Therion en Argentina, una ola de calor sinfónico para una noche agobiante

La apertura veraniega del 2023 fue para el grupo de metal sueco que llegó al Teatrito para presentar su disco Leviathan II en un show de menor a mayor

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Thomas Vikström y Christofer Johnsson, voz y cuerdas de Therion (Víctor Guagnini)
Thomas Vikström y Christofer Johnsson, voz y cuerdas de Therion (Víctor Guagnini)

Calor, mucho calor fue el tema de charla que monopolizó una nueva llegada al país de Therion, los padres escandinavos del metal sinfónico. La noche del miércoles estaba pesada, gris, plomiza, con nubes que amenazaban con vomitar toda su virulencia hídrica sobre la ciudad de Buenos Aires.

Un calor difícil de soportar en donde dos -de los cuatro ventiladores que daban sobre el público- estaban apagados. Así las cosas, las puertas del infierno se abrirían en clave de metal sinfónico para que la cita arranque bien puntual, a las 21 horas, y salga a escena la banda liderada por el guitarrista, cantante y compositor: su alma, Christofer Johnsson.

Más allá del ambiente caldeado, la duda que sobrevolaba era si un lugar como El Teatrito (reducto pequeño a comparación de sus primos de Flores y Colegiales) iba a ser capaz de absorber y amplificar en buena forma la mistura sonora que propone Therion, un grupo con dos sopranos, un vocalista con momentáneos registros operísticos, dos guitarras que se cruzan con sintetizadores (disparados por consola) y coros esporádicos de casi el resto de la plantilla musical. Todo un reto.

Desde 2009, Vikström le pone voz y carisma a Therion (Víctor Guagnini)
Desde 2009, Vikström le pone voz y carisma a Therion (Víctor Guagnini)

La épica apertura fue con un fragmento, adaptado versión Therion, de O Fortuna, el clásico de Carl Orff (compositor de Carmina Burana) para que las voces y cuerdas vocales vayan entrando en calor mientras ilusionaban con un comienzo arrollador, digno de la maquinaria sueca. Pero no.

The blood of Kingu fue el ”tema de ajuste” que parece que toda banda metálica -que toca en un espacio cerrado- necesita para encontrar su sonido y amoldarse al ambiente. Las guitarras inaudibles, bajas, el sonido chato de la batería y las operísticas voces femeninas (la soprano española Rosalía Sairem y su par italiana Chiara Malvestiti) que todo lo tapaban y se las oía amalgamadas e inentendibles parecían intuir lo peor: un show arruinado desde lo técnico. Otra vez, pero no.

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“Buenos Airesssss, fue hora de volver, antes que nada felicitaciones por la Copa del Mundo”, arengó a modo de presentación el vocalista sueco Thomas Vikström, que está en el grupo desde 2007 y en sus comienzos se desempeñó como vocalista de Candlemass (en Chapter VI y el EP Sjunger Furst Sigge) y también pasó por Stormwind (cinco discos de estudio más uno en vivo), Dark Illusion (dos LP y un EP) y Brazen Abbot, entre otras agrupaciones musicales.

Luego del breve furor mundialista y como si Lionel Messi hubiese iluminado al sonidista del lugar, la época dorada de Therion puso las cosas en su lugar y sonó como debía ser: nítido y potente, en donde cada cuerda (vocal o instrumental) se distinguió a la perfección.

Birth of Venus Illegitima, esa gema de un disco único en su estilo, Vovin, el clásico imprescindible de 1998 (que sembró una época en el género del metal gótico-sinfónico) hizo que el hechizo de la diosa romana del amor -citada en la canción con su antecesora griega, Afrodita- equilibre un concierto al nivel sónico deseado.

Con una estética entre lo gótico y lo steampunk, los frontman del grupo (Vikström/Johnsson) tuvieron tareas disímiles. Por el lado de Thomas, subir y bajar hacia una pequeña escalera, para quedar flanqueado entre las sopranos, y dar el paso al frente cuando el tema lo ameritaba como Pazuzu.

Por el otro lado, Christofer protagonizó la “lucha de la noche”: entre el retorno de su guitarra rítmica y el encargado de calibrar la relación distorsión-oído hacia el músico sueco. Mirando a cada rato hacia un costado, y moviendo la cabeza en forma negativa, Johnsson mostró su disconformidad durante gran parte de la noche con el resultado obtenido.

Cruce de cuerdas entre Christofer Johnsson y Nalle Påhlsson (Víctor Guagnini)
Cruce de cuerdas entre Christofer Johnsson y Nalle Påhlsson (Víctor Guagnini)

Otro que por momentos no la pasó bien fue el baterista finés Sami Karppinen (quien tuvo su paso por Opeth, de próxima visita al país) quien se quejó al ver cómo el sonidista se cruzaba frente a él y, sin querer, pateó parte de la instrumentación de su batería. Su gesto de “No” con la cabeza, mientras clavaba su mirada en los platillos y tones, fue otro de los momentos de breve tensión de la noche.

Todo lo contrario fueron las vivencias de las sopranos, las estrellas de la velada. “Ustedes tienen mucho calor aquí y pensar que nos venimos desde el frío de Suecia”, decía Sairem, la carismática e histriónica voz nacida en Elche, para romper el hielo con su audiencia y agradecer el fervor del público local.

Al grito de Ginnungapap presentó la gran canción de Secrets of the Runes mientras se complementaba en las voces con Malvestiti, la soprano italiana -quien le pone voces en vivo al grupo desde 2015- en clásicos como Cults of the shadow, del imprescindible Theli o bien en Litany of the fallen, una de las muestras de Leviathan II, el nuevo disco que vinieron a presentar.

Christian Vidal, el crédito argentino de Therion habló con efusividad hacia su público (Víctor Guagnini)
Christian Vidal, el crédito argentino de Therion habló con efusividad hacia su público (Víctor Guagnini)

Con respecto al flamante álbum fue Christian Vidal, el crédito local en Therion (tal como ocurre en el grupo de thrash alemán Destruction, también con la presencia de un argentino, Martín Furia), el guitarrista líder -que supo pasar por Cuero- y tiene dos álbumes solistas (Home y El viaje) evocaba con cierto dolor los difíciles momentos en los que se dio la gestación de la obra leviatánica: la pandemia. “Saben por el encierro que todos tuvimos que atravesar, pero acá estamos, prometo esta vez no emocionarme al hablar”, recordaba el violero mientras aseguraba cómplice a su público que “ustedes saben que son los mejores”.

El aclamado Lemuria, de su disco homónimo (del cual más temas ejecutaron, cuatro para ser exactos) brilló con Abraxas y An Arrow from the Sun, para luego dejar lugar al veloz Wine of Aluqah, otra perla de Vovin que -a pesar que la acústica del lugar no era la mejor- instrumentos y voces tomaron su equitativo protagonismo.

Shows de Therion en Argentina - The Rise Of Sodom And Gomorrah

“¿Cuantos vinieron la primera vez a vernos a Heaven & Hell?” preguntaba Johnsson, ante las escasas manos levantadas, sobre aquella peculiar primera visita del grupo 1995 en donde la banda dio dos shows en aquel local y luego fue estafada por el productor de turno, quedando varados en el país para terminar hospedándose en la casa de Gabriel Raimondo, vocalista de Vrede.

To Mega Therion (Theli, 1996) fue la antesala del cierre del show con ese tema inspirado en la icónica canción y disco del grupo Celtic Frost que le sirvió a Christofer Johnsson para darle nombre a su banda. Anteriormente, el combo sueco se despachó con una de las mejores interpretaciones de la noche: The Rise of Sodom and Gomorrah, en donde las vocalistas demostraron todo su poderío.

Shows de Therion en Argentina - To Mega Therion

El cierre, luego de otra salida del grupo del escenario, fue con Quetzalcoatl, gema extraída de Lemuria, en donde el grito al unísono, y en español, de “Sol volverá, en la costa vimos su luz” (sí, letra en español) para cerrar con la frase al unísono del tema “Quetzalcoatl/Oh Seáor del Sol!” iluminó una velada sinfónica que quedará para el recuerdo y sirvió como un buen puntapié para un 2023 que promete mucho metal en escena.

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