“Cuando ya eran las 4 de la tarde se me dio por mirar el celular y vi un mensaje de la producción y no lo podía creer. Desde ese momento que estoy nervioso, no puedo dormir”. Así, con esas palabras, se presentó Ignacio, de 43 años, docente de Historia de la localidad de Temperley, en el programa Los 8 escalones de los 2 millones, emitido por la pantalla de El Trece.
Entre pregunta y pregunta, el programa también ahonda en las vidas personales de cada uno de los participantes, de su pasado y de cómo se encararía el futuro en caso de alzarse con el premio. Así el público logra empatizar en cada una de sus emisiones con alguno de ellos, sentirse identificado o simplemente admirar o ,mostrar sorpresa por lo que se está contando.
Con María Rosa Fugazot de jurado invitada en esta oportunidad, llegó el momento en que el conductor le consultó al participante respecto de su vida, y así fue como él relató que es docente y que también es ex sacerdote. “¿Ex sacerdote? ¿Cuánto tiempo?”, indagó Guido Kaczka , ante lo que Ignacio aseguró que fueron “8 años de ministerio y 8 años de seminario, en definitiva 16 años de mi vida consagrados a la vocación sacerdotal”.
“¿Y cómo te llegó la idea de ser sacerdote?”, indagó el conductor, atento al relato del participante. “Yo de joven fui a un colegio católico. soy nacido en Mercedes, provincia de Buenos Aires, ahí creo que fue la simiente, si se quiere, y cuando temía 25 años luego de participar en movimientos parroquiales y demás, decidí dejar mi profesión, soy profesor de Historia, trabajaba en un colegio e ingresé al seminario”, detalló.
Ante ello, otra de las preguntas que casi sintió la obligación de realizar Guido fue “¿y cómo te llegó la idea de dejar de ser sacerdote”. Allí, la cara de felicidad del participante se mostró más que nunca y afirmó que se debió a que “conocí a mi pareja, a mi señora, Gabriela”, ante la atenta mirada del jurado y de los demás participantes que escuchaban atentos el relato.
Es que en medio de la pandemia, él comenzó a oficiar las misas a través de la red social Facebook, y allí fue el momento en que Gabriela le envió una solicitud de amistad. La historia la completó el propio conductor del ciclo quien explicó que tras ello “hablaron y pasaron a otro nivel: viajó a conocerla y empezó otra historia”.
Tras un gran desempeño el participante llegó a la final por los 2 millones de pesos, momento en que competiría con Selene, la participante que en el programa anterior ya se había alzado con el premio mayor. Al momento de enfrentar al jurado, nuevamente las dudas respecto del ex sacerdote volvieron, y así fue como Carmen Barbieri le preguntó si extrañaba que lo llamaran “padre”, ante lo que sin dudarlo contestó que “no, sinceramente no”, para luego afirmar que no tiene hijos biológicos pero “tengo dos hijos del corazón, que son de mi pareja”.
La última pregunta llegó y la encargada de hacerla fue la invitada, Fugazot, quien preguntó “¿cuál de estas novelas fue protagonizada por Osvaldo Laport y Soledad Silveyra?”, con cuatro opciones que rezaban “Gasoleros, Campeones de la vida, Culpables o Son de fierro”. Tras contestar él que la respuesta era Campeones de la vida, se alzó con los dos millones de pesos y el estudio fue una fiesta.
Allí, en medio de esa emoción, Guido no dudó en consultarte “¿que se siente estar en el confesionario siendo el cura?”, ante lo que el participante aclaró que “es una gracia de Dios muy particular porque uno en ese momento no es más que un intermediario del amor de Dios y nada más y nada menos que eso. Fue una linda etapa mientras duró y jamás me imaginé que iba a conocer a Gabriela ni a ganar los dos millones de pesos. Si algo tengo claro es que Dios nos quiere felices. Esto es una gran ayuda, porque después de muchísimas dificultades que pasé en varios puntos de vista, esto es una gran ayuda”, cerró con una emoción que le cortaba las palabras.
Seguir leyendo