Warren Beatty descansaba en su casa cuando sonó su teléfono. Despreocupado atendió la llamada, al fin de cuentas si bien era una estrella de Hollywood también era un ser humano con dos manos y dos piernas. Del otro lado de la línea no estaba su representante, tampoco Shirley MacLaine, su hermana mayor, ni Faye Dunaway, su compañera en Bonnie & Clyde, sino… Madonna. La artista aceptaba participar en su película Dick Tracy. Con esa llamada comenzaba uno de los romances más publicitados de los 90: el de la estrella pop con el galán seductor que, según decían, había tenido sexo con 12.775 mujeres.
La primera vez que ambos se cruzaron fue en una cena en 1985. Madonna venía de protagonizar Buscando desesperadamente a Susan y había impactado a Beatty. En épocas sin aplicaciones, el galán decidió organizar una cena para conocerla. Para que no se notara tanto su interés también invitó a Jack Nicholson, Mikey Rourke y Sandra Bernhard. La rubia aceptó sin dudar el convite; una cena con semejante anfitrión y compañeros de mesa no es algo que sucede todos los días.
El dueño de casa se entusiasmó con el encuentro, pero su sonrisa se borró cuando al abrir la puerta se encontró con la muchacha pero también con su novio: Sean Penn. Warren podía ser un seductor serial pero también era ante todo era un caballero. Cuando vio que el corazón de la muchacha estaba ocupado, se retiró a un costado, guardó su seducción y se comportó como un amable aunque casto anfitrión.
Para 1990, Madonna ya se había casado pero también divorciado de Penn, y Beatty conservaba su cetro de gran amante. La actriz brasileña Sonia Braga solía asegurar con humor que “ir a Hollywood y no acostarse con Warren Beatty es como ir al Vaticano y no visitar al Papa”. Lejos de desmentir los rumores, el actor los acrecentaba. En las entrevistas contaba como al pasar que nunca se iba dormir sin haber mantenido relaciones sexuales y que el sexo era “parte de su rutina, como pasarse el hilo dental”.
A Madonna, lejos de espantarla, la atraía la colorida vida amorosa del actor. “Al verlo pensé en todas las estrellas de cine. Warren creció en esa era y salió con todo Hollywood, básicamente”, confesaría años después.
Cuando la estrella pop supo que Beatty buscaba quien interpretara a Breathless Mahoney, la sensual cantante de su nueva película, no dudo en postularse. Tanto que aceptó participar por un pago mínimo de apenas 1440 dólares semanales. Freddy DeMann intentó convencerla de todas formas para que no actuara en el filme pero no solo no consiguió disuadirla: ella misma llamó a Beatty para decirle que se sumaba al proyecto.
Según cuentan, Beatty y Madonna se convirtieron en amantes mucho antes de comenzar a filmar. Poco importó la diferencia de 22 años que el galán le llevaba. Entre ellos todo era fuego, pasión y… promoción. Se mostraban sin tapujos en todos los restaurantes de moda. Los fotógrafos los retrataron en Spago, Adriano’s, La Scala. La pareja se sentaba en la mesa más visible y ubicada a menos clicks de distancia. Nada de arrumacos furtivos o besos disimulados. Madonna se sentaba sobre las piernas del actor mientras cenaban. Si la atención que recibían no les parecía suficiente, se iban a otro restaurante a disfrutar del postre y de otras fotos con otros fotógrafos.
Beatty contaba qué lo había enamorado. “Tiene una gran personalidad, es diligente y disciplinada, y es una bailarina e intérprete espectacular”, contaba en la revista People, para terminar asegurando: “Ella es un fenómeno”, y “un gran regalo para el mundo del espectáculo”. Los elogios no terminaban. “Como colaboradora es una persona que aporta energía y total profesionalismo, dedicación a lo que hace, siempre puntual, entusiasta con los demás… No se toma demasiado en serio a sí misma”, la describía fascinado.
El romance entre ambos acaparaba todos los titulares, tanto que opacó el éxito de la película. El estreno fue un 14 de junio de 1990, pero casi un mes antes hubo una noticia de esas tan espectaculares que detienen las redacciones y hacen que saquen humo los teclados. El 16 de mayo de 1990 Beatty le propuso matrimonio a Madonna regalándole un enorme y costoso anillo de oro con un diamante de seis kilates y un zafiro. Obsequio muy adecuado para alguien que cantaba sin culpa “and I am a material girl”. Madonna aceptó el anillo, se lo puso, pero lo que no puso fue fecha de casamiento.
Aunque el noviazgo seguía, a la que era difícil seguir era a Madonna. Beatty había cumplido 53 años y aunque no era un adulto mayor tampoco era un muchachito. Pronto empezó a sentir los 22 años que lo separaban de su novia. Cuando él proponía pasar una velada tranquila u organizar una cena con amigos, ella lo llevaba de gira por discotecas gays y se divertía sacándolo a bailar. El actor lo intentaba pero después de un rato necesitaba un buen sillón para recobrar el aliento. Era el momento que aprovechaba su chica para llamarlo “viejo”.
Para esa época, Madonna decidió filmar un documental donde mostraría su intimidad y la de sus giras. Su entorno le advirtió que bastante se exponía en cada movimiento como para hacerlo también en una película; como novio pero sobre todo como hombre conocedor de la industria, Warren Beatty también creyó que era inoportuno. Algún productor apeló al último ejemplo conocido, Rattle and Hum, el documental de U2 que había sido un fracaso de público. Pero Madonna se mantuvo firme. Para evitar intromisiones lo financió con su propio dinero. Invirtió cuatro millones de dólares.
A la cama con Madonna fue dirigida por Alex Keshishian y siguió a la cantante en el pico de su fama con la gira mundial de Blond Ambition. Lo que se vio en pantalla fue vanguardista para algunos, osado para otros y escandalizó a unos cuantos. Toda la sensualidad y sexualidad de la protagonista se mostraba sin tapujos, por ejemplo cuando simula una fellatio (o da una clase de cómo practicarla) utilizando una botella de agua mineral.
En el documental aparecen varias celebridades. Al Pacino, su compañero de elenco en Dick Tracy, Olivia Newton John, Lionel Richie, Pedro Almodóvar y Sandra Bernhard, la cantante y actriz que conoció en aquella primera cena en la casa de Beatty y que se convirtió en una de sus grandes amigas. También muestra su intento de seducción a Antonio Banderas y cómo se mete los dedos en la garganta y simula vomitar después que Kevin Costner le asegura que su show fue ordenado, prolijo (neat).
Entre famosos, masturbaciones simuladas, bailarines sensuales, corpiños cónicos y una cama de terciopelo rojo con forma de corazón, aparecía Warren. Se lo veía aconsejando a su novia sobre la puesta en escena del show, se lo veía acompañándola en presentaciones pero sobre todo se lo veía muy incómodo. Cada vez que las cámaras lo enfocaban, se disculpaba y decía que él estaba en otra etapa de su carrera, que no quería tanta exposición. Teniendo en cuenta lo que había sido su vida y quién era su novia, daban ganas de decirle “a mal puerto vas por agua”.
Uno de los momentos más llamativos es cuando un médico revisa la garganta de Madonna y le pregunta si quiere hablar fuera de cámara. “No”, contesta ella. Beatty, lejos de mostrarse comprensivo, refunfuña: “¡No quiere hablar de nada si no están las cámaras! ¿Qué sentido tendría vivir sin las cámaras? ¿Existir?”. Que su entonces novia, en la edición final, quisiera dejar ese momento para Beatty fue un gesto amable de su parte “porque reflejaba cómo me sentía. Me conmovió un poco porque sentí que le había dicho lo correcto”.
Cuando el filme se estrenó, el romance terminó. Luego de ver un adelanto del documental, los abogados de Beatty le comunicaron a Madonna que sería demandada si se incluían ciertas llamadas telefónicas privadas en la edición final y fueron quitadas. Un rumor decía que Beatty no toleró enterarse que Madonna había tenido un affaire con Sandra Benhard en medio del Blond Ambition Tour y que la llamó para decirle que si él había andado con otras mujeres, no esperaba que ella hiciera lo mismo. También se dice que la experiencia con Madonna le sirvió para advertir su edad y actuar en consecuencia.
La ruptura fue sin escándalos y desde entonces son amigos. Beatty dijo varias veces que ella “es un fenómeno” y que “le sobra talento como comediante, como actriz seria, cantante o bailarina”. Madonna no se quedó atrás en los elogios sobre la fama lover de su ex novio: “Fue un amante increíble. No voy a mentir”, recordó pícara durante una entrevista con Howard Stern.
Apenas rompió con la reina del pop, el seductor empedernido de Hollywood se enamoró y casó con esa actriz exquisita que es Annette Bening. Ella decía: “Entiendo que muchos se sorprendieran de nuestro matrimonio, porque él había estado soltero mucho tiempo, pero para mí todo fue muy relajado desde el principio. Es un padre maravilloso que cuida de su familia y un marido fantástico. Quizás necesitaba desahogarse del todo antes de sentar la cabeza”.
Dicen los escépticos que lo vivido entre Beatty y Madonna no fue un romance sino un showmance. Cierto o no, no se puede negar que marcaron un tiempo ido y sobre todo, bien vivido.
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