Sus ingresos revolucionaron la casa, reformularon las estrategias y pusieron en jaque las alianzas. Camila Lattanzio y Ariel Ansaldo pisaron fuerte en sus primeras horas en Gran Hermano y los participantes que hace dos meses vienen lidiando con la convivencia tuvieron que acostumbrarse a los nuevos huéspedes. Y si bien fueron objeto de algunos resquemores iniciales, ambos fueron bien recibidos y de a poco empiezan a mimetizarse con el pulso del reality de Telefe que es furor.
Camila entró con una estrategia que muchos no creyeron en el afuera pero que dentro de la casa no le trajo demasiados cuestionamientos. Según la oriunda de Ituzaingó, que trabaja como vendedora de autos y es pianista de conservatorio, las últimas semanas estuvo de viaje por lo que no está muy al tanto de las peripecias vividas por los hermanitos. Sin embargo, uno de sus acercamientos iniciales pareció un guiño a las redes sociales, esas que, como el Gran Hermano, todo lo ven, y que, a diferencia del Big, todo lo comentan.
En busca de hacer buenas migas en sus primeros instantes, Camila se acercó a Daniela una de las que, con Julieta, se mostró más quisquillosa respecto a las incorporaciones, que se encontraba en la habitación junto a Romina para mostrarles los maquillajes que había ingresado a la casa. De allí pasaron al debate sobre la manicura, que trajo a cuenta el recordado pedido de Daniela para que Gran Hermano le consiguiera pegamento para las uñas.
“Las re extraño”, exclamó Daniela, mientras seguía concentrada en su maquillaje y antes de ser sorprendida por la pregunta de Camila. “¿Y cómo haces con las pestañas?”, le lanzó la recién llegada, en un interrogante que pareció a pedido de las redes. Vale recordar que al notar las extensiones que usa la joven de Moreno, fue bautizada como Pestañela por la comunidad virtual. “Acá están, me las estoy poniendo pelo por pelo yo, me las guarde y cuando se me fueron cayendo las voy pegando”, respondió Daniela sin perder la concentración y con sus icónicas extensiones descansando sobre la mesa de luz.
Mientras tanto, en el período de aclimatación se vivió un curioso momento entre Alfa y Ariel, el otro ingresado en la gala del jueves. Si bien en un principio parecieron chocar, en la primera mañana que compartieron protagonizaron una escena desopilante que ocurrió en el jardín: Alfa, tirado en una reposera con el “oso de la verdad” encima suyo, comenzó a recitar de manera frenética mientras que Ariel lo acompañó con un baile totalmente desvergonzado.
“Mucho pensar, mucho pensar / Mucho meditar, mucho meditar / Nada de evasión, nada de evasión / y pensar: ¿Qué es lo que pasa conmigo? / ¿Qué pasa conmigo? ¿Qué pasa conmigo?”, soltaba Alfa con flow de rapero aunque no se trataba de un freestyle, sino de una versión personalísima de “De nada sirve”, la improvisación honestamente brutal a guitarra y voz que Moris dejó registrada en su álbum 30 minutos de vida (1970), uno de los imprescindibles del primer rock argentino.
Con Alfa siempre recitando a toda velocidad, el parrillero dejó el baile y empezó a caminar por el parque. En un punto se detuvo, enderezó su postura y se puso a desfilar cual modelo. De fondo, Marcos contemplaba la insólita escena y se reía sin entender lo que ocurría. Dos postales de los nuevos ingresos a la casa, que el próximo domingo tendrá una salida: entre Romina, Daniela y Julieta estará la octava eliminada de esta edición.
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