Lo anhelaba con todas las fuerzas hasta que por fin se le dio: tras casi cinco meses de estadía en la casa de Gran Hermano (Telefe) Romina Uhrig volvió a encontrarse con sus hijas Mía -de 12 años-, Felicitas -de 3-, y Nina, que tiene solo un año. Lo anticipó Santiago del Moro en la gala de El Debate, de este lunes, de manera sorpresiva y tras aclarar que la final la disputarán tres participantes en lugar de cuatro. Y que durante la semana, todos recibirán a sus familiares en la casa.
“Pasaron casi cinco meses. La primera semana decía: ‘No va a aguantar, no va a aguantar’. Romina no sabe nada que sus hijas están ahí. Voy a tratar de que la casa la contenga y la ayude”, avisó el conductor. Luego se enlazó con las chicas, que esperaban en el sum de la casa y les hizo una necesaria aclaración: “Mamá ha pedido verlas mucho a ustedes, está en el medio en una competencia. Lo que les pido por favor es que no pueden hablar del juego, del programa, de lo que pasa afuera. Aprovechen este tiempo, ya falta muy poquito para que esto termine, mamá está entre los mejores cuatro, es el momento de ustedes”.
Un instante después, Santiago se conectó con los participantes y, de manera repentina, les dijo: “Romina, tus hijas te esperan en el sum”. Así, la exdiputada fue abrazada por sus compañeros y corrió hasta el salón. El reencuentro, como no podía ser de otra manera, fue a puro llanto. Al abrir la puerta, abrazó primero a Feli, luego a la mayor y por último besó a la beba, quien estaba en brazos de Marita, la niñera de las tres y quien se encarga de llevar el día a día de ellas.
“Hola, mi amorrr”, fue lo primero que atinó a decir Romina tras fundirse en un abrazo con las tres, mientras las lágrimas seguían cruzandole el rostro. “Me voy a calmar, me voy a calmar...”, dijo mientras intentaba contener sus emociones. “Estoy muy contenta, ¿vos me extrañaste?”, le preguntó a Felicitas, mientras se sorprendía por el crecimiento de Mía: “¡Qué alta que estás! ¡Estás más alta que yo!”.
Asimismo, la exdiputada se mostró muy satisfecha con lo que armaron en el sum: una mesa con algo de comida pero también distintos juegos para poder divertirse por un rato con las niñas. “Hola Nina, ¿quién soy yo?”, le preguntaba a la más chica, quien respondió: “¡Mami!”. De pronto, Feli le anunció que “ayer vomité, me dolía la panza porque comí muchos caramelos”, lo que encendió las alarmas de Romina y se mostró muy preocupada por la alimentación de las tres. “No están comiendo caramelos, ¿no, Marita?”, le consultó a la niñera.
El tema se volvería recurrente en los minutos que se vieron en pantalla. “Están comiendo bien, ¿no? No le están dando pavadas, ¿no? ¿Vos estás siempre con ella?”, le preguntó a la cuidadora. “Re bien. Estoy todos los días. ¿Cómo las ves?”, le repreguntó Marita. “Las veo hermosas, pero quiero quedarme tranquila de que están con vos, de que las cuidan, que toman agua y no coca, nada de eso. Viste que Walter (Festa) es de darle caramelos y darle boludeces...”, dijo, acusando a su exmarido y padre de las hijas de alterar sus dietas.
“No saben cómo las extraño”, reiteró Romina un rato después y mientras su hija mayor se emocionaba. “Las extrañaba mucho, mucho, mucho. Son mi vida entera, ustedes”, decía. En el intento de ponerse al día después de tanta ausencia, preguntó y acotó de todo: “Ay, cómo habla”, dijo al sorprenderse por el vocabulario de la más chiquita. “¿Se acuerda de mí?”, quiso saber. “Sí, te ve todos los días”, le dijo la niñera. “¿Me extrañaste, Feli? ¿Me amás? Decime que me amás...“, le pedía a la del medio, que le devolvió un “te amo, mamá”. También quiso saber si había abandonado los pañales. “Está ahí”, le contó Marita.
“¿Se fueron de donde estaban?”, quiso saber también con respecto al lugar en el que viven. “No te puedo decir nada de afuera. Estamos bien, todos bien”, le respondió Marita. “¿Están durmiendo bien?”, preguntó después. “Está todo como antes”, dijo Marita sin dar tanto detalle.
Entre tanta emoción, Romina tuvo tiempo de jugar con ellas en la plaza blanda instalada en el sum, mientras seguía sorprendida por estar con ellas. Luego le pidió al Gran Hermano si podía llevar a Caramelo, el perrito de la casa, para que conociera a las chicas. Y el dueño de la casa le concedió el deseo.
“¿Te estás portando bien? No estás aceptando a nadie en Instagram, ¿no? No hables con nadie, no aceptes a nadie”, le indicó a Mía mientras jugaban con el perro y la adolescente asentía. “¿No te da vergüenza mami?”, le preguntó. “No, pero estás bastante loca... Te enojás mucho”, le respondió. “Pasa que Alfa me perseguía para hacerme enojar”, respondió Uhrig.
Un rato más tarde, Del Moro se conectó con Romina y sus hijas para saber cuáles son las emociones de la participante. “Se me aflojó todo. Al verlas, Mía está más alta que yo. La gorda me dice ‘mamá’. Feli me preguntó todo... Yo tenía mucho miedo, cada vez que hablaba con el psicólogo. Estoy muy feliz, no lo puedo creer. ¡Gracias!”, dijo.
Sobre el final de la emisión de El Debate se mostró la despedida de Romina y sus hijas tras haber estado juntas por poco más de una hora. “¿Me amás? ¿Cuánto? ¿Me das un beso?”, les pedía a las más chiquitas. “Portate bien, quedate con las nenas en casa”, le recomendó a la más grande.
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