Juliana Díaz, después de entrar a la casa de Gran Hermano a participar del juego dos veces - en una ocasión fue eliminada por el público y tuvo una segunda oportunidad durante el repechaje del que fue expulsada por Gran Hermano - se llevó experiencias muy valiosas del reality de Telefe.
En primer lugar, conoció a Maxi Giudici, su compañero que a los pocos días de convivir dentro de la casa más famosa del país se convirtieron en novios y, una vez que salieron del certamen, afianzaron su relación. Ya viven juntos en la ciudad de Buenos Aires, ya que ambos son del interior del país. Juliana de Venado Tuerto, en la provincia de Santa Fe, y Maxi de Córdoba.
Así las cosas, casi siempre se muestran juntos para dar entrevistas, asistir a eventos en los que los convocan y también para divertirse con otros exhermanitos. Con los que más comparten salidas y comidas es con la pareja de Coti Romero y Alexis Cone Quiroga. Con ellos suelen mostrarse en muchos lados juntos, incluso cuando organizan alguna reunión dentro de la intimidad de su hogar.
En esta oportunidad, Juliana y Maxi concedieron una entrevista al ciclo de Sebi Jaleh, por su canal de Youtube. Allí, el joven los interrogó por diferentes temas, desde cómo se dio su ingreso a Gran Hermano hasta el presente y cómo era la vida de ambos antes de entrar al certamen.
En un momento dado, Juliana contó un hecho sobrenatural que vivió en su ciudad de Venado Tuerto, a los 9 años. “Yo era un poco sonámbula cuando era chica, pero me pasó en esa casa también, porque era muy antigua que mi familia había alquilado y ahí empecé con esos temas de sonambulismo, que me despertaba siempre a la mitad de la noche, iba siempre a la habitación de mi mamá y hablaba incoherencias”, comenzó relatando Tini.
Enseguida continuó ante la mirada atenta de su novio: “En una de esas veces, me despierto agarrada de la mano de mi mamá, que me decía: ‘¿ves que tu hermano está durmiendo? no pasó nada’, y yo en ese momento me desperté como con la sensación de que estaba pasando algo.”.
Desde ese día, comenzó a experimentar sensaciones extrañas, porque a pesar de sus 9 años, Juliana se daba cuenta que no era normal lo que estaba ocurriendo. “A la noche primero sentía como voces que no eran obviamente las de mi familia, y después, empecé a ver sombras. Le conté a mi vieja pero en ese momento no me dio mucha bolilla, pero me llevó a la Iglesia. Yo me lo pongo a pensar y cuando me levantaba sonámbula corría por todo el pasillo que era larguísimo, desde mi habitación hasta la de mi mamá. Mi vieja se despertaba con la piba corriendo por el pasillo, un garrón, pobre”, contó mientras movía las manos para describir mejor la historia.
“Yo en esa casa empecé a tener siempre miedo, y empecé a ver como la imagen de una persona en el marco de la puerta. Me daba la sensación que era un hombre con un sobretodo negro y un sombrero, es decir, era bastante específico lo que yo veía. Entonces, lo veía y me moría de miedo en la cama, y me tapaba hasta acá (dice señalando la cabeza) y así me acuerdo que muchas veces me recagaba de calor. Bueno, lo vi una, dos, tres, cuatro, cinco veces hasta que un día agarré y le conté a mi vieja. Y mi hermano en un momento como que le pareció que también escuchaba voces en el lavadero que estaba al lado de nuestra habitación. Bueno, pasó un tiempo y mi vieja ve a esta misma persona en el marco de la puerta. Entonces ella se alarmó y vio que definitivamente había algún tipo de presencia en esa casa, que era algo raro y extraño. Así que llamó al curita de Venado Tuerto, que vino y bendijo toda la casa y nos dijo que como era una casa muy antigua se habían hecho velatorios de mucha gente, que se acostumbraba en esa época, pero le pidió que no nos moleste ni nos asuste, por más que nos aseguró que eran presencias buenas, que nos estaban cuidando. Y después de eso se calmó todo y hasta dejé de tener ese problema de sonambulismo”, finalizó.
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