La noche del martes 11 de abril quedará guardada para siempre en la memoria de Héctor Alterio. El actor, célebre por sus protagónicos en La historia oficial, La tregua y Caballos salvajes entre tantos otros títulos, fue nombrado Personaje emérito de la Cultura en una ceremonia inolvidable en la cúpula del CCK. Asistieron destacados artistas como Pepe Soriano, Ricardo Darín, Georgina Barbarossa, Víctor Laplace y hubo musicales de Adriana Varela y Rodolfo Mederos. La distinción fue entregada por el ministro de Cultura, Tristán Bauer y Gastón Pauls ofició de maestro de ceremonia.
El actor asistió a la gala junto a su compañera, la psicoanalista Ángela Bacaicoa, y su hija, la actriz Malena Alterio. Allí, intercaló sus palabras con los aplausos de un auditorio que celebró cada una de sus intervenciones con admiración y respeto.
En su discurso, Alterio rememoró al “muchachito flacucho y narigón” que paseaba por el barrio de Chacarita, que encontró la forma de hacerse un lugar en este falso mundo divirtiendo al público. En este punto, se refirió a sus “payasadas” que le permitieron encubrir su timidez y dar forma a la galería de personajes antológicos a los que dio vida durante su carrera. Esa que comenzó sobre las tablas en 1948 con Prohibido suicidarse en primavera de Alejandro Casona.
“Estoy contento de lo que he vivido. Dicen, y con razón, que estoy en tiempo de descuento. No sé si saben que tuve un tío en Chacarita que fue un gran arquero de fútbol; espero atajar varios penales todavía y seguir jugando todo lo que pueda”, dijo un emocionado Alterio en parte del discurso que pronunció durante la ceremonia.
Alterio se encuentra en la capital argentina protagonizando A Buenos Aires, un espectáculo retrospectivo y de despedida en el Teatro Astros dirigido por su compañera, Ángela Bacaicoa. Son doce funciones, los viernes, sábados y domingos de abril. Juan Esteban Cuacci lo acompaña al piano y le ofrece el pie al actor para que bucee en los últimos 50 años de historia, desde el vuelo que emprendió rumbo a la aventura madrileña que se hizo exilio debido a que la Triple A de José Luis López Rega lo habían inscripto en sus listas de la muerte, y le prometían el asesinato de animarse a regresar.
Entre el relato de su propia historia, Héctor recita tangos, que fue la poesía en la que fue tallado de niño, y que termina de configurar el concierto. Así se suceden León Felipe, Cátulo Castillo, Astor Piazzolla, Horacio Ferrer, Hamlet Lima Quintana y Eladia Blázquez entre otras firmas que configuran un relato emotivo y necesario.
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