“Este libro es un tributo a mi hija y una expresión desbordada y honesta de la experiencia que me tocó vivir. Una tragedia que me atravesó como un rayo y me dejó vacío. Me costó años asimilarla y de alguna manera sigo transitando el desierto, pero seguí viviendo. En estas páginas hablo acerca de mi niña y mis pesares. También de las herramientas que me sirvieron para iluminar noches oscuras. Espero que puedan servirle a alguien. Que quienes están atravesando una pérdida, sufriendo o acompañando un duelo, puedan encontrar algo de alivio y esperanza. Una pequeña luz en mitad del océano cuando no vemos la orilla”.
Benjamín Vicuña presentó Blanca, la niña que quería volar, el libro que escribió en homenaje a su hija mayor, fruto de su relación con Carolina Pampita Ardohain y que murió a los seis años, en septiembre de 2012. “Espero que este relato pueda servir y acompañar a muchos que miran el cielo día y noche, con más preguntas que respuestas”, dijo sobre el escrito que presentó en la Feria del Libro de la Ciudad de Buenos Aires y que este jueves salió a la venta.
Desde entonces, se fueron difundiendo distintos fragmentos que escribió el actor chileno. “Un cuerpo que no es”, se titula el fragmento en el que cuenta que vistió a su hija para el su último adiós, aquel que se llevó a cabo en Chile, en el que hubo una suelta de globos blancos, rosas blancas, y el coro entonó los temas “Vos Sabés”, de Los Fabulosos Cadillacs, y “Guapa”, de Diego Torres, cuya letra dice ”y como un ángel cuidarás de mí “.
“Me tocó vestir a mi hija para su funeral -escribió Vicuña- Y digo me tocó, porque fue una amiga de Carolina la que me llamó y me dijo: ‘Benjamín, necesito que vengas a vestir a Blanca’. Lo que me estaba pidiendo me parecía espantoso, una verdadera pesadilla, y mi primera reacción fue negarme”, contó el actor y reprodujo sus palabras en ese entonces: “Yo no voy a hacer eso”. “Me quería quedar con la imagen de mi hija corriendo, en un tobogán, arriba de la cama, saltando, cantando -explicó-. pero la amiga de Carolina me repitió sin dejarme ningún margen: ‘Vas a venir’”.
Vicuña contó que finalmente lo hizo y que hasta el día de hoy -”y siempre”- se lo agradece a la amiga de su exmujer. “Porque en ese momento me di cuenta de que Blanca ya no estaba ahí. Ver el cuerpo, cumplir con determinados ritos, es algo necesario para poder despedirte, o empezar a despedirte”, indicó.
“Porque, dejémonos de eufemismos. La muerte es fea, tan horrorosa, es tan duro su rictus que verla te ayuda a entender de una cachetada que esa persona amada ya no está ahí”, continuó.
Por su parte, contó que recién dos años después de la muerte de su hija pudo reunirse con el médico que la había atendido en la clínica de Santiago de Chile, para explicarle lo que había sucedido. “En su momento, por el shock, no había terminado de entender qué carajo sucedía. Luego uno empieza a hacer conjeturas, a pensar que hay un responsable, que alguien hizo algo mal. Pero no, es lo que tenía que pasar”, escribió Benjamín Vicuña.
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