En las instancias finales de Gran Hermano, el ciclo de Telefe ofrece todos los condimentos para entretener al público. Desde que ingresaron los participantes, en octubre del año pasado, fueron desarrollando diferentes aristas de su personalidad y, los seis que quedan en estos días, siguen dando que hablar.
Por ejemplo, Lucila, a quien todos llaman la Tora, por su carácter aguerrido y sin filtro, volvió a entrar a la casa en el repechaje que realizó la producción del reality hace dos meses. En ese momento, la joven de Berazategui no había sido seleccionada por el público para entrar nuevamente a la casa, pero la expulsión de Juliana por revelar datos del exterior, la puso otra vez en carrera por los 15 millones de pesos y una casa.
Desde entonces, ella cambió su estrategia de juego. Ya no se muestra tan frontal y combativa, sino que, por el contrario, está más reflexiva y escucha la opinión de los demás. La semana pasada cuando entraron los familiares, a su mamá la retó por decir cosas que ella decía que podían perjudicarla. Es decir, está pendiente permanentemente del juego.
Sin embargo, Romina y Julieta están en desigualdad de condiciones, ya que ellas nunca vivieron cómo es salir del certamen y volver a entrar, con lo cual no están al tanto de las repercusiones del público, ni de las cosas que más les gustan a los seguidores.
Por pura intuición, las dos se aliaron entre ellas, y tratan de llevarse bien con el resto de sus compañeros. En el caso de Romina, desde el comienzo del reality se ocupó de la cocina, de preparar la comida y de limpiar y mantener el orden de la casa. Cuando estaba Walter, conocido como Alfa, eran los dos únicos encargados de cocinar, pero al salir eliminado el sexagenario, la exdiputada pasó a ocupar el rol preponderante en ese sector de la casa.
Lucila, que ya estaba advertida de este detalle cuando estuvo afuera, desde hace unos días quiso incursionar en la elaboración de los platos, algo que a Romina no le gustó. Así las cosas, tanto Romina como Lucila, junto a Camila están en placa de nominaciones para que una de ellas sea eliminada por el público el próximo domingo.
En este contexto, las relaciones entre las dos no pasa por su mejor momento. Si bien nunca fueron amigas, en este momento discuten por cuestiones cotidianas, casi todo el tiempo.
En esta oportunidad, la pelea fue por el queso rallado. Desde adentro de la cocina, mientras Lucila lavaba los platos, hablaba con Nacho, quien estaba sentado en la mesa comiendo un postre con dulce de leche. En voz alta, al lado de Rodolfo y de Valentina, la hermana de Marcos, la participante disparó contra la cocinera oficial de la casa, sin nombrarla: “Yo prefiero poner queso rallado en un plato para que se sirvan todos, por si alguien quiere repetir. Esto es mejor que guardarlo para un chipá, que ya tiene sabor, además”.
Nacho la miró sin dejar la cucharita del postre, y sin acotar nada, pero ella aseveró: “Como siempre manda ella”. Después, en voz más alta y remarcando las sílabas, explicó su postura acerca de los derechos de cada uno sobre las pertenencias de la casa. “Acá todos somos dueños de todo por igual”, concluyó.
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