Los que la conocían coincidían: Naomi Campbell era tan admirable como insoportable. Impuntual, llegaba a entrevistas y producciones de fotos hasta tres horas después del horario pautado. Cuando finalmente aparecía no pedía disculpas, no miraba a los ojos al saludar y estrechaba la mano con desgano, todo mientras su asistente rogaba para que no tuviera uno de sus habituales ataques de mal humor. Pero entonces ocurría la magia. Posaba y la cámara la amaba; si le tocaba desfilar no caminaba, se deslizaba. Su fotogenia sobrenatural, el cuerpo de escultura inmune a humanidades como la celulitis y un andar de gacela hacían olvidar demoras, displicencias y hasta posibles resacas. Esa mujer podía tener mal humor, no conocer el significado del término puntualidad pero cómo no perdonarle todo a alguien que, más que humana, era una diosa de ébano.
Naomi Campbell nació el 22 de mayo de 1970 en Streatham, al sur de Londres. Su apellido se lo debe a su padrastro. A su padre biológico jamás lo conoció porque se fugó para nunca más volver cuando Valerie, su madre, de origen jamaiquino, estaba embarazada. Ese temprano e incomprensible abandono sería el argumento más repetido por la modelo para justificar sus futuros arranques de furia. Sumó que su mamá solía dejarla al cuidado de parientes y niñeras por los continuos viajes con la compañía de danzas que integraba. Naomi reconocía que nunca se llevó bien con su progenitora con la que mantenía una relación “más de hermanas que de madre e hija”. Sí adoraba a Pierre, su hermano, tanto que cuando él la llamó llorando y le contó que sus compañeros no creían que ella fuera su hermana, se subió a un avión y se apareció en la puerta de la escuela. Nunca más lo molestaron.
De su familia sacó un título de profesora de baile clásico, disciplina que estudió durante su infancia y adolescencia. Lo otro que heredó es una envidiable genética que le permite fumar, tomar alcohol, comer sin restricciones y huir de los gimnasios todo sin perder su figura. “En mi familia, todo el mundo es alto y esbelto. Y eso que no paro de comer porque, si estoy hambrienta, enseguida me pongo de mal humor y me vuelvo agresiva”, aclaraba despertando la envidia de más de uno.
Era una nena de ocho años cuando apareció en un video de Bob Marley. A los 15 años, la agente Beth Bold, la vio caminando por las calles londinenses y la convocó para Synchro, su agencia de modelos. Ante la propuesta la familia dijo “no”, pero ella gritó “sí”. “Mi madre quería que me quedara en el colegio y terminara mis exámenes. Pero yo quería las cosas a mi manera, así que unas semanas más tarde fui a ver a Beth sola. En mi primera visita, me peinaron, me maquillaron y me hicieron algunas fotos con mi uniforme escolar en blanco y negro. Finalmente mi madre dijo que podía ser modelo, siempre que no interfiriera con mis estudios”, contaría de aquellos inicios en The Guardian.
Al año siguiente, conoció al diseñador Azzedine Alaïa que con solo verla, decidió convertirla en su musa inspiradora. Si Iman la modelo que se casaría con David Bowie fue la primera top model negra de la historia, Naomi haría historia. En 1988 logró convertirse en la primera modelo negra en aparecer en la portada de la edición francesa de Vogue. En los 90 con Linda Evangelista, Christy Turlington, Claudia Schiffer y Helena Christensen integró un grupo de “tops” que salían en las revistas de todo el mundo porque medio planeta quería saber qué hacían, a dónde iban, cómo se vestían, con quién salían, mientras ellas ganaban millones. Sin embargo, a diferencia de sus compañeras a Naomi no la contrataban para lucrativas propagandas de perfumes o cosméticos. Los que la amaban argumentaban que la dejaban de lado por puro racismo y los que la criticaban aseguraban que el problema no era su color sino su temperamento y ponían como ejemplo a Tyra Banks, la cara de los cosméticos Cover Girl o las actrices Halle Berry y Jada Pinkett, representantes de Revlon.
Aunque nunca se casó, su vida amorosa fue intensa. “El hombre con quien algún día me comprometa debe ser sincero conmigo y tener mucha energía. Me atraen los hombres fuertes”, revelaba sobre el tipo de persona que la seducía. Durante un tiempo salió con el bailarín español Joaquín Cortes y el millonario ruso Vladislav Doronin le regaló una mansión en las afueras de Moscú. Fue pareja de Flavio Briatore, jefe de la escudería Renault de Fórmula 1, también de Robert de Niro del que asegura sigue siendo amiga ya que “lo admiro a él y su trabajo” y estuvo comprometida con anillo con Adam Clayton, el baterista de U2.
La lista no termina. Se la relacionó con los actores Leonardo Di Caprio, Eddie Murphy y Michael Fassbender, el boxeador Mike Tyson, el jeque Badr Jafar y hasta se dijo que mantuvo un affaire con el presidente Hugo Chávez luego de realizarle una entrevista. Ella reconoció que con el venezolano estuvo “varias horas dialogando en un apartamento en la playa que le prestó un amigo. Se portó muy bien conmigo siendo muy amable”, para cerrar con un comentario pícaro: “El presidente Chávez no es un gorila, es más bien un toro”.
En los últimos años, Naomi reconoció un romance con el rapero británico Skepta y, en 2019, sonaron con fuerza los rumores de ser algo más que amiga de Liam Payne del grupo One Direction y 25 años más joven que ella. También se aseguró que tuvo una relación con el piloto Lewis Hamilton cuando él tenía 22 años y ella, 37. Sea el candidato que sea, la modelo jamás desmintió ni confirmó a casi ninguno de los hombres con los que la vincularon. “Nunca hablo de mi vida privada. Un día es una persona, el siguiente es otra... ¿Quién será mañana? Eso es lo que me gustaría saber. Simplemente me río, es gracioso... yo solo sigo con mi vida”, para aclarar sin necesidad de aclarar que “No soy virgen, claro, pero para mí el sexo no es lo más importante. Y aunque no soy chica de aventuras de una noche, siempre practico el sexo seguro”.
Su mal carácter es conocido. Fue acusada de agresiones once veces y condenada, cuatro. En 1998 le revoleó su teléfono móvil a su asistente Georgina Galanis. En 2005 tampoco habría podido controlar su violencia porque fue acusada de golpear esta vez con un modelo Blackberry en la cabeza a otra asistente, Amanda Brack. En 2006 volvió a golpear con el teléfono a su ama de llaves. En 2007 atacó a otra ama de llaves, Ana Scolavino. Intervino la Justicia que la mandó a cursos de manejo de ira y la condenó a realizar servicios comunitarios durante cinco días.
No pareció suficiente. Al año siguiente la compañía aérea British Airways le prohibió subir de por vida a sus aviones porque en el aeropuerto de Heathrow, Londres, pateó y escupió a los empleados cuando le informaron que habían perdido su maleta.
Su adicción al alcohol y la cocaína no son un secreto. Admitió que experimentó con cocaína cuando llegó a la industria de la moda. “Salía mucho. Me divertía. No era que no pudiera levantarme de la cama por la mañana sin ello. No era un mecanismo de supervivencia. Era una cosa de divertirse y no me daba cuenta de lo poderoso que era, de una manera muy mala. La diversión trajo consecuencias, te matas a ti misma. Yo era una adicta activa. Pero todavía podía funcionar”, se sinceró en la revista GQ.
La actriz decidió buscar ayuda y comenzó a participar en reuniones del grupo Narcóticos Anónimos. “Recuperarte es una cosa muy positiva. Sabes que necesitas ayuda y buscas ayuda, necesitas ese tiempo para superarlo. Acostumbrarte a esa nueva disciplina. Decirlo cuando estés preparado para decirlo. No hay nada vergonzoso. Hay gente que ha salido de esa prisión, como Eric Clapton. Quería saber cómo era, esa paz, esa serenidad. Muchos de mis amigos ya no querían salir conmigo cuando volví. Eso duele”, confesó.
El 18 de mayo de 2021 la modelo utilizó sus redes para hacer un anuncio que sorprendió a todos: fue madre por primera vez y a los 50 años. “Una pequeña y hermosa bendición me ha elegido para ser su madre, me siento muy honrada de tener esta tierna alma en mi vida. No hay palabras para describir el vínculo de por vida que ahora comparto contigo, mi ángel. No hay amor más grande”.
Hoy Naomi se muestra plena sin preocuparse “por envejecer, qué comer o las arrugas”. Descree de su imagen de mujer indomable y responde que simplemente vive su vida. “Toda la gente a la que admiro tiene mala imagen y a la vez son los mejores en lo que hacen. Jack Nicholson, De Niro, Madonna. Amo a la gente que tiene una energía semejante”, afirma y para que no queden dudas, agrega: “No soy de las que dice sí cuando quiere decir no. Ojalá más gente fuese así, más directa. Haría las cosas más fáciles. Si sé quién sos y vos sabés quién soy yo, ninguno de los dos va a perder tiempo”. Al fin de cuentas, como ella admitió en varias ocasiones: “Nunca quise ser una buena chica”.
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