—Dentro de poco vas a publicar tus primeros temas musicales. ¿Cómo estás con eso?
—Muy emocionada, realmente. Lo esperé con muchas ansias. Es un paso más a lo que siempre quise ser. El camino sólo me lleva a volver a encontrarme siempre conmigo misma. Siento que siempre va a haber una Tuli nueva por descubrir. Siempre pensé que lo normal era encasillarme en “soy esto”, como por ejemplo me pasó de “soy bailarina”, y mi sueño tiene que ser en base a eso. Y cuando me encontré con este vacío, por así decirte, que el mundo lo impulsó también un poco, a todos, con la pandemia, que frenó todo y fue como: “Pará, ¿realmente soñás esto? ¿Realmente querés ser sólo esto?”. Y como no quería quedarme como en esta frustración de “bueno, no estoy haciendo nada”, dije: “¿Qué más puedo hacer?”. Siempre hay cosas que hice de inconsciente en mi cuerpo, en mi forma de ser, en mi hablar, y frenando un poco y analizándome, dije: “Okey, ya descubrí qué soy”, por así decirlo. Siempre soy un poco más de algo, ¿viste? Por eso viene el lado de la dualidad, no sé si te diste cuenta.
—No. A ver…
—Tengo tatuajes todos rojos de un lado y todos negros del otro. Mis maquillajes son mitad y mitad. Una vez que me di cuenta qué era o qué cosas hacía de inconsciente, y dije: “Siempre me gustó algo más que el baile, algo más que el stream, algo más que esto. ¿Por qué no llevarlo aún más a más cosas?”. Como, por ejemplo, mi pelo.
—¿En tu cuerpo se traduce eso que vos definís como tu dualidad?
—Exactamente. Estuve dos años haciendo música sin sacar un tema. Y encontrando esta dualidad mía en la música, en lo que quería escuchar, y en lo que quería escuchar para bailar también. Algo que me dejó el baile es el ritmo, no sólo la pasión por la música, sino esto de poder encarar la música desde otro lado.
—Claro.
—Este EP es música que hice para poder bailar. Para hacerme mover a mí y hacer mover a la gente. Lo compuse desde un lado muy rítmico y musical que mi oído lo pedía. O sea, hay veces que estaba trabada en el estudio y decía: “¿Qué me pide la música?”. Y me paraba y me ponía a bailar. Y si me pedía un stop, decía: “Ah, bueno, entonces tengo que dejar que acá fluya el beat solo”. ¿Me explico? Mi composición fue desde otro lado también.
—¿Tu composición musical estaba también muy marcada por lo corporal?
—Exacto.
—Estás en pareja con uno de los músicos más populares de la música urbana: Lit Killah. ¿Cómo es tu relación con él?
—Él tiene esto de que su carrera también es su prioridad, ambos somos así. Entonces, es acompañarnos en eso. Podemos soñar cosas juntos y por separado, y sabemos que lo podemos hacer. Somos bastante independientes en eso.
—¿Para poder mantener una pareja con tanta exposición, es clave que cada uno tenga una vocación y una pasión?
—Total, total. Porque sabemos que lo que tenemos juntos es para nutrirnos y para apoyarnos. Qué se yo, no sólo la felicidad individual, sino la felicidad del otro: “Tu felicidad me hace feliz a mí”. Y aparte, yo estoy haciendo cosas que me hacen feliz. Entonces, es como que vivimos eso lindo, constantemente.
—¿Cómo te llevás con las críticas o con la gente diciendo cualquier cosa de vos en redes?
—Yo creo que en cierto punto, lo tenés que aprender a manejar. Hubo una etapa en mi vida donde me pasó eso de que todo el público que tenía, de repente se me dio vuelta. Pero siento que me sirvió mucho para aprender.
—Tenés millones de seguidores en tus redes, es decir, tenés varios medios de comunicación a tu disposición. ¿Sentís una responsabilidad con eso?
—Total, total. Eso también hace que sea muy consciente a la hora de hablar, si tengo que decir algo. También dejar en claro que mi opinión sigue siendo una opinión, cada vez que la digo. Porque tampoco me gusta privarme de todo lo que pienso por miedo a mal influenciar o cambiarle la opinión a otra persona. Mi punto y mi comunicación con la gente siempre es como “bueno, yo pienso esto, pero ustedes pueden pensar lo que ustedes quieran”.
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