El próximo sábado 14 de enero se definirá la 71° edición de Miss Universo, el célebre certamen de belleza que se está desarrollando en la ciudad de Nueva Orleans, perteneciente al estado de Louisiana, en Estados Unidos. Entre las 85 postulantes se encuentra Bárbara Cabrera, la representante de la Argentina, que este miércoles 11 se presentará en la etapa preliminar del concurso, de la que quedará un “top 16″ camino a la gran final.
“Estamos con los ensayos para la preliminar, donde competimos en traje de baño, traje de gala y también mostramos el traje nacional, que en mi caso es un motivo que representa a las Cataratas del Iguazú y que fue diseñado por el correntino Horacio Gómez”, le cuenta la modelo a Teleshow en un alto de una agenda muy cargada de actividades. Bárbara, de 27 años, está concentrando desde el 2 de enero para ubicarse a la altura de las exigencias del Miss Universo, cuya final se emitirá el 14 de enero por el canal de YouTube del concurso y también por DirecTV (a las 22, hora de Argentina).
“No hay tiempo para esparcimientos: cada día nos despertamos a eso de las 5 de la mañana para maquillarnos, peinarnos, arreglarnos. Tenemos que estar 10 puntos, porque eso también se tiene en cuenta en el certamen. Y por las noches nos van anunciando qué es lo que vamos a hacer al día siguiente. Ya sabemos que tenemos ensayos todos los días, que son muy largos: hoy por ejemplo empezamos a las 10 de la mañana y terminamos recién, a las 5 de la tarde”, explica Cabrera, a la vez en que cuenta que, ni bien termine esta comunicación, deberá correr al cuarto del hotel -que comparte con Carla Romero, la Miss Universo Uruguay-, ducharse y cambiarse para una cena con Anne Jakapong Jakrajutatip, la modelo transgénero que es la actual dueña de la marca Miss Universo.
En cuanto a las actividades protocolares que implica el concurso, las participantes recorren la ciudad de Nueva Orleans para hacer una inmersión en su cultura, en su gastronomía y, muy especialmente, en su carnaval: el célebre Mardi Gras. “Fueron seleccionadas algunas chicas para participar. Yo estuve antes de ayer y fue muy divertido: hicimos todo el desfile, que es de 2 kilómetros, y toda la gente de la ciudad estaba como loca, esperando ver a las representantes de cada país. Hubo gente que me gritó: ‘¡Argentinaaaa!’. Fue una experiencia increíble porque la ciudad está muy expectante con el concurso”, cuenta.
Cada vez que las Miss Universo circulan por la ciudad, un enorme dispositivo de seguridad las escolta. “Siempre hay mucha gente esperándonos en el lobby del hotel, a la salida de los ensayos, en los restaurantes... ¡Por todos lados! Recién llegamos al hotel y está lleno de prensa”, cuenta Bárbara, mientras del otro lado se escucha un griterío excitado. “Yo me enfoco en lo que tengo que hacer y lo tengo puesto en la meta -confía-. Pero también estoy disfrutando de todo lo que estoy viviendo acá. Es una experiencia única, que solo pasa una vez en la vida”.
Poco margen hay en la agenda de las modelos para irse por un instante del concurso. Pero cada una tiene sus métodos, su cable a tierra. “No hay posibilidad de desconectarse, pero mi momento de esparcimiento es a la noche, tarde, cuando vuelvo de las cenas... Cuando llego al hotel, me doy una ducha caliente y hago una llamada por teléfono con mi novio y con mi familia. Me sirve para conectar con la gente que quiero, porque los extraño”, dice Bárbara.
Según cuenta, la presente edición de Miss Universo está enfocada “en el liderazgo femenino, en el empoderamiento femenino. El concurso es una plataforma para que las mujeres alcemos la voz y que seamos un ejemplo para otras que quieran cumplir sus sueños, que quieren trabajar por sus metas, sus propósitos. Por eso lo que está buscando el certamen es una representante que sea una líder transformacional, que pueda representar lo que es una mujer empoderada y los cambios que se vienen dando a la sociedad en ese sentido”.
El concurso iniciado en 1952, y que la Argentina ganó una sola vez diez años más tarde de la mano de Norma Beatriz Nolan, tiene un marcado aspecto social que le demanda a las modelos involucrarse con asociaciones locales. “Yo estuve trabajando con Margarita Barrientos para difundir el trabajo increíble que hace y colaborar con voluntariados -destaca Cabrera-. Me parece súper importante que Miss Universo sea también una plataforma en donde podés resaltar la labor de diferentes organizaciones”.
Bárbara comenzó a modelar cuando tenía 18 años y al poco tiempo se inscribió en el certamen nacional de Miss Universo para representar a la Argentina. “Yo hice la representación de Buenos Aires pero no pude ganar. A partir de eso pensé que nunca más iba a poder venir. Y de repente ahora, con 27 años, estoy cumpliendo un sueño. Todos los años miraba el certamen por la tele hasta que me animé a venir. Y ahora estoy acá, es un flash”, resume quien había puesto en pausa el modelaje en el comienzo de la pandemia.
“En el tiempo en cuarentena hice un clic y dije: ‘Quiero tener mi empresa, quiero desarrollarme como profesional’. Y ahí empecé a pensar en desarrollar mi marca de ropa, que es a lo que me dedico. De a poco retomé el modelaje y comencé de vuelta con los certámenes, que me sirvieron como experiencia internacional para ahora estar acá. Eso es muy importante para poder entender esto, porque sino venís acá y se te hace más difícil seguirle el ritmo, que es muy exigente”, explica la modelo que en un futuro también sueña con ser conductora de televisión.
“Cuando llegué el primer día ya empecé con todo lo que era las pruebas de los vestidos que nos dan, los zapatos, el traje de baño... De movida fue muy intenso y también tuvimos muchas entrevistas con todo el staff. No se trata solamente de venir y modelar y también tenés que demostrar todo lo que decís”, dice Bárbara sobre el aspecto que va más allá de la belleza y que también analizan los jurados.
“En estos años fui trabajando en conocerme a mi misma, en desarrollarme como persona, como mujer. Estoy más grande y siento que ahora tengo más condiciones para poder competir. Es muy fuerte y una tiene que estar muy segura de sí misma, saber inglés, estudiar oratoria, expresión corporal. Yo lo fui haciendo y finalmente se dio”, cuenta con alegría sobre su desarrollo y de cara a la esperada final.
—¿Te tenés fe?
—Sí, me tengo fe. Igual, lo más importante para mí es calificar al “top 16″. Después de eso, empieza a ser más complicado. Ahí empieza a fluir y que sea lo que Dios quiera, ¿verdad? No es fácil: es una chica por país, todas son muy bellas, todas están bastante preparadas para competir, como yo.
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