De las preguntas sexuales a la oferta de actuar de bebé en pañales: la vida detrás del éxito de División Palermo

Hernán Cuevas es el actor de talla baja de una de las series más vistas en Netflix. Más allá de los flashes, sin embargo, hay una historia que incluye desafíos cotidianos, por ejemplo, sobrevivir a quienes lo ponen en el lugar de fetiche sexual o lo tratan como a una criatura. ¿Qué propuestas de trabajo suele recibir? ¿Qué le pasa con la etiqueta ‘enano’?

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Hernán Cuevas es Johnny en
Hernán Cuevas es Johnny en División Palermo, un fanático de las armas (Foto: Netflix)

Ahora lo conocen todos. Hernán Cuevas es Johnny, el joven de talla baja que forma parte de la patrulla de antihéroes de División Palermo. En la serie, que hace semanas se mantiene entre lo más visto en Netflix, es Johnny, en verdad, según quien lo mire: es así para sus compañeros de equipo; para “los malos”, es uno de “los discas”.

Tiene 33 años, estudió actuación en la Universidad Nacional de las Artes (IUNA) y dejó a mitad de camino pero igual, con oficio, se convirtió en actor, director y dramaturgo. Antes de llegar al público masivo, sin embargo, pasó de todo: por ejemplo, la vez que le ofrecieron actuar de bebé en pañales en un programa político; concretamente hacer de Mirko, el hijo de Marley.

Es algo con lo que lidian a menudo las personas con su condición: las ofertas suelen ser más de estas, o de animar despedidas de solteras, que de “actor serio”.

La Guardia Urbana y una
La Guardia Urbana y una comedia basada en la "inclusión forzada"

Hubo de todo también en su vida personal, dardos con los que también conviven las personas de talla baja: “Preguntas increíbles que me han hecho”, arranca él. ¿Por ejemplo?

“Por ejemplo, ‘¿te puedo hacer upa?’”. Es que es frecuente que se los trate como a “nenitos”. Se ve en la serie: “¿Y dónde está tu mamá?”, le pregunta una anciana a la que él quiere ayudar a cruzar la calle. “¿Querés que te compre un helado?”. También, en el otro extremo, es común que se los sexualice: “Y vos, ¿cómo la tenés?”, por esto de “la ley de la L”.

En esta entrevista con Infobae Hernán Cuevas -feminista, gay, entre otras cosas- pasa por todos estos lugares y explica por qué se animó a jugar con el humor pero le resulta ofensivo que lo llamen “enano”.

La infancia

Creció en Monte Chingolo, partido de Lanús, con su mamá -una mujer también de talla baja-, su abuela y su abuelo.

“Mi progenitor nunca estuvo presente, por eso le digo progenitor y no padre”, cuenta. ¿Lo conoció y se borró? No, la cosa fue así.

Hernán de bebé
Hernán de bebé

“Eran pareja, tenían veintipico. Un día mi vieja le dijo ‘estoy embarazada, ¿te querés hacer cargo o no?’. Mi progenitor dijo ‘no’, entonces mi vieja respondió ‘ok, lo tendré sola’. Era el final de los 80, recién había salido la Ley del Divorcio, y ella se animó a ser madre soltera. Yo creo que ella fue quien me enseñó a ser valiente”.

Fue su abuelo, Rubén, quien también le enseñó a no esconderse. “No hubo cuentito, nada medio disfrazado. Un día él me sentó en la mesa de la cocina y me dijo: ‘Hernancito, mirá: vos sos chiquitito, se van a burlar de vos, pero vos no les des pelota’. A la distancia puede parecer crudo pero yo lo celebro. Si eso no hubiera pasado capaz me habría encerrado. Yo siempre tuve esta actitud de ir al frente, algo que me pone muy… no a la defensiva, sino que me protege”.

El abuelo murió cuando Hernán tenía 5 años así que creció en lo que llama “una familia matriarcal”.

“Yo esa lucha de las mujeres para salir adelante la viví desde que nací, por eso me considero feminista desde el minuto cero”, sigue. A ese clan de mujeres se sumó, años después, su hermana, que ahora tiene 19 años y no es de talla baja sino que tiene, digamos, una “estatura promedio”.

Junto a sus abuelos, en
Junto a sus abuelos, en su primer cumpleaños

No hubo bullying en el colegio, al menos algo que Hernán recuerde con dolor. Sus compañeros eran los mismos desde el jardín de infantes, “y uno a los 3, 4 años, no discrimina. Eso hacen los grandes”, sostiene. Eran sus amigos, lo protegían.

“Siempre igual aparecía algún boludo, ¿viste? Pero cuando eso pasaba yo tenía cinco monos atrás que saltaban: ‘¿Qué te pasa?’, ¿qué andás diciendo?’”.

La burbuja de protección, sin embargo, se quebró a los 18, 19 años, “cuando empecé a ir solo a la facultad. Ahí yo empecé a vivir la real discriminación. ¿Qué? El codazo, el secretito del ‘mirá, mirá’. Porque vos lo escuchás: es un secreto a voz pelada. Yo no saltaba pero por dentro pensaba ‘¿tanto te sorprende ver a alguien diferente?’”.

Había barreras estructurales, sí. Hernán mide 1,36 -es más alto que el común de las personas de talla baja porque su progenitor tenía una estatura promedio y su mamá mide 1,20- y todavía hoy le cuesta, por ejemplo, pedir algo en un mostrador.

Pero lo que a él le pasaba era distinto a lo que le pasa a los otros “diferentes”. Por eso las barreras más pesadas eran, más bien, las sociales.

Escuchando música en su walkman,
Escuchando música en su walkman, cuando la vida no parecía tan hostil

“Si vos ves a una persona ciega no te burlás, la ayudás a cruzar la calle. Lo mismo que si ves a alguien en silla de ruedas. ¿O te burlás de una persona sordomuda? Bueno, a nosotros, en cambio, se nos burlan, se ríen, se pegan codazos. Y no solamente eso, nos ponen encima un montón de fetiches sexuales”.

El profesional

Hernán se formó y se enfocó en el teatro: sabía que el cine, la televisión o la publicidad buscan “más estereotipos” y que ese mundo iba a ser, para él, una picadora de carne.

Tyrion Lannister en Games of
Tyrion Lannister en Games of Thrones

“Fijate en el mundo. Se dio visibilidad a las personas de talla baja en Game of Thrones, con el personaje de Tyrion Lannister, donde el tipo termina hasta matando al padre. ¿Pero cuántos años pasaron desde Game of Thrones? ¿En cuántas series viste a una persona de talla baja con un papel comprometido, aunque fuera de humor?”.

Su primer trabajo profesional fue en 2010, cuando hizo La vida es un sueño en el Teatro San Martín. “Pero estamos en 2023, tuve que esperar 13 años para que llegara una serie como esta, con un papel así. En el camino tuve que hacer muchas cosas que no me gustaron”.

Durante la obra "Los gritos
Durante la obra "Los gritos no sagrados"

¿Qué les ofrecen a los artistas de talla baja? Animaciones de eventos, circo, despedidas de soltera/os, o como fue en su caso, el bolo en el que le propusieron hacer de Mirko -en pañales, con chupete y babero- en el programa de televisión de Jorge Lanata.

¿Fue un “no” rotundo, el límite? “Cuando me ofrecieron ese papel por un lado dije ‘bueno, es trabajo’, pensá que con el teatro under muchas veces no se sobrevive. Pero por otro decía, ‘por favor, universo, Dios, Alá, Buda, lo que sea que esté ahí, por favor, no me dejes hacerlo. Porque es trabajo, es plata y es visibilidad, pero sabía a lo que me exponía”.

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El bolo que no aceptó
El bolo que no aceptó pero que sí, "porque es laburo", aceptó otro joven

Hernán cree que así son las reglas de juego, y no sólo para él.

“Yo lo traslado a cualquier trabajo: muchas veces hacemos cosas que no nos gustan. Pienso en la persona que soñaba no sé… con ser astronauta y capaz está trabajando de almacenero. Muchas veces tenés que aceptar cosas que no te hacen feliz, que no te llenan y hasta que son un trago amargo: a veces para llenar la olla, otras porque creés que a la larga eso te puede llevar hasta otro lugar”.

El humor

Hernán dice “mi condición”, dice “talla baja” o “soy chiquitito”. No dice tanto “acondroplasia”, que es como se llama su condición física, porque suena a patología: “Soy acondroplásico”, prueba en voz alta y frunce la cara. Pero lo que sobre todas las cosas no dice es “enano”.

"Enano me resulta ofensivo, yo
"Enano me resulta ofensivo, yo no soy eso", dice a Infobae

Hay travestis levantando la bandera de la palabra, gritando que “trans” es un eufemismo y esconde lo que de verdad les pasa: la poca expectativa de vida, la falta de trabajo, la prostitución obligada. Hay putas diciendo “somos putas feministas”, están los “putos peronistas”,las mariconas”.

En la serie, la propia Sofía (Pilar Gamboa) responde desde su silla de ruedas: “No tengo capacidades especiales, capacidades especiales tiene Spider man”. ¿Por qué ‘enano’ es diferente?

“Porque un ‘enano’ es una estatua de yeso en un jardín, figuras de la ficción, como los enanos de Blancanieves. Yo no soy eso”, responde Hernán. “La palabra contiene la burla, y yo no me voy a apropiar de una burla”.

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Tiene 33 años, es feminista
Tiene 33 años, es feminista y parte de la comunidad LGBT+

Y sigue: “Yo me siento cómodo con la idea de ‘la gente de talla baja’. De todos modos, pregunto: ¿por qué a mí me tienen que llamar por mi condición física y a las personas promedio las llamamos por su nombre?”.

O sea, que la serie sea una comedia no quiere decir que todo le de gracia. Lo que cree, en cambio, es que División Palermo “educa con el humor”.

“Fijate que al personaje de Pilar (Gamboa) los policías malos le dicen ‘rueditas’, al mío ‘El chiquito’ pero entre los que somos de la Guardia Urbana nos llamamos por nuestros nombres”.

El propio Hernán, de hecho, le contó al director, Santiago Korovsky, situaciones reales que vivió para que la serie tuviera elementos de primera mano. “Hay una que grabamos y al final no salió que fue genial. Por ejemplo, a la gente de talla baja nos piden si nos pueden hacer upa”, cuenta, y un poco se ríe pero porque no lo puede creer.

La escena en la que
La escena en la que el personaje que interpreta Martín Garabal lo lleva a upa

“Me pasó en un evento en el que estábamos actuando de Los padrinos mágicos. De pronto se me acercó un flaco y me dijo: ‘¿Disculpame, te puedo hacer upa?”. Yo entiendo que hay contextos de joda donde todo es más permisible, ponele. Pero que yo te esté animando tampoco te da permiso a que a que uses mi cuerpo como se te cante el orto, con perdón por decir orto. ¿Cómo pensás que al otro le puede caer bien eso?”.

Esas son también las barreras del día a día, no sólo las obvias. ¿Las obvias? El reloj de pared que colocó en su departamento un amigo que mide 1,93 y que desde que se quedó sin pilas quedó ahí, fosilizado.

Hernán cree, también, que el humor de la serie educa especialmente porque habla de la “falsa inclusión” o la “inclusión forzada”, eso que le viene bien al marketing de la época pero, si rascás, adentro no hay nada.

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Hernán con el pañuelo verde
Hernán con el pañuelo verde

Esto, por ejemplo, de que alguien como él queda bien en el cartel promocional pero cuando se sube al colectivo -en la ciudad en la que vive y paga sus impuestos- no llega al sensor donde tiene que apoyar la SUBE.

Es que unas barreras se trenzan con otras: “No quiero sonar desubicado, pero a la gente de talla baja nos preguntan siempre lo mismo ‘¿como la tenés?’, ¿es cierto lo de la ley de la L? Súper incómodo. Una vez un desubicado me dijo ‘ah, vos sos un afortunado, llegás justo a la altura de las tetas’”.

Un comentario que, además de sexualizar, asume que su vida sexual es con mujeres. Hernán, en cambio, es gay, y cuenta: “Lamentablemente, adentro del ambiente LGBT+ también hay mucha discriminación sobre cómo deben ser los cuerpos. Eso hace que, en vez de unirnos, también se armen mucho más sectores”.

Está soltero ahora, pero alguien anda dando vueltas y lo hace sonreír: “Somos compañeros y no hay ninguna etiqueta más allá de eso, con una libertad, hermosa, divina”, explica.

"Amor es amor" es una
"Amor es amor" es una de las consignas más difundidas desde la comunidad LGBT+

Hernán no sabe si habrá o no segunda temporada de División Palermo, mientras tanto sabe que la vida debe continuar. Mañana va a estrenar en el espacio El Método Kairós una obra que escribió y que se llama Los gritos no sagrados. Ya no actúa en la obra -“porque no me da la vida ahora”- pero originalmente hacía un papel que creó pensando en él. No hacía de niño, de bebé, de Mirko o de Padrino Mágico.

“Era un payaso que había sido ex combatiente de Malvinas, que a veces era amoroso y otras un dictador. Me encantaba hacerlo, nadie esperaba que dentro de mi cuerpecito podía caber todo eso”.

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