Nina y Felicitas.
“Me da bronca haber sufrido tanto, haberla pasado mal, porque afuera estaban mis hijas mirándome por la tele, y yo sufría todo eso porque ahí adentro es como que estás solo, más allá de los micrófonos y las cámaras. No tenés idea de la dimensión, ni tampoco sabíamos todo lo que provocaba Gran Hermano afuera”, comenzó relatando la exdiputada en una charla con Diego Ramos en Estamos a tiempo extra (América).
El tiempo en el reality iba pesando y la participante, que sabía que estaba cada vez más cerca de la final, también sufría por el tiempo que llevaba alejada de sus hijas. “Yo extrañaba a mis nenas, y la producción me decía que me quedara tranquila, que si pasaba algo me iban a avisar. Pero era extrañarlas mucho, hasta que un día di vuelta las fotos (que tenía de ellas en la casa) y me decía: ‘Tengo que seguir’. Y me jugaba en contra el pensar si valdría la pena lo que estaba haciendo, porque nunca dije que entré por una casa (de premio), entré a algo que a mí siempre me gustó: estar en la tele, conducción, teatro. Yo no paro, sigo estudiando”.
Durante el tiempo que duró el reality, cada noche podía verse en pantalla El Debate, donde distintos analistas daban su parecer sobre las imágenes que veían, los tapes perfectamente editados y musicalizados, que fueron de lo más aclamado por los espectadores. Fue en medio de una de esas emisiones donde se dio un fuerte cruce entre Laura Ubfal y Marisa Brel: mientras la primera la defendía de las críticas a su estadía dentro de la casa, pese a dejar tres hijas afuera, la segunda se mostraba muy reacia a eso, cuestionando incluso el rol de madre de Romina.
“Me enteré que Laura Ubfal me defendió y Marisa Brel no, pero no es algo que quiera ver: lo que hace mal no lo veo, y la gente opina porque es gratis opinar, pero no se pone en el lugar del otro”, sostiene ahora Uhrig. Sobre las repercusiones a su paso por la casa y las críticas que a diario recibía, se mostró muy segura: “Yo sé dónde me exponía, pero no imaginé que lo harían con tanta maldad, no sé si es porque estuve en la política, pero con mis hijas también”.
Sin embargo, dejó algo en claro: “Yo estoy muy tranquila. Además soy una mujer muy creyente. Muchos de los que me conocen me preguntaron cómo hice para aguantar tanto, y yo oraba todas las noches y sé que Dios me dio las fuerzas. Sí me duele que haya gente tan mala que no piensa en mis hijas, por ahí en la más grande, que sufrió un montón, y nunca imaginé que podría pasar”.
Romina está tranquila porque terminó de entender que lo que hizo fue lo correcto, y así se lo explicaba una de sus hijas: “Me dijo que esto es lo que siempre soñé y ahora no me tiene que importar nada y tengo que seguir por mis sueños”, cerró visiblemente emocionada.
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