Hace unas semanas, el rumor sobre el supuesto regreso de Giselle Rímolo al ejercicio de la medicina sacudió los titulares del mundo del espectáculo. Su nombre se remonta directamente a finales de los ‘90, cuando mostraba credenciales de ser nutricionista y homeópata y como pareja de Silvio Soldán, construyó un alto perfil mediático y la lista de famosos que decidían ir a su consultorio -Susana Giménez incluida- se ampliaba al mismo ritmo que su éxito.
La vida le sonreía hasta que en 2001 una cámara oculta realizada por el programa Telenoche la dejó expuesta ante la sociedad. Allí se la veía dentro de su clínica recetando medicamentos que había contrabandeado. Y se convirtió en un caso emblemático del ejercicio ilegal de la medicina.
Recién en el año 2012, el Tribunal Oral Criminal N°7 la encontró culpable de esa muerte. La pena impuesta por los jueces fue de nueve años de prisión, aunque por las apelaciones de sus abogados, siguió libre hasta que en 2017, cuando la Corte Suprema de Justicia confirmó lo actuado y la Policía la arrestó en la casa de Don Torcuato que compartía con su pareja.
Poco más se supo de ella, salvo que desde el 2021 está en libertad condicional, hasta que Luis Ventura dio detalles de su nueva vida en A la tarde (América). “Giselle se haría llamar Mónica Gainedú y estaría atendiendo en un departamento en zona norte. A partir de varias intervenciones quirúrgicas ha cambiado radicalmente su formato facial, ha oscurecido su pelo, es otra persona y justamente en ese cambio físico hay un cambio en su identidad que utiliza su verdadero nombre, que es Mónica, cosa que no ocurría con el nombre Giselle. Y el apellido que utiliza es el de su marido, el abogado Carlos Gainedú, quien fue en algún momento abogado de Silvio Soldán”, contó el presidente de APTRA.
“Algunos dicen que Giselle Rímolo es la directora de un nuevo negocio que tiene que ver con la medicina. Otros dicen que en realidad cumple algunas consultas de doctorado, lo que la pondría en riesgo nuevamente de volver a la cárcel en caso de ser comprobado que ella atiende como doctora y no que recibe pacientes como administradora de un centro”, conjeturó.
Pasaron los días y las cámaras de Intrusos (América) fueron en busca del paradero de la falsa médica. El cronista Gonzalo Vázquez fue hasta su casa de Don Torcuato, con la información de que un auto la pasaba a buscar para llevarla a su trabajo. Y cuando Rímolo abrió la puerta y notó la presencia de la prensa, cerró de inmediato y volvió a ingresar a su domicilio, mientras el móvil que la esperaba huyo a alta velocidad.
Luego llegaron dos móviles policiales, al parecer por una denuncia efectuada por la propia falsa médica, que aseguraba que tres masculinos querían entrar a su propiedad Siempre según el relato del cronista, Rímolo exigía que se retiraran de su domicilio. “Nosotros estamos en la vía pública”, se defendió Vázquez. Los oficiales ingresaron y se retiraron de la casa, protegida por un amplio portón negro, sin contestar las preguntas del periodista pero tampoco pidiéndole que se retirara.
La escena continuó con el regreso del vehículo, que esta vez ingresó por el portón automático y después de unos instantes, salió de culata rumbo a la calle. Y a pesar de los vidrios polarizados, una pequeña hendija de la ventana permitía observar que Rímolo no estaba ni en el asiento del acompañante, ni se la divisisaba en el trasero. “No sería de extrañar que se haya metido en el baúl para poder escaparse”, conjeturó Vázquez.
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