La tragedia Nino Bravo: la muerte temprana que dejó dudas, el ídolo que no pudo conocer a su hija, el reconocimiento tardío

Este domingo se cumple medio siglo del accidente que provocó el fallecimiento del cantante, de apenas 28 años. Sus tres acompañantes resultaron ilesos

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Nino Bravo
Nino Bravo

“Un libro quedará abierto, una carta sin escribir, de un árbol caerá una hoja y yo me alejaré de ti”, cantaba Nino Bravo en “Esa será mi casa”. La sensación de que algo está inconcluso, que transmite en ese tema, es la misma que dejó cuando perdió la vida después de chocar con su BMW 2800 modelo 1970, el 16 de abril de 1973. Los músicos que lo acompañaban salieron ilesos: su guitarrista José Juesas, y Fernando Romero y Miguel Ciaurriz, del dúo Humo, un grupo más rockero que Nino quería producir. Tenía 28 años, decenas de canciones grabadas y quería apoyar a nuevos artistas. Los cuatro viajaban de Madrid a Valencia con el objetivo de grabar y reunirse con la discográfica. Nunca llegaron.

Los medios del mundo se hicieron eco de la tragedia. Nino Bravo ya era un ídolo en España y Latinoamérica. La televisión española logró entrevistar a los Humo: “El accidente fue por una curva, incluso no demasiado difícil en que se abrió un poco, el coche se ladeó hacia la izquierda, posteriormente se fue hacia la derecha, ahí cogimos una cuneta y dimos unas cuantas vueltas de campana”, dijo Romero. Notablemente angustiado, el también valenciano terminó la historia: “Yo estaba cogido de una manija de esas que hay y pedía tranquilidad, creo que me lo decía para mí mismo, y venga dar vueltas, no había forma de que parara aquello. Al fin, cuando paró, salimos como pudimos y no sé…”.

¿Cómo ayudaron a salir a Nino Bravo? Ciaurriz casi no podía hablar: “Él estaba muy fastidiado, ayudamos como pudimos”. Romero agregó: “Se estaba quejando, fue quizás lo último que nos dimos cuenta de él, fue todo muy rápido”. Los auxiliaron enseguida en el Hospital de Tarancón; los otros tres no tenían más que contusiones y alguna lastimadura por los cristales rotos. Sus compañeros reconocieron después que Nino no tenía conciencia plena de lo que estaba pasando, sólo se sentía muy dolorido y se quejaba, ellos no tenían nada más que hacer. Finalmente pudieron trasladar al cantante, que murió llegando a Madrid y a bordo de la misma ambulancia. Su cuerpo sin vida entró en el Centro Sanitario Francisco Franco de Madrid (actual Hospital Universitario Gregorio Marañón). Ya no había nada que hacer.

No era la primera vez que Nino tomaba esa ruta, la Nacional III, más conocida en Madrid como la Carretera de Valencia, que fue durante más de tres décadas un nexo de unión entre madrileños y valencianos. Famosa por sus accidentes, en 1998 el entonces presidente del gobierno español José María Aznar inauguró la nueva A-3, renombrada Autovía del Este. Ese fue el fin de una era, aunque los altares a Nino Bravo en ese camino sigan siendo una constante. Pasan los años, pero Nino no se olvida.

Un diamante en bruto

Nino Bravo nació como Luis Manuel Ferri Llopis el 3 de agosto de 1944 en un pueblo valenciano llamado Ayelo de Malferit, y a los 16 años comenzó a trabajar en la joyería local Casa Amat, mientras cantaba como un aficionado. Antes de cumplir los 20 ya había fundado el grupo Los Hispánicos, con sus amigos Félix Sánchez y Salvador Aranda, y como trío tenían mucho éxito en los bailes, pero sus compañeros no se tomaban la música en serio. Al poco tiempo decidieron dejarlo.

No era momento de lanzarse como solista aún, aunque su talento como tenor ya empezaba a sobresalir. Vicente López, bajista de Los Superson, le avisó que buscaban un cantante nuevo para su grupo. La tragedia se había hecho presente: el vocalista anterior, Carlos Lardíes, había muerto en un accidente de tráfico. Luis Manuel, que luego sería Nino, se sumó. Con el tiempo, el grupo lo acompañaría a él.

Cuando se fueron los fundadores Josep Bosch y Saturnino Nino Naredo entraron los hermanos José y Vicente Juesas, en la guitarra y el teclado, y ellos fueron quienes acompañaron a Nino hasta el final de sus presentaciones. Con “Te quiero, te quiero”, de Augusto Algueró, Nino la rompió. Ya se había largado como solista y tenía un contrato discográfico. Con el tiempo llegarían “Noelia”, “Esa será mi casa”, “Mi querida mamá”, “Voy buscando”, “Un beso y una flor”, “Libre” y “Ámerica”, que fue su éxito post mortem.

"Un beso y una flor", de Nino Bravo

Como Raphael o Britney Spears, Nino Bravo también se casó en secreto. Ya era un astro de la canción y no quería perder tiempo. El 20 de abril de 1971 contrajo matrimonio con María Amparo Martínez Gil y en medio de la luna de miel dio algunos shows y grabó canciones. Inmediatamente después viajó a Buenos Aires y cantó en Canal 9 junto al tanguero Argentino Ledesma. El público quedó fascinado con este valenciano de voz potente; nuevos mercados se abrían para Nino.

Todo fue rápido: el 24 de enero de 1972 nació su primera hija, María Amparo, el 15 de marzo de 1973 realizó su última actuación en Valencia, el 16 de abril de 1973 ya iba a estar muerto.

Más allá del mar

Nino Bravo es de esos pocos artistas que perduran en el tiempo, aunque su carrera haya terminado hace mucho. Las nuevas generaciones han rescatado su música y su manera de interpretar las canciones. En su momento lo hizo Seguridad Social trayendo de vuelta “Un beso y una flor” (del disco homónimo de 1996) y hacia fines de 2009 otro gran homenaje cuando se editó en España 40 años con Nino. En este disco se incluyeron 12 de sus canciones más conocidas, en las voces de artistas como Marta Sánchez, David Bisbal, Paulina Rubio, Luis Fonsi, Amaia Montero, Alex Ubago, Cristian Castro, Rosario Flores y Seguridad Social (no podían faltar) entre otros. El lanzamiento incluyó, además, un DVD con imágenes del cantante con actuaciones y videos realizados para RTVE sumado a una serie de fotos de todos los músicos invitados.

En otro plan, La Casa Azul (el proyecto de Guille Milkyway) le rindió culto a Nino en 2013 con su disco En libertad. El álbum rescató también una docena de canciones y volvió a producirlas, les agregó instrumentos, las agrandó. “No podría haber hecho este disco si no fuera fan de sus canciones. Porque entonces no habría podido distinguir si estaba tirando más por el experimento que por la esencia. En ningún caso podría haber hecho algo que agrediese a los fans de Nino Bravo de siempre porque yo soy uno de ellos”, le dijo Milkyway al diario La Razón de España, en plena promoción del disco.

Nino Bravo en septiembre de 1971, en la ciudad de Barcelona (EFE)
Nino Bravo en septiembre de 1971, en la ciudad de Barcelona (EFE)

En cada homenaje se rescata la esencia de Nino Bravo, un músico de canciones épicas, con un caudal de voz sorprendente para sus veintipico de años. Pero durante la década del 80, en pleno destape español, Nino remitía a otra época política, y aunque era un grande, tuvieron que pasar algunos años para que las nuevas generaciones pudieran valorar su legado. Guille Milkyway lo explicó así: “En España nos ocurre que no somos capaces de desligar el arte de la política. Y todo lo anterior a 1975 lo olvidamos. (…) Pensamos que la cultura popular empieza en la Movida y lo anterior, lo cogemos de fuera. Es cuestión de tiempo que cambie, pero la prueba de que es válido es ponerle estos discos a un inglés. ¿Sabes qué me dijeron? ‘¡Es Tom Jones!’. Y no estamos hablando de cualquier cosa”.

Antes de perder la vida, Nino proyectaba una gran gira por todo el continente americano; también pensaba viajar a Japón para darse a conocer en Asia. Su mujer estaba embarazada: nunca conoció a su hija Eva, así como tampoco escuchó terminado su disco …Y Volumen 5, para el que había dejado diez canciones listas. En septiembre de 1973, la Plaza de Toros de Valencia se llenó de artistas como Julio Iglesias y Manolo Escobar para homenajearlo. Nino Bravo estaba más vivo que nunca.

El accidente dejó sus interrogantes: ¿por qué se salvaron tres y solo murió él? ¿Qué pasó en ese auto? Unos años atrás un usuario de YouTube dejó este comentario en un video del Dúo Humo: “Solo explícame específicamente cómo murió Nino Bravo y ustedes salieron con pequeñas fracturas porque su muerte es muy extraña, solo así dejaré de pensar que fue tramado por otras personas por ser un excelente cantante”.

Frente la acusación, uno de los protagonistas tomó la posta como lo hiciera aquella vez frente a la tevé española. Fernando Romero fue tajante: “Es la última estupidez que me faltaba por leer o escuchar. Lo único que te diré es que, en 1973, el cinturón de seguridad no era obligatorio (…) es la última explicación que te doy a ti y a cualquiera sobre los detalles del accidente. Nadie llevaba el cinturón, tuvimos la suerte de los que íbamos detrás no sufrir daños de consideración. Te ruego no insistas más en este malsano interés por saber qué pasó, cuando realmente solo fue un fatal accidente de coche que marcó y sigue marcando nuestras vidas”.

Ese día, Nino y sus tres acompañantes tenían la opción de viajar en avión, pero fueron en el auto nuevo del cantante. Después de tantas decisiones favorables, el valenciano había elegido la incorrecta. El destino estaba marcado y su misión cumplida. Nino Bravo vino a dejar las canciones más lindas, pero se llevó consigo la voz que las hacía únicas.

El cantante Nino Bravo. EFE/yv/Archivo
El cantante Nino Bravo. EFE/yv/Archivo

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