El ingreso de dos nuevos participantes a la casa de Gran Hermano generó una ola de comentarios tanto dentro como fuera de la casa, donde incluso desde antes de que esto suceda, los hermanitos comenzaron a tejer estrategias y hasta a anticipar cómo sería el trato con los recién llegados. Además de especulaciones respecto del perfil de cada uno y contra quién sería la tan temida “competencia” dentro del juego. Y lo mismo sucedía desde las redes con los seguidores del ciclo de Telefe.
Finalmente, Camila Lattanzio y Ariel Ansaldo se sumaron al ciclo y se despejaron algunas dudas, sin embargo, muchas otras aún quedan flotando y restará saber si saldrán a la luz esos detalles en algunas de las charlas que los recién llegados y los antiguos jugadores mantienen a diario.
“Yo vengo a revolucionar la casa de Gran Hermano”, confesó Camila desde el arranque del video presentación ante el público, previo a ingresar a la casa. La oriunda de Ituzaingó, zona oeste del conurbano bonaerense, detalló que es pianista, que toca hace 12 años música clásica, pero que en cuarentena entendió que eso no era lo suyo. “A mí me gusta cantar cumbia”, explicó sobre el cambio radical que planea darle a su vida.
Respecto a su información personal, luego de la muerte de su padre hace algunos meses, contó que se hizo cargo de la agencia de autos familiar, con más de 25 años de trayectoria. Entre otras cosas se supo que tiene una hermana gemela que también fue tentada a ingresar al reality, pero debido a que es futbolista profesional, prefirió priorizar el deporte. Con un chancho como mascota, también advirtió que se baña hasta 4 veces por día. “Entro para demostrar la persona que soy, no voy en busca de nadie, no voy a hacer amigos, voy a mostrar lo que es Cami Lattanzio”, sentenció.
Al recibirla, los hermanitos quisieron saber todo de ella. Y los que la acompañaron a acomodarse en la habitación fueron Romina y Alfa, como si fueran los dueños de la casa. Alfa le llevó la valija y le dijo picante: “Te estábamos esperando, las chicas están felices”. Extrovertida y sin parar de hablar desde que entró, se mostró risueña y entusiasmada por la nueva convivencia, mientras que sus compañeras no pararon de criticarla por su aspecto, su pelo y hasta porque no aparentaba la edad que decía tener.
“Tengo 21 años y soy de zona oeste, de Ituzaingó”, se presentó ante la requisitoria de los hermanitos, exhibiendo su felicidad por saber que en la casa había gente de su misma zona, como Moreno, Merlo y Castelar. “Quiero ver la casa, chicos, estoy muy emocionada”, aseguró antes de recorrer el inmueble. Así, en ese instante de distracción, Coti, Daniela y Julieta tuvieron un minuto para poder susurrarse un detalle. “Parece de más años, de 26″, se llegó a escuchar en la transmisión.
Sin embargo, Camila siguió insistiendo en que solo tiene 21 años aunque un dato en sus redes evidenciaría lo contrario. En su cuenta de Facebook tiene marcada como fecha de nacimiento el año 1990, lo que en caso de ser cierto, indicaría que tiene 32 años y no los confesados. ¿Es viable mentir con la edad? No hay regla que lo impida.
Respecto de su carrera musical, mientras se muestra fanática de la cumbia y con ganas de interpretarla ante quien quiera escucharla, ella ya tiene editados dos videoclips con temática más cercana al trap, “Bien rico” y “Juego”, e incluso, hasta el año pasado continuaba dando clases de piano, teoría musical o incluso, preparaba alumnos para el ingreso al conservatorio.
En los últimos días, la joven intenta conseguir la aprobación del resto de la casa, como pasó con la charla que tuvo a solas con Daniela, en la que se referían a Thiago. “Vos tenés 26 años y te juro que lo podés manejar al chabón”, le explicaba la nueva. Pero como todo, lo tenés tan cerca que uno recién lo ve cuando se aleja. Vos si tomás distancia, después lo tenés a él atrás tuyo, pero es tomar distancia aunque no quieras, una semana”. Ante ese consejo, Daniela fue tajante: “Es un pibe sufrido, y no quiero que sufra más”.
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