Martín Liberman festejó el primer año de Milo en familia: “Me emociona verlo con su hermano”

El periodista deportivo, que ya es papá de Blas de 14 años, celebró el aniversario del bebé que tuvo junto a su actual esposa, la bailarina Ana Laura López

Martín Liberman junto a su esposa, Ana Laura, y sus hijos Blas y Milo (Hobby Studio Creativo por gentileza de familia Liberman)

“¿Te digo la verdad? Yo no era muy partidario de festejarle el año”, se sincera Martín Liberman en diálogo con Teleshow. Este sábado, el periodista deportivo y su actual esposa, la bailarina Ana Laura López, celebraron el primer aniversario de Milo en los jardines de la planta baja de su edificio. El bebé sopló las velitas junto a su hermano Blas, fruto del primer matrimonio de su padre, y todos sus seres queridos. Y, aunque al principio se mostraba reacio en relación a semejante acontecimiento, el conductor de Liberman en línea (Late 93.1) terminó llorando frente a todos los invitados al momento de decir unas palabras.

—¿Por qué no querías el festejo?

—Milo cumplió uno el martes 9 de mayo. Y, para mí, los nenes no entienden nada al primer año. Me da la sensación de que los abrumamos, porque pasan de mano en mano y les pedimos mil fotos. Pero Anita estaba totalmente convencida de que había que festejar. ¡Lo quería más ella que el chico al cumpleaños, obviamente!

Milo en brazos de su hermano Blas (Gentileza)

—Es que es un lindo recuerdo...

—Sí, claro. Y, finalmente, estuvo divino. Pero yo soy un tipo que no se relaja mucho en estos eventos. Soy muy anfitrión, así que estuve pendiente de todo y no me senté ni un minuto. De hecho, hay cosas que ni siquiera probé. Un amigo me decía: “¡Qué bueno que estaban los langostinos y los pinchos de bondiola!”. Y yo no vi nada de todo eso.

—En general, el que organiza es el que menos disfruta.

—Pero me gustaría ser más relajado, sentarme y dejar que me sirvan. ¡Si no tenía que estar parado todo el tiempo! Además, yo lo que no quería era terminar haciendo dos festejos, que es lo que terminamos haciendo.

—¿Por qué?

—Porque yo quería hacer todo el martes. Pero Anita me fue llevando de a poco al sábado, como para que pudiera venir más gente. Y después me dijo: “¿Cómo el día del cumpleaños no vamos a hacer nada?”. Así que hicimos primero una reunión íntima, solo con la familia, y después el gran festejo.

Milo anda por todos lados, pero gateando (Gentileza)

—¿Quiénes estuvieron presentes?

—Mis padres, los padres y la hermana de Anita, la bisabuela de Milo que es la abuela de mi mujer porque, lamentablemente, la mía no está en condiciones de salir de su casa. Estuvieron los padrinos, Nazareno y Tamara. Y todos nuestros amigos y nuestra gente querida, salvo algunos pocos que no pudieron venir. Mi hermana Romina, que vive en Miami, estuvo por videollamada, por ejemplo.

—¿Milo ya tiene sus propios amiguitos?

—Sí, él va a un jardín maternal rodante. Van mutando de casas, así que conoce a algunos chicos que vinieron a jugar con él en el cumple.

—En los días previos al primer cumpleaños los padres se ocupan de enseñarle al bebé a soplar las velitas...

—Y no hubo caso. Lo intentamos, ¿eh? Pero no, lo ayudaron el hermano y el resto de la familia.

La ambientación estuvo a cargo de Pequeña Carpintería y la plaza blanda de MagicLand (Gentileza)

—¿Ya empezó a caminar Milo?

—No. ¿Viste que los nenes son un poco más pachorra que las nenas? Bueno, él lo que tiene es que es súper parlanchín. ¡Digno hijo de una cantante y un periodista, porque no para! No sé ni qué dice, pero desde los seis meses que repite la entonación de todo lo que le dicen. Y se hace entender en un dialecto propio. Así que a todos les llama la atención como habla. Pero de caminar, nada.

—¿Gatea?

—Sí, anda por toda la casa. Es un gateo medio de reptil. Es decir, repta más de lo que gatea. Pero no para. Es muy rápido para algunas cosas y viene lento con otras. Aunque todo depende de cada chico, ¿no?

Los invitados de Martín, Ana Laura y Milo disfrutaron del servicio de Pizza Cero y ByC cátering (Gentileza)

—Vos ya tenés experiencia con el más grande...

—Blas cumple 14 años el 30 de mayo. ¿Y sabés de qué me di cuenta? De que no me acuerdo de nada. ¡Te juro! No sé ni cuando empezó a caminar, tengo una memoria muy frágil para esas cosas. Lo que sí me pasa con esta paternidad, es que estoy mucho más miedoso que en la otra. Rarísimo.

—Esto tiene que ver con la edad: uno se va poniendo más cauto con los años.

—Puede ser. Empiezan los achaques de uno mismo y llegan los miedos. Pero la verdad es que me preocupo mucho más que antes. Teóricamente, la experiencia debería jugar a favor. Pero no es el caso. Y eso que no era tan pendejo cuando tuve a Blas, tenía 34. Pero bueno, pasó el tiempo.

—Y volviste a los pañales...

—Sabés que yo no entendía cómo era amar a dos hijos, habiendo tenido uno solo durante tanto tiempo. Y es impresionante el sentimiento que aparece, sobre todo, al verlos juntos. Yo soy tan feliz. Porque me preguntaba mucho cómo se llevarían y cómo sería Blas con su hermano.

El candy bar y la pastelería fue de Pasteles de Luz, los globos de Promo Globos y los souvenirs de Claudai Cordobez (Gentileza)

—¿Y?

—¡Lo ama! Los dos se aman. Cuando Milo lo ve, en su idioma lo empieza a llamar y se empieza a reír. Entonces Blas lo abraza. Y es hermoso verlos. Al bebé le cambia la cara cuando llega su hermano y a mí me emociona verlo con él. A tal punto, que Anita el otro día me dijo algo que me conmovió.

—Contame.

—Yo le había explicado que ya no tenía ganas de repetir, la verdad es que no tengo ganas de tener más hijos. Quiero disfrutar de mi vida y no quiero seguir cambiando pañales. Y ella me contó que, al ver lo que tienen Milo y Blas, ella misma sintió que no era una necesidad. Porque Anita tampoco sabía cómo iba a ser esa relación. Pero la verdad es que el rol de hermano está totalmente cubierto. Yo los veo jugando y me vuelvo loco, no lo puedo creer. ¿Y sabés qué?

—¿Qué?

—En un momento de la fiesta, yo la jorobaba a Anita para que dijera unas palabras, porque no le gusta hablar en público. Entonces, después, todos me pidieron a mí que dijera algo. Y, fiel a mi costumbre, me puse a llorar. ¡Yo parezco duro pero lloro todo el tiempo! Y arranqué diciendo: “No pienso llorar”. Pero a los dos minutos estaba con los ojos llenos de lágrimas de felicidad.

Liberman, Anita y Milo junto a la maquilladora y ambientadora Cintia Pereyra (Gentileza)

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