Admite pertenecer a la camada de los realities. Pero de los “artísticos”, aclara. Y es que Andrea López saltó a la fama allá por 2011 cuando, recién llegada a Buenos Aires desde el Calafate, fue seleccionada en el casting del Soñando por bailar. Y más allá de su talento innato, se destacaba por su look. Luego también brillaría en Cantando por sueño, en las ediciones 2011 y 2012. Y vinieron las obras teatrales en Carlos Paz. Y una consolidación en el medio, hasta que se estancó.
Al poco tiempo, no lo pensó dos veces y se fue a probar suerte a México. En tierras aztecas logró darle vida a su carrera y hoy triunfa como cantante. A la Argentina regresa poco y nada, a visitar a su familia o cuando es convocada para algún proyecto, como en 2019, cuando dio que hablar en su paso por El Marginal. De la escena erótica con Moco (Toto Lorenzo) y Diosito (Nicolás Furtado) se habló durante semanas.
Pero la vida privada de Andrea también acaparó la atención de la prensa. Y en dos oportunidades. Primero, por estar en pareja con Thomas Fort, sobrino del inolvidable Ricardo Fort. Y luego por su vínculo con Pablo Rago, cuando ambos compartían una obra.
Aquí, en esta charla con Teleshow, López hace un repaso de de su carrera, de su presente, y hasta de sus ganas de ser madre y formar una familia.
—En 2011 llegaste al Soñando y ahí comenzó todo.
—A los 17 años me fui de Calafate a Córdoba a estudiar Educación Física y comedia musical. Un día, una compañera de teatro me preguntó si no quería ir con ella: me comentó del Soñando por bailar y nos fuimos para Buenos Aires. Me aprendí la coreografía y nos fuimos a probar suerte, a darle vida al sueño.
—¿Qué pasó con tu amiga?
—La típica: queda la que acompaña (risas). No, ella no quedó. El casting fue en Tigre, yo no quería ir, pensaba que no íbamos a tener chances, pero nos aprendimos la coreo y fuimos. Me convenció… Yo le decía que no tenía sentido porque era un programa de televisión, que seguramente estaba todo armado, que ya tenían a todos los participantes. Pero fuimos y quedé yo.
—¿Cómo fue ese cambio de vida?
—Fue un gran cambio... Soñando por bailar y todo lo que implicó los años siguientes, el Cantando por un sueño y trabajar con Marcelo Tinelli me cambió la vida 100%, porque fue lo que me abrió las puertas para poder hacer teatro y todo lo que hice a lo largo de los años, porque después seguí trabajando y pude tener continuidad.
—¿Cómo era tu vida en el Sur?
—Me fui muy chica. Iba al colegio, me juntaba con amigas, cosas normales de una chica de esa edad.
—¿Pero en ese momento tu intención era cantar o ser famosa?
—Cantar, canté siempre. Lo que pasa es que recién a los 17 años que me fui de Calafate, porque en esos años todavía no había un lugar para estudiar música, y llegué a Córdoba le empecé a dar forma. ¿Si buscaba ser famosa? No, porque amo lo que hago. Hasta el día de hoy, gracias a Dios, puedo vivir de la música, de cantar, de estar arriba de un escenario, y es lo único que me hace feliz en la vida. Siento que la fama va de la mano de la carrera, porque lo que hagas arriba de un escenario siempre te genera fama. Pero en mi caso no lo busqué.
—¿Es complejo ser parte del medio por todo lo que trae atrás? Sobre todo saliendo de un reality, como en tu caso.
—Sí, es verdad que salir de un reality no estaba bien visto, pero por ahí en la cabeza de los productores, tal vez porque te conocen de ahí y no te vieron hacer otra cosa, y no saben. Pero es verdad, sin ánimo de juzgar a nadie, que por ahí la gente que se mete en los realities lo único que quiere es fama. Pero lo que tenía de diferente el Soñando por bailar y el Cantando es que realmente era realities con relación al arte. No es como otro tipo de reality que no vamos a nombrar, pero que la gente sabe. En este tipo no ibas de ocio, a rascarte, sino que tenías que cantar, bailar, clases con los mejores profesores de Argentina en ese momento... Sí, te genera inquietud quedar pegada a eso, pero después la gente se da cuenta.
—Estuviste en pareja con Thomas Fort, el sobrino de Ricardo. ¿Qué pasó que la relación no prosperó?
—Sí, fuimos pareja pero un tiempo... unos meses. Ese corto plazo hasta nos fuimos a vivir juntos, pero no funcionó. Lo quiero mucho a Thomás, tengo buenos recuerdos de él, pero como puede pasar en las relaciones... No funcionó.
—También viviste un breve romance con Pablo Rago.
—Sí, con Pablo salí un verano y algunos meses del año. No fue una relación como la que tuve con Thomas, porque como te conté, hasta nos mudamos juntos. Pero admiro mucho a Pablo, me parece un hombre muy talentoso, un actor de los mejores en Argentina, y el tiempo que estuve con él lo supe aprovechar bastante: aprendí muchas cosas de él, le sigo teniendo apreció... Pero también, no funcionó.
—¿Ahora estás en pareja?
—No, no estoy en pareja actualmente. Estoy soltera desde hace mucho y me están entrando ganitas de un bebé, de todo lo que trae la situación familiar, de casarse... Cosas que siento. Toquemos bien este tema que me parece importante: hoy en día nadie se quiere casar, nadie quiere hijos, nadie quiere nada, y entonces siento que estoy medio al revés del mundo. Yo le dediqué todos estos años de mi vida a viajar, a mi trabajo, y ahora me quiero asentar, pasar a otra etapa. Pero la gente está al revés: nadie quiere compromiso, nada.
—¿Tuviste que romper alguna relación por esa razón?
—No, no llegué con ninguno a eso (risas). Esto es algo que me viene pasando últimamente. Antes, no era un tema.
—¿Serías madre soltera si no encontrás al compañero ideal?
—No, a ese punto no llegaría. Me gustaría formar una familia, soy más de lo tradicional. No podría ser madre soltera.
—En un momento te fuiste a México. ¿Por qué?
—Vine por primera vez en 2017 con una productora que me trajo a cantar, estuve todo ese año y luego me volví a Argentina. Hice un music hall con Atilio Veronelli, Mónica Farro y Brian Buley. Luego de eso grabé la escena de El Marginal y me volvieron a hablar de la misma productora a mediado de 2019. Me volvieron a traer y ya me quedé.
—¿Cómo es la vida allá?
—Me gusta muchísimo la viva acá. No difiere mucho de la vida en Buenos Aires. Sí culturalmente es otra cosa... Pero gracias a Dios tengo mucho trabajo. Acá hay mucho trabajo artístico, por suerte, aunque eso te genera mucha competencia porque vienen muchos artistas de todas partes del mundo. Voy a Argentina cada vez que puedo, tengo a toda mi familia allá, o vienen ellos a verme.
—Te sumaste como vocalista del cantante Manuel Mijares. ¿Cómo se dio ese cruce?
—Sí, me sumé a fines del año pasado como vocalista del señor Mijares. Acá, en México, es una figura, uno de los mejores cantantes que hay, es muy respetado. Lógicamente estoy muy feliz y ojalá pueda crecer a su lado, tener alguna canción en dúo... Veremos este año, que parece que todo se viene acomodando. Además, también estoy cantando en un grupo que se llama Flashback, son muy importantes de acá, de los 80 y 90.
—Más allá de que en México estás bien, ¿en Argentina cuesta todo el doble para los artistas?
—No sé si cuesta el doble, pero siento que en este país, que es más grande, hay más posibilidades. En Argentina, yo no puedo quejarme porque hice mucho. ¿Podría haber hecho más? Sí. Me gustaría ir y venir, trabajar en los dos países. Yo extraño un montón: en Argentina tengo todo... Igual, depende de uno conseguir sus cosas. Pero también necesitas contactos, lobby, un poco de todo.
—Hiciste ficción también, me nombraste tu escena en El Marginal, que aún es recordada. ¿No te gustaría meterte de lleno en ese plano?
—Sí, me gustaría mucho incursionar en todo lo que es actuación, tanto en novelas como en series... Aquí en México, por ejemplo, primero tengo que hacer un curso de neutro para, justamente, neutralizar mi acento argentino. Estoy en eso, porque me gustaría mucho. En Argentina, si me llega a salir algo, alguna propuesta, me encantaría. Es un ámbito en el que no incursioné mucho y la gente ni sabe que soy actriz también, o al menos, que estudié actuación.
—Con respecto a El Marginal, ¿cómo fue hacer esa escena tan comentada con Toto Ferro y Nico Furtado?
—Me sentí muy cómoda. Los chicos son dos grandes actores, muy respetados y profesionales. Siento que también se habló mucho antes de grabar con el director Alejandro (Ciancio) y con Seba (Ortega). Tuvimos charlas para ponernos de acuerdo con situaciones de esa escena, hasta dónde ir, hasta dónde no... Fundamentalmente para que nadie se sienta incómodo y todo fluya de una buena manera, y la escena salga bien y creíble.
—Te cambio de tema: tenés varios tatuajes. ¿Alguno tiene algún significado especial?
—No, son todos porque me gustaron los diseños, sin un significado especial. Si tengo un elefante en la pierna que es un animal de protección. Bueno, el que tiene un significado es el sello de mi Arcángel Miguel, que es un sello de protección, cada arcángel tiene su sello de protección y yo me tatué el mío. Los demás fueron porque me gustaron y me los hice.
—Apareciste en el video del compromiso de Celeste Muriega y Christian Sancho. ¿Son amigos o te convocaron?
—Sí, Celeste es una de mis mejores amigas. Les canté para el compromiso, fue todo muy lindo, muy emocionante. Es un tema de Axel que Christian y Celeste hicieron el videoclip, y yo les canté ese tema.
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