—¿Cómo es tu relación con la plata?
—Como hubiese dicho Ricky (Fort): me gusta gastarla. Me gusta generarla también. O sea, lo que a mí me gusta es trabajar.
—¿Y sos muy gastador?
—Depende. No sé. Más o menos.
—¿Más o menos sí, o más o menos no?
—Más o menos.
—¿Te llevás bien con el hecho de haber heredado la plata de tu papá?
—Bien, me llevo bien. Me siento responsable también de generarla. De trabajar por mis propios medios. De ser yo quien, por ejemplo, se compre un auto, lo que sea, y decir: “Bueno, yo lo hice”. O sea, yo siempre dije lo mismo: si mi abuelo, mi papá o quien sea laburó para que los hijos no tengan que hacer nada, yo en mi vida también quiero laburar lo suficiente y dejarle a mis hijos una cantidad, para que no tengan que vivir trabajando en su vida si quieren.
—Bueno, pero vos podrías elegir no trabajar, por ejemplo, y elegís trabajar.
—Obvio, siempre.
—A Ricardo Fort, como vos contaste recién, le gustaba mucho gastarla.
—Sí.
—¿Alguna anécdota que recuerdes de él, que mires para atrás y digas: “¡Cómo es que la gastó en esto!”?
—Por ejemplo, cuando hacía las obras de teatro. Generalmente iba a pérdida, pero como era algo que le gustaba, no se fijaba, no anotaba nada. Y era como, lo podrías haber hecho bien, ¿entendés? Tipo: podrías haber ganado, aunque te guste. Por lo menos números en cero, por lo menos... Pero como es algo que amaba y que le gustaba mucho, lo que es el teatro y todo, la ponía de su bolsillo y ni siquiera hacía falta.
—¿Quería brindar el mejor show que él pudiera dar?
—¡Claro! Como cuando hizo El Rey León.
—Sí, el musical.
—Tuvo un problema legal porque no tenía los derechos.
—¿Recordás mucho quilombo de esa época? Eras chico vos, porque…
—Sí, quilombo. Es una palabra de la vida: todo quilombo, mucha gente por todos lados. Ahora me siento más tranquilo.
—¿Cómo te llevás con tu hermana Marta?
—Bien.
—¿Cómo es tener una hermana melliza?
—Es divertido y al mismo tiempo, es aterrador. Mucha conexión, pero cuando estallamos, estallamos.
—¿Cómo te enteraste que vos y tu hermana habían nacido de un vientre subrogado?
—Desde siempre.
—¿Siempre lo supieron?
—No tengo ni memoria. Para mí es lo normal.
—¿Quién desempeñó el rol de madre en tu vida?
—Marisa, todo el tiempo, toda la vida.
—¿Tu niñera?
—Mi niñera, sí.
—¿Le decís Marisa o mamá?
—No le digo madre porque no estoy acostumbrado, pero siempre le digo Mari, Marisa.
—¿Alguna vez te dieron ganas de conocer a tu mamá biológica?
—No, la verdad que no. O sea, me dio intriga ver una foto, ver cómo se veía por los rasgos, más que nada; de dónde saqué estos rasgos, aquellos rasgos. Pero después de eso, no.
—Te genera curiosidad, pero para vos no significa nada porque nunca compartiste nada con ella…
—¡Claro! Es como una persona que me la puedo cruzar en la calle y no se quién es. De hecho no sé quién es.
—¿Quienes nacen de vientres subrogados tienen derecho a saber, si quieren, quién es la madre biológica?
—No. No pueden ir a conocerla. No es como: “Hola, ¿todo bien?”. No. Podés ver una foto. Porque, ¿qué pasa? Cuando vos nacés, ellas firman, o él, depende quién es el donante, un acuerdo que es como que no podés conocer a los hijos. Porque tampoco podés ir y reclamar algo que no te pertenece, etcétera, etcétera, etcétera.
—Gustavo Martínez, quien era tu tutor, ¿fue también como un papá para vos?
—Y... sí. Estuvo gran parte de mi vida. Pero siempre realzo a Marisa porque Gustavo estuvo en todo, pero Marisa también. Y como siempre hablamos de Gustavo, la gente es como que rebaja un poco a Marisa. Los quiero poner en el mismo escalón porque me parece que es importante que siendo Marisa una madre para mí, reconocerle eso.
—Hace un año falleció Gustavo. ¿Cómo estás con eso, cómo lo llevás?
—Tranquilo, como “ya está”. Se podría decir que estoy acostumbrado. Pero sí, muy tranquilo, sí.
—¿Y de tu papá, qué extrañás?
—Y... estar con él. No sé, mucha gente me hace la misma pregunta: ¿qué extrañás de él? No extraño algo; extraño estar, tener un papá, compartir con él.
—Y de lo que compartías, ¿qué era lo que más te gustaba, qué es lo que recordás con más nostalgia?
—Los viajes, cuando nos acostábamos a ver películas juntos, cuando me acostaba con él a dormir.
—¿Cómo vivís que tu papá se haya transformado en un ícono pop?
—No sé, no lo asimilo. Te soy sincero: tanto con la magnitud de la gente que lo quiere o lo que sea, no lo asimilo. Es como que no lo puedo poner en perspectiva. La gente me dice todo el tiempo: “Se extraña”. Pero no, es como que no lo puedo imaginar.
—¿Te llegó alguna vez un gift de tu papá, por ejemplo?
—Sí, sí, obvio. Stickers más que nada.
—¿Y te causa gracia cuando ves esas cosas?
—Sí, me causa gracia.
—¿Vos usás algún sticker de tu papá?
—Si. Uno que está mi papá sosteniendo una copa, brindando.
—¿Y en qué situación mandás ese sticker?
—¡Qué sé yo! Tipo: “Nos vemos a la noche”, y ahí mando copita, ¿entendés?
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