Se llama Delfina y carga con uno de los apellidos más prestigiosos y reconocidos del país: es la hija de Fernando Burlando. Y en estas últimas semanas dejó su perfil bajo para ser parte de uno de los juicios más emblemáticos de la historia. Porque es ella quien acompaña incondicionalmente a Graciela y Silvino, los padres de Fernando Báez Sosa, en Dolores. Ya sea en las audiencias como en las rondas de prensa que el matrimonio realiza en la puerta del Tribunal después de cada jornada, en el proceso que se lleva adelante por el crimen del joven.
Delfina, de 27 años, se convirtió en un pilar fundamental para ellos; por eso siempre se la puede ver cerca de Graciela. Nació en La Plata, es abogada y tiene una hermana que se llama María, y otra que acaba de nacer, Sarah, la hija que Burlando tuvo con Barby Franco.
Estudió en el Colegio Eucarístico de la ciudad de las diagonales y cuando finalizó el secundario arrancó la carrera de Derecho en la Universidad Nacional de La Plata. También cursó una maestría y especialización en Derecho Penal en la Universidad de San Andrés.
Una vez que se recibió ingresó a trabajar al Estudio Burlando, con todo lo que eso significa. “En el estudio se trabaja y él, es mi jefe. Lógicamente que a veces se confunden los roles de jefe y padre, pero ahí adentro es mi jefe, aunque ahora estoy más relajada: ya tengo mis propios clientes”, contó Delfina hace unos meses en una charla con Teleshow.
Ahora todo es trabajo, pero en su época de estudio Delfina se dio su espacio para la exploración y los intentos en la música y el teatro. En 2016 fue parte del musical Zoo Lógico, en la mismísima Calle Corrientes. Además, mostró sus dotes como cantante. “Tuve dos bandas de cumbia pop cuando tenía 20 años: Los del código y Grupo corazones, se llamaban. Fue una etapa de mi vida muy linda y divertida. Me ayudó mucho a relacionarme y a perder el miedo en varios aspectos”, recordaba en aquella entrevista.
De sus primeros años, su adolescencia y de cómo es ser la hija de uno de los abogados más prestigiosos del país, habló en esta charla íntima con Teleshow.
—¿Siempre supiste que ibas a ser abogada o en un momento pensaste hacer otra cosa pero ganó el mandato familiar?
—Es algo que lo tuve presente desde muy chiquita. Siempre fui bastante justiciera. Además, me atraía la profesión, pero quizá no lo pensé tanto por el peso familiar y social que generalmente influye bastante. Tuve épocas, en un momento quería ser odontóloga, otras cirujana, pero terminó ganando la abogacía.
—Te recibiste, pero seguís estudiando...
—Si, en la UNLP terminé la carrera. Y luego de eso comencé una maestría y especialización en derecho penal en la Universidad de San Andrés. Ahora estoy con la tesis tratando de terminarla. Incluso hice un curso de oratoria en La Plata con Pablo Cunsolo.
—¿Cómo fue tu infancia en la ciudad de las diagonales siendo parte de una de las familias más importantes del país?
—Mi infancia en La Plata fue lo mejor, es una ciudad que amo. Fue una etapa maravillosa, tuve una infancia muy sana y linda por suerte. Siempre digo que mis papás supieron educarnos muy bien, cada uno con su papel, siempre con mucho amor.
—Tuviste tu paso por la música. ¿Fue solo un hobby? ¿Volverías a ese mundo?
—Me encanta la música, pero no volvería hoy a ese mundo pura y exclusivamente porque no tengo tiempo. Además, para ser sincera, no se vincula mucho con mi profesión, está muy mal visto, lo cierto es que a veces pienso que está mal, que hay que romper un poco con ese patrón. Uno dentro de un despacho puede ser alguien y por fuera dedicarse a otra cosa. Algunos lo canalizan con el deporte, otros con la música, otros siguen estudiando... pero, ¿por qué un abogado no puede cantar? ¿Qué tiene de malo?
—¿Y el modelaje?
—A veces hago algunas fotos pero no, no soy modelo. Es más algo mío.
—¿Cómo es trabajar con tu papá?
—Ahora más relajada, teniendo mis propios clientes, trabajo mucho con Ignacio Grimaldi y Estefanía Vara, pero somos un equipo grande hay más de 20 personas y son todos buenos, cada uno con sus manías que mejor prefiero no contarlas (risas). Pero nos queremos mucho, son muchos años, muchos del estudio me conocen de chica.
—¿Cómo es un día tuyo cuando no estás trabajando?
—Me gusta mucho el deporte. Salgo mucho con mis amigas y amigos, trato de leer para el trabajo y la facultad, tengo una perrita, que se llama Donatella y paso tiempo con ella. Me encantan los animales y mi perrita es lo más. Antes iba mucho a la cancha con mi papá, ahora ya no.
—¿También de Estudiantes como él?
—Sí, soy Pincha.
—¿Estás de novia?
—Sí, estoy de novia. No me gusta mucho hablar de mi vida privada (risas).
—¿Burlando es celoso o no se mete?
—Mi papá siempre fue un papá celoso, pero no al punto de influir en mi vida. En ciertas cuestiones no se mete, me deja ser y vivir mi experiencia.
—¿Es complejo por tu apellido ponerte de novia y hasta incluso las amistades, poder distinguir quién se acerca de manera genuina y quién por interés?
—Hoy en día ya estoy más grande, mis vínculos más cercanos son genuinos, auténticos, de muchos años. Tengo amigos de muy chiquita y siguen estando en mi vida, todas excelentes personas. Creo que uno se va dando cuenta a medida que pasa el tiempo y de a poco se va alejando de la gente que no tiene los mismos principios, creo que nos pasa a todos en realidad.
—¿Te molesta que se haga referencia siempre a tu apellido o que se diga “la hija de...” o te da igual?
—Lo llevo con orgullo. Lo molesto es que te censuren o te juzguen sin conocerte. En la época de la facultad lo sufrí muchísimo. A veces no es fácil que la gente entienda que somos dos personas diferentes. Será parte del crecimiento y aprendizaje, me servirá para ser mejor profesional.
—¿Te pasó muchas veces?
—Me ha pasado millones de veces que me han llamado por mi apellido, por ser “la hija de”. Siempre es gente que no conozco, que tampoco me conoce, pero no lo veo como algo malo. Hoy, con 27 años, veo la vida con otros ojos, y creo que hay cosas más importantes por las que uno se tiene que preocupar. No me estorba ni nada porque los que me conocen saben que yo hago mi propio camino: estudié, trabajo, tengo mis propios proyectos. De todas maneras, si no hiciera nada de mi vida, tampoco sería algo malo, aunque no es mi caso. No me molesta, como todo existen pros y contras. En definitiva, que me reconozcan por mi padre creo que es algo positivo. Para mí es un honor, eso no tendría que ser algo malo y no lo veo así.
—Fernando tiene mucha presencia en los medios, ¿vos irías por ese lado?
—Mmm por ahora no, no es algo que hoy me llame la atención. Todavía estoy enfocada en mi profesión. El derecho es tan amplio, hay tanto para aprender, quiero poner mis energías ahí. Todo puede pasar igual, uno nunca sabe, pero por ahora no.
—¿Cómo te llevas con las redes sociales? ¿Sos de mirar qué se dice de vos?
—No. Es que creo que no hay mucho, no soy de exponerme tanto tampoco. No subo cosas de mi vida, a veces tengo arranques, pero generalmente soy más reservada imagínate que me da vergüenza hacer un video hablando.
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