—El anteaño pasado cerraste tu gira en el Gran Rex. Después, el año pasado estuviste en el Luna Park y ahora se viene el Movistar Arena el 24 de marzo. ¿Cómo estás viviendo este momento?
—La verdad, sin poder creer todo. Hicimos todos los pasos a seguir, estoy muy ansioso: cada show tiene su importancia y cada show tiene más presión aun, y este es como un desafío muy grande para mí.
—El 2015 fue tu año bisagra. ¿Ahí te enteraste lo que era el freestyle?
—Sí, fue un año donde descubrí muchas cosas de mí, muchas cosas que me gustaban que por ahí no sabía, y el freestyle fue como la puerta que abrió todo, digamos, que me permitió venir a Buenos Aires, hacer música, vivir de lo que amo. Creo que todo surgió ahí, de la plaza y de las competencias.
—¿Cómo fue venir de Santiago del Estero a vivir en Buenos Aires?
—Fue una prueba difícil…
—¿Tenías 17 la primera vez que viniste?
—Tenía 17. Pero sí, olvídate: fue difícil. Cuando venía las primeras veces y me preguntaban mis amigos “¿cómo es Buenos Aires?”, porque la mayoría nunca vino, yo siempre les decía que para mí es como un mundo aparte, digamos. O sea, a mí me flasheaba ver que el colectivo tiene su propia línea en la calle, que pasan. Todas esas cosas a mí me volvían loco.
—¿El Metrobús decís?
—¡El Metrobús! Todas esas cosas me volvían loco.
—¿Nunca habías venido a Buenos Aires antes de eso?
—No.
—¿Habías salido de La Banda? ¿habías viajado a algún lado?
—De los 15 a los 17, en esos últimos dos años nada más, pero por la competencia de freestyle: me llamaban de una provincia, iba, competía y volvía a mi casa.
—¿Hasta los 15, siempre en La Banda?
—Siempre en La Banda, sí.
—Y después de los 17 llegás a Buenos Aires. ¿Llegás en bondi a Retiro?
—Llego a Retiro en bondi, sí.
—¿Y qué sentiste cuando te bajaste del bondi por primera vez en Retiro?
—Me dio miedo, la verdad. No te voy a mentir. Ahora que lo veo de más grande, cuando pasó el tiempo, ¿qué hacía yo tan pibito metido ahí, en bolas? Aparte me iba en un taxi, una flasheada. Pero nada, fue un proceso difícil, digamos, sin mis amigos y mi familia, no tenía a nadie acá y la tuve que pasar, sí.
—¿Cómo fue eso al principio? ¿Extrañabas, te sentías solo?
—Extrañaba, me sentía solo, pero también estaba feliz. Imaginate, si ahora siento que me pasaron todas las cosas rápido, también en ese momento lo sentía, porque yo empecé a hacer música un año y a los cinco, seis meses, ya me llamaron de una productora de Buenos Aires y me cambió también la vida en ese punto.
—Pero al principio en Buenos Aires te costó…
—Me re costó, hasta en un momento quise dejar la música, volver a Santiago, seguir estudiando, todo. Pero bueno, hubo mucha gente, muchos amigos que me siguieron motivando a que siga.
—Y en ese momento en el que quisiste dejar la música, ¿qué te pasaba?
—Era el momento en el que sentía que no iba a llegar a nada con lo que estaba haciendo. ¿Viste que cuando uno tiene un sueño tan grande que es vivir de la música y lo que fuera? Cuando no se dan esas cosas, es como que te sentís medio desamparado. No sé, yo estaba estudiando, dejé el estudio por venirme a Buenos Aires y todo, y cuando no lográs esas cosas en el tiempo que vos querés, aparte que somos todos ansiosos, te ponés mal. Y dije: “Bueno, me vuelvo a Santiago, vuelvo a estudiar, termino la secundaria y hago otra cosa”. Pero hubo como no sé, hubo muchísima gente ahí que me apoyo. Familia, mi nueva representante, que es Silvia, ahora que laburamos hace como cuatro años, que estuvo también presente y me dijo: “No, no, vos seguí haciendo música, seguí, seguí”. Y seguí. Y bueno, las cosas se dieron. Fue increíble. Hoy somos toda una familia gigante que creció muchísimo.
—¿Tu viejo es taxista, no?
—Si.
—Y allá, ¿en un momento le pediste a tu viejo un préstamo para comprarte una placa de sonido?
—No, no. Con mi viejo sacamos un préstamo, no le pedí a él.
—Claro, no tenía tu viejo plata para prestarte.
—No tenía mi viejo tampoco. Sacamos. Ahí aprendí a la fuerza: no tenía idea lo que era una computadora, una placa de sonido, micrófono, nada y aprendí, aprendí.
—O sea que vos cuando le decís a tu viejo: “Papá, vamos a sacar un crédito para comprar una placa de sonido”. Tu viejo te miraba como diciendo: “¿Y este de qué me está hablando”?
—Y mi viejo no lo podía entender, ni yo sabía por qué se lo estaba pidiendo, ¿entendés?
—Porque ni siquiera sabías usarla todavía, ¿o sí?
—No sabía usarla.
—Pero tenías una convicción.
—Sí. Tenía una convicción. Y como me había ido dentro de todo bien en mi provincia con el primer tema que saqué, como que mi viejo puso un poquito un voto de confianza ahí, viste, y yo también. Dije: “Vamos a ser”, y salió y salió, nos pudimos comprar eso y ahí le metí. Conocí a un productor amigo que me enseñó un par de cosas, después empecé a producirme solo, empecé a producir a otros artistas que venían a casa también. Fue todo un flash.
—¿Ayudaste a tu familia cuando te empezó a ir bien?
—Sí. Fue lo primero que hice porque uno cuando arranca a hacer música, lo que sea, a lo que vos te quieras dedicar, el primer sueño es o arreglar la casa, comprarle un auto a tu familia, comprar una casa nueva, y yo, a medida de lo que iba ganando, iba ayudando. Cambiamos toda la casa, renovamos todo, que estaba para atrás, cambié el auto a mi papá, no, no lo cambié, lo terminé de pagar, que justo él se metió en un préstamo también que lo re cagaron en una empresa de ahí, y el auto salía cinco pesos y terminó saliendo 200 pesos, por decirte un número.
—¿Cómo estás con tu pareja, la China Suárez?
—Estoy feliz, enamorado. Estoy en un momento muy lindo en mi vida: musical, mi familia está bien, mis amigos también. Estoy muy bien con mi pareja, no me puedo quejar. Estoy muy contento, me agarraste muy feliz.
—Tu pareja es muy famosa, es desde chica una estrella, de cuando estaba en Casi Ángeles. ¿Viste Casi Ángeles alguna vez
—(Risas) No, no, siempre me jode con eso, porque yo cuando me lo preguntan digo la verdad: yo nunca vi Casi Ángeles. Y ella me dice: “¡Mirá si no vas a ver Casi Ángeles!”, me dice. Y yo digo la verdad. No la conocí ahí, conocía que era la China Suarez y que es una súper estrella, pero no; eso, nunca lo vi.
—¿Tienen mucho humor entre ustedes?
—Nos cagamos de risa. Creo que por lo que mejor nos llevamos es por eso: nos cagamos de risa todo el día, no importa en dónde estemos. Nos gusta mucho viajar y la pasamos muy bien.
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