Guido Kaczka y la “trampa” sobre las nuevas formas de hacer televisión: “¿Hasta cuándo vamos a decir que todo está cambiando?”

En esta entrevista exclusiva con Teleshow, el conductor de Los 8 escalones analiza la transformación de la industria del espectáculo, habla de las presiones de ser líder y explica por qué no le da bolilla a las redes sociales

Entrevista a Guido Kaczka: un conductor con un estilo propio y reconocible (Videos: Gastón Taylor)

“A mí siempre me gustó la tele en su conjunto, desde muy chiquito. Eso que le pasa a los chicos que quieren jugar al fútbol todo el día, y están en la cancha desde muy nenes, a mí me pasó con los estudios de televisión”. Guido Kaczka tarda apenas unos minutos de su charla con Teleshow para declarar su amor incondicional hacia el medio que casi lo vio nacer. La frase suena a declaración de principios, a pensar que hay algo todavía de ese niño que se le plantaba de igual a igual a una leyenda como Juan Carlos Mareco, que le insistía a sus padres para que lo lleven a jugar ahí. Menos desfachatado quizás, más aplomado seguro, con los rasgos súper reconocibles a pesar del paso del tiempo. Y con el mismo amor de siempre.

El ala del hall del Centro Cultural 25 de Mayo resume el estilo entre clásico y moderno que Guido desarrolló a lo largo de su carrera, y que elige creer que todavía está desarrollando. En un rato disertará en la Cumbre Internacional de Jóvenes Líderes, donde lo escucharán adolescentes a punto de terminar el colegio y lanzarse a la aventura de la vida. Va a mirar sus edades y se va a reflejar en aquel actor de Clave de Sol, ¡Grande, Pá! o Chiquititas, mega éxitos de una televisión que ya no es como era. Verá pasar 40 de sus 45 años ligados al mundo del espectáculo. Y se le dibujará una sonrisa al pensar en el traje de actor, que guardó hace casi dos décadas, del que solo queda gratitud y un dejo de nostalgia.

Con el look clásico que asoma en la conducción de Los 8 escalones, apenas descontracturado sin corbata, Guido se parece mucho al profesional que lidera las mañanas de FM 100 y las noches de El Trece, donde da pelea mano a mano a los tanques que le pongan enfrente. El tiempo le enseñó que hoy se gana, que mañana se pierde, pero que es algo secundario siempre que se intente y que se esté orgulloso con lo que uno hace. Y en ese camino transita una charla sobre el rating, la fórmula del éxito, la televisión que fue y la que vendrá y el deseo algo contenido de que sus hijos sigan sus pasos.

Guido Kaczka durante su exposición en la Cumbre Internacional de Jóvenes Líderes

—¿Cuándo sentiste que el actor tenía que descansar?

—Empecé en la conducción no como una decisión de dejar algo por otra cosa, sino más por una cuestión de ir encontrando aquello más auténtico. Cuando empecé a trabajar más de conductor y de productor, el nombre con el que se me veía en la tele coincidía con mi mismo nombre; como actor sos, por ejemplo, Joaquín, a quien lo interpreta Guido. Sentía que quería ser más auténtico y soy feliz haciendo esa tarea.

—Bueno, hoy para la televisión sos Guido y no hace falta agregarle el apellido, algo reservado para pocos. ¿Sos ese Guido que querías ser?

—Me parece que lo vas haciendo todos los días. Es verdad que hay momentos donde sentí más claramente que tenía un estilo, pero ese estilo es insistir mucho con algo. A veces puede estar bien, a veces puede estar mal, pero insistir es un valor en sí mismo; ser tenaz y seguirla más allá del momento. Ahí es donde se arma el estilo, y en este caso se lo puede llamar también la marca, pero también es cierto que lo que es bueno también es una mochila, porque repetirse sería dejar de tener ese estilo. De hecho, cuando lo encontraste es porque estabas probando, exponiéndote, equivocándote. La única manera que vas aprendiendo es errando.

—Relaciono esto con el fenómeno de Los 8 escalones: un formato probado dentro del estilo clásico de los programas de preguntas y respuestas, pero al que a cada rato le vas sumando algún condimento. Aun a riesgo de equivocarte.

Escalones tiene esa particularidad. Es un programa clásico, con una estructura que uno conoce de memoria. Sin embargo, cada programa es muy distinto. Y en ningún momento pienso que ya está, o que más o menos lo tengo. Y en la radio me pasa lo mismo. Me parece que no hay fórmulas, pero digamos que esto puede ser acercarse un poco a la idea. Como fórmula, uno puede decir que no hay fórmulas y se trata de estar buscando todo el tiempo.

—¿Sos muy autoexigente en tu trabajo?

—Sí, soy exigente y trabajo bastante en terapia para tolerar más los errores. En definitiva, un poco tarde, pero te vas dando cuenta que le vas a pifiar, y si sufrís tanto por eso, perdés; hay que preocuparse por las cosas que valen la pena, no ponerse tan mal por los errores.

Guido Kaczka y la "trampa" de las nuevas formas de hacer televisión

—¿Cómo es ser líder en televisión en un momento en el que el soporte está amenazado por las nuevas tecnologías?

—Esto no es algo con lo que me enganche porque tiene algo de trampa. Me parece antiguo hablar de lo nuevo… hace muchos años que venimos diciendo que hay cosas nuevas, entonces tan nuevas no deben ser. ¿Hasta cuándo vamos a decir que todo está cambiando? Todo convive, me parece a mí. Y también hay una intención amenazante, porque lo nuevo parece ser una cosa siempre buena, pero aparece esto de la inteligencia artificial, y uno termina como en una trampa que no nos conviene. Lo mejor que tenemos para vivir la vida más intensamente son las relaciones, y la relación somos dos y tenemos que estar dispuestos a encontrarnos y a ceder; que no sea todo como yo quiero en esta entrevista, ni que tampoco sea todo como vos querés; bueno, si nos salimos de nosotros lo que está en el medio es lo que cuenta.

—También te va muy bien en radio. ¿Sos más de disfrutar o de sufrir el liderazgo y las presiones?

—Me gusta. Yo sé que por ahí hay una idea de la gente con respecto a la tele y a la radio que nos volvemos muy, muy locos. En mi caso particular, la audiencia es un recontra dato pero no es el primero. Si la audiencia está más o menos bien, ojalá que sea primero, pero si soy segundo o tercero, bueno, ya no es un dato que le dé tanta bolilla. No tengo esta cosa de que lo único que vale es ser número uno, porque no nos conviene a ninguno. El liderazgo me parece que tiene más que ver con una función dentro de un grupo; es un carácter y es quien debe ocuparse de algunas cosas mientras otros se ocupan de las que no puede ocuparse el líder. Esta idea también de que el líder es mejor que el otro, es como pensar en el cuerpo humano que el cerebro o el corazón es mejor que los riñones. Cada uno tiene que cumplir su función y tratar de hacerlo lo mejor posible.

—¿Esta manera de pensar explica tu ausencia de las redes?

—Tengo un Instagram pero no le doy mucha bolilla... No es lo mío tampoco, a veces se presenta como una oportunidad, como algo que estás desaprovechando. No algo que lo merecieras, sino como una oportunidad transitoria, que vos tenés que manotear. No le doy bolilla pero no tiene que ver con que sea una tecnología nueva; si sale algo que se puede empezar a oler para la tele y me va a servir para Escalones, no tengo problema. Para que me interese tengo que tener un para qué, un propósito que por ahora no lo encuentro.

El trabajo como hobbie y el productor que no descansa

Así como un día dejó de actuar con naturalidad, Guido tampoco encuentra un quiebre puntual antes de zambullirse en el camino de la producción. “Siempre me gustó la tele integralmente”, arriesga como si no hubiera quedado claro en lo que va de la charla. Cuenta que pasó por la carrera de Imagen y sonido en la UBA. Y un día se encontró formando parte del qué y del cómo en la industria. “Compramos Endemol, se hizo Kuarzo, me puse como socio de la de la productora, pero me parece que para seguir haciendo lo que me gusta obvio”, resume.

Guido Kaczka (Fotos: Gastón Taylor)

—¿Es difícil producir en la Argentina de hoy?

—Producir es bien complicado obviamente, pero también soy bien agradecido. En Argentina, por lo menos para mí, porque seguro sea muy difícil para algunos, pero nosotros en Kuarzo logramos cierta eficiencia y que las cosas funcionen hace ya varios años.

—Sí parece ser un tiempo difícil para la ficción en la televisión.

—Está difícil en la tele de aire. Pero me parece que todos los que producimos más que pensar en televisión tenemos que pensar en televisor; porque ahí es donde vemos las plataformas. O sea que hay lugares donde producir. Está complicado y es casi una doctrina mía: está mal, pero no tan mal. Hay ficciones nacionales que se están dando por Netflix, por Amazon, nosotros con Kuarzo producimos con Disney y la verdad es que ahí hay una oportunidad. En la tele abierta está más difícil, pero bueno, de repente aparece un suceso como Gran Hermano y ahí entendemos que el problema no es la televisión sino que hay que seguir laburando mucho en los contenidos.

—¿Fue difícil tener enfrente a un producto que hacía más de 20 puntos de rating?

—Fue una sensación encontrada, porque lo produce Kuarzo o sea que lo conocía bien al proyecto; pensaba que podía andar muy bien con la conducción de Santiago del Moro, que es con quien laburo en la radio este todas las mañanas y estaba fantástico. Obviamente yo empujaba para Escalones, y a nosotros nos iba bien contra Gran Hermano. Muy bien. Entiendo que por ahí alguno te puede decir “pero no hacías el número más alto del día...”. No me preocupa, con tantos años laburando en esto estoy como acostumbrado y siempre miro la mitad del vaso lleno

—El actor está en pausa hace largo rato. El conductor tendrá sus momentos de relax. ¿El productor descansa?

—No. Pienso todo el tiempo en mi trabajo, pero porque me gusta. Siempre dependemos de algo, y a mí el trabajo me hace mejor la vida, no tengo un problema en disfrutar de eso. Me gustan las vacaciones, pero no me gustaría estar mucho tiempo sin hacer lo que lo que es mi hobbie, además de mi laburo. Yo disfruto realmente cuando estoy en la tele y en la radio, y me imagino que cuando el público se engancha con alguno de mis programas, me debe mirar y debe pensar: “Che, a éste le gusta lo que hace”.

—Sí, se nota. Y varias veces dijiste que es algo que disfrutás desde siempre. ¿Te gustaría que tus hijos pasen por algo parecido? Vos hiciste tu propio camino, pero se habló mucho en el último tiempo de los nenes que trabajan en el espectáculo.

—Cuando se habla del trabajo infantil a veces se arma como una ensalada. Un nene trabajando en una película porque es su actividad es como un nene practicando tenis si el día de mañana va a ser profesional, un poco era así lo mío. La tele tenía un rigor distinto del de hoy, yo jugaba al fútbol con los cámaras, entraba todo transpirado, me re divertía. Mirábamos todo el tiempo a la cámara y nadie se quejaba. Yo no viví de nene la etapa más profesional de la tele, si bien tenía tenía sus cosas en aquel momento. Pero bueno, si alguno de mis hijos me demuestra que quiere, como me pasaba a mí, lo voy a acompañar, como lo haría con cualquier actividad.

—¿Te gustaría?

—Y bueno, yo fui muy feliz. Desde mi experiencia yo diría que estaría bueno que alguno me muestre que le re va el asunto. Pero eso es porque uno proyecta lo que lo que vivió y quiere lo mejor para los hijos. También conozco muchos que empezaron conmigo y que dicen que no va para los chicos, y lo entiendo. Como siempre, depende del caso particular y el contexto en el que se haga.

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