La educación rígida en Escocia, la escuela punk en Inglaterra y la huida permanente de Italia: las vidas de Luca Prodan antes de llegar a Argentina

A 70 años de su nacimiento, un repaso por la historia errante del líder de Sumo en Europa. Vivió huyendo de las instituciones, de la ley y de la heroína hasta que llegó a las sierras de Córdoba para cambiar la historia del rock nacional

Luca Prodan en Córdoba

La historia es bien conocida y demasiado real como para que se le haya ocurrido a algún escriba de mitos. Cercado por las drogas, perseguido por las autoridades, atormentado por el suicidio de su hermana, al borde de la muerte tras un coma hepático, Luca Prodan se aferró a una foto para cruzar el mundo y estirar su vida siete años. En un intercambio epistolar con su amigo argentino Timmy MacKern, excompañero en el tradicional colegio Gordonstoun, lo cautivó la imagen apacible y familiar en las sierras de Córdoba, que contrastaba con la oscuridad que lo perseguía entre Italia e Inglaterra.

Luca aceptó visitar a su amigo en 1981 como última alternativa de supervivencia. Se afincó unos días en el barrio inglés de Hurlingham, en la casa familiar de los MacKern, y captó la atención de algunos amigos del dueño de casa, como su cuñado Germán Daffunchio, su amigo Alejandro Sokol, jóvenes rockeros del barrio. Pero él salía poco del altillo reservado para su estadía y repitió ese comportamiento ermitaño en los primeros días de Traslasierra. Necesitaba un tiempo para aclimatarse, para desintoxicarse, para dejar atrás ese pasado de fugitivo. Para planear, sin saberlo, una huida hacia adelante en la que iba a capitanear la banda que partió en dos al rock argentino.

Luca George Prodan nació un día como hoy hace 70 años, en una familia disfuncional y cosmopolita. “Mi madre (Cecilia) es escocesa, nació en China; mi padre (Mario) es italiano y nació en Turquía”, contó sobre un árbol genealógico que todavía tenía unas cuantas ramas para bifurcarse. Tercero en la lista, precedido por Michela y Claudia, Luca nació de imprevisto y en un grito de rebeldía. Cecilia rompió bolsa en su palco del teatro mientras veía una función de ballet. El bebé daba su primer grito punk y al mismo tiempo desafiaba a las convenciones sociales y a lo que el destino tenía pensado para él. Ocho años más tarde llegaría Andrea, su hermano menor, admirador y compinche, y reserva de la tradición oral y fotográfica de su vida.

Luca Prodan de niño

Escocia: la educación en el colegio de la realeza

Estricto, conservador y apoyado en su estatus económico en permanente ascenso, Mario Prodan quería para su hijo mayor la educación que él no había tenido y lo envió pupilo al exclusivo colegio Gordonstoun, en Escocia. Allí sufrió de entrada la discriminación y el maltrato de los británicos, que veían en un italiano casi lo peor que podían ver. Aislado, agredido verbal y físicamente, no tardó en responder por la misma vía. Tampoco en hacer buenas migas con Timmy MacKern, argentino, hijo de escoceses, parias amontonados por el viento que soplaba la flema británica.

Luca extrañaba horrores su país, y firmaba cada carta a la familia con la bota italiana, como relata su hermana Michela en Luca, el documental de Rodrigo Espina. Durante su estadía, no hacía caso a las normas, demasiado opresivas que planteaba el colegio al que iban los hijos de familias tradicionales del Reino Unido, incluidos los de la corona. Al respecto, vale citar una entrevista viral, rescatada por los programas de archivo en inmortalizada en YouTube, donde se ve a un Luca indignado y curiosamente pedante ante la observación de un periodista que hace mención su imagen de reventado. “Yo fui a los mejores colegios de Europa, fui al colegio con el Príncipe Carlos de Inglaterra. Yo hablo cuatro idiomas y medio.... ¿Que reventado?”, se queja en el fragmento del programa Aerosol.

Con la muerte de la reina Isabel II en septiembre pasado y la coronación de Carlos III semanas atrás, el nombre de Gordonstoun volvió a escena con uno de los tantos mitos que se le atribuyen al italiano: haber golpeado al hijo de la reina. Fue en ese contexto que Andrea escribió su versión definitiva de los hechos: “Luca se escapó de Gordonstoun porque no soportaba más el estilo de vida, y porqué extrañaba Italia. Carlitos y su familia no entraron en el asunto”, señaló, antes de hablar puntualmente del hecho que involucra al actual rey. “El presunto episodio del ‘cachetazo’ al príncipe Carlos es muy probablemente verdadero, ya que Luca mismo lo mencionó, y yo le creo a mi hermano. No pongan todos los indicios en el mismo bolso. Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Los quilombos que Luca armó en Gordonstoun fueron muchos. Carlos era casi un adulto al lado de Luca, con casi 4 años de diferencia de edad”, señaló el músico y actor en una publicación en su Instagram.

Luca Prodan en Gordonstoun, el último de la primera fila a la derecha (Instagram: prodan.andrea)

El relato de Andrea sugiere un spoiler de la historia. Claro está, Luca se escapó de Gordonstoun antes de terminar los estudios. Acá van algunos más. No iba a ser la primera ni la última de sus huidas. Y se llevaba a un amigo para siempre.

Italia: un fugitivo en su tierra

Cuando los Prodan se enteraron que su hijo se había fugado de la escuela, lanzaron el alerta a Interpol. Lo llegaron a buscar en sitios como Noruega, pero en una escena neorrealista, Cecilia vio como lo detenían a dos cuadras de su casa. Empecinado, Mario lo obligó a terminar lo que había abandonado en tierra escocesa y lo anotó en St. Georges, una escuela con orientación británica. Allí finalizó sus estudios y conoció a Linda Tricker, su novia durante casi diez años, la primera gran musa de sus canciones.

El Luca italiano se repartía entre la capital y los veraneos en el caserón familiar de Tarquinia, corazón histórico de la nación, y en ambas geografías las drogas empiezan a estar cada vez más presentes en su vida. Y a medida que dejaba la adolescencia se intensificaba el vínculo con su hermana Claudia. Por más que tenían diez años de diferencia, compartían una sensibilidad especial y el gusto por el rock and roll, con los discos iniciáticos de los Beatles y los Rolling Stones que para Luca iban a ser una puerta de entrada a un mundo sin fin.

Juntos empiezan a frecuentar las plazas de la ciudad eterna, y a experimentar cada vez con drogas más pesadas, llamando la atención de la policía que lo detiene por venta de hachís. Fueron unos meses en prisión, que le recordaban la opresión de sus años escoceses, aunque aquí le permitieron tener una guitarra a mano. Cuando recuperó la libertad, lo esperaba otro destino de encierro: el servicio militar. Motivo suficiente para emprender otra huida, que a medida que pasaba el tiempo se tornaban cada vez más peligrosas.

La formación clásica de Sumo

Inglaterra, el punk y el olor de la muerte

Mientras para el estado italiano era un desertor, Luca pasaba en Inglaterra los años decisivos de su adultez. Los primeros dos los vivió en Brighton, con ayuda del estado y viviendo en una cueva de la que entraban y salían toda clase de personajes a toda hora. Allí lo encontró Timmy y lo invitó a mudarse a su departamento de Londres.

En la capital inglesa Luca profundizó su espíritu de melómano empedernido, sostenido por su curiosidad y por un trabajo soñado: en una disquería empleado por Richard Branson, quien sería el fundador del imperio Virgin. Por sus manos pasaban los singles y eso le permitía estar a la vanguardia de lo que sucedía en una escena bien caliente. En aquel entonces, las disquerías eran sitios de intercambio de información y el italiano estaba bien visto por sus conocimientos. Vendía muchos discos sí, pero tomaba prestado unos cuantos más, lo que llevó al dueño a echarlo dos veces del local.

Luca Prodan

En 1975 ocurrió un hecho que va a ser clave años después. Timmy debió viajar a Buenos Aires de improvisto por la muerte de su padre, y pensaba regresar a los pocos días. Se despidió de Luca con un hasta pronto, pero no volvieron a verse hasta 1981. Por aquel entonces, el italiano vivía en su propio departamento en la capital inglesa y frecuentaba una escena rockera en ebullición en un país que se sumergía en una crisis sin precedentes.

Mientras tanto, el hippie que tocaba en la plazas de Roma había mutado en admirador del rock sinfónico más corrosivo y agudo -King Crimson, Van der Graaf Generator-, hasta que cayó rendido ante la filosofía punk. Estaba en el lugar indicado, en el momento preciso, observando cómo la historia del rock and roll cambiaba en tiempo real. En simultáneo, el reggae y el ska brotaban en los barrios de inmigrantes y los ojos y los oídos de Luca captaban toda la información posible y sentía que ya era hora de empezar a estar encima del escenario.

Formó The New Clear Heads, el grupo con el que registra su primer material, un demo de tres canciones que incluía “White Trash”, que rescató hasta convertirlo en un clásico maldito de Sumo. Se mezcló con los Joy Division y los The Police, dando lugar a mitos y leyendas que se multiplicarían luego de su muerte y entre tanta fábula se registra un hecho concreto. Le echó el ojo a la baterista Stephanie Nuttal, a quien convocaría luego para el primer Sumo. En paralelo, su vínculo con la heroína empieza a poner en jaque su vida. Y en eso, se llevó la de su hermana.

Timmy MacKern con Inés Daffunchio, sus hijas y su perra, la foto que trajo a Luca a la Argentina (Instagram: @prodan.andrea)

Hacía un tiempo que Claudia Prodan había ingresado en el laberinto de la heroína y no podía salir. En un pacto suicida, se encerró con su novio en un automóvil al costado de la ruta e inhalaron monóxido de carbono del caño de escape. “Es mejor morir de droga que vivir así”, decía una de las tantas notas que dejaron, según consigna Libertad divino tesoro, el libro de Oscar Jalil. La noticia salió en los diarios y castigó a Luca en lo más profundo de su interior, que sintió una mezcla de tristeza y culpa y llevó al límite su cuerpo una vez más. Tiempo después, fue ingresado con un coma hepático en el hospital de Londres.

Luca despertó de milagro, se volvió con su familia a Roma, y al llegar al aeropuerto lo esperaba la ley dispuesto a hacerle cumplir sus cuentas pendientes. Continuó con su recuperación en un hospital castrense y cuando su vida parecía destinada a la cárcel, las autoridades cerraron el caso declarándolo insano. Eso sí, le advirtieron que desde ese momento no podía votar en las elecciones y quedaba inhabilitado para ejercer cargos públicos. Dos noticias que no le preocuparon demasiado.

Pero no lograba deshacerse del todo de las drogas, y la amenaza de la sobredosis golpeaba fuerte a su círculo íntimo. Quizás alertado por tantos llamados de atención, golpeado por las muertes que picaban demasiado cerca, repara en una foto que le había quedado dando vueltas en la cabeza. Un retrato familiar que le había mandado su amigo Timmy MacKern junto a su mujer, sus hijas, su perra, con las sierras como telón de fondo. La vio como la única salida posible. Un contraste de luz entre tanta oscuridad.

El empujoncito final llegó con la detención de uno de sus amigos por tenencia de drogas. El novio de su hermana Michela le pagó el pasaje con destino a Ezeiza. Un vuelo de ida, sin saber lo que iba a ocurrir del otro lado del mundo. “Para mi familia fue un gran alivio verlo ir, porque se había enredado en tantos quilombos entre Italia, Inglaterra, las cárceles, su vida y las muertes que era la última y única esperanza”; analizó Andrea con crudeza en el libro de Jalil. De Hurlingham a Nono, Traslasierra, y a poner en marcha el Happy Valley Rock, con Ricardo Curtet, un guitarrista de Mina Clavero. En breve llegarían Germán, Alejandro y tiempo después Stephanie. Así nacía la primera formación de Sumo, y el rock argentino ya no iba a ser lo mismo.

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