Entrevistar a Alfredo Leuco es una asertiva oportunidad para medir el clima social y político que atraviesa nuestro país en pleno año electoral. Si bien es conocida su postura crítica al Gobierno actual, recuerda y justifica por qué es uno de los pocos periodistas que no se creyó el cuento de Alberto Fernández, “el moderado”.
Pero en esta entrevista con Teleshow, a cuyo encuentro en los estudios de Infobae el conductor de El Diario de Leuco llegó a los estudios de Infobae más que puntual, a horas de haber festejado con sus íntimos su cumpleaños, Alfredo se presta a una charla honesta el conductor. Recuerda sus 46 años en la profesión y su paso del periodismo deportivo al político. También habla de la muerte de sus padres y lanza una cruda declaración: “Yo voy a ser el próximo”. Además, cuál fue el mayor sacrificio de su vida. ¿Y está enamorado? ¿Con cuáles compañeros le da mayor felicidad trabajar?
Fiel a su estilo, Leuco responde a todo.
—¿Cómo está?
—Bien, muy bien. Preocupado un poco por la situación y la realidad argentina, pero en lo personal, estoy en el mejor momento de mi vida.
—¿En el mejor momento de su vida?
—Sí, sí, sí, muy bien. Me siento muy gratificado profesionalmente: una de las cosas que más disfruto en la vida es el periodismo, mi laburo. Estoy cumpliendo 46 años de periodista; 40 de política, igual que la democracia, y seis de periodismo deportivo. Así que bueno, el trabajo en dos medios líderes, lidero la franja horaria en general con los ratings. No me puedo quejar, estoy muy contento.
—En estos días cumplió años.
—Sí. Cumplí 68 años el 9 de abril. Festejé con gente que quiero mucho, pero no me gustan los cumpleaños multitudinarios. Me gusta hacer una comida con la gente más cercana y charlar. Vino Daniel López Rosetti, Palito Ortega, Santiago Kovadloff.
—¿La fiesta fue en su casa?
—Sí. Una cena y una charla, nada más.
—¿Quién cocinó?
— No, compramos la comida hecha (risas). Soy un inútil.
—¿Su hijo fue?
—Sí, Dieguito estuvo ahí, por supuesto.
—¿Y mujeres, novias, algo?
—No, no (risas). Ya estoy retirado. Por supuesto que de vez en cuando tengo relaciones, pero no, ya está resuelto que voy a seguir viviendo solo.
—¿Sopló las velitas?
—Sí, sí. Velitas y una chocotorta (risas).
—¿Se piden deseos con 68 años?
—¿Vos sabés que me olvidé? La foto, apagar las velitas... qué sé yo, me olvidé. Pero bueno, son casi siempre los mismos y tienen que ver con la salud, de la familia, de cada una de las personas que quiero. No pido en general cosas materiales ni cosas laborales sino básicamente que estén bien, que estén saludables.
—Con 40 años de democracia, ¿cómo ve al país hoy?
—El país está en uno de sus peores momentos. Estamos hablando del regreso de la democracia, por supuesto, es incomparable con los gobiernos dictatoriales, pero en democracia yo fui cronista muy cercano de los hechos en el 2001, que fue realmente una hecatombe. Todavía me acuerdo el llanto de aquel comerciante coreano al que sus propios vecinos le saquearon su negocio: los mismos que hacía una hora le habían comprado pan, le robaron. Fue un quiebre muy muy terrible y hubo muchas muertes. Ahora por suerte no hay muertos, hay otro tipo de muertos, como por la inseguridad, pero no hay muertos por la política. Sacando eso, creo que estamos viviendo el peor momento porque hay un nivel de desintegración muy grande. No dudo en decir que el gobierno de Alberto Fernández y Cristina es el peor gobierno desde el regreso de la democracia. Pero no solamente por el mal desempeño económico: han destruido algunos valores que habían convertido a la Argentina en una gran nación. El amor por el mérito, por la educación, por el compañerismo, por la lucha por la verdad, por la libertad; han quebrado muchos de esos valores y eso va a costar mucho más que lo económico. A lo económico le tengo fe a cuando se abran las posibilidades de que vengan los inversores. Acá no viene a invertir nadie porque le tienen miedo al gobierno porque hace barbaridades, una barbaridad tras otra. Y si bien los capitales siempre son cobardes, cuando ven gobiernos delirantes son más cobardes todavía. En lo económico Argentina se va a recuperar con rapidez porque si vos ponés reglas de juego claras, qué es lo que va a pasar, todo lo que el mundo necesita, nosotros lo tenemos. Todo. El mundo necesita energía; vamos a tener con Vaca Muerta un desarrollo bárbaro. Lo que nos va a costar más tiempo son estos disvalores que se han instalado: el que no quiere trabajar porque sabe que recibe un plan, la ventajita, la cultura de la truchada, de ir por izquierda, del afano. Nos va a costar mucho recomponer el tejido social.
—¿Desde cuándo, o con qué hecho concreto, la Argentina comenzó a derrumbarse?
—Hemos tenido una caída permanente, con una cuesta abajo en su rodada, como dice el tango. Pero, y es una mirada absolutamente personal, el quiebre más grave fue la llegada al poder del kirchnerismo, de Néstor y de Cristina. En Santa Cruz eran señores feudales, eran autoritarios, corruptos. Y luego trasladaron ese esquema a nivel nacional con mayor o menor velocidad, con mayor o menor éxito para ellos. Algunas cosas les fracasaron, por suerte. Ahora están volviendo a querer poner la Ley de Medios, a querer colonizar la Justicia y ponerle camiseta partidaria. Eso no lo pudieron lograr por una resistencia muy fuerte, primero de un sector importante de la Justicia, segundo por un sector muy importante del periodismo, y tercero, por una clase media muy golpeada, muy deteriorada económicamente pero que todavía conserva los valores que nos dieron nuestros padres, nuestros abuelos: la honestidad, progreso, etcétera, etcétera. Con esos tres elementos se pudo contener el intento de chavización de la Argentina. Todavía no está decidida esa batalla, pero ellos no lograron instalar ese chavismo extremo gracias a esos tres sectores.
—¿El kirchnerismo va a morir en algún momento?
—Es difícil decirlo en la política, y sobre todo en la Argentina, donde todo se recicla. Lo que me gustaría para el bien del país es que el kirchnerismo no se termine, pero que se convierta en lo que está tratando de lograr: una expresión muy chiquita, testimonial, un grupo más de los diez grupos de izquierda que hay. Con su rol, con su actividad, con su militancia en distintos lugares, pero que no tenga posibilidades tan rápidas de acceder al poder con un discurso que va a contramano de los tiempos, de la historia. Entonces, si más o menos la Argentina reacciona como uno piensa electoralmente, creo que el kirchnerismo, sobre todo el cristinismo para decirlo más precisamente, va rumbo a una expresión minoritaria. Una minoría intensa, con capacidad de movilización, con plata porque tienen 25 mil cargos en el Estado. Lo dijo Luis D’Elia: hay 25 mil tipos de La Cámpora que están en todos los ministerios y eso es un dinero tremendo, y cuando asume un gobierno que no es de ellos se dedican a sabotear, a boicotear, porque tienen plata, tienen choferes, tienen celulares gratis y el Estado les paga para que conspiren contra el próximo gobierno. Es parte del juego democrático que haya todo tipo de pensamientos. Pero creo que finalmente vamos a crecer como país cuando se transformen en lo que están buscando ser, un grupo chico, una minoría intensa.
—A Alberto Fernández lo conoce, imagino antes de ser presidente.
—Sí. Fue un verdugo. Muchos periodistas lo compraron a Alberto Fernández por moderado. No me gusta dar nombres, porque muchos han sido conocidos míos y gente que respeto, pero se tragaron el caramelito del Alberto moderado. Antes de que asuma, yo lo decía: Alberto Fernández es menos de lo mismo, porque no le da su capacidad intelectual, pero es autoritario como todos. ¿Por qué saqué esa conclusión? Porque cuando él era jefe de Gabinete de Kirchner y los Kirchner llamaban a los dueños de los medios para que echaran periodistas, el ejecutor de eso, el que llamaba, era Alberto Fernández. Los que no lo conocieron en esa época dijeron: ”Bueno, es más prudente, no grita tanto”. Alberto no es moderado: Alberto fue el ejecutor de los ataques al periodismo. Después, cuando él recibió de su propia medicina y Cristina lo empezó a perseguir con los servicios de inteligencia y él se fue del gobierno, ahí sí venía a mi programa, venía a todos los programas, y era muy crítico de Cristina. Pero yo no me olvido de lo que fue cuando tuvo poder.
—¿Cómo lo ve hoy?
—Es la profecía autocumplida. Él dijo “no quiero ser un títere”. Bueno, es más que un títere, es un espantapájaros. No tiene ningún tipo de capacidad política de decisión. No resolvió ninguno de los problemas argentinos; los multiplicó a todos. Y metió al peronismo en una crisis de identidad brutal, y a lo mejor un poco lo que él había dicho en off the record, que después desmintió por supuesto, logra eso de enterrar al kirchnerismo políticamente, porque le generó una crisis. Ojo, el kirchnerismo empieza su decadencia por la falta de capacidad política de Cristina. Cristina es tan verticalista, tan autoritaria, que no ha permitido que florezca ninguna flor. No tiene cuadros. ¿Quién es el candidato a presidente del kirchnerismo? No tienen.
—¿Y cómo ve a la oposición?
—La oposición tiene un desafío tremendo, porque al correrse de la escena Mauricio Macri ha dejado a quienes son sus herederos políticos la decisión de enfrentarse en unas PASO. Que sea el ciudadano el que elija. No me acuerdo de qué funcionario lo dijo, pero me pareció interesante, una buena radiografía: “Valoro mucho el coraje de Patricia Bullrich, pero también valoro mucho la capacidad de trabajo de Horacio Rodríguez Larreta”. Son como dos estilos de dirigentes distintos. Uno es el símbolo de la administración, de la buena gestión, de la capacidad de trabajo, porque es verdad: Horacio a las seis de la mañana ya está laburando, es un tipo inteligente. Pero no tiene el carisma de Macri. Y, por el otro lado, es mucho más tranquilo, más suave, más tibio, los enemigos dicen que es más pecho frío. Y Patricia tiene gestión, cuando fue ministra de Seguridad fue una excelente ministra de Seguridad, pero no ha tenido la posibilidad de mostrar sus dotes administrativas como Horacio. Pero es una mujer valiente que no le teme a nada.
—¿Los argentinos hoy necesitan más a una Patricia Bullrich o un Horacio Rodríguez Larreta?
—Lo ideal sería una mezcla de los dos pero eso es imposible.
—¿Qué es lo que no le cierra de las encuestas?
—Un día sale una encuesta y está primera Patricia. Al otro día sale una encuesta y no, está primero Horacio Rodríguez Larreta. No, a un triple empate porque Javier Milei también mide. Me cuesta creerlo, porque hay poco diálogo con el ciudadano común. Hay poca comprensión de cuáles son las posibilidades. Y como, por suerte, voy al supermercado, viajo en transporte público, charlo con la gente, lo que veo es, primero, la distancia que hay de la política, de la discusión política con el ciudadano, es abismal. Hay cierto hartazgo. Hay cansancio. Hay desilusión. Y por lo tanto no les interesa contestar las encuestas y si el encuestador insiste mucho hacen la encuesta pero no le dan importancia a lo que contestan, contestan, a veces, cualquier cosa. No me juego porque quiero ver el voto de la gente.
—¿Cree que Kicillof va a continuar con un segundo mandato?
—Kicillof es un fenómeno muy raro porque a mi criterio ha sido un mal gobernador, es un dirigente político muy limitado, no tiene ningún tipo de conocimiento de la provincia de Buenos Aires. Lo acaba de decir hace días Aníbal Fernández. Es un pibe progresista de la universidad y de Parque Chas que le ha tocado en suerte, o en mala suerte para los habitantes, conducir la provincia de Buenos Aires. Pero fue identificado como el que más recibe los votos de Cristina. Tampoco descubro nada: Cristina en el Conurbano en general, en La Matanza en particular, es donde tiene la mayor cantidad de votos. No obstante han perdido el 40% de los votos de una elección a la otra.
—Si las próximas elecciones las gana la oposición, ¿cómo cree que va a reaccionar el oficialismo?
—Hay un sector del oficialismo, que son los que yo más respeto, muchos gobernadores, muchos intendentes, que tienen que gobernar todos los días, que tienen que pagar los sueldos, que tienen que mejorar la iluminación. Esa gente se va a liberar del kirchnerismo, van a volver al peronismo tradicional, van a tratar de reinsertarse y ojalá convertirse en un partido nuevo, democrático, republicano. Yo creo que viene, como en la época de Antonio Cafiero, una renovación en el peronismo. El kirchnerismo más extremo, lo está anunciando, no hace falta que yo te lo diga, va a tirar el doble de piedras, va a sabotear al gobierno todo el tiempo. Y además hay tres o cuatro dirigentes sindicales, entre otros los Moyano, que también ya han anunciado que van a poner todas las trabas del mundo. Por eso, el próximo gobierno va a tener un gran desafío, porque va a tener una resistencia de lo que es el kirchnerismo residual muy dura en la calle, con piedras y con violencia. El próximo gobierno se tiene que preparar y tiene que generar la mayor cantidad de alianzas dejando afuera a este sector más antidemocrático.
—Lo regreso al plano personal. Dijo que está en la mejor época de su vida y también habló de la desesperación de la gente. ¿Cuál fue el momento más desesperante de Alfredo Leuco?
—Mirá vos, no me lo pregunté nunca. El momento más duro de mi vida… Yo por suerte no he tenido grandes problemas en mi vida, pero el momento más duro ha sido el año que fallecieron mi papá y mi mamá. Mis viejos han sido muy importantes en mi vida, los dos. Mi vieja me dio la impronta periodística, era la Mirtha Legrand de la familia.
—¿Ah, sí?
—Muy chusma. Siempre sabía todo, los programas de espectáculo. Siempre mirando la tele, leyendo los diarios. Creo que soy periodista por mi madre. Y mi viejo me dio los valores. Era un inmigrante que vino a los cuatro años de Polonia y vivía en un conventillo, y se recibió de farmacéutico y fue el primer profesional de la familia. Me enseñó los valores del mérito, del esfuerzo, el sacrificio, de la honradez. Por suerte tuvieron una vida maravillosa, murieron grandes, rodeados de su familia y de amor, pero todavía los extraño muchísimo y fue un sacudón muy grande la pérdida en un año de los dos. Se murió primero mi viejo y mi mamá estaba muy triste: tenían 68 años de matrimonio. Así que imaginate una pareja tan simbiótica, de tantos años. Mi vieja aguantó esa tristeza durante ocho meses, nueve meses, y después falleció. Todavía estoy procesando y elaborando el duelo.
—No debe ser fácil procesar ser huérfano...
—Te quedás huérfano. Está bien, ya soy grande. Me puedo bancar solo. Te voy a decir algo más tremendo: soy el próximo, porque soy el más viejo de mi familia. Mi hermana es más chica. Entonces quien asume el lugar entre comillas del padre, soy yo. Uno toma conciencia de la edad que tiene y la etapa de su vida porque fallecen los padres. Así que eso ha sido y sigue siendo un tema para mí preocupante.
—¿Cuál fue el mayor sacrificio que tuvo que hacer en su vida?
—Venirme de Córdoba. Fue un golpe muy duro.
—¿A qué edad se vino?
—Tenía 21 años. Era periodista, trabajaba en El diario de Córdoba, un vespertino sensacionalista; yo hacía deportes. Y trabajé en televisión en el Mundial 78, comenté el Mundial de Fútbol para Canal 10 de Córdoba. Yo siempre soñaba con trabajar en los grandes medios. Cuando era periodista deportivo quería trabajar en El Gráfico. Pero no fue fácil venirme a Buenos Aires porque no me sobraba el dinero. Tengo recuerdos de un departamento en Floresta sin cama, con el colchón en el suelo y comprando esas mesas rebatibles para la cocina, porque la cocina era tan chiquita y angosta que si tenía la mesa abierta no podía pasar. Pero valió la pena. Siempre soñé con ser periodista. Es una de las cosas que realmente amo. Todavía hoy con 46 años de periodista me siguen excitando las primicias. Todavía me encanta encontrar una mirada distinta en la política, original. Descubrir un problema.
—Hace un montón que trabaja en los medios, ¿cómo los ve hoy ante tanto cambio?
—Tremendo. Son impresionantes los cambios, de todo tipo. Primero hay una tendencia muy fuerte a la comodidad del Google. Vos querés saber quién es tal persona, y en lugar de tratar de tener una cita con él y charlar media hora, tomar un café y averiguar quién es y tener un mano a mano, lo buscás en Google y aparece Wikipedia, y más o menos tenés una idea. Primera cosa que cambió.
—¿Su teléfono en algún momento para?
—Todo el rol del teléfono, de los teléfonos es realmente muy útil, muy útil, y bueno, en algún momento lo tenés que apagar. En algún momento yo, para desenchufarme, apago el teléfono.
—Hablemos de televisión. Nueva temporada de El Diario de Leuco, de martes a viernes a las 22. Además de conductor, ¿se involucra en los temas de producción?
— Sí, sí, sí. Todo el tiempo estamos tanto con, para mí, tres de las mejores periodistas de Argentina: Débora Plager, Marina Calabró y Silvina Martínez. Es una de las grandes satisfacciones que tengo, porque en una época yo cargaba la mochila de los temas, de la opinión, de la información solo. Ahora como confío tanto en ellas por lo buenas profesionales que son derivo muchos temas. Nosotros hablamos en algún momento del día, qué tema queremos llevar, qué tema nos interesa, cuál se quiere seguir para no pisarnos, no encimarnos, y las tres desarrollan los temas y los exponen con una capacidad bárbara.
—¿Le costó delegar?
—Sí, me costó. Hasta sentirme tranquilo. Yo trabajé 18 años con Fernando Bravo en la radio, y él me decía que era un error gravísimo lo de muchos conductores, que les gusta trabajar con columnistas mediocres para seguir destacándose ellos. “Los columnistas tienen que ser mejores que vos”, me decía. Y yo aplico eso: trato de traer mejores periodistas que yo para que enriquezcan el programa y para que me ayuden a mí. Es una tontera eso de tratar de destacarse uno. Además, después de 46 años de periodismo ya mostré lo que doy y no doy, lo bueno y lo malo de mi capacidad periodística. Pero yo me meto: a muchos invitados los llamo personalmente. Muchas veces los temas los peloteamos con los columnistas y cada uno aporta lo suyo. Estoy muy satisfecho. Mirá lo que te voy a decir: trabajé con gente muy capaz, muy capaz, tuve de columnista a Federico Andahazi, a Fabio Quetglas, a Martín Tetaz, pero este es el mejor equipo periodístico con el cual he trabajado en la tele.
—Todas mujeres.
—Sí, tres mujeres espectaculares. Espectaculares.
— Bueno, ahora hablemos de Alfredo papá. ¿Cómo lo ve a Diego?
— Bien. Ha pegado un cambio tremendo en su vida. Es un tema generacional. Cuando renunció a Telenoche yo le dije: “Mi generación soñaba con trabajar en Telenoche”. Y me dice: “Pero cambia el tiempo. Ninguno de mis amigos, de mi generación, mira televisión abierta. Ninguno escucha radio AM. Ninguno lee diarios. Nosotros estamos con el streaming, con las nuevas redes, y yo apuesto a LUZU TV”. Y bueno, yo no lo terminaba de comprender.
—¿Le dio miedo su renuncia a Telenoche?
—Me dio un poco de miedo, sí, pero cuando lo vi a él tan feliz… Siempre nosotros hablamos de que hay que hacer lo que nos dice la panza. Me dijo que se siente feliz de iniciar una nueva cosa, más vinculada a los tiempos que se vienen y no a los tiempos que fueron. Bueno, pasaron muy pocos meses y tenía razón Diego, porque LUZU TV es un éxito mediático impresionante por donde lo mires.
—Como le pregunta a sus invitados: ¿qué cosa le da bronca?
—La cerrazón mental. El negacionismo. No aceptar la verdad y la realidad. A mí me critican muchísimo en las redes, imaginate el kirchnerismo. No me hace nada, ya tengo el cuero muy duro. Yo tengo muchas cosas para que me critiquen, de cosas que de verdad pienso, que de verdad hago, pero que inventen cosas me parece un delirio. Digan lo que quieran porque son opiniones libres. Pero cuando mienten sobre datos me da mucha bronca, aunque no salgo a desmentir nada porque ya sabemos que muchas veces lo rebotás y lo hacés crecer.
—¿Cuál fue la mayor mentira que dijeron de usted?
—Han dicho barbaridades de todo tipo, lo que se te ocurra. Por suerte tiene patas cortas y todo el mundo sabe que no es cierto.
—Para terminar, habrá visto que en las playas hay avionetas que sobrevuelan y escriben leyendas en el cielo. Si tuviera que escribir algo para que todos los argentinos lo leyéramos, ¿qué sería?
—Ah, qué buena pregunta. Yo termino mis columnas en la tele con alguna frase. Y la que más me gusta es una frase de Jean Paul Sartre: “A todo puede renunciar el hombre sin dejar de ser hombre. A todo menos a la libertad”. Esa me parece que es la frase que articula una sociedad mejor. Que articula un futuro mejor para nuestros hijos, nuestra familia, nuestro país y el mundo.
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