Las vivencias de Willy Lemos, estrella de Palladium: “Yo era una mujer expuesta entre la gente, como anfitriona del lugar”

Se define como un alma evolucionada, alguien que se encuentra más allá de las etiquetas. El documental autobiográfico que realizó cuando creyó que se moría en plena cuarentena. El abuso de su padre. El perdón. Y el mensaje que busca dejarle a quienes sufrieron -y sufren- lo mismo

Entrevista a Willy Lemos corte 1- por Mariana Dabhar

Tiene una amplia trayectoria como artista. Willy Lemos nació en el under y el transformismo fue su primera carta de presentación. Hoy sus interpretaciones llegan al cine, televisión y teatro. En plena pandemia se enfermó y realizó el documental Las mil y una Lemos, donde cuenta sobre los abusos de su infancia en el seno de una familia rica. Se considera un obrero del arte, hace 50 años la viene peleando, y hoy está feliz porque fue convocado para formar parte del documental de Paladium, un icónico de la noche porteña: allí, Lemos recrea el papel que personificaba como anfitriona de semejante templo.

Willy llegó a los estudios de Infobae nervioso, lejos de los egos del común de los artistas: cada gesto y cada palabra suya son de agradecimiento y sorpresa. Se lo ve feliz. En una charla a corazón abierto, cuenta lo difícil que fue transitar una vida llena de silencios, golpes y prejuicios.

—Para los que no lo conocen, ¿quién es Willy Lemos?

—Una persona que compone personajes de diferentes sexualidades, todas. Tanto en cine teatro como en televisión. Empecé a los 14 años; hace 50 años que trabajo. Y de pronto siempre tratando, con mucho respeto, con mucho amor, de abrir caminos, almas y mentalidades, y de que la gente sepa que todos somos iguales, que todos tenemos los mismos derechos: a ser felices, a sentir, a realizarnos, a ser. Y que es más allá de la sexualidad. Yo, cuando me enamoro, me enamoro de un alma, de un ser. Ese ser, después tiene un cuerpo.

—Vi su documental, Las mil y una Lemos, un trabajo autobiográfico donde narra sin eufemismos toda su vida. Muchos Willy en uno. ¿Hoy a cual tengo enfrente? ¿Qué traje tiene puesto?

—Todos esos más el de este momento y los que van viniendo, porque yo traje este envoltorio, que hace ya largo tiempo que lo tengo, con el cual me tocó hacer un montón de vidas distintas. Y eso se va modificando continuamente, no solo por mí mismo sino también por los acontecimientos de afuera, porque las cosas van cambiando. Últimamente, yo digo: “El tiempo es un tiempo de no tiempo”. Hay cosas que son muy aceleradas, rápidas, y otras que son lentas. Este cuerpito en algún momento se va a perder, pero el alma es eterna. Y todo lo que vos vas aprendiendo en este tránsito con este cuerpo sirve para el próximo. Creo que soy un alma bastante vieja que me tocó resolver justamente en esta vida temas muy fuertes, como el de la sexualidad.

—Todavía hay que explicar a la sexualidad. Por ejemplo, en un tramo de su documental, dice: “No soy homosexual, no sé qué soy”. ¿Es verdad que no sabe quién es?

—Porque nunca me identifiqué con… O sea, la gente por lo general va teniendo grupos de pertenencia en la vida. Eso te ayuda porque no te sentís tan solo. Yo era raro entre los raros, y eso me dejaba muy solo porque yo me preguntaba: “¿Qué soy?”.

Willy Lemos y el beso con Susu Pecoraro en Tacos Altos

—No se limitaba.

—No me limitaba. Exacto. Y tampoco me identificaba, porque de pronto estaban los chicos en boliches donde yo iba a trabajar y querían venir a mi casa a montarse, pero les decía que en mi casa no tenía ropa de mujer, ese era un trabajo, yo estaba componiendo. También es cierto que cuando compongo yo soy eso. Es la diferencia de hacer el personaje y ser. El personaje cuando vos sos y no hacés tiene una verdad que se ve en las ventanas del alma, los ojos y la gente también lo agradece. Hay artistas que tienen una técnica impresionante y que tuvieron la posibilidad de estudiar con los mejores maestros, y pueden hacer siete veces, por una cuestión de cámara, técnica, la misma escena, y en el mismo momento les cae la lágrima, dicen en el mismo tono la misma palabra, qué sé yo. Eso es maravilloso. Los respeto muchísimo.

—¿En qué proyecto se encuentra actualmente?

—En este momento se está haciendo un documental de Paladium, Para el cual me llaman porque yo fui un pilar, además uno de los dueños junto con Juan Lepes, el papá de Narda, que es divino, igual que ella. A Narda la conocí en Paladium y tenía, creo, que 10 o 12 años. La idea de Juan fue maravillosa. Me dijo: “¿Por qué no te animás a hacer esas mujeres que componés, pero acá?”. Yo no terminaba de entender lo que él me pedía porque no había una obra que me distanciaba o que me protegía, que me contenía, no había una película, no había una escena, sino que era una mujer expuesta entre la gente como anfitriona del lugar. Cosa que no existía. Porque después vinieron las drag queens, que igual eso es otra cosa. Pero era como muy raro.

Willy Lemos de niño

—Recuerda el año.

—84, 85, 86... Fue por ahí. Y duró dos o tres años, y cuando fue un éxito total, lo cerraron. ¿Y vos sabés que no hubo un por qué? Fue muy fuerte porque hay gente de mi edad, mucha gente, que estamos en un cumpleaños o en una reunión, y dicen: “Ay, porque Paladium...”. Y nunca más hubo un lugar así. Porque era un lugar que tenía magia, pasaban cosas. No era solo una discoteca e iban personajes maravillosos, desde Ricardo y su mujer, jovencitos, a Lalo Mir, Guillermo Vilas, Olmedo, y de golpe gente de la política, y de golpe chicos del under, y de golpe los chicos de la Organización Negra, y de golpe las Gambas. O sea, era muy, y no era ni under, ni New York City, ni… Era especial. Yo en esa época estaba en situación de calle; de hecho, a los 14 años estuve en situación de calle porque me fui de mi casa porque mi papá abusaba de mí, y ojo que yo no vengo de una clase social baja: yo nací en un castillo, entre Olivos y La Lucila. Mi hermana iba al Northlands, yo iba al Jesús en el Huerto de los Olivos. Éramos una clase social alta. Mis padres fueron los primeros importadores en este país de electrodomésticos. Pero pasaban estas cosas y también en esa época estas cosas no se decían, no se contaban. Como dice mi exanalista: “Fijate cómo los cuidaste, porque hasta que se murieron nunca lo contaste”.

Entrevista a Willy Lemos corte 2- por Mariana Dabhar

—¿Nunca lo contó?

—No. Hasta muchos años después.

—¿Cómo lo hizo solo?

—Busqué la respuesta en Dios. Hoy creo más en la cosa del Universo, en que somos energía, que somos luz, que tenemos derecho a brillar, a estar iluminados, y que es un trabajo buscar y sacar las sombras, lo que te entristece, lo que te oscurece, lo que no te pertenece.

—¿A qué edad su papá abusó de usted?

—Empezó entre los seis y siete años hasta los 14, que me fui de mi casa.

—¿Cómo hizo para irse sin decir por qué?

—Me fui, primero, con la excusa de que no me sentía bien, que quería irme a dormir a lo de la nona, que era la mamá de mi mamá. Ella vivía en Paladium, era modista; yo soy modista de alta costura. Yo iba a Paladium con una cosa que me hacía ella, que era divina y decía: “Me lo hizo mi nona”. Y a la vez, mi mamá por ahí me hacía un vestido pero me decía: “Me dijeron que vos vas a ser homosexual, antes prefiero verte muerto”. Entonces, no fue fácil. De hecho, mi hermana está hace 35 años en un psiquiátrico. No fue fácil porque en esa casa pasaban muchas cosas fuertes. Distintas, raras. Hice muchos años de terapia, distintas terapias. También mucho trabajo espiritual. Y la vida, la calle, tratar siempre de seguir creciendo, de seguir entendiendo. Para mí no era fácil, yo no acepté nunca de nadie, de gente importante que me han llamado para hacer la maqueta del maricón, la maqueta de la travesti. O sea, eso vende, vendió siempre, fue gracioso, hubo actores que haciendo eso se hicieron famosos, se llenaron de plata, tienen la 4x4, el castillo, el country; yo vivo hace 30 y pico de años en 39 metros cuadrados, pero por eso también soy admirado por mis pares y muy querido por la gente, porque nunca jamás haría una maqueta. Porque una maqueta hace reír fácil pero también por eso sigue distanciando. Y a mí no me parece que una persona por su sexualidad tenga que ser monigote. Cuando te dicen: “Tal persona es inteligente, habla cinco idiomas, no sabés lo que sabe”. No, inteligente era mi nona que no tenía segundo grado y crio tres hijos en un país donde no hablaba la lengua y el marido la dejó con tres hijos. Y los crio y les dio estudio, y les dio trabajo y les dio una casa. Eso es ser inteligente, mi nona. Entonces yo valoro mucho lo que es, para mí lo más importante, la emoción. Lo que es tu verdad. Lo que es el trabajo por ser mejor. Hay que trabajar mucho pero vale la pena, te lo juro que vale la pena.

Willy Lemos ganó el Premio Sur 2022 por ser uno de los primeros actores en visibilizar la temática LGBTIQ+ en cine

—¿Cómo nació la idea de hacer el documental?

—Porque me enfermé en pandemia y, como siempre, con el tema plata a mí me cuesta mucho, salvo ahora que tengo una representante por primera vez en en mi carrera. Cuando uno tuvo muchos líos para comer en la vida, que no fue fácil, valorás un plato de comida. Yo no tenía obra social, me hice solo. Y soy muy afectivo, me encanta el afecto, abrazar, de esto y lo otro, y entonces de golpe (por la pandemia) te decían: “No te podés tocar, y no podés salir, y no podés ver a nadie, no sé qué”. Yo me moría. Entonces, me enfermé. La llamé a mi exanalista por teléfono y le dije: “Hace diez días que estoy tirada en el piso del dolor, porque no sé qué me pasa, no puedo dormir, tengo un dolor…”. Bueno, me mandó al otro día una médica, que sigue siendo mi médica gratuitamente, es un ser increíble. Y me dice: “Seguramente es emocional”. Hicimos todo un tratamiento. Por suerte no hicimos cosas más agresivas. Pero yo me vi tan flaquito que pensé que me iba. Y pensé en que antes de irme quería hacer una última cosa: tenía que dejar un legado a todos los chicos que han sido abusados y a toda la gente que es diferente, para que no tengan miedo, porque todo el mundo tiene derecho a ser feliz, que se puede cambiar, porque no lo leí en un libro, lo transité en mi cuerpo.

Willy Lemos: "¡Paladium! que es un pedazo de mi vida."

—Cuando vivió en la calle, ¿dónde dormía?

—En la Roberto Arlt. Dormí en la plaza Olivos. Dormí en el puente de Borges, que hoy es la estación del Tren de la Costa, que en esa época era una vía abandonada.

—¿No le daba miedo?

—Mucho, porque yo no era un chico de la calle. No tenía armas. Es más, justamente yo había sido muy apaleado en los colegios por mis propios compañeritos, porque el chico, cuando no entiende lo que tiene enfrente, lo agrede como defensa, no es porque sea mala persona. Y está bien, y yo eso lo entendí en vez de resentirme. Pero igual en el momento sufría, lloraba. Me preguntaba: “¿Por qué a mí? ¿Qué había hecho?”. Eso le preguntaba también a Dios: “¿Qué hice?”.

—¿Su mamá, en esa época, no se daba cuenta?

—Creo que ni siquiera han sido malos; no sabían. Igual siempre quedó la duda de si ella lo sabía, porque fue mucho tiempo. Todos vivíamos en la misma casa. Pero mi mamá lo amaba a mi papá. Esto lo trabajé en una sesión, y (la analista) me dijo: “No lo vamos a saber nunca pero a lo mejor era una forma de tenerlo a mi padre”.

Willy Lemos : "Yo no acepté nunca de nadie, de gente importante que me han llamado para hacer la maqueta del maricón, la maqueta de la travesti."

—Igual los perdonó, interpreto…

—Por supuesto. Es más: yo a mi papá lo volví a ver después de 30 años.

—¿Y cómo fue ese encuentro?

—Y... fue fuerte. Fue raro, porque le seguía teniendo miedo y un poco de asco. No sé si… Creo que alguna vez lo quise, pero mucho tiempo antes, cuando tendría tres, cuatro años, porque tengo un recuerdo muy fuerte de un domingo a las diez de la mañana yendo hasta la avenida Maipú, te hablo de La Lucila, Olivos, a comprar unas medialunas para desayunar. Y en el parque, debajo de unos árboles divinos, mi mamá preparaba el café de la Franja, esos que se hacían con molinete. Y él, de pronto, me hizo así y me dijo: “Bochita”. Fue la primera vez que me hizo un cariño. Y eso fue muy lindo. Y creo que en ese momento lo debo haber querido. Pero después, con el tiempo, lo fui desqueriendo y no solo por esas cosas sino porque también vi cómo le pegaba a mi madre y a una viejita española a la cual tenía atada en una cama porque no la quería internar porque tenía problemas, y yo me acuerdo que cuando le llevaba el desayuno a la cama la veía, o sea, no solo la escuchaba de noche, porque la vieja gritaba, sino que tenía moretones. ¿Sabés las veces que escuché la frase de mi mamá “lo soñaste”? Por eso mi hermana está internada, pobre, porque también es muy loco que vas perdiendo como la realidad. Es muy duro eso. Se hace muy difícil.

—Es un sobreviviente.

—Creo que sí. Por eso antes de irme de este mundo quise hacer el documental. No es fácil… Y encima de todo esto se hace un documental de Paladium, me llaman para participar y yo dije: “¡Paladium! que es un pedazo de mi vida”. A Paladium lo tiraron abajo. ¿Viste que en este país no se respeta la historia? Y semejante espacio maravilloso y único. Bueno, lo están haciendo exactamente igual porque una de las partes del documental va a ser una fiesta, que es ahora, el sábado 18 de marzo, y lo interesante es que se puede sacar entradas para vivir esa Fiesta Paladium y estar ahí. Y yo como siempre voy a hacer la mujer de Paladium, que los va a estar recibiendo, pero con 30 y pico de años más encima…

Entrevista a Willy Lemos corte 3 - por Mariana Dabhar

—¿A quién le agradecería las cosas lindas que le pasaron en la vida?

—A la vida misma, que me dio la oportunidad de seguir evolucionando como alma, de crecer, de aprender todo lo que aprendí. A todas las hadas que fui encontrando y con el tiempo también encontré duendes. Yo con el varón nunca me llevé del todo bien, les tuve mucho miedo, no los conocía, y eso hizo que no conociera mi otro hemisferio masculino, que lo tengo y fuerte. Ya hace unos años, además, desde que murió mi padre, una semana después del Día del Padre, porque lo perdoné ese día justamente.

—¿Y qué le dijo?

—Primero me decía “que no, que eso era normal”, y yo le decía “que no, que qué estaba diciendo”. Igual ya era un hombre muy grande. Pero no le permití, le dije “no, no, eso no era normal. No, no, no. No es normal”. Y a todos los chicos no les pasaba eso con los papás. Eso no es normal. Eso se llama abuso. A mí, al principio, me daba tanta vergüenza... Yo decía que mi primera pareja fue mi papá. Pero no tengo por qué tener vergüenza ni culpa. Uno siente que es su culpa, que algo uno hizo para que pasara eso y eso no es así. Al principio, uno siente que es lindo que el papá lo acaricie porque es tu papá, ¿qué vas a pensar?, y menos cuando sos muy chiquito. Después vas entendiendo que hay que ocultar. Después aprendés que no está bien. El adulto es el que pone el límite. Después empecé a ver que hay hombres que son buenos, que son buenas personas y empecé a tener amigos varones.

—Se amigó con los hombres.

—Y por lo tanto, me fui amigando con mi hombre también. Con mi energía masculina. Y que está bueno. Uno es todas las cosas. Uno es todo. Yo no me identifico ni con A, ni con B ni con C; yo soy el abecedario, que siente, que tiene emociones y que le pasa la vida con garra, el que dice: “Gracias a la vida”.

Los invertidos. Teatro San Martin, año 1990

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