Julieta Puente: “Nada me hace sentir más plena que ayudar a otras mujeres a que se empoderen y tengan una vida más linda”

En el último capítulo de la primera temporada de Dados Vuelta, el programa de entrevistas en el Parque de la Costa, la conductora de Biri Biri, por República Z, habla de cómo le cambió la vida sus clases online gratuitas de gimnasia. Además, la traumática muerte de su mejor amigo en su adolescencia

La periodista e e influencer fue entrevistada por Diego Iglesias dentro del ciclo "Dados Vuelta"

—¿A qué edad te fuiste de Gualeyguachú y viniste a Buenos Aires?

—A los 17 dije: “Me voy a Buenos Aires y voy a ser sí o sí periodista. Quiero estudiar Periodismo”. Y estudié Comunicación Social.

—¿Y cuál fue tu primer trabajo de periodista?

—Hice una pasantía en Revista Viva; estuve dos años.

—¿Tu primera nota fue con Nicolás Francella?

—Sí. Me tocaban historias de vida, nunca un famoso porque, obvio, tenía que hacer un recorrido para llegar a eso. Y un día una compañera se enfermó y le tenía que hacer una nota a Nico Francella. Yo fui y dije: “Por favor, denme esta nota que necesito hacerla, que necesito tener la experiencia”. Y era justo también su primera nota, la de Nico. Nunca le habían hecho una nota para ninguna revista, para nada. Fue nuestra primera nota, y siempre que nos cruzamos nos acordamos de eso. Y desde ese día dije: “Yo quiero hacer esto”. Pero bueno, yo no tenía a nadie conocido, ningún contacto, sólo estaba trabajando ahí y estudiando en la facu. Así que fui, toqué la puerta de Revista Pronto y dije: “Quiero trabajar acá”. Así entré, y estuve tres años.

—¿Quién te atendió cuando tocaste la puerta?

—Me atendió Tartu (Augustu Tartúfoli, ex director de Pronto). Me dijo: “No, mirá... Estamos por contratar. Ya tenemos decidida a una pasante. Perdón, pero si querés, dejá tu currículum”. Y me cierra la puerta. Yo dije: “A esta la conozco, cierran la puerta y a mi currículum, lo tiran. Yo de acá no me voy”. Me acordé que una amiga estaba saliendo con Nico Cabré. ¡Pobre mi amiga! Igual es una anécdota, ya en ese momento medio que nos peleamos, porque dije: “Yo la mando al frente”.

—¿Traicionaste a una amiga para conseguir un trabajo?

—Fui como muy impulsiva. Vuelvo a tocar la puerta, me abre Tartu y le digo: “Yo sé quién es la nueva novia de Cabré”. Se me cagó de risa. Dijo: “¡¿Qué, qué?! Bueno, hagamos una cosa. Todavía no contratamos a la otra chica. Si vos de verdad tenés info posta, pásame cuándo se van a ver o algo, y cuando tengamos la foto, que va a ser la próxima tapa, ahí te llamamos y te hacemos una entrevista de verdad”. Yo obviamente hice mi trabajo de periodista, investigué todo, y a la semana siguiente, ¿cuál fue la tapa? “Nico Cabré y su nueva novia”. Y yo tuve mi entrevista. Entré. Y fui y se lo blanqueé a mi amiga, porque ella me dice: “¡¿Cómo se enteraron ellos?!”. Y yo justo dos semanas después entré a trabajar ahí.

—Me imagino que tu amiga no confió nunca más en vos…

—No. Nos reímos porque le dije: “¡Amiga, te juro que fue esto!”. Yo no sé mentir y no me sé guardar secretos, entonces le dije la verdad, de una. Y nos terminamos riendo esa misma noche, eh.

Julieta Puente, la invitada de Diego Iglesias al último capítulo de la primera temporada de Dados Vuelta

—¿Y tu primera nota en tele con quién fue?

—Con Marcelo Tinelli. Muy flashero. Llegué y justo en ese momento arrancaba el nuevo Bailando y me dijeron: “Bueno, vas a hacer la nota vos”. Y creo que está rebueno eso porque te vas curtiendo. Y nada, fue relindo porque después terminé cubriendo el Bailando todas las noches.

—Después de la gráfica y la televisión, ahora estás trabajando en un canal de streaming, República Z. ¿Cómo es esa experiencia?

—Estoy muy contenta, conduciendo mi programa, Biri Biri. Trabajar en gráfica un montón de años, trabajar cubriendo las redes de ShowMatch, hasta que por fin ahora me llegó la oportunidad que tanto buscaba, que era conducir un programa, y decir: “Bueno, ahora sí puedo lucirme como conductora”. Más en un formato de streaming, que creo que hoy es lo que más se adapta a mi personalidad.

—Contaste que tuviste un trastorno alimentario. ¿A qué edad fue?

—Empecé a los 14 con anorexia. A mi mejor amigo le diagnosticaron cáncer, tenía un tumor en el nervio óptico, en el cerebro. Yo creo que el error fue que nunca me dijeron qué es lo que iba a pasar con él, porque como yo era chica, no sabían cómo decírmelo. Y me fui dando cuenta sola. En ese proceso de darme cuenta sola, mi amigo de repente quedó ciego y me lo dijo él a mí. Nadie vino y me dijo: “Che, Juli...”. No sabían cómo llevar el tema conmigo. Éramos como hermanos, la verdad. Y sin darme cuenta, se ve que lo canalicé por la comida y empecé a dejar de comer. Cuando me quise acordar, ya estaba muy enferma: medía lo mismo que mido hoy y pesaba 37 kilos. Hoy debo pesar 54, o sea, imaginate... Fue el peor estado de mi vida: se me había caído el pelo, tenía muchas ojeras. Era fanática de entrenar pero no podía hacerlo porque no tenía fuerza. Fue como una época muy muy dura. Mis papás se dieron cuenta de que yo no estaba sana, que no estaba bien.

—¿Y a partir de ahí, qué pasó?

—Ahí vinieron muchos años en los que, para mí, lo peor no fue el transitar la enfermedad sino, salir adelante. Porque ahí es cuando más tenés que verte a vos misma, lidiar con lo que te está pasando, sabiendo que lo que estás haciendo no está bien.

—¿Qué le dirías a las mujeres que están sintiendo mucha presión sobre su cuerpo?

—Tengo el discurso que por ahí es distinto a lo que tienen otras personas, tipo: “No te tenés que sentir mal”. A veces uno no puede evitar cómo se siente. Si vos estás sintiéndote mal y no te gusta cómo estás, yo lo que te digo es: “Tenés un montón de opciones, empezando por hoy, no por mañana”. Ahí viene la disciplina, la constancia, que son la clave de mi vida. “Hacé algo para verte mejor, ya sea subir de peso, bajar de peso, sentirte mejor anímicamente. No te quedes en el lugar en el que estás. Hacé algo, pero no hagas lo que hice yo”. Pero pasa mucho, ¿viste?: “Che, no me gusta cómo estoy, dejo de comer”. “No, si no te gusta cómo estás, arrancá un gimnasio, andá a un nutricionista. Entendé que ese proceso lleva tiempo”. Por suerte no tuve otra enfermedad, pero yo digo: “Debe ser una de las más duras de llevar porque estás vos, con vos mismo”. Y vos podés tener 300 personas alrededor todos los días diciéndote: “No estás bien, te voy a ayudar”. Pero si vos no querés estar bien y no querés que te ayuden, si no parte de vos, no vas a poder salir, aunque las 300 personas, 300 médicos, estén disponibles para vos. El click lo tenés que hacer vos. Siempre pongo mi ejemplo: mi vida es mucho más feliz desde que yo salí adelante de la anorexia. Mi vida es como mucho más linda, y yo me siento mucho más cómoda. Me acuerdo que pensaba: “Huy, si yo tengo más kilos… No, no, no voy a ser linda. No me va a ir bien, no esto, lo otro...”. Y en realidad, era todo lo contrario.

“Mi vida es mucho más feliz desde que salí adelante de la anorexia”, le contó Julieta Puente a Diego Iglesias

—Durante la pandemia empezaste a dar clases gratuitas de gimnasia en Instagram y ahí surgió lo que después llamaste El Cardio de la Felicidad. ¿Qué significa para vos después de todo lo que pasaste?

—Es lo más lindo que hice desde que nací, básicamente.

—¿Por qué te gusta tanto?

—Siempre disfruté mucho entrenar, pero siempre lo hice sola. Y en pandemia no se podía entrenar. Parte de mi proceso de sanar y curarme del trastorno de alimentación es lo controladora y lo disciplinada que soy: todos los días sabía que iba al gimnasio. Y de repente, no tenía más el gimnasio...

—Y tuviste que empezar a entrenar en tu casa porque no te quedó otra.

—Claro. Pero no me gustaba. Un día subí y bajé las escaleras, 80 y pico de veces, porque no llegué a 100 me acuerdo. Mi novio dijo: “Hay algo que acá no está bien”, y nos reíamos de la situación. Un día dije: “Voy a hacer un entrenamiento en Instagram. Invito a mis amigas. Que se conecten ella”. En ese momento tenía 70 mil seguidores, era más de nicho porque yo corría mucho. Y lo hice una vez, lo hice dos veces. En plena pandemia estricta, un día llego a tener 22 mil personas en vivo. Otro día, 24 mil. Dije: “Esto se me fue de las manos”. Claramente, a la gente le estaba gustando entrenar.

—¿Ahí fue cuando te diste cuenta de que algo estaba pasando?

—Claro. Y aparte, del otro lado había familias enteras. Todos los martes y jueves, en plena pandemia, había 40 mil personas entrenando. Y empecé a sentir que hacer eso me daba felicidad, me daba alegría. Me encantaba sentir que motivaba a que otras personas a que se movieran, y no me pasaba cuando iba a mi trabajo, en ese momento en Canal 13. No me sentía de la misma manera, plena y feliz. Entonces, un día fue mi novio el que me dijo: “Este es el momento de animarte. Te hace bien, vamos con esto”. Los entrenamiento siempre los hice gratis, hasta el día de hoy; nunca los haría de otra manera porque siento que es la manera de ayudar a que otras personas se muevan. Y creo que eso responde a tu pregunta de lo que más me gusta. ¿Por qué es lo que más me gusta? Porque no hay nada que a mí me haga sentir más plena que poder ayudar a que otras mujeres salgan adelante de los problemas que enfrentan. Que se animen algunas a los 50 años a darse cuenta de que entrenando se sienten lindas, se pueden poner una pollera, una bikini en la playa. Que para mí, eso no es una boludez. Sentir que puedo ayudar a que otras mujeres se empoderen y tengan una vida más linda. Algunas más “¡wow!”, otras más tranqui, adentro de su casa, pero sintiéndose contentas con ellas mismas. No hay ninguna nota, ningún famoso que me haga sentir lo que me hace sentir eso. Y aparte, algo que nunca lo expresé, pero que me pasa mucho, es que la gente dice: “Huy, vos me reayudaste con El Cardio”. Pero yo siento que el momento clave en el que yo sané del todo mi anorexia, en el que yo dije: “Che, de verdad me siento recuperada, nunca me va a volver a pasar”, fue cuando empecé a hacer esas clases.

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