Chiche Gelblung: su fama de jefe “bravo”, los 120 mil dólares que Romay le dio para una nota y la crítica al periodismo actual

Un periodista como los de antes: así le gusta definirse. Abierto y honesto, en esta entrevista con Teleshow habla de sus proyectos, de cómo ve a la sociedad y a los políticos. Además, cuál fue el consejo qué marcó su carrera profesional

Entrevista a Chiche Gelblung: Televisión, diarios y proyectos.

Se trató de una entrevista tan deseada como reprogramada, por problemas de salud de ambas partes. Felizmente, se concretó. Y Chiche Gelblung ingresó con puntualidad a los estudios de Infobae. Impecable: pantalón, saco azul, camisa cuadrillé rosa y blanca. Al tenerlo enfrente es imposible no recordarlo conduciendo Memoria, uno de los programas que dejó huellas en el periodismo televisivo.

Al principio de la charla, se lo percibirá con cierta susceptibilidad. Gelblung contará como fue arrancar en la televisión a los 50 años: le genera alivio no haber incursionado a los 25, porque a esa edad, según sus propias palabras, la tevé puede volarte la cabeza. Además, su visión de los medios y su trabajo diario en Crónica son temas que invitan a pensar. Le preocupa el nivel de violencia que refleja todos los días la pantalla chica. “Yo veo los diarios del mundo y hablan de cosas importantes. Nosotros hablamos de la coyuntura, hacemos periodismo declarativo, no de análisis. Y por la manera en que vivimos los argentinos ameritaría todos los días hacer un análisis”, lamenta.

Chiche Gelblung, un periodista original que aún hoy nadie pudo copiar.

—¿En qué momento de su vida lo encontramos hoy?

—¿Qué sé yo? No sé cómo explicártelo. No pienso demasiado.

—Hablemos del presente entonces.

—Mi presente es lo que estoy haciendo. La familia. Mis nietos. Mis hijos. Hago más o menos balance todos los días de eso.

—¿Cómo fue empezar en televisión a los 50 años?

—Yo no lo decidí, lo decidieron por mí. Toda mi vida hice gráfica y de pronto empiezo a hacer radio. Y desde la radio me llevaron a la tele. Yo le escapaba a la tele. Muchas veces me habían ofrecido, pero yo tenía miedo.

—¿Miedo a qué?

—A la exposición que te da la tele. La gráfica te enseña a manejarte con otros códigos. En la radio no se te ve la cara, pero en la televisión tenés que actuar, tenés que tener una presencia diferente, arreglarte la corbata, todas esas cosas. Maquillaje. Todo eso no me gustaba. Y lo empecé a hacer.

—¿Y qué pasó?

—Y... anduvo. Andó, como dicen. Salió bien. Para el primer programa que hice en televisión me llamó Alejandro Romay y me dijo: “Mirá, el programa fue un desastre pero anduvo bien, o sea que vos podés hacer esto”. Me dijo que no había sido por mi el desastre, sino que por la compañera que tenía. Bueno, entonces quedó para el anecdotario.

—¿En qué momento, en lo profesional, sintió que estaba donde quería estar?

—Yo para estar donde quiero estar tengo que tener el diario de papel. Mi sueño es el diario de papel.

—¿Piensa que puede tener un diario de papel o ya lo da por claudicado?

—Puedo, puedo... Tengo mi proyecto. Uno tiene la edad de sus proyectos.

—¿Cuáles son sus proyectos hoy?

—El diario de papel. Contrariamente a lo que cree todo el mundo. Yo creo que hay todavía público.

—¿Lee los diarios de papel?

—Sí.

—¿Y cómo los ve?

—Los veo sin análisis. Sin enjundia. Muy politizados. Muy definido a dónde quiere ir cada uno. No me gusta cómo está el periodismo argentino. El periodismo gráfico. No me gusta.

Entrevista a Chiche Gelblung: Medios, presupuestos y edad

—¿Cómo sería su diario de papel?

—Es un diario que trabaja en base a las primicias. Con mucha nota de investigación. A ver: la tapa de un diario la vendés 20 días al año, tenés motivos para vender con una tapa. En cambio, tenés que hacer un diario todos los días. Y para hacerlo, necesitás salir a editarlo. Yo creo que hay tantos temas que no se abordan, que no se tratan, que no se investigan. Nosotros hemos frivolizado demasiado la información. Hay gente que toma Twitter y lo publica tal cual con información que circula. ¿Qué es eso? Nosotros chequeamos. Hay muchas maneras de hacer periodismo. Yo veo los diarios del mundo y hablan de cosas importantes. Nosotros hablamos de la coyuntura. Periodismo declarativo. No es periodismo de análisis.

—¿Cuáles son esos temas importantes que estarían en su diario y que hoy ya no se abordan?

—Yo te diría que por la manera en que vivimos los argentinos ameritaría todos los días hacer un análisis. Nosotros vivimos muy mal, en un país que está atrasado. Con excepciones, obviamente: hay gente que está a la vanguardia. Pero nosotros estamos atrasados, estamos inseguros, con inflación. Todos los días estamos viviendo mal.

—Comparando con el periodismo de hace 20 años, ¿cómo ve al periodismo actual?

—Básicamente, pobres. Nosotros teníamos más plata, entonces podías hacer más cosas: podías viajar, podías investigar, podías hacer producciones más ambiciosas. Nosotros generamos el método de sostener la información por el tema que tratábamos con documentales pequeños, grandes, pero trabajábamos mucho para hacer el programa. Teníamos el programa una vez por semana, después hasta dos y hasta tres. Pero trabajábamos para eso. Investigábamos. Hacíamos entrevistas. Documentábamos lo que hablábamos. Y después, se resolvía en el piso. Pero teníamos plata. Íbamos a las guerras, íbamos a todos lados.

—¿Cuándo empezó a decaer o a empobrecer el periodismo?

—Yo creo que fue coincidente con el avance del periodismo digital. A ver, hay un golpe histórico: la Guerra de Malvinas, las revistas murieron porque mintieron demasiado. Los diarios mentían igual que los otros, lo que pasa es que se recuperaron porque se arrevistaron más rápido.

—¿Cómo se informa usted?

—Yo me informo con los diarios, con el teléfono, con la radio. No con la tele, porque me contamina.

—¿No ve tele?

—Poco. Poco y nada.

—¿Cómo evaluaría lo poco que ve?

—A ver, yo trabajo en Crónica. Básicamente Crónica es un canal de policiales. Hacemos otras cosas además de policiales, pero básicamente, policiales. Hoy todos los canales de noticias son policiales. Lo que antes hacía solamente Crónica ahora lo hacen todos los canales: crímenes, peleas, el barrio Las Antenas; todos hacen lo mismo. Entonces nosotros antes éramos únicos, originales. Hoy ya sos uno más. Y eso porque es más barato. No hay esfuerzos. Cuando fue la guerra de Ucrania yo viajé por mi cuenta. Obviamente, apoyado por Crónica, pero hubo un solo canal que mandó gente; después mandaron otros canales cuando se dieron cuenta de que la cosa era seria. Pero hoy no se cubre eso.

—¿Cómo decidió ir a la guerra de Ucrania?

—Toda mi vida lo hice.

—Sí, fue, pero en otro contexto. Y ahora, también más grande.

Yo no me asumo como grande. Yo no vivo mi cédula. Mi DNI. A ver, empezó la guerra y dije: “Hay que ir”, y fui. No pudimos hacer la cobertura que hicieron otros, porque CNN tenía un piso alquilado en Kyiv, una de las ciudades clave para cubrir la guerra. Nosotros teníamos un remise. Éramos el cámara, yo y un remise.

Chiche Gelblung en Ucrania

—¿Y cómo hizo?

—Y bueno, hay que apechugarla. Porque no somos la CNN. Pero lo cubrimos. Pero porque los sponsors nos ayudaron. Si no, teníamos que poner plata del bolsillo.

—Hoy, ¿el día a día para Chiche Gelblung es un remo?

—Sí, sí.

—Como ciudadano, ¿cómo está viviendo la actualidad?

—La peleás todos los días. Trabajamos muy en la coyuntura. No tenemos poder de pensar con una semana de anticipación. Es día a día. Y no es el periodismo que a mí me gusta. A mí me gusta más poder tener invitados que propongan cosas diferentes. Pero hoy se trabaja así.

—¿Y le gusta?

—A mí me excita hacerlo igual, no es que no me gusta. Preferiría hacerlo de otro modo.

—¿Cuál fue la última noticia que le excitó o que más lo motivó?

—Básicamente el nivel de violencia que ocupa todos los días la pantalla. Son episodios de locura permanentes. Yo te diría que no hay un hecho dominante pero sí la violencia es un tema. Yo te digo que amerita una profundidad de análisis diferente. No aburrido, pero sí saber las cosas. Peleas, Báez Sosa, matar a golpes a un tipo... Cosas raras. No era así la Argentina.

—¿Qué extraña del periodismo?

—Del periodismo antiguo yo no extraño nada porque creo que hay que vivir lo que uno tiene. Extraño sí el poder de planificar cosas con mayor ambición. Nosotros hemos llegado a gastar, en una oportunidad, 120 mil dólares para una nota. Fue cuando cambiábamos de horario en televisión. Nos pasaban al miércoles, ese miércoles jugaba la Selección, Susana Giménez se iba a entrevistar a Woody Allen con Jorge Guinzburg. Un día terrible. Yo le dije a Romay que lo pasemos para otro día y él me dijo: “Vos hacé algo que justifique que la gente nos mire a nosotros”. Y en ese momento estaba el chico de la burbuja, que se había hecho una película. Estaba en Estados Unidos, cerca de Washington, en Virginia. Hablamos con la familia, vamos a hacer esa nota. Costaba una fortuna.

—¿Para una nota?

—Para una nota que iba a ocupar el programa. Excedía nuestro presupuesto. Pero lo tenía que aprobar Romay, no lo podía aprobar ningún gerente porque era mucha plata. Entonces antes de verlo a Romay se lo muestro al gerente financiero y me dice: “Presentalo con la renuncia porque te van a echar”. Él me pidió algo que podamos competir con la Selección y con Susana Giménez con Woody Allen. Le llevo el presupuesto. No lo mira; lo firma. Le digo: “Alejandro, ¿usted vio lo que está firmando?”. Y me dice: “Yo no tengo un canal para ver lo que gastan mis productores, yo tengo un canal para que se hagan las cosas”. No lo miró. Salí con la firma de Romay al gerente administrativo y le digo: “Prepará la guita”. Pero esos tipos ya no existen más.

—¿Cómo son los dueños de los medios hoy?

—Los dueños de los medios hoy están muy enfocados en poder mantenerlos. Es una lucha constante con la publicidad. Con la pauta oficial. Se disputan espacios comerciales pero no se ocupan del contenido. Están los directores artísticos o directores periodísticos, pero la verdad es que no hay ideas nuevas. Son todas ideas probadas. Formatos probados.

—¿Cómo ve a los periodistas de la nueva generación, como a Jonatan Viale?

—Jonatan es un tipo que se preparó para eso. Pero hay muchos que quieren ser Jonatan Viale sin la formación de Jonatan Viale.

—¿Por ejemplo?

—Lo que pasa es que, a ver, Joni es muy buen productor, pero está enfocado en un tema. Es decir, tiene un objetivo que es Cristina. Cristina y todo el kirchnerismo. La información es secundaria. Ese es el tema. Yo creo que hay que ser más abierto, más objetivo. Son siempre los mismos invitados. Donde no va Juez va Tetaz, donde no va Tetaz va Patricia (Bullrich). ¿No hay otro personaje? A lo mejor no van si los invitan…

—De los periodistas que están hoy al aire en la televisión abierta y de cable, ¿cuál es su preferido?

—Nunca voy a decir eso.

—¿Pero le gusta alguno, rescata a alguien?

—Si yo tengo que decir alguien que me gusta es Carlos Pagni. Yo trabajé con Pagni en Ámbito Financiero. Yo sé lo que es Pagni y sé cómo piensa. Me parece que es un tipo que tiene enjundia en lo que dice. Gran poder de análisis. Después, no tengo pasiones por colegas.

—¿Hay mucho ego en el periodismo?

—En todo hay ego: en el periodismo, en la vida artística, en la vida familiar. En todos lados hay.

—¿Chiche tiene mucho ego?

—Yo creo que soy bastante, bastante anti-ego.

—¿En qué se basa para decir eso?

—Me parece que no soy un creído. No he cambiado mi forma de vivir. No, yo no tengo ego. Obviamente te gratifica el reconocimiento.

Entrevista a Chiche Gelblung: GPT, aprendizaje y exigencias

—¿Cómo es su vida hoy? ¿Pudo comprarse muchas cosas, propiedades…?

—No, no tengo muchas casas. Vivo módicamente. No me puedo quejar de mi vida. Pero yo no hago ostentación. No tengo autos ostentosos. Nada de eso. Por eso te digo, yo no soy un tipo que se haya creído eso. Lo que pasa es que mucha gente se marea. Yo tengo la ventaja de que a mí la televisión me agarró viejo, eso es muy importante. Si esto te agarra a los 25 años, a los 30, te da vuelta la cabeza, porque la televisión es muy compleja. El primer programa que hice en televisión estaba invitado Roberto Galán por el tema de la hija de Perón. Y cuando termina el primer bloque Galán me llama, porque quería hablar conmigo. Me dijo: “Mirá, cuando se prende la lucecita vos sos Dios. Sos Dios, créetelo porque sos Dios. Porque te han elegido para ser Dios. Y sentilo, pasale a la cámara por encima porque si no la cámara te pasa a vos por encima. Pero cuando se apaga la luz esa y vos seguís creyendo que sos Dios, sos boleta”. Para mí fue clave eso. Fue un consejo de Roberto Galán que siempre valoré.

—¿Qué consejo les daría a los chicos que sueñan con ser periodistas?

—Que mantengan su curiosidad. Que se informen. Que lean libros. La gente no lee. No saben cosas elementales. Es mejor la formación que tienen, con idiomas. Salen mejor formados hoy que a lo mejor éramos nosotros. Pero no tienen enjundia en lo que hacen. Yo veo que no pueden referenciar con hechos del pasado. A mí me preguntaban por artistas que yo no conocí pero sabía quiénes eran. Yo sabía quién era Razzano, quién era Gardel. Yo sabía quiénes eran y no los viví. No eran coetáneos míos. Yo no viví la revolución que volteó a Yrigoyen pero sabía lo que era. Hoy no hay referencia histórica. No leen. Los periodistas no leen.

—¿Cómo se maneja con la tecnología

—Con el WhatsApp bien. Con el teléfono bien.

—Pero ¿hasta dónde llega?

—Hasta ahí.

—¿Usa Inteligencia artificial?

—Sí, tengo el GPT también. Pero ¿sabés qué pasa? El otro día le pregunté “¿Quién es Chiche Gelblung?”, y me dijo: ”Es un periodista que trabajó en Telenoche, que trabajó con Susana Giménez”. Nunca trabajé en Telenoche, nunca trabajé con Susana Giménez. Y no me acuerdo qué otra pavada así. Me decía cosas que nunca hice.

—¿Qué debiera decir exactamente sobre usted el ChatGPT?

—Que es periodista. Que es editor. Que lanzó muchos medios y muchos programas. Algunos fueron buenos, otros fracasos. Uno se mide por su nivel de fracasos, no por su nivel de éxitos.

—¿Cuáles fueron sus fracasos para medirse?

—Hubo programas que fueron fracasos, pero que hoy mirados con un número, son éxitos.

—¿Cuáles?

—Hice tantos... Pero por ejemplo, uno que se llamaba Las 12 y Chiche, era un programa del mediodía, un programazo. Pero en ese entonces medir cinco, seis puntos no era nada. Si hoy medís cinco puntos sos Dios. Después hicimos otro que se llamaba Titanic. Fue bueno, qué sé yo, pero tampoco pudo resistir mucho. Medios gráficos he lanzado con éxito y sin éxito.

—¿Qué aprendió de los fracasos?

No delirarse con la cantidad de gente que trabaja. Nosotros sacamos Minuto Uno, que fue un éxito descomunal en su momento. Pero teníamos 60 personas. Y en el diario digital, a menos que tengas Infobae, no daba para eso. Teníamos armado un equipo como para hacer el New York Times, no Minuto Uno. Anduvo bien, no se perdió plata, nada por el estilo, pero ahí aprendí que no podíamos tener tanta gente. Era como una irresponsabilidad.

—Además de las ideas y la producción, debiera haber una cabeza económica paralela también.

—Sí, con la productora de televisión pasó lo mismo. Te zarpás. Un día nos cortaron todos los programas y me quedé colgado con mucha gente trabajando.

—¿Qué hizo cuando pasó eso?

—Salir. Salir. Pelearla.

—¿Cómo se hace?

—Juntás fuerzas y seguís. La pasé muy mal muchas veces. Yo estoy, digamos... no me deprimo. En los episodios que estoy en crisis es cuando más fuerza tengo. Yo me acuerdo que cuando estábamos haciendo televisión abierta se cayó el satélite en el minuto previo. Todos se pusieron locos. Yo era el más tranquilo de todos. Nunca me superó una situación. Obviamente, por dentro estaba desesperado, pero nunca se iban a dar cuenta. Yo era siempre el más tranquilo. Frente a los grandes quilombos yo tengo la frialdad de poder enfrentarlos.

Chiche Gelblung con su Martin Fierro de Oro

—Muchos dicen que trabajar con Chiche Gelblung es bravo. ¿Es así? ¿Qué tiene que tener la gente para trabajar con usted?

—Sí, soy un tipo gritón. ¿Exigente? Soy exigente. Pero jamás he faltado el respeto. Jamás he acosado a nadie. Ahora, sí me gusta que se hagan las cosas y que se hagan bien. Pero siempre fui así. No soy un perfeccionista. No pido lo que yo no doy, pero pido lo que yo estoy dispuesto a hacer. Yo no te voy a pedir una cosa que es imposible, que yo no lo hiciera. No aceptaría pedirle algo a alguien que yo no estuve dispuesto a hacer. Guardias de 24 horas, de 48 horas: yo las hice. Si lo pedía era porque yo lo podía hacer. No les pido cosas a los otros que yo no pudiera hacer.

—¿Cómo se maneja con las críticas?

—La verdad: no me interesan. Pero tampoco siento… A ver, tuve etapas. Nosotros estuvimos 20 años adelantados en la tele. Todo lo que nosotros hicimos hace 20, 25 años, hoy es cuento de niños. Pero fuimos audaces en su momento y tuvimos críticas. Y tuvimos problemas. Y tuvimos juicios. Cuando nosotros trajimos a (Antonio) Escohotado, el autor del libro de las drogas, la policía vino a cerrar el canal. Decí que habíamos previsto que nos iban a meter en cana y lo grabamos. Porque apenas empezó a rodar el programa llegó la policía y nos hicieron un proceso. Y la televisión no hablaba de otra cosa en ese momento. (Mariano) Grondona le dedicó dos programas al tema. Grondona era muy fan nuestro, así que no teníamos problema. Pero tenía mucha crítica. Todas esas cosas están 20 años adelantadas.

—¿Le molesta que digan que hacía periodismo amarillo?

—Me causa gracia. Yo nunca le di bola a eso. Porque creo que hay una sola manera de hacer periodismo, amarillo, verde, azul. Hay una manera. Lo podés presentar con más ruido, con menos ruido. Pero a mí nunca me importó demasiado eso.

—¿Cómo ve al país hoy?

—Lo veo muy complicado. Muy difícil. La gente está desesperada, le cuesta vivir todos los días. Los precios te sacuden todos los días. Hoy para vivir con cierta holgura en Argentina tenés que ser casi rico. Y no hay muchos ricos. Yo veo lo que cuestan las cosas. Yo no tomo café pero el otro día una persona que conozco tomó un café, un cortado, y le cobraron 850 pesos. Estamos hablando de más de dos dólares. En la Argentina, un café, más de dos dólares. Un café, eh; ni medialunas, nada por el estilo. ¿Qué querés que te diga?

—En este proceso de cambio de gobierno, ¿qué ve?

—No sé si va a cambiar el gobierno, hay una transición.

—En esta transición, ¿cómo ve a la vicepresidenta sin ninguna candidatura?

—Cristina hace tiempo que dijo que no quería más nada. Que no era candidata a nada.

—¿Usted le creyó?

—Yo no les creo a los políticos pero cuando lo dicen tres veces empezás a creer. Yo creo que va a ser candidata, probablemente a senadora. No tengo yo por qué creer o no creer. Yo no les creo a los políticos. Pero bueno. Los políticos dicen una cosa, hacen otra. Hay una gran falta de respeto hacia los ciudadanos. A lo mejor me pasa a mí lo mismo, no sé. Pero realmente te digo me sorprende cómo pueden pasar de la noche al día sin transición. Pero pasa.

Cristina Fernandez de Kirchner entrevistada por Chiche Gelblung en los estudios de Crónica

—Conoce a todos los políticos. ¿Cuál le parece el más coherente o más respetado en este contexto?

—No sé. Hay tipos que hablan mejor, hablan peor, lo que pasa es que hay que verlos en acción. Cuando entrevistás a un ministro de Economía y vos sabés que ese tipo jamás pagó un sueldo, no puede ser ministro de Economía. No sé si me entendés. Si vos no pagaste un sueldo, si vos no tuviste problemas para cobrar y contar plata para el fin de mes, si no tuviste esos problemas, no sabés. Guillermo Moreno critica a los ministros de Economía porque no saben la diferencia entre una factura y un remito, y es cierto. Me acuerdo cuando Mauricio Macri fue elegido presidente, a los diez días de asumir me llama, cuando ya se había producido la salida del cepo, habían explotado los precios. Le digo: “Mira Mauricio, yo creo que vas a tener un problema con los precios”. “Pero Prat-Gay me dijo que esta devaluación no va a precios”. ”Mauricio, ya fue a precios”. Pero me dijo que no. Tres años después Prat-Gay reconoció que le había dicho eso, que se había equivocado. Le digo: “¿Pero vos sabés cuánto vale un paquete de Chocolinas? Y si no sabés cuánto vale, ¿cómo querés saber si fue a precios o no?”. Me acuerdo que uno de los productos que más habían subido eran las galletitas, como un 60%. Los presidentes son marcianos. Le preguntaron a Macri cuánto vale un boleto mínimo y no sabía.

—¿Qué opina de Alberto Fernández?

—Creo que ha sido una gran frustración para los que creyeron que Alberto Fernández podía ser un buen presidente. Hubo colegas míos que decían que venía un presidente reflexivo. Yo nunca pensé eso.

—¿Qué pensaba?

—Pensaba que había aceptado el juego por ambición y no por convicción. Ambición de ser presidente: si te llama Cristina y te dice vas a ser presidente, es tentador... ¿Estaba preparado para eso? No. No tienen volumen de conocimiento elemental. ¿Son gente que no están preparados? Son abogados que tienen buena labia, pero de ahí a ser presidente… La presidencia es para los tipos que están 10 años adelante, 20. Vos tenés que pensar para adelante aparte de solucionar los problemas del día. No tienen volumen intelectual.

Entrevista a Chiche Gelblung: Bronca, arrepentimiento y muerte

—¿Qué recuerda de su infancia?

—¿De mi infancia? Yo nunca me sentí chico: yo salí de niño a viejo. Por eso fui bastante irresponsable en mi adolescencia. A ver, no tengo malos recuerdos. Uno la pasaba bien, qué sé yo. Pero me tuve que ir de mi casa muy chico. Me tocó pelearla siempre. Pero no me peleo con el pasado. Era un chico bastante travieso. Muy feliz. Muy justiciero. Muy audaz.

—¿Qué cosas le dan bronca a Chiche?

Hoy me da bronca que mucha gente la esté pasando mal. Que nosotros en Crónica hacemos una especie de máster en periodismo popular todos los días. ¿Por qué te digo eso? Nosotros vamos a lugares que están en disputa porque los echan, porque arman un asentamiento. La gente vive como en la Edad Media. Tienen agujeros de baños. No podés vivir así. Hay millones que viven en esas condiciones. Una vez un médico que salía del consultorio mató a un ladrón. No me acuerdo ahora el apellido, un médico paraguayo. Y la familia del ladrón había tenido mucha participación en manifestaciones. Un día fui a conocer la casa de esta gente. Era cerca de San Martin. Empezamos a bajar un pozo. Un pozo, literalmente, que tenía como diez cuadras de largo. Al final del pozo vivía esta gente. Había otras casas. Había caballos atados en la puerta. Había una cama. El resto dormía sobre el piso. ¿Sabés cuánta gente vive eso? Todos los días nosotros vemos esas situaciones.

—¿Eso le duele?

—Sí, mucho. Me conmueve. Me da bronca. No puede ser. En un país que es relativamente rico no puede pasar eso. La verdad te digo, todos los días vemos eso. Todos los días donde van nuestras cámaras, toman eso. Por eso te digo, es un máster de periodismo popular.

—¿Qué es lo mejor que le pasó en la vida?

—Mis hijos. Mis nietos. No me puedo quejar. Creo que yo mismo me siento bastante satisfecho con eso. Pero no sé si soy lo mejor que me pasó en mi vida.

—¿No es lo mejor que le pasó en su vida?

—No, no, no. No puedo ser tan ególatra.

—¿Se arrepiente de algo?

—Me arrepiento de muchas cosas, pero no me pidas que las cuente.

—Es muy reservado.

—Yo no me arrepiento del todo porque las cosas de las que yo debiera arrepentirme las hice porque estaba convencido, no porque las hice contra mi voluntad. Entonces, respeto mis propias decisiones. Si me salieron mal, me salieron mal.

—¿Le tiene miedo a la muerte?

—Sí. Pero yo no me hago cargo de eso. Yo encaro mi día como si fuera a vivir 200 años. La verdad es que no me frena. He tenido problemas de salud no hace mucho tiempo. Estoy transitando algunos problemas. Pero bueno, sigo para adelante, ¿qué voy a hacer?

Chiche Gelblung: "Yo nunca me sentí chico, fui bastante irresponsable en mi adolescencia."

— Si pudiera recuperar una sola cosa de las que perdió en los 79 años de su vida, ¿cuál sería?

—Mis padres, probablemente. Pero hay una ley. Yo tuve padres hasta muy grande. Me costó mucho ser huérfano. Yo era viejo ya cuando murieron. Entonces los tuve más tiempo de lo que uno suele tenerlos. Pero eso sí recuperaría.

—Para finalizar, ¿algo que quiera decirle a la gente que siempre lo acompañó en sus programas, en la radio, en la televisión?

—Que todo lo hice con mucha sinceridad. Que lo que ven es lo que hay. No hay nada escondido.

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